Yo no sé lo que me pasa cuando estoy con voz, me hipnotiza tu sonrisa,

Me desarma tu mirada, y de mí no queda nada me derrito cuando llegas voz.

Es que hay algo en tu carita que me gusta, que me gusta y se robó mi corazón.

PASIÓN Y ODIO

CAPITULO # 1

Por. Tatita Andrew.

-Poque te demoas Candy, mueve el culo, pá hace lo que te digo. ¡Ara mismo! O te juro que te doy una tunda.

Candy supo que esa amenaza de Robin, era una advertencia, se apresuró a salir con el vestido prestado de su amiga la prostituta. Pero a pesar de lo duro que podían haber sonado esas palabras no le daban miedo, ni siquiera la sorprendía, no recordaba ya cuantas personas lo habían hecho a su cortos 16 años, le resultaba tan normal aquella vida que llevaba, como todo a su alrededor, mendigos, prostitutas, harapientos, mugrientos, personas sin hogar, rateros, ladrones igual que ella.

Después de todo tenía que darle las gracias, era toda la familia que tenía, aunque él, era un viejo mugriento, feo, con la cara sucia, delgada, nariz grande y ancha, rostro marcado por las cicatrices de peleas callejeras, en conclusión el peor ratero de toda Escocia, pero si hacías todo lo que te decía ten mantenía a salvo, se encargaba de darte un lugar por las noches para dormir, comida con que alimentarte, en fin nadie te molestaba si pertenecía a la banda de rateros de Robín Hall.

-Ya voy, ya voy, pedazo de bestia. Contesto ella

A esa hora la gente decente ya estaba durmiendo, solo los ladrones, borrachos, y prostitutas hacían de las suyas en las calles de Glasgow.

Detrás de ella Robín caminaba con cautela, tuvo que levantar sus vestidos con las dos manos, para no ensuciarse con el piso mojado por la lluvia, aunque ella era una experta ladrona de carteras, él había sido su maestro, pero la nueva idea que se le había ocurrido a Robín para robar la tenía un poco nerviosa. Debía hacerse pasar por una prostituta para embaucar a los tipos borrachos, pero él le había dicho con determinación Candy hay que hacer lo que hay que hacer, y en verdad tenía razón, si es que no querías morirte de hambre en las calles tenía que hacer de todo para sobrevivir.

Lo peor de todo era que para hacer el nuevo robo, necesitaban la ayuda de Nick, ella lo odiaba, era un hombre cruel que le gustaban las peleas, la sangre los golpes, y pensar el modo en que la miraba se le helaba la sangre, le había prometido más de una vez, que la haría suya, así sea a la fuerza, pero ella era una mujer de pelea, y lo que más orgullosa guardaba era su virginidad a pesar, de lo dura que la vida había sido con ella, no iba a dejar que nadie se la quitará eso era lo único puro de ella, de Candy una chica sin hogar sin padres, una ocasión supo que su madre había sido una prostituta de las calles, que se drogaba y que cuando la tuvo la había regalado, a una señora que vendía cigarrillos en la calle, pronto se encontró con la verdad que tenía que robar si quería comer. No quería acabar muerta, pero el peligro era a diario en las calles, podría ser presa de algún borracho o depredador, y si sobrevivía terminaría en algún prostíbulo ella prefería eso robar en vez de vender su cuerpo.

-Hola Candy veo que tas convirtiéndote en ona mujer. Ya ata tetas tienes.- dijo Nick mientras intentaba abrazarla a la fuerza.

-Suéltame, no me pongas tus asquerosas manos encima, o te lo aseguro que la próxima vez te meto un cuchillo en la barriga. Mientras le pegaba un puntapié en la entrepierna.

-Vas a ser mía puta eso te lo aseguro- grito mientras ella se alejaba furiosa.

