Muy buenas a todos. Sí, se que hace años que no me paso por estos lares, pero os voy a ser sincera, perdí toda inspiración que tenía con South Park y otrosmuchos fandoms en los que escribía, ¿que le vamos a hacer?. No sé si actualizaré la otra historia que tengo a medias en este lugar, pero lo intentaré.
Esta historia lleva pensada unos cuantos meses, y tengo otra en tintero que haré cuando termine esta. Pasamos pues a las advertencias y demás.
ADVERTENCIA: este Fanfic contiene violencia, insultos, maltrato y otras muchas cosas, si eres sensible a estas cosas por favor, abstente de leer el fanfic, si aún siéndolo, lo lees, por favor luego no me cargues la culpa en los comentarios, aquí ya te he advertido. Igualmente South Park no me pertenece, sino muchas cosas hubieran pasado.
Dicho esto, muchas gracias por leer y comenzamos.
"Papá" es la primera palabra que sale de los labios del pequeño bebé pelirrojo que es Thomas Tucker, a los tres meses de edad. No es un día distinto a los demás, no hay nada que lo haga especial y sin embargo, su madre lo tiene marcado a fuego en su memoria, e incluso, a veces, Thomas juraría que la señora Tucker lo marcó en el calendario, porque era imposible que la buena mujer se acordara de algo como el día en que su primer hijo habló. Su padre solía incluso burlarse de ella, diciendo que era demasiado sentimental para algunas cosas, su abuela, solía decir que era porque Thomas era el primer hijo, que cuando vinieran el segundo y los demás no lo haría, y quizás en el fondo la anciana tenía razón, porque Thomas era el mayor de los hermanos Tucker, y nunca había oído a su madre decir la fecha exacta de cuando su hermano habló por primera vez, pero si que su palabra fue, en este caso, "mamá".
Sea como fuere, aquel día no había nada que celebrar, era un día laborable, y a las ocho de la mañana la familia Tucker que vivía en una casa de dos pisos en Denver, se disponía a tomar el desayuno. Samantha Tucker se encontraba en los fogones, con el delantal de flores sobre su acostumbrado vestido morado, su cabello, por aquel entones rojo anaranjado, se encontraba recogido en un moño, sus ojos verdosos, fijos en el bacon que empezaba a dorarse en la sartén y en la cafetera que se empezaba a calentar junto a la misma. A un lado la radio encendida anunciaba un nuevo detergente revolucionario que al parecer quitaba hasta las manchas de grasa más difíciles antes de dar paso a la sección del Jazz del programa de Lionell Linch. A sus espaldas, en la cuna, Thomas Tucker se entretenía con la música, su cuerpo, algo más grande que el de niños de su edad, se movía al ritmo de las canciones mientras balbuceos salían de sus labios, como si cantara junto a aquella mujer de potente voz.
-Si sigues escuchando ese programa el niño nos va a salir amante de los negros -fueron las palabras de Robert Tucker antes de acercarse a su mujer y darle un beso en la mejilla.
-No habría nada de malo en ello -dijo la mujer recibiendo el beso de su marido con una sonrisa- además, hacen buena música, no voy a apagar la radio por que sean negros los que la hagan. Si al niño le gusta, la voy a dejar. ¿a que te gusta la música negra Thomas?.
-Y si le sigues hablando como a un retrasado nos va a salir subnormal. -comentó el hombre acercándose a la mesa donde ya habían servidos un vaso de zumo y un par de tostadas con aceite, sal y tomate.
-Salga como salga le voy a querer igual
-Mientas no salga homosexual...
-Aún si sale.-dijo la mujer quitando la sartén del fuego para acercarse a su marido y servirle el bacon en el plato y luego, tras dejar la sartén en la pila, volver con su pequeño y tomarle en brazos- no te preocupes Thomas, mamá te quiere y te querrá seas como seas. Papá solo es un viejo cascarrabias, un policía cascarrabias -decía la mujer mientras le daba un beso de gnomo a su pequeño que estalló en risas, unas risas tan fuertes y alegres que por unos momentos silenciaron la voz del locutor que anunciaba la siguiente pieza.
-Si, papá es un cascarrabias, pero es el que se va a encargar de que salga como tiene que salir -murmuró el hombre tomando un trozo de bacon y llevándoselo a la boca.- te ha salido muy bueno el bacon cariño.
-Si, eso tu halágame ahora, como si no fuera a hacer que esta noche duermas en el sofá- y aunque sabe que esa amenaza es una broma, Robert Tucker no puede evitar temblar, porque si algo le da más miedo a ese soldado, y actual agente de policía, que cualquier asesino en serie, es su mujer enfadada.
