Estaba tarareando felizmente mi nana mientras hacía la cena, Charlie me miró de reojo

Estaba tarareando felizmente mi nana mientras hacía la cena, Charlie me miró de reojo.

-¿qué cantas?

Me paré en seco por un segundo y luego una sonrisa se dibujó por mi rostro, me mordí el labio indecisa sobre qué decirle pero las palabras salieron sin siquiera darme cuenta.

-Una canción que Edward compuso para mí -¡Tonta Bella, Tonta! Seguro eso no le gustaría a Charlie, andaba bastante mosqueado por lo de nuestro compromiso, afortunadamente Edward y los Cullen estaban ahora de camping… mejor dicho, de cacería.

-¿compuso? ¿Edward toca? –para mi total fortuna parecía más interesado en los dotes artísticos de mi novio que en enfurruñarse más.

-Sí –contesté ya más calmada mientras le servía la lasaña que había preparado y servía un poco más para mí. –toca muy bien.

-vaya –dijo mientras dejaba el diario a un lado y se frotaba las manos con entusiasmo antes de tomar los cubiertos. Comenzó a devorar su cena mientras yo comía mi pequeña porción sin apuros. Después de todo, Edward no vendría esta noche. Me reí para mí misma al imaginármelo tras un puma.

-¿Y tu guardia es de toda la noche? –inquirí suavemente, Charlie asintió con gesto apenado.

-sí… a ninguno en la comisaría nos gustan mucho los extraños que han estado rondando el pueblo.

Temblé un poco. Extraños. Ojala fueran extraños, pero ni siquiera eran humanos. Eran los Vulturis, querían ver como iba el asunto de mi transformación pero Carlisle les había informado que dentro de un par de semanas me casaría con Edward y ahí sería mi transformación, se habían aplacado cuando decidimos invitarlos a la boda. ¿Qué más hacer? Además les producía mucha curiosidad la boda entre un vampiro y una simple humana como yo.

-bueno… entonces te empacaré un poco de lasaña, seguro te da hambre.

Mi padre me sonrió y como en ésas pocas ocasiones en que lo hacía pude vislumbrar al Charlie de hace veinte años del cual Reneé se había enamorado.

Entré aún tarareando mi nana a mi habitación, llevaba los ojos cerrados y un poco de ropa recién lavada en las manos, Charlie estaba pronto a irse. Abrí mis ojos dispuesta a enfrentarme con mi solitaria habitación y un grito estruendoso salió de mi garganta.

-¡Qué pasó Bella! –preguntó Charlie abrumado y nervioso cuando se detuvo en mi umbral, yo me giré rápidamente hacia él.

-es que… es que… -¿y ahora qué le decía? Perfecto Bella, sigue así me regañé de forma sarcástica en mi mente.

-¡un gato! –fue lo único que se me ocurrió

-¿gato? –preguntó Charlie extrañado

-sí… había un gato en la ventana, tal vez era de algún vecino.

Me miró inquisidoramente.

-¿segura de que estás bien?

-sí papá, fue sólo el susto

-cierra tu ventana esta noche Bella, voy a estar de los nervios si la dejas abiertas.

-d… de acuerdo –musité con nerviosismo pasando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. –tus cosas están en al mesa de la cocina papá.

-gracias Bella. Que pases buena noche.

-igualmente –le dije ya más calmada, Charlie se volvió y comenzó a bajar pesadamente la escalera, se detuvo a la mitad.

-¿te molestaría si llamo en un rato para ver como va todo?

-no hay problema papá, puedes llamar cuando quieras

-bien.

Esperé hasta escuchar las llantas de la patrulla alejarse de la casa y entré a la habitación, Edward me sonrió desde un rincón.

-¡¿se puede saber qué intentas hacer?! –dije aún un poco alterada con una mano en el pecho. Vaya susto el que me había llevado.

-lo siento –murmuró suavemente mientras tomaba mi mano y depositaba un beso suave en mis nudillos haciéndome enrojecer.

-¿no que volvían mañana?

-yo me he adelantado un poco –me contestó con vos aterciopelada, su mirada era tierna e hizo a mi corazón saltar desigualmente.

-¿ha sí? –pregunté mientras recogía la ropa que se me había caído al suelo, él me ayudó con ésa sonrisa suya, mi favorita. -¿y eso?

-bueno, Alice ha tenido una visión….

-¿pasa algo malo? –dije deteniendo mi camino hasta el armario, ahora estaba preocupada con los Vulturis y Charlie allá afuera.