Fijaba la mirada a ver a quien le robaban mientras ella los distraía Nick siempre los golpeaba le robaban todo, lo que encontraban, relojes, carteras, sombreros, pañuelos, incluso habían llegado a robar hasta los zapatos y ropa de los borrachos, debía escoger bien a su víctima alguien que no se resistiera mucho y que estuviera bien borracho que no tuviera fuerzas para pelear.

Llevaban más de medias horas allí y no encontraba clientes.

Ya Robín y Nick se estaban poniendo furiosos.

—Maldita sea, Candy, mueve ese culo. ¡No vamos a pasarnos aquí toda la puta noche!

Se molestó mucho por ese comentario acaso ella era una maldita zorra, pero decidió concentrarse debía buscar a alguien y rápidamente terminaría la noche, y podría volver a dormir tranquila.

-oe tontorrona allá viene uno, que puede ser justo el que esperamos.

Miró de inmediato a donde le decían y lo vio a un joven, un millonario supuso, por su abrigo elegante, su forma de vestir, el reloj que llevaba en su muñeca, venía cantando una canción, por su forma de hablar de moverse y de tambalearse era evidente que estaba borracho.

Una presa fácil de desplumar se rio le robarían rápido y no había necesidad de golpearlo.

Levanto su vestido prestado y se dirigió hacia él.

-Hola buscas compañía.

-Te conozco o me parece sonrío el muchacho que no tendría más de 22 años.

Ella pensó que con esa borrachera, no reconocería ni a su madre.

-Eres una chica muy guapa, me parece. Ahora mismo no veo muy bien. ¿Necesitas dinero? En tal caso, estaré encantado de hacerte un pequeño… un pequeño préstamo… —Se llevó la mano al bolsillo y sacó una cartera a punto de reventar.

Ella abrió los ojos como platos jamás en su vida había visto tanto dinero, estos sobresalían de entre la billetera.

Tomo un par y se los metió en el escote, pero ella no podía apartar su mirada de la billetera repleta de dinero.

En eso vino una prostituta vieja que al ver que el caballero le había dado dinero a ella también venía por lo suyo, la arrastro del cabello mientras intentaba quitarle el dinero que el joven le había regalado, aprovechando la confusión Nick llego hasta el joven e intento pegarle.

-Esto es una broma verdad. Dijo el joven al ver que lo golpeaba con fuerza.

Mientras lo arrastraba a un callejón oscuro y lo tiraba sobre un montón de basura, ella como pudo se zafo de la vieja empujándola hacia atrás, llego cuando Nick descargaba toda su furia contra él, intentando arrebatarle la billetera, pero el joven se aferraba con fuerzas a ella.

Lo seguía golpeando el joven solo gemía de dolor por los golpes, mientras lo despojaba del reloj y de la billetera, trato de salir corriendo pero Nick ya había sacado un cuchillo con el cual lo amenazaba.

-Detente- gritaba Candy desesperada. –No le hagas daño llévatelo todo.

Pero el introdujo el cuchillo en su estómago, el joven muchacho se desplomo sobre las calles llenas de barro colocando su mano sobre la herida.

-Lo mataste idiota –le grito mientras se acercaba a ayudar al joven.

-Y también te hare lo mismo si abres tu boca, debes saber mejor lo que te conviene mientras se alejaba con el botín.

El chico gemía, todavía no había muerto pero si lo hacía ella estaría en un gran problema.

-Ayúdame suplico.

No podía ir a la policía ella sabía que la meterían al bote si el moría y la acusaban de cómplice de asesinato.-Maldición murmuro ese Nick era capaz de matarla si declaraba en su contra.

Tenía miedo pero debía hacer algo, no podía dejarlo morir en la calle. Decidió buscar ayuda a la única persona que sabía que podía hacerlo. Por un momento se le pasó por la mente salir corriendo como lo había hecho Nick y Robín pero no quería cargar con un muerto en la conciencia.