Y aunque en un momento intenta responder, con el tono plano que caracteriza la mayoría de las veces a los Tucker, su voz es cortada por la del bebé, que en brazos de su madre ha balbuceado, lo que parecen ser sus primeras palabras. Y en un primer momento, no son más que eso, un balbuceo, un conjunto de sonidos inconexos que parecen querer decir algo, pero que los adultos no saben discernir muy bien que es o si siquiera están intentando hablar. Sin embargo, ese balbuceo, aquel que parece una palabra hace que la cocina se quede en silencio unos instantes a pesar de que la radio sigue funcionando en la esquina de la encimera de la cocina, dándole a Thomas Tucker los segundos que necesita para poder hablar.
"papa" es la palabra que sale de sus labios de infante, "papá" es lo que dice haciendo que Robert alce la mirada de su plato y sus ojos pasen de su primogénito a su mujer, esperando una confirmación de que lo que ha oído no ha sido producto de su mente aún dormida por las tempranas horas, sino que ha sido una realidad y su pequeño por fin ha empezado a hablar. La confirmación llega, pero no de labios de Samantha quien está mirando a su pequeño fijamente, sino del bebé mismo, que con más fuerza y seguridad repite las mismas palabras.
-pa..pa -dice- papá -y esa palabra abandona una y otra vez sus labios.
Para cuando Samantha se da cuenta, Robert se ha puesto en pie y la ha apartado quitándole al niño de los brazos. Los Tucker, sabe la mujer, no son muy dados a expresar cualquier sentimiento, al menos no fuera del ámbito familiar, sobre todo en el caso de su marido, a quien su trabajo parece haberle vetado el acceso a muchos sentimientos y reacciones. Y es por ese momento que Samantha recuerda cuando Thomas habló por primera vez, porque en ese momento Robert sonreía mientras alzaba a su hijo en brazos y le pedía, le suplicaba, que lo dijera de nuevo con una sonrisa en los labios, una sonrisa tan amplia y especial que Samantha a lo largo de su vida había logrado ver en contadas ocasiones, y todas ellas eran un día especial en su vida.
-¿Le has oído Samantha? -preguntó Robert sacando a su mujer de sus pensamientos- ¿le has oído? Me ha llamado "papá".
-Si, le he oído cariño, -dijo aguantando una risita- enhorabuena, eres su primera palabra.
Y mientras Thomas ríe en brazos de su padre, Samantha sonríe porque aunque la todavía es temprano, Thomas pronto asociará esa palabra al hombre que le sostiene como si fuera de cristal y no puede parar de sonreír.
Craig tiene casi un año cuando pronuncia sus primeras palabras y aunque no recuerda cuales eran ni cuando las dijo su madre, Laura, si lo hace. Sus primeras palabras se producen dos meses antes de su cumpleaños, un día que Laura recuerda, pero que prefiere no recordar, cuando alguna madre pregunta sobre las primeras palabras de Craig, ella simplemente responde "mamá" mientras una sonrisa triste que no invita a preguntar se asoma por su rostro.
Craig tiene diez meses cuando habla, y la memoria es agridulce. Por aquel entonces Laura no vivía en Estados Unidos, su apellido no era Tucker, y nunca en su vida había visto a Thomas, y si alguien le preguntase ella afirmaría que nunca habría esperado conocerle aunque a día de hoy no se arrepiente de su encuentro. Laura vivía en esos momentos en Perú, en el barrio pobre de Lima, su marido, por aquel entonces no era Thomas, sino Carlos y la relación que ambos tenían estaba lejos de ser la ideal.
Laura había conocido a Carlos en Estados Unidos, durante un viaje con sus padres, su historia de amor, Laura solía recordar, había comenzado como una novela romántica, un drama que comenzaba con un amor a primera vista, continuaba con encuentros a escondidas y debería haber terminado con un final feliz, pero, para desgracia de Laura, las novelas románticas no son la realidad, y esta en muchos casos no suele terminar bien. Su historia con Carlos había comenzado en verano, en una fiesta en la que el muchacho no debería ni haber estado, siendo varios años más mayor que aquellos que asistían. Laura tenía dieciocho años en aquel entonces y aún era inocente, de esas muchachas que creen en el amor a primera vista y piensan en la vida como en una novela. Para Laura, Carlos se volvió su príncipe azul, su Romeo, ese Don Juan que se encaramaba a la ventana de su cuarto recitando serenatas para que le dejara entrar. Aquel que le juró amor eterno y tomó su virginidad cuando ella se lo permitió. Pero el verano pasa, y con el todo lo demás, Laura, al final de verano, terminó embarazada de Carlos, echada de casa por unos padres que no querían saber nada de ella ni del bebé que cargaba en su vientre. Carlos, en ese momento se volvió su mundo y su mundo no tardaría en desmoronarse, se la llevó a Perú, de donde él era originario, y allí el sueño se volvió pesadilla.
