Esther Quesada Gálvez - Raygirl13, 19 años

Inicio y final de la historia: Junio/Julio 2001 – Febrero 2006

Gelida Barcelona España

Esta historia es muy importante para mí. Fue my primer fanfic y la primera historia larga que me atreví a escribir. En formato word, Times New Roman, a letra 12, me ocupa aproximádamente unas 237 páginas (34 capítulos), aunque todavía estoy acabando de modificarla, y eso que me costó 6 años escribirla. Rayman, el protagonista me inspiró la historia en 2001, cuando tuve que ir a Andorra a vivir por cuestiones que no vienen al caso, y me sentía sola. Gracias a esta historia, mi vida dio un giro de 180 grados, puesto que fue entonces cuando comencé a escribir y a dedicarme al dibujo. Le debo mucho a este personaje y quiero usar esto para dedicarle una especie de dedicatoria, aunque sólo sea un personaje de videojuego.

Sé que existe otra chica llamada Raygirl en internet, se llama Hannah y la conozco bien. Posiblemente, algunos de los que lean esta historia también la conocerán; sin embargo, debo decir que la Raygirl de este fanfic corresponde a la que yo cree, de la cual podéis encontrar dibujos en Deviantart (Tiene el pelo sujeto con una cola, la camisa rosa y las deportivas amarillas como Rayman, y la encontraréis en la gallería de Raygirl13).

Por último, agradezco el interés de algunas personas que ya leyeron la primera parte (16 capítulos) en mi página web, y espero que no sientan aburrimiento de leerla otra vez para ver como acaba.

Gracias y espero que la disfrutéis.

La Piedra de las Esperanzas

Prólogo

En la vida hay muchos caminos; a veces buenos, a veces malos; pero siempre hay uno que nos convence más que el otro, y ese es el que debemos seguir. Nuestro corazón es el que nos conduce a él; y si podéis sentir la esperanza en vuestro interior, no importa lo que hagáis si lo hacéis con toda vuestra fe. Creed y no miréis atrás; recordad que el destino no siempre es desagradecido, y que aquello que ha sido decidido para nosotros, aunque tenga cosas que no nos gustan, es el que nos hará llegar a ser lo que seremos en el futuro; un futuro que crearemos nosotros mismos.

1. El Encuentro

Nos encontramos en El Claro de los Sueños, donde se prepara una gran fiesta para conmemorar el día en que Rayman, un muchacho que acabó convirtiéndose en una celebridad al pisar las Islas, cumple diecinueve años.

La historia de Rayman se remonta a su infancia, cuando, después de una tormenta, el chico apareció en una de las playas de Gea. Tan sólo con tres añitos de edad, sin conocer su origen ni a sus progenitores, puesto que no recordaba nada, la criatura fue encontrada y adoptada por el hada Betilla, mujercita con un corazón lleno de ternura y amor maternal.

Gracias a la ayuda de las otras hadas y los magos de ese fantástico mundo, y a los amigos que el pequeño fue conociendo a lo largo de su vida, su fuerza y sus habilidades llegaron a convertirse en sus mejores aliadas. Con el tiempo y la experiencia, Rayman fue aprendiendo sobre todo lo que le rodeaba y creciendo junto a la magia y a sus poderes innatos, llegando a controlarlos perfectamente, y convirtiéndose así en el protector de su mismo mundo. Tras varias misiones y encuentros con los enemigos de su pueblo, todos llevados a cabo con éxito, el chico ya dominaba por completo el don que se le había sido otorgado; un poder que nadie explicaba, pero que se creía era un regalo del cielo.

Hoy, El Claro de los Sueños se viste de color por la gran celebración que se avecina. Las hadas preparan el festín que después será devorado por todos los invitados, y la gente corre de un lado a otro, ayudando en lo que se necesite.

Podría deciros que Rayman era un muchacho afortunado; no sólo por poseer una fuerza que otros anhelaban, sino también porque todos le querían. Incluso fuera de las Tierras de Gea, su nombre era muy conocido.