Lo llevo a una pequeña capilla que estaba a pocos metros de allí, el padre Teodoro siempre estaba intentando ayudar a las personas para que salvaran su alma, llevaba tres días, con el joven allí el padre le dijo, que no duraría mucho pues la herida era muy profunda, conocía muy bien la muerte la había visto ciento de veces a los seis años cuando la vieja que la cuidaba murió, a los hombres borrachos que morían a diario en las calles, a las prostitutas violadas y golpeadas por bastardos. No sabía que iba a ser de su vida cuando el chico muriera pero día y noche no se apartaba de él, cuidándole se sentía culpable por lo que le había hecho Nick, pero sabía que no podía regresar allá después de ser testigo si este joven moría Nick era capaz de matarla. A donde iría se preguntaba. No tenía a nadie en el mundo.

Después de dos día más el joven abrió los ojos aunque todavía estaban hinchados por los golpes, y el rostro también, era un chico rubio de ojos verdes, dejaba ver sus vellos rubios alrededor de su herida, era tan blanco igual a ella, según su aspecto era un chico mimado.

Deliraba el padre le pregunto.

-¿Deseas algo hijo? Dijo el cura mientras bebía whisky su vicio.

-Padre no lo puede oír, ha estado así desde que lo encontré votado en la calle, pero que conste yo no lo estaba robando yo solo lo encontré así y lo ayude. Mintió para no ser interrogada por el sacerdote.

-Dicen que Nick te anda buscando. Porque has dejado la banda.

Quiso decir algo más pero el joven recobro la conciencia.

-¿Dónde estoy? Pregunto confundido.

Rogaba porque el chico no la reconociera y la relacionara con el robo.

-Te recuerdo tú eras la pros… la muchacha que me encontró en la calle justo antes de que me robara. ¿Me has estado cuidando todo este tiempo? Pregunto.

-Sí, tiene usted familia, ¿Cómo se llama? Dígame si debemos llamar a algún familiar suyo- dijo ella preocupada.

-Me llamo Anthony Brown y en cuanto a mi familia, créanme ellos no querrán saber nada de mí.

-Hijo hablo el padre de seguro están preocupados.

-Usted no conoce a mi familia padre. Muchacha quédate a mi lado dijo quejándose del dolor.

Ella se acercó le dolía la espalda por estar durmiendo sobre una silla.

Tomando su mano le dijo.

-Debes dejar que te ayude por cuidarme. –Pero no puedo me han robado todo.

Ella asintió con la cabeza.

-Solo quería celebrar llevaba todo mi sueldo allí antes de que me robaran pero Anthony Brown sabe ser agradecido con las personas amables como tú. Volvió a retorcerse del dolor.

-Padre voy a morir – pregunto

-Sí hijo mío tu herida es muy profunda ha comprometido varios órganos.

-Mi familia debe estar alegre siempre me dijo que terminaría mal.

-Pero debe decirnos quienes son para avisarles.

-Con una condición padre que me case con esta muchacha.

-¿Por qué harías una cosa así?

-Mire al cumplir 25 años heredare una pequeña fortuna que me dejo mi madre, pero si muero sin tener hijos, esa fortuna pasara a manos de mi tutor y primo, y él es un cabrón insensible, prefiero que ella. -¿Cómo te llamas?

-Candy

-Prefiero que Candy se quede con el dinero después de todo, me ha ayudado mucho me ha estado cuidando mi primo tiene un título aquí en Escocia solo sería darle más dinero del que ya tiene, no lo necesita.

Ella se quedó mirándolo sin poder hablar. Los pensamientos le iban tan de prisa que se sentía mareada.

-Y al fin que decides Candy, esto podría cambiar tu vida- volvió a decir Anthony al ver que seguía callada.

Ella asintió con la cabeza mientras el muchacho sonrío.

Pasaron dos días más todo paso tan rápido para Candy el padre tuvo que conseguir una licencia especial por ser menor de edad, y con la presencia del padre los caso, allí mismo en la cama donde estaba acostado.