-la verdad es que no. Simplemente vio que tu padre estaba de guardia esta noche y quise venir a hacerte compañía, no es más –dijo desviando la mirada sutilmente. Entrecerré mis ojos deseando tener su Don, por que sabía que algo me ocultaba.

-Edward Anthony Masen Cullen… -dije en tono de reproche. -¿Charlie va a estar bien cierto?

-todos vamos a estar muy bien, Bella. No te preocupes, no es nada malo.

Se entretuvo ayudándome a guardar mi ropa, noté el tono casi alegre en al palabra "vamos" y eso llamó i atención, sin embargo no dije nada al respecto. Si Edward lo decía, todo estaría bien.

-bien, y qué se supone que vamos a hacer hoy? Por que no te hubieras adelantado por que sí ¿no?

-eres bastante intuitiva –comentó con una sonrisa –vamos a cenar a Port Angeles.

-¿y si Charlie llama?

-llamará dentro de media hora y luego a media noche, creo que para ése entonces ya habremos regresado.

Asentí una única vez y abrí mi armario.

-vete un momento por favor, voy a cambiarme.

-así estás hermosa.

Miré el desgastado pantalón que llevaba y la vieja camiseta gris.

-vamos, no bromees Edward

-no es ninguna broma. Para mí siempre te ves hermosa.

Le sonreí.

-Ho bueno, para mí no. Así que voy a cambiarme. ¿Por favor?

Se rió de manera musical.

-¿no quieres que te acompañe?

Me sonrojé furiosamente y tiré de él hasta que logré sacarlo del umbral de mi habitación, él sonreía de forma burlona.

-No, gracias –mascullé antes de cerrar la puerta y volverme a mirar la ropa que me pondría.

Edward estaba muy chistoso ésta noche ¿No?

Miré el conjunto que me había regalado Alice y me mordí el labio inferior, ¿seria muy mala si me ponía esto? Bueno, desnuda no iba a salir… bueno, a mi parecer sí pero ya no podía hacer nada. Sin darme tiempo de dudar tomé la camisa azul intermedio (el azul favorito de Edward) que era escotada hasta el comienzo de los senos y me la puse, llegaba casi hasta mi ombligo. Me sonrojé y me puse el pantalón que bajaba un poco más de la cintura así que se veía una porción de mi piel, me sentí totalmente ridícula…. pero me veía bien. No bien para mí, por supuesto, pero a Edward de seguro le gustaría y lo mantendría distraído, sonreí triunfal y decidí dejármelo.

Tomé un sweater dispuesta a salir ya y vi mirada se topó con el maquillaje sobre mi escritorio que nunca usaba. ¿Qué tal sí…?

Por primera vez en mi vida me sentía realmente nerviosa por mi aspecto, ni siquiera me pasaba eso cuando salía con Edward pero hoy... Hoy sentía que había algo especial y merecía la pena celebrarlo aunque no estuviese enterada aún de lo que fuese.

Un último retoque… vóilà. Llevaba una sombra casi imperceptible sobre los párpados del color de la camisa, apenas un asomo de rubor en las mejillas y las pestañas realzadas con rimel. Me sentí como un payaso. Negué y tomé un paño para desmaquillarme cuando oí el teléfono. De repente recordé las palabras de Edward.

Charlie llamará dentro de media hora y luego a media noche, creo que para ése entonces ya habremos regresado.

¿Media hora? ¿Llevaba media hora organizándome para salir?

Me sonrojé furiosamente, ¿qué me estaba pasando? Ésa no era yo. ¡Felicidades Bella, batiste tu record! Me critiqué mentalmente mientras me abalanzaba sobre la puerta y la abría.

Edward estaba recostado en la pared mirando fijamente la puerta, casi se sobresaltó cuando salí precipitadamente y me observó con asombro por un instante eterno que tardé en reaccionar y bajar corriendo las escaleras.

-¿Hola? –jadeé por la carrera

-Bella –dijo Charlie del otro lado -¿estás bien?

-por supuesto papá –dije de inmediato

-¿cerraste la ventana?

-sí, nada de gatos.

Quise reírme, pero no lo hice por puro respeto.

-bien… ¿estabas ya dormida?

-no te preocupes, tal vez salga a caminar un rato…

-Bella, ¿se te olvida la razón por la que estoy de guardia?

-Si supieras que en el fondo de todo la razón soy yo…. –claro que no papá, sólo quiero estirar las piernas… tal vez vaya donde Angela un rato y regrese, te prometo que no me alejaré mucho.

