El mundo de Vampire Academy pertenece a Richelle Mead, incluyendo personajes y algunos términos. La historia siguiente es de mi creación, partiendo de la perspectiva de Dimitri.
Capitulo editado por brenic1love
Capítulo 1
Tormento
Incluso después de renacer, sus pensamientos sólo se trataban de ella; su voluptuoso cuerpo, su largo cabello oscuro ondulado, su piel morena, su perfume natural, el fuego de sus ojos almendrados. Sus destinos habían quedado encadenados cuando la vio por primera vez aquella noche en Oregon. ¡Oh, cómo la había admirado bajo la luz tenue de aquella calle, mientras ella lo miraba con furia salvaje!
Ella provocaba en él tantas emociones, tantas sensaciones, como ninguna otra mujer había hecho en él. Mientras había sido Guardián, jamás había creído correcto el tener aquella clase de sensaciones que afloraban de su interior cuando esa impertinente chica le desobedecía y actuaba por impulso, desafiándolo; eran tan oscuros, tan espesos. Odiaba que ella provocara desequilibrio en su mundo de auto control que tantos años le había costado construir, que sólo su presencia lo llevara borde del quiebre. ¿Podrían tener la maldita idea de cuanto efecto tenía un simple roce accidental en él? Su cuerpo entero se estremecía y recibía descargas de electricidad y sentía estremecer a su cuerpo entero, arrancándole un suspiro de placer puro, casi como si él la hubiese mancillado.
Siempre trataba de ocultar sus deseos carnales y lacerantes en los más recóndito de su interior, con la esperanza de que tal vez el olvido los oxidara y terminaran por desaparecer. Pero la oscuridad en sí, no hacía más que empeorarlos, porque la oscuridad también puede alimentar el amor, lo tomaba como su hijo, le permitía beber de su seno como uno. Sin embargo, el no crecería dulce, ni comprensivo, ni tierno; no sería altruista, no sería desinteresado, o sea, puro. No, no lo sería como tal.
En realidad, sí sería dulce, pero lo sería en extremo, así como las dosis en las que se daría; empalagaría el alma de una manera asquerosa y aborrecible, haciéndola sentir enferma. Si se ingiere, es como si se obligara a tragar un torrente de líquido suave, rojo y ardiente, que te deja sin oportunidad para respirar, ahogándote. Y cuando se siente que ya no se puede más con ello, que se está al borde, lo dejarán de verter, si, para entonces obligarte a engullir un fluido negro y amargo, denso y viscoso, comparable con la brea. Frío, se tendrá tanto frío que no se sentirá ninguna extremidad. Se querrá vomitarlo, pero si se intenta sólo se ahogaría con el fluido y lo que se intentó regurgitar.
Consumir este par combinados es la destrucción del alma. Lo amargo y dulce no van juntos, porque enlazados son tóxicos. Lo dulce será menos dulce y lo amargo será menos amargo gracias a que se contrarrestan entre ellos, produciendo una tibia mezcla que haría creer que eso que se bebe es delicioso, como el caramelo. Y como este, la mezcla resulta pegajosa, se adhiere al cuerpo, y hace caer en una ilusión en la que se cree estar bien, estar a salvo, cuando en realidad se acerca cada día a la muerte. No necesariamente a la propia.
No se dará cuenta que en realidad se está sucio.
Sin embargo, por más que él trataba de encerrarlos, aquellos nunca estuvieron quietos. Se escapaban de su prisión y lo atormentaban por las noches, para incitarlo a ir por ella ya que era la única que podía apagar el fuego de su cuerpo; intentaba hacerlo solo, pero eso no era suficiente. La necesitaba. Era agobiado por el saber qué, si él iba a buscarla, ella lo recibiría con los brazos abiertos, ella no lo rechazaría, era el único para ella, él lo sabía, lo sabía con toda la satisfacción del mundo. ¿Qué mejor forma de ir a dormir que sabiendo que ella lo añoraba tanto como él a ella? Era un pequeño consuelo, aunque ese lo incentivaba más.
Sin embargo, tenía que recordar su posición. "Ella no puede ser mía" les respondía en un suspiro a aquellos pensamientos que lo atosigaban mientras el pecho le dolía "Ella no puede ser mía, es menor que yo, es sólo una jovensita. Y yo soy un Guardian, un adulto que sabe sus límites", pero la oscuridad que habitaba en su habitación lo llevaba a pensar "¿Qué importa si es una niña? ¿Qué importa si es una mujer? La deseo, la necesito. Necesito tomar sus labios dulces, fundirme en su piel". Él la amaba tal como era en ese momento y lo haría a pesar de cómo fuera después.