Al otro día murió a pesar de ser fuerte, no pudo evitar derramar lágrimas por ese joven que le habían cortado su vida a tan corta edad.

El padre se encargó de contactar a su familia para entregarles el cuerpo.

Y Allí estaba ella en frente de la mansión que le pertenecía Al monarca tío de Anthony quien le había dicho exactamente lo que tenía que hacer presentarse ante la mansión con el acta de matrimonio y un recado de parte de su sobrino. Con paso decidido caminaba por el enorme jardín de aquella casa, se miró y pensó que iba elegante nuevamente le habían prestado un vestido y un sombrero con plumas. Pero todo esfuerzo por verse presentable, fue inútil al seguir caminando de pronto se precipito una lluvia sobre su cabeza, su vestido se estaba mojando por completo sus pies se estaban llenando de barro mientras los chicotazos de agua caían sobre ella. Pero ya no podía irse, después de todo de ahora en adelante esa mansión también sería suya eso le había dicho Anthony, aunque no se imaginaba como la recibiría el supuesto Monarca estaba decidida a hacerse respetar cuéstele lo que le cueste, peor era morirse de hambre.

Toco la puerta tan fuerte como le dieron sus fuerzas, porque ya se estaba muriendo de frío.

Abrió la puerta un hombre vestido con un chaleco azul y guantes blancos.

-Se le perdió algo.. la miro de arriba abajo ..-Señorita

-Sí busco al Monarca tengo que enseñarle algo.

-Mmm ya me imagino que tiene que enseñarle algo váyase de aquí. Y le cerró las puertas en las narices.

-Váyase al diablo déjeme entrar golpeo con más fuerza aquella puerta.

-Lárguese de aquí o llamare a la policía- dijo con la puerta medio abierta

-Te dije que tengo que hablar con él.

-Y ya te dije que no está.

-Y cuando está

-Para las de tu calaña nunca.

Ese fue el vaso que derramo el vaso, ella tan tranquila y amable preguntando y la hacían salir de sus casillas no era justo ella tenía todo el derecho de entrar como los demás.

Y antes de que tuviera tiempo de volver a cerrarle las puertas en las narices, lo empujo con toda la fuerza y ya estaba adentro de la mansión empapando la hermosa alfombra de lodo y de agua.

-Ey tu putilla sal de aquí intento agarrarla del brazo pero ella se zafó rápidamente.

El mayordomo al ver que no podía con ella llamo a otro ayudante que la tomo por atrás.

-Peazo de bestia suéltame, le dijo mientras lo pateo en el brazo.

-Zorra vente aquí, pero ella que estaba acostumbrada a pelear con borrachos y viejos no se iba a dejar vencer tan fácil.

Lo empujo a uno por allá otro que venía a meterla recibió otro puntapié en la pantorrilla.

-Atrápenla- gritaba furioso el mayordomo mientras otro empleado venía tras ella. Todo intentando detenerla.

Ella corrió tras un sillón mientras se brincaba de un lado a otro, evitando ser atrapada.

-Me ponen un dedo encima y no respondo dijo con cautela.

-¿Qué es lo que pasa aquí Lewis?

Los cuatro hombres que intentaban atraparla se quedaron tiesos del miedo. Sin responder nada

Mientras el hombre rubio con una joven de cabello rojo bajaban por la elegante escalera.

-Qué horror Albert, mira todo esta mojado, y una ramera está en la casa.

-Yo no soy ninguna ramera. Pelo de zanahoria

-¡Albert! Me hablo esa clase de mujer, que horror creo que me voy a desmayar.

-No seas ridícula, Juliana. Ni siquiera tú puedes desmayarte sólo porque una mujerzuela te dirija la palabra.

Ese hombre hablo con tanto poder, que todos estaban en silencio y la pelirroja solo se calló avergonzada.