-bien… -parecía dubitativo –te llamaré a eso de media noche ¿entendido?

-claro jefe, no hay problema –se rió suavemente por mi broma

-cuídate mucho Bella.

-lo mismo te digo papá, que la pases bien.

Corté la llamada agradeciendo que le gustara hablar por teléfono tan poco como a mí y me di media vuelta, Edward estaba debajo de las escaleras mirándome con mucha fijeza.

-¿Qué te pasa?

Carraspeó un poco como saliendo de un trance y se irguió en toda su estatura.

-nada.

-Edward… -me callé al ver mi reflejo en la pantalla del televisor, creo que palidecí bastante. ¡Mi Dios, estaba maquillada delante de Edward! ¡¿Cómo dejé que esto sucediera?!

Agaché la cabeza de inmediato tratando de formar una cortina con el cabello, luchando por que no me mirara más.

-voy a quitarme esto y…

-¿quitártelo? –me asombré que su tono parecía desilusionado, alcé la vista con el ceño fruncido –bueno, de por sí eres bellísima, pero el maquillaje te hace ver diferente… no más hermosa, pero aún así radiante.

-traducción: ¿Te gusta? –sonrió ante mi broma y asintió con firmeza mientras se acercó a mí.

-¿qué te pusiste debajo de sweater? ¿Acaso hay más sorpresas? –preguntó con curiosidad mientras se acercó a mí.

-mmm, ya lo veremos. –agradecí al cielo que el sweater me quedara un poco largo y también cubriera lo bajo que era el pantalón, peor dejé de pensar en cuanto sentí unos fríos labios posarse con suavidad sobre los míos.

Nos reímos casi todo el trayecto hasta Port Angeles, casi ni me di cuenta por que me la pasé ensimismada mirando a Edward, sus gestos, su sonrisa, su boca… Dios, ésa boca que hacía suspirar a cualquiera… y él parecía hacer lo mismo conmigo.

De hecho, si observó diez minutos la carretera fue mucho.

Aparcó suavemente y parecí despertar del trance, la sonrisa atontada desapareció de mi boca y mis parpados se cerraron y abrieron a una velocidad increíble, notando el paseo marítimo enfrente de nosotros.

-¿Edward? –pregunté sin atreverme a mirar atrás para comprobar mi teoría.

-¿sí? –preguntó suavemente, noté su respiración muy cerca de mi cuello, mi corazón saltó disparado.

-¿estamos donde yo creo que estamos?

-me parece que sí.

Me volví y las luces del restaurante La Bella Italia titilaron ante mi pupila. Era estúpido, pero yo tenía este lugar como un sitio especial… aquí era donde Edward había comenzado por fin a cederme su secreto y ésa noche al final me lo había admitido. Mi corazón brincó más ante una idea que se formó en mi cabeza.

-¿celebramos algo?

-aja –no dijo nada más, me dio un fugaz beso y acto seguido se estaba bajando y abriéndome la puerta del copiloto con ésa sonrisa torcida suya, mi favorita. Me tendió una mano que yo acepté sintiéndome como alguna princesa de cuento de hadas aunque de princesa no tuviera nada, y lentamente nos dirigimos al bullicioso lugar.

La iluminación tenue nos envolvió en cuanto entramos, hoy parecía ser una noche romántica… mi mirada divagó entre las mesas viendo sólo parejas y una o dos familias… Lo dicho, era una noche romántica.

De repente sentí mucho calor, miré afuera y vi algo casi absurdo en ésta región: Un hermoso cielo estrellado se alzaba en toda su potencia desde afuera y una gran luna llena brillaba en su esplendor, no había ni una nube cerca.

-¿Edward? –musité suavemente

-¿sí?

-¿qué temperatura hay?

-26 grados, es una noche calurosa.

Me volví a mirarlo con asombro. ¿Había dicho 26, aquí, en Port Angeles?

-deberías quitarte el sweater amor, hace calor.

Obedecí de inmediato, deslicé mis manos al borde del sweater y halé hacia arriba pasándolo por mi cabeza, organicé mi cabello y me volví a mirar a Edward que parecía asombrado por segunda ves en la noche.

Oh, oh… Había olvidado mi ropa. Me miró de pies a cabeza de una manera que nunca lo había hecho y me pareció que a pesar de haber acabado de cazar sus ojos se oscurecieron un poco… pero no precisamente de hambre.