Cerraba sus ojos mientras intentaba evocar su aroma, después su piel suave, luego su cabello sedoso, entonces su voz suspirando su nombre mientras la tenía bajo él en la misma cama en dónde dormía todas las noches. La recordaba sudar, la recordaba gemir y jadear, siempre tenía esa imagen en su mente cuando tenía que lidiar con la necesidad él mismo, murmurando su nombre. Se aferraba a sus sábanas, tratando de obtener algo de lo que quedaba de ella; sudor, saliva, fluidos, lo que sea, él lo quería, aun sabiendo que ya nada se encontraba en ellas; después de ese encuentro, las había lavado para intentar deshacerse del recuerdo, pero obviamente eso no ayudó.
Agradecía a Viktor Dashkov por el hechizo de lujuria, ya que sólo así él había podido descubrir su cuerpo y tocarla de esa manera, pero también lo maldecía por eso mismo, ya que eran un tormento para él todos esos recuerdos endemoniados. Qué sensación más vacía lo colmaba al darse cuenta que no podría volver a tenerla de esa forma. La amaba y deseaba con tal intensidad, que incluso se asustaba él mismo. Qué más ambicionaba que ver de nuevo su glorioso cuerpo desnudo para adorarlo cómo sólo un hombre como él lo haría; pues consideraba que sólo él era digno de tenerlo. Sin embargo... no podía, no podía ir a ella, no podía meterse en su habitación ni en su cama, era malo, era incorrecto. "Es una niña aún, sólo tiene diecisiete...". Así que sólo se quedaba ahí, recostado en su cama, suspirando de amor desolado mientras idealizaba cómo se sentiría la piel de entre sus piernas.
En los entrenamientos, él hacía esfuerzos sobre humanos para dar la ilusión de que su toque no removía sus entrañas en dolorosas sacudidas.
Por meses, ese fue su calvario hasta que, por fin, tuvo su cuerpo dominado bajo el suyo, dispuesto a dejarse magrear. Aquel retozo en la cabaña había tenido un efecto de desahogo en él, lo que por meses había sólo fantaseado por hacer, finalmente sucedía; no obstante, lo que había sucedido aquella noche nevada no había sido ni la mitad de lo que deseaba hacerle. Deseaba desgarrarla por completo; dejarla indefensa, torturarla, hacerla gemir de dolor y placer; deseaba dejar su marca en toda ella para que cualquiera se diera cuenta que ella le pertenecía. ¿En resumen? Quería cambiar su cuerpo de tal forma que ella no fuera capaz de hacerle el amor a otro hombre. Pero una vez más, no lo haría, no, jamás lo haría; no sólo por el hecho de ser totalmente inmoral e incorrecto, ella podría aterrorizarse de él, lo miraría con terror y jamás dejaría que él le tocara de nuevo y le aborrecería. Su corazón se hacía añicos de sólo imaginar el rostro asustado que ella tendría. Esto no lo admitiría, pero también sentía excitación al pensarlo. No, no podía permitir eso, apenas la había podido amar, tocarla, no dejaría que se le escapara de esa forma.
Sin embargo, ahora era libre.
Se le había dado otra oportunidad. Le habían bendecido con la poderosa inmortalidad de un dios, su fuerza y habilidades. Al despertar con un suspiro desesperado en las cavernas donde se le había otorgado ese don, su primer pensamiento fue: Roza.
¿Que tal?
Estaba como a la 1:00 am navegando por internet tranquilamente, cuando de repente la idea e inspiración me abofetearon. Tristemente no fue a favor de Juntos para siempre, pero salió algo parecido xd
Con esto planeo hacer un shortfic con capítulos cortos sobre Dimitri Strigoi. Me encanta él como Strigoi, oscuro, malvado y tal vez salvaje, no se porqué. Tengo varias ideas en mente sobre de él siendo así, creo que después de todo no se verá variedad de temas en mis fics de VA haha. No esperen que actualice rápido (creo que la lectoras de JPS ya se lo esperaban) esto será lento, sin embargo más rápido que JPS hahaha... *llora*.
Euda