-¿Y bien Lewis?

Basto solo una mirada, y que el hombre rubio le alzara la ceja para que el mayordomo empezará a sudar como si viniera de alguna carrera.

-Lo siento mucho señor, esta hembra, ha entrado a la casa a la fuerza estaba a punto de echarla de aquí.

-Esa sería la solución, dijo al tiempo en que se volvía y le ofrecía el brazo a la pelirroja. –Sigan con ello.

-Sí su señoría.

Los tres se acercaban, poco a poco para atrapar a Candy pero ella no les iba a ser la pelea fácil, les empujo la silla en la que se había protegido y se las tiro encima al tiempo que tomo un jarrón que estaba sobre una mesita y lo agarro con las dos manos.

-Oh cielos, cuidado con ese jarrón es una antigüedad gritaba horroriza Juliana. Con los ojos abiertos como plato.

Candy encontró la solución en ese jarrón para hacerse escuchar.

-Si se me acercan se los juro que lo hago pedazos gritaba Candy.

-Albert has algo, no puedes permitir que esta pequeña cosa, se salgo con la suya, pronto llegaran nuestro invitados.

-Los tuyos querida, no son los míos, pero creo que se divertirán con esta escena les caería bien un poco de chisme. Con total aburrimiento se dirigió a su mayordomo.

-Lewis, no me había fijado lo mucho que has envejecido, que desconsiderado de mi parte, que no puedas echar a un golfilla delgaducha, que en primer lugar nunca debió ingresar a esta casa, antes estos inconvenientes no eran trabajo para ti si quieres jubilarte avísame para darte una pensión.

-No, no señoría ya me encargo.

-¿A quién llamas tu golfilla delgaducha? Dijo con ojos llenos de furia, tu muñeco de torta yo soy tan buena como tú.

-¡Cierra el pico putilla! Te estas dirigiendo al Monarca de Glasgow. Le grito uno de los empleados.

Ella bajo el jarrón y dirigió su mirada a él, era Monarca nunca se imagino era tan joven y apuesto.

-Sí tu eres el Monarca entonces contigo es que tengo que hablar, dijo mirándolo fijamente.

-Tu asuntos que hablar conmigo no me hagas reír. Se rio divertido.

-Oh dudas de mis palabras tengo algo que entregar al Monarca de Glasgow y saludos de parte de Anthony Brown, si es que de verdad eres tú, porque digo yo que mucha pinta de Monarca no tienes.

-Lewis, estoy muy decepcionado en la forma que has llevado todo esto, ya no te necesitaré, solucionare este asunto yo mismo. Y el resto también puede volver a sus labores. Y tu Juliana puedes irte a arreglar el moño creo que se te ha soltado.

La pelirroja salió corriendo con evidente asombro.

-Así que tienes algo para el Monarca de Glasgow de parte de Anthony Brown, ¿no? -dijo el caballero lentamente mientras descendía la escalera. Puedes acompañarme. Lewis, traiga algo con lo que tapar a esta criatura, por favor. Al parecer está llenándolo todo de agua.

-No tengo na de criatura, y no tienes que arrugar esa elegante nariz sólo porque haya un cuerpo mojao en tu casa dijo Candy, resentida, mientras el mayordomo desaparecía para cumplir las órdenes de su seño. -Está lloviendo a too pulmón ahí fuera; te lo digo por si no has sacao la nariz en too el día. Cualquiera estaría mojao si se quedara en la calle, incluida su excelencia.

-¡Qué forma de expresarse tan graciosa! —murmuró su excelencia, y ella tuvo que contener el impulso de tirarle el jarrón a la cabeza y darle en su bonita cara.

-Sígueme- dijo con autoridad.

Mientras ella seguía a aquel rubio pensando que podría decirle para que no la eche a patadas de aquella enorme casa.

CONTINUARÁ…..

Un nuevo fic solo para adultos espero sugerencias y comentarios gracias.