-Bella… -fue lo único que musitó, su vos fue enronquecida y me erizó la piel… Decididamente había algo extraño esta noche.

Oímos que alguien se aclaraba la garganta y volteamos a mirar, una mujer despampanante estaba plantada frente a nosotros con una sonrisa de bienvenida, como siempre, más para Edward que para mí.

-buenas noches, ¿en qué puedo ayudarles?

-tenemos reservación –se apresuró Edward sin mirarla siquiera, sus pupilas como el oro líquido seguían clavadas en las mías –a nombre de Edward Cullen.

La sonrisa de la mujer se desdibujó un poco al notar el poco interés de Edward en sus exuberantes atributos, revisó una lista y tachó un nombre.-por supuesto señor Cullen, síganme por aquí por favor.

Nos guió a través de una mampara a la misma sala de reservados de aquella vez, es más, a la misma mesa. Sentí de repente que me observaba y volví la cabeza, cual no sería mi sorpresa al encontrarme con las miradas sorprendidas de Mike y Jessica un par de mesas más allá, me observaron de pies a cabeza y parecían más asombrados que Edward por mi ropa de ésta noche, los entendí, no era para nada mi estilo.

Me sentí pequeña al lado de aquella hermosa mujer que nos enseñó la mesa, sin embargo Edward le dio las gracias sin apartar su mirada de la mía.

-En un momento los atenderán.

Casi molesta por el hecho de que Edward no conseguía mirarla, se dio media vuelta y se apresuró a desaparecer por la mampara. Aquí la luz era incluso un poco más mínima.

Mike me saludó efusivamente con la mano, Jessica lo imitó de forma un poco menos ostensible y yo les di una sonrisa a modo de saludo antes de volver a mirar a Edward que me tomó la mano derecha, depositó un suave beso en mis nudillos (haciéndome enrojecer como era costumbre) y deslizó una silla para mí. Le agradecí con una sonrisa y tomé mi lugar, él tomó el suyo frente a mí un instante después.

-y, ¿puedo preguntar que celebramos?

-ya lo sabrás

-vamos Edward…

-ten paciencia, Bella –dijo deslumbrándome con su sonrisa, no entendí por qué me mareé un poco. -respira, amor.

Ho, era eso. Aspiré notando que hacía un momento tenía los pulmones vacíos.

-¿recuerdas cuando vinimos aquí? –comenté comos i nada tomando la carta.

-por supuesto, nunca le había dicho a nadie que era un vampiro, y pasó algo más que eso ése día. ¿Cómo no recordarlo?

¿Era mi imaginación o había dicho vampiro? No era malo ni un delito, pero de por sí tratábamos de esquivar la palabra.

-bueno… yo también lo recuerdo muy bien. Fue un día de lo más increíble.

Se rió musicalmente y oí unos pasos acercarse, una guapa camarera se dirigía a nosotros casi devorándose a Edward con la mirada y sentí una especie de Deja vú.

Como la vez anterior hacía años ya, la dueña había hecho mutis por el foro. Y por supuesto, como la vez anterior, la participante no estaba para nada decepcionada.

-buenas noches, mi nombre es Cambril y seré su camarera ésta noche. ¿Qué desean de beber?

-dos Coca – Colas por favor –dijo Edward sin dudarlo, a veces parecía que realmente me podía leer la mente. ¿Cómo sabía que iba a ordenar eso?

-por supuesto. –La bella mujer se alejó de nuevo meneando su estrecha cintura y enroscando y desenroscando un mechón de su cabello castaño en un bolígrafo.

Nos miramos a los ojos fijamente sin decirnos nada, simplemente sonriéndonos como idiotas. Nada. Sólo mirarnos. ¿Qué tenía de especial? En absoluto, pero tampoco era malo. Uno podía contemplar a Edward hasta su muerte y ni un segundo sería desperdiciado.

-estás realmente hermosa ésta noche, Bella. Alice ha acertado esta vez.

Me reí un poco.

-yo no diría lo mismo, me siento ridícula.

-¿ah si? –Alzó una ceja –Mike Newton mataría ahora por ser yo… y lo mismo opinan los caballeros de las mesas cuatro, cinco, diez, tres, dos y ocho. –arrugó el entrecejo y de repente pareció disgustado, me percaté de que fulminaba con la mirada a un hombre en una mesa paralela a la nuestra.

-si es que a lo que piensan se les puede llamar caballeroso… Llamas demasiado la atención. –concluyó con una sonrisa sólo para mí.