Renuncia: Todo lo relacionado a Una Canción de Hielo y Fuego pertenece a George R.R. Martin
Esta historia participa en el reto del sexto aniversario del foro Alas Negras, Palabras Negras.
Uno
Dureza
"Qué soledad, la del príncipe sin reino, la del hombre sin calor."
(El Espinazo del Diablo)
Debían ser miles, no tres, cientos al menos, no sólo tres... cuatro, no tres.
Tratar de recordar lo ocurrido es como clavar una daga en una herida infectada: la carne no ha sanado y sólo se le inflige más daño
Lo que le ha pasado, sabe que algo se rompió (todo) y no se ha recuperado, debe ser pura fuerza de voluntad el motivo por el que sigue moviéndose, las piezas se mantienen unidas pero es más probable que terminen por separarse que recuperarse. Sus pies se mueven, avanza, come lo que recibe, bebe cuando le dan, pero no puede decir que esté viviendo, es mera supervivencia, el instinto de su cuerpo de seguir mientras su mente (y su endeble voluntad) opinan lo contrario.
Su madre le encaminó en la fe de los Nueve, su padre en la de los Viejos Dioses, nunca definió a quién daría su devoción, así que no sabe si fueron los Nuevos o los Viejos, o ambos los que decidieron que viviera, aunque está casi convencido que es más bien una jugarreta del destino burlándose de sus sueños estúpidos de justicia.
Él sobrevivió cuando tantos murieron. Él está ahí cuando lo ha perdido todo.
Ha escuchado detalles de lo ocurrido los últimos días, no ha estado muy consciente de su entorno pero ha ganado lucidez recientemente, aunque no sabe cuánto tiempo ha pasado pues no se ha atrevido a preguntarle a Olyvar. En su mente ha armado el gran escenario, sus actores y el resultado.
No es necesario decir que no ha sido un proceso grato.
Desde la descripción de cómo lanzaron el cadáver de su madre al río en una burla del tradicional entierro Tully, hasta cómo se han repartido el territorio. Así de distinto, provocándole una vorágine de emociones que si ha conseguido controlar es por la apatía que se ha adueñado de su vida. Su acompañante ha sido el objeto de la mayor parte de ellas a falta de algo mejor, aunque sólo en su cabeza porque no le ha proferido una sola maldición. Después de todo fue el Frey quien orquestó su salvación (si puede llamarse así); debería estar orgulloso de provocar tal lealtad, Olyvar fue contra su sangre y familia en el afán de salvar su vida, pero Robb sólo puede sentir desprecio y rencor, por el escudero pero principalmente por él mismo.
Debían estar vivos todos, no sólo tres.
Acorde a su relato, Olyvar había sido dado un trabajo lejos de Los Gemelos pero él halló cómo quedarse, en sus deseos de verlo nuevamente, porque a pesar de la ruptura entre los Frey y su ejército, él seguía siéndole leal. Nadie le dijo nada, pero no fue necesario porque Oly conocía bien a su familia, y los Frey nunca han sido caracterizados por se la familia más brillante del reino; evidentemente eran meras piezas de un tablero donde nunca fueron jugadores. Aún así, jugaron bien su papel y sólo el escudero que los conocía bien pudo identificar aquellos indicadores de que algo iba a pasar. Cuando entendió fingió no hacerlo, y comenzó su propio complot para revertir aunque fuera un poco, la mínima parte pero que era suficiente para él. Fue sólo con la ayuda de Rollam que consiguieron hacerlo, a pesar de la potencial rivalidad que podría esperarse de ambos, pudieron trabajar mano a mano para ponerlo a salvo creyendo que le hacían un favor, suponiendo que lo conocían bien... pero si de verdad lo hicieran no habrían hecho nada. Él no querría vivir. No de ese modo, no con ese precio.
Pero lo hace, una copa de vino con droga y la ciega confianza hacia su escudero. Rollam se la llevó y él no dudó en beberla en una sola sentada, agobiado con la idea de confrontar a los Frey tras su matrimonio.
Cada vez que piensa en lo que pasó desea darse un golpe, porque dudó de la buena voluntad del viejo Frey al recibirlos, sintió la desconfianza que Viento Gris expresó, notó las miradas rencorosas de los habitantes del castillo, pero no dijo nada, no hizo nada.
Y ahora.
Son sólo tres cuando debían ser miles.
Una vez drogado, sus dos escuderos hallaron camino fuera de Los Gemelos, no fue fácil, no lo durmieron por completo, así que fue testigo parcial de lo ocurrido pero sin poder actuar. Vio cómo Rollam enfrentó a una patrulla que les bloqueó el camino, cómo les dijo que siguieran adelante que él les daría alcance pronto. Claro que nunca llegó, Olyvar lo ayudaba a mantenerse caminando, Robb no fue capaz de protestar ni hacer nada para ayudar al muchacho.
Debían ser miles pero él se encargó de dividir su propio ejército.
Debían ser cientos, pero organizaron bien la traición y sus ropas fueron diezmadas.
Debían ser cuatro, pero Rollam dio su vida para que él pudiera escapar.
Así que ahora se halla vagando con Olyvar como parte de una de las tantas caravanas que recorren el reino, desplazados por la guerra sin destino claro ni sitio al cual volver, Viento Gris viaja a la distancia por seguridad de todos; durante la guerra sintió cómo su vínculo con el huargo se fortalecía, ahora lo ha hecho mucho más, al grado que jura sentir en ocasiones lo que el animal percibe, ha venido a ser un bálsamo en su miserable situación.
Como tantos otros días, se detienen cuando comienza a oscurecer, todos saben que no es seguro moverse mientras es de noche, el territorio está repleto de bandidos que no dudarán en acabar con todos para quitarles lo poco que puedan tener, a Robb no le molestaría. Pero el sentido común es más poderoso en los demás y, si bien no son inmunes a algún ataque, al menos las probabilidades disminuyen un poco. Oly se acerca con un poco de pan seco que divide dándole a él la mayor parte, Robb no se resiste a comer. Al principio no fue así, pero el tiempo y el hambre le han hecho cambiar de idea, hundido en su desprecio estaba convencido que lo mejor era morir, pero comprendió muy pronto que la inanición sería el camino más estúpido para hacerlo, lento y doloroso, se convenció que merecía sufrir por haber abandonado a todos pero a nadie ayudaba que fuera así, sólo hacía todo más insufrible.
Mientras masca su pan seco (y no poder evitar recordar los suculentos banquetes que a pesar de la guerra solía tener) repasa con la mirada a sus compañeros de camino, ya no es distinto a ellos, los andrajos que viste y lo demacrado de su aspecto no son un disfraz para pasar desapercibido ante las patrullas que han enviado para cazarlo. Ahora que lo ha perdido todo, no sabe cuál es su ruta. La muerte no es la opción, por el simple hecho que es el hijo de su padre, y Lord Eddard Stark jamás habría elegido la muerte, quizá en las palabras de la casa de su padre no pinta la palabra honor, pero sí lo hacen en sus acciones (no importa lo que ahora digan de él), además su parte Tully sí la nombra: "Familia, deber, honor"... perdió su familia, huyó de su deber, sólo le queda el honor, después de todo el invierno está muy cerca.
Le toma un par de míseros días razonar su situación y tomar finalmente una decisión: será lo que se supone que debe ser.
-Debemos ir al norte -dice una mañana a Olyvar.
El escudero sin duda está sorprendido de oírlo hablarle directamente, hasta entonces sólo daba respuestas mecánicas a preguntas específicas.
-¿El norte? -replica el Frey.
Por su tono, Robb asume que el otro duda de su sanidad, no lo culpa, él hace lo mismo.
-Debemos llegar al Cuello, buscar paso y encontrar a Howland Reed, él nos ayudará a reunir a todos.
El escudero no responde de inmediato, razona las palabras y las evalúa. A pesar de su situación tienen posibilidades de llegar al Cuello, los problemas empiezan para hallar un cruce y encontrar la fortaleza Reed en medio del inmenso pantano; Robb está convencido que Howland le apoyará, ha oído aquella frase de "el norte recuerda" y está confiado que cuando vean que el Rey en el Norte ha regresado, se unirán a él para lograr su venganza.
Aunque no deja de pensar que empezaban a llamarlo el "Rey que perdió el norte" y que incluso, dado el rumor que en verdad no está muerto, hay quienes lo han llamado el "Rey que huyó del norte", les demostrará que será el "Rey que recuperó el norte" y sólo hay una forma de comprobar cuál es el título que merece.
Como esperaba, Olyvar no tarda en acceder y comenzar a planear su separación de la caravana para encaminarse al norte. Al notar el entusiasmo con el que le ayuda a trazar la estrategia, Robb se pregunta si el escudero de verdad cree en él y sus palabras, o sólo se siente animado por el hecho que su señor parece recuperado. Puede que sea una cosa o la otra, pero Robb no se ha recuperado, lo sabe, aquello que se quebró sigue igual, endeblemente unido por su necia voluntad, y ese plan es lo último que le queda para mantenerse lúcido, quizá sea una misión suicida pero ahora que no le queda nada, ¿qué mas puede perder?
No levantan ninguna sospecha cuando se separan de la caravana, muchos son los que van y vienen, sólo que casi todos van al sur, casi nadie en dirección opuesta.
El reencuentro físico con Viento Gris es lo mejor que le ha pasado en mucho tiempo, su nexo es fuerte pero tenerlo a su lado le hace sentir mejor, animándolo a pensar que todo saldrá bien, que logrará su cometido.
El entusiasmo disminuye pronto, conforme avanzan a su destino sus temores se reafirman: su empresa es casi imposible, están solos, no tienen suministros y hay una bandada de enemigos a sus espaldas, pero se aferra a su idea, diciéndose que la dureza que enfrenta es su penitencia por haberlos dejado morir, por no haber hecho más, a pesar de que sabe que hizo todo lo que pudo.
Al principio avanzan tanto como pueden, descansando apenas lo mínimo, pronto se dan cuenta que lograrán poco así, equilibran un poco más sus descansos y sus andanzas, Viento Gris es el vigía perfecto, pueden hundirse en un sueño tan reparador como se puede en esas condiciones sin temor a ser sorprendidos. Se encuentran con grupos de bandidos un par de veces, de nuevo, el huargo se convierte en su salvador. No tienen demasiados contratiempos mas que los propios del clima, el terreno y sus condiciones, es casi imposible conseguir alimento y resguardo, así que no se sorprenden cuando caen enfermos. Primero él, después Oly, no es nada grave, un poco de tos y temblores esporádicos, aunque eso entorpece su avance. Los descansos se prolongan poco a poco.
No tiene un mapa pero aprendió bien de los exploradores, reconoce el terreno, están por buen camino, se están acercando. No se da cuenta en qué momento los papeles se invierten, ahora es él quien anima al Frey a continuar, la promesa del alimento caliente y un refugio acogedor que seguramente hallarán con los Reed se vuelve el mejor (el único) aliciente, pues no tiene nada más que ofrecer, y aún eso son meras palabras... las palabras se las lleva el viento, suelen decir, las acciones son las que valen, pero él está haciendo todo lo que puede.
No es suficiente.
La condición de Olyvar se derrumba de un día para otro, Robb se paraliza, aterrado con la idea de perderlo. Improvisa un refugio en espera de que mejore, incluso envía al huargo a buscar algún asentamiento o grupo de desplazados que puedan ayudarle, cualquier cosa, pero no hay nada. Sabe de táctica y estrategia, del manejo de la espada y un poco de diplomacia, pero no de medicina, nada de hierbas que puedan ayudarle. Impotente ve cómo su escudero se hunde en el delirio y el dolor.
-Está bien, Robb -le dice Oly-, sólo debo descansar un poco, podremos seguir.
-Sí
Ambos saben que es mentira, todo lo es, pero es lo que mantiene al Stark de pie, y por tanto al Frey. Todo es una farsa, Robb comprende la madrugada mientras escucha las espaciadas respiraciones del otro. Su plan estaba destinado a fallar desde el primer paso.
Conforme dichas respiraciones van tardando más y más entre sí, Robb se cuestiona qué sigue, ahora que sabe de su estupidez y necedad al aferrarse a algo que no podía ser, no cuando sólo es un hombre enfrentando el mundo...
No un hombre, un muchacho verde que sigue añorando los juegos con sus hermanos, el abrazo de su madre y la sonrisa cálida de su padre, la seguridad de los muros de su hogar, y los sueños de grandeza que le llenaban cada vez que le llamaban el futuro señor de Invernalia. De eso ya no queda nada, ni hermanos, ni madre, ni padre, ni hogar, ni futuro.
Robb Stark ha sucumbido ante la dureza de la realidad.
Llevo mucho tiempo escribiendo y reescribiendo esta historia, si no la empiezo a subir hoy, borraré lo que llevo y acabaré fuera de tiempo.
Variables aplicadas al final de la historia (por cuestiones de sorpresa, jejeje, es una historia de 3 capítulos, subiré el resto mañana.)