Craig tenía diez meses cuando por primera vez habló, Craig tenía diez meses cuando por primera vez se puso entre su madre y Carlos para evitar que este la siguiera pegando. Craig había estado en el salón de la casa, dibujando en un cuaderno que la vecina Emilia le había regalado, sus dibujos no eran más que palos que a veces se salían del folio y terminaban manchando la madera del suelo. En la cocina su madre estaba terminando de preparar la cena cuando aquel ser al que debía haber llamado "padre" entró a la casa, apestando a alcohol, haciendo que a Craig le recorriera un escalofrío por la espalda, ese hombre le daba miedo, mucho, aunque no sabía porque, pues no recordaba que le hubiera hecho algo malo. Craig era demasiado pequeño como para recordar cosas.
Los gritos no tardaron en sucederse, Carlos gritaba a Laura por la ropa que llevaba puesta, por ese vestido verde que al parecer le resaltaba el culo y hacía que otros hombres la miraran con deseo. El ruido de la sartén cayendo al suelo fue lo que alarmó al infante en ese momento, haciendo que se levatara y poco a poco, agarrándose a las paredes, se acercara a la puerta de la cocina para ver que había sido ese ruido.
Laura estaba en el suelo hecha un ovillo mientras Carlos la pateaba llamandola puta.
-Y además de puta, me das un hijo idiota, un hijo que no sabe hablar, un imbécil, tan imbécil como su madre.
Y Craig tiene miedo, porque su madre no se mueve, porque Laura está quieta en el suelo, y él quiere a Laura, porque Laura le cuenta cuentos que aunque no entiende le gustan, porque le gusta su voz, es la mujer la que le enseña palabras, palabras que nunca abandonan su garganta porque sabe, aunque no sabe como, que el ruido es malo, que el ruido hace que Carlos venga y grite, Craig no sabe porqué, porque no recuerda que siendo un recién nacido ese hombre le gritó y le zarandeó por pedir de comer de madrugada. Pero hay palabras que usa Carlos que conoce, como "hablar" que es lo que hace Laura cuando está con él o con las vecinas, "Craig" que es como le llaman todos y el "no" que es lo que le dice su madre cuando quiere separase de ella para acariciar a un gato de la calle.
Y es cuando Carlos le da otra patada a Laura que la boca de Craig se abre y de ella emergen las palabras mientras por sus mejillas empiezan a correr las lágrimas.
-Ma...ma -su voz suena rara para un niño, es ronca y duele usarla, quizás por el nudo de su garganta por el llanto, quizás porque no está acostumbrado a usarla.- mamá -repite haciendo que Carlos se gire a mirarlo con asombro mientras poco a poco Craig se acerca a la mujer rubia y se interpone entre esta y el hombre que la pega- mamá.
-Craig...me...¿me has llamado mama? -es lo primero que dice Laura, aún desde el suelo, con una leve sonrisa en los labios, Craig asiente y sus manos se aferran al vestido malva de la mujer.
-Mamá. -dice antes de girarse a Carlos y ponerse en pie, como ha visto hacer en la televisión a los héroes, extendiendo los brazos y mirando al hombre con quien comparte genes a los ojos- no...mamá -y aunque falta una palabra ambos adultos saben cual es.- no...mamá
Carlos rie en ese momento y alza la mano dispuesto a golpear al niño, pero Laura lo impide, la mujer se incorpora y abraza al pequeño pegándole a su cuerpo, sus ojos verdes, tan verdes como los de Craig le miran con furia, una furia que Carlos nunca había visto antes en ella, parece una leona protegiendo a su cachorro, y en el fondo lo es.
-Te mataré si le tocas -le dice ella y Carlos, se marcha de la cocina hacia el dormitorio.
Craig tiene diez meses cuando su madre le abraza en la cocina y se echa a llorar junto a él, Craig tiene diez meses cuando dice sus primeras palabras, y sus madre cree que por fin sabe hablar, lo que Laura no sabe es que Craig ya sabía, pero que tenía miedo de hacerlo. Craig tiene diez meses cuando habla y su primera palabra es "mamá" y Craig sabe que nunca dirá "papá" porque es imposible que asocie esa palabra a alguien como Carlos.
Continuará.
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Atte: Whisper