Globox y Ugleta, una pareja de duendes de cara risueña y ganas de trabajar, ayudaban a Ly, la que podría definiros como capataz de la obra, a prepararlo todo mientras el musculoso Clark, un chaval que parecía haber salido de un torneo de pesos pesados, montaba el decorado de la plaza. Y es que la fiesta tenía que ser algo grande; pues con ella no se celebraba sólo el décimo noveno aniversario del joven Rayman, sino que además se iniciaba la semana de las flores; una gran celebración donde se unían poblaciones de los alrededores y se rendía homenaje a la primavera, con grandes ramos de flores, dulces, bailes y un magnífico espectáculo de fuegos artificiales.

―Rayman? Dónde está Rayman? ―Ly se dirigió a Clark.

―No lo sé. Hace poco que se ha ido. ―Dijo éste mientras ataba unas guirnaldas irisadas a un árbol. ―Me ha dicho que iba a pasear un rato. ―Intentó deshacer el nudo que se le había formado en los dedos.

―Espero que llegue pronto o tendremos que ir a buscarle. ―Dijo Betilla, que acababa de llegar con una gran bandeja de galletas de canela. ―El rey de la fiesta no debe hacer tarde.

Mientras tanto, cerca de allí, en el Bosque de la Colina, Rayman paseaba respirando el aire puro y oyendo el musical piar de los pájaros, disfrutando de la tranquilidad y la armonía que reinaba bajo aquel techo de hojas con olor a manzanilla y violetas.

Con tanta delicia, al chico no le hubiese importado seguir caminando lentamente y olvidarse por un momento de su alrededor; eso si no hubiera sido porque, a los pocos instantes, un grito desesperado llegó hasta sus oídos. Alguien estaba pidiendo ayuda y, por la intensidad de la voz, no debía de estar muy lejos. No lo dudó ni un segundo y se dirigió corriendo al lugar de donde provenía. Saltó un tronco caído, bajó por un caminito pedregoso y traicionero, y se detuvo antes de toparse con unos matorrales de un verde oscuro. Se escondió rápidamente en ellos y, desde allí, pudo observar la escena.

Unos tipos con aspecto metálico estaban apresando a una persona. Al principio, Rayman no pudo distinguir de quién se trataba, pero después de que la tiraran al suelo, reconoció perfectamente a una chica irritada y temerosa que pataleaba para librarse de sus opresores.

Era morena, de pelo largo agarrado con una cola; llevaba un pañuelo de color morado atado al cuello y una camisa de un tono entre rojo y rosado oscuro. También vestía unas deportivas de color amarillo con detalles blancos y naranjas, y unos pantalones tejanos. Era bastante guapa, aunque no debía pasar del metro sesenta. Pero lo que impresionó al muchacho fue su aspecto general. La chica tenía la misma constitución que él: sin brazos, ojos grandes, morro... No sabía de donde había salido pero ahora estaba seguro que no era el único ser con esas características en todo el mundo.

Rayman se quedo muy quieto unos instantes para acabar de recuperarse de la impresión. No sabía por qué, pero algo pareció asaltarle los sentidos de repente, con un fuerte latido en el corazón.

Se rehizo de inmediato; no obstante, no supo qué había sido aquel lapso. La muchacha gritó de nuevo, recordándole que si no hacía nada se la llevarían. Sin pensarlo dos veces, saltó de los arbustos y se quedó de pie, clavado en el suelo, plantándoles cara a los hombretones metálicos que ya se preparaban para la lucha. Fue entonces cuando se dio cuenta de la clase de purria a la que se iba a enfrentar. Se trataba de una pandilla de Piratas; una especie de androides con apariencia humana y cuerpo de metal brillante y plateado. Hacía muchos años que habían aparecido por aquellos parajes de la Tierra, pero nadie sabía de dónde procedían. Eso sí, todos les temían y conocían su desastrosa reputación. Eran como una plaga, y Rayman ya había tenido oportunidad de enfrentarse a ellos una vez, años atrás.

Era un panorama cotidiano en su vida. Luchar por los débiles y por sus amigos era lo que hacía con más frecuencia. Sabía que no le costaría nada derrotar a esa panda de saqueadores. Sólo eran cinco, armados con un cañón conjunto al brazo izquierdo y una mano derecha; pura chatarra. Aún así, esos cañones eran potentes armas de fuego y, a cierta distancia, podían resultar mortales. Sin embargo, tanta tecnología no les hacía justicia, puesto que tales armas se estropeaban con facilidad.

Viendo entonces que los Piratas pedían guerra, nuestro héroe no lo dudó más y saltó de su escondrijo. Cuando ellos se giraron para encontrarse cara a cara, él les lanzó una mirada de desprecio y les dijo valientemente:

―Venid a por mí si sois capaces!

Tres de los tipos se abalanzaron sobre él mientras los otros dos sujetaban a la chica con fuerza. Ésta se quedó bastante asombrada al ver aparecer a Rayman, y se extrañó todavía más cuando notó que los fortachones que la sujetaban temblaban como hojas.

Rayman preparó sus puños y, cuando el primer robot se le abalanzó, le descargó uno de ellos en todos los morros, dejándole sin dientes. Éste se enfadó tanto que intentó dispararle a la cabeza, pero no tuvo éxito: no se dio cuenta de que llevaba el brazo girado hacia atrás y, al disparar, se cargó las piernas de uno de sus compinches, a quien le dio un ataque de ira. El tercer Pirata intentó golpear a Rayman con su enorme y pesado corpachón de metal, pero el muchacho lo esquivó, consiguiendo que aplastase a los dos que se habían puesto a discutir acaloradamente. La pelea acabó con una de las esferas de energía que el chico acostumbraba a usar en combates duros, cosa que envió a los tres androides a paseo. Los otros dos restantes huyeron despavoridos sin mirar atrás, soltando a la chica que aún seguía atónita por lo que había sucedido.

Rayman le tendió la mano, ayudándola a levantarse. Ella le miró de arriba abajo disimuladamente en un intento de incorporarse y suspiró aliviada.

―Hola. Estás bien? ―Ella asintió con timidez. ―Cómo te llamas? ―Le preguntó él, mirándola con afecto.

―Raygirl. ―Contestó ella con voz temblorosa. ―Raygirl Hopes.

"Curioso nombre" Pensó este, cada vez más convencido que aquello no podía ser una simple coincidencia.

―Yo soy Rayman. ―Se pasó la mano por los cabellos ―Al oírte gritar he venido tan rápido como he podido. Tranquila, esos desgraciados ya no te volverán a molestar.

Raygirl notó un escalofrío que le recorría todo el cuerpo, pensando en sus doloridos músculos. Aquellos bestias casi la habrían dislocado si él no hubiera aparecido. Ya más tranquila, le preguntó:

―Podrías decirme dónde me encuentro?

―Por supuesto. ―Asintió él. ―Te encuentras en El Claro de los Sueños.

El Claro de los Sueños? ―Repitió confusa.

Rayman le informó un poco sobre su tierra;

―Aquí es donde viven los seres más mágicos del planeta. Las Hadas, las pequeñas Ludivs, las Heebie-jeebies, los Bo-peeps, los Diminutos, los duendes, y muchas otras criaturas fantásticas. Es un lugar bastante conocido, y…

―Y tú? ―Preguntó ella sin dejarle continuar.

―Yo?

―Sí, tú. También vives aquí? Eres mago o algo así?

Rayman se rascó la cabeza;

―No exactamente... Podríamos decir que sí; vivo aquí… pero lo que pasa es que viajo mucho. Digamos que… soy viajero por naturaleza. Y no; no soy ningún mago ―Sonrió.

―Te gusta viajar?

―Sí, aunque la mayoría de veces lo hago para ayudar a mis amigos o luchar contra alguna amenaza. Hace poco que he concluido otra de mis misiones y ahora los habitantes de aquí quieren montar una gran fiesta en mi honor, aprovechando la Semana de las flores y eso. Me consideran un héroe nato. Además… Hoy cumplo diecinueve años; es una edad en la que todo parece tener un motivo especial. ―Sonrió de nuevo y pudo ver que Raygirl ponía cara de asombro. Se acercó más a ella y le sugirió ―Quieres venir al pueblo? Apuesto a que esos tipos te alejaron de tu hogar. Tal vez podría pedirle a mi gente que te ayudara.

Raygirl vaciló un instante.

―Bueno... Vale. ―Él volvió a sonreír, cosa que, por un breve instante, hizo que el ambiente entre ambos se volviera más cálido. Raygirl le tomó la mano para que la condujera, y atravesaron el bosque para regresar al pueblo.