Kagome caminaba junto a sus compañeros en un día más de búsqueda de fragmentos de la shikon no tama.

Todo transcurría normalmente, pero no para ella, Kagome iba notablemente preocupada.

'Qué voy a hacer. Jii-chan me dijo que el efecto del hechizo de contención pronto acabará. Algún leve movimiento bastará para que mi energía se libere y no puedo permitir que mis amigos me vean así'.

Ese era el pensamiento que rondaba por la cabeza de la joven mujer y no la dejaba en paz, mostrando en su rostro una intranquilidad casi palpable.

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Inuyasha iba a su lado como de costumbre y podía percibir la tensión que irradiaba el pequeño y frágil ser de la onna que lo acompañaba.

'Qué le estará pasando, jamás la había visto así. Esta como apagada, muy preocupada'. 'Tengo que preguntarle que le sucede'.

"Kagome".

La muchacha giró instantáneamente al oír su nombre. "Sí?", respondió casