Disclaimer: Ningún personaje de KHR me pertenece, por que si no... *ahem*. Yo nada más los uso para dar un poco más de amor del bueno al fandom y a mi Musa, tan linda ella :D.

Pairing: D18.

Aclaraciones: Sé que les parecerá confuso al comienzo, dado que está conectado con otra viñeta de una muy querida amiga (a.k.a ). Puede que incluso lo encuentren OoC, pff.

IMPORTANTE.

Aclaración especial: Tiene estrecha conexión con el siguiente drabble de mi querida Miyu (te adoro, loca): http : / www .fanfiction .ne t/ s/ 6182198 /3 / (quiten espacios).


Corría. Corría lo más rápido de lo que la llama de la última voluntad le permitía con un sólo propósito: Dominar a Hibari Kyoya.

Con el látigo, su fiel arma, bien firme en su mano entró a la secundaria de Nanimori con una super velocidad, consternando a los estudiantes que a esa hora se dirigían a sus hogares. De una sola patada abrió la puerta de sala que rezaba en la entrada "Comité Estudiantil", revelando a su único habitante, quien ya había sacado sus queridas tonfas.

— Tú. No me importa quien seas — su mirada se volvió -aún más- predadora— Te morderé hasta la muer- — mas no pudo terminar su frase célebre debido a que los hambrientos labios del rubio apresaron los propios sin darle oportunidad de reaccionar, osea: rompiéndole la nariz con una tonfa. Su cuerpo quedó aprisionado bajo el peso del mayor, el cual ya se había encargado de amarrar una de sus manos a la mesa cercana, mientras que ávidamente le despojaba de su chaqueta negra y se abría paso con la camisa. Estaba claro que quería acabar con la desigualdad de condiciones.

Reaccionó de golpe al sentir una traviesa mano bajando el cierre de su pantalón, llegando a tocar parte de su anatomía realmente delicada, aunque a él no le gustase (según él). Con su mano libre le golpeó en el rostro lanzándolo al otro lado de la habitación, descubriendo una flama casi extinta de la Última Voluntad en la frente del Cavallone.

Ohh, así que de eso se trataba...

Se liberó del látigo que mantenía apresada su mano, y con esta misma tomó el artefacto de su rubio compañero.

— ¿Creíste que me podías dominar? ¿realmente fuiste tan ingenuo para creer que en cinco minutos me ibas a tener bajo tu merced? — puso una de sus sonrisas más sádicas y sus ojos brillaban con un fulgor incandescente, mientras se acercaba con una sensualidad carnívora hacia su presa — Hervívoro idiota.

Dino, ahora sin estar bajo la influencia de la bala, sin su látigo en mano (aunque de nada le servía estar totalmente armado si no había alguien de sus hombres con él) y semidesnudo, se sintió verdaderamente indefenso. Se levantó nervioso y con una sonrisa temblorosa, aunque lo supo disimular bien, Kyoya simplemente le conocía demasiado bien.

— Oh, realmente... buena broma, tengo que irm- ¡ugh!

— ¿A dónde vas? — Hibari le aplastó con rudeza contra la pared, manos a cada lado de la cabeza, formando así una prisión humana. Aprovechó de poner una de sus rodillas entre los muslos del Cavallone, apretando, frotando, sintiendo como el otro luchaba por detener los gemidos. Ambos como si quisiese bailar una sensual lambada sin música. El menor sonrió perversamente y le susurró al oído — Eres. Mío.

Y le mordió el lóbulo de la oreja, dejando caer en la habitación el primer gemido de muchos, a igual que los mordiscos, además de unos muy bien usados látigo y esposas.

Porque él, definitivamente, jamás dejaría que su presa favorita le dominase.


¿Reviews? :D. ¿Tomates? :DU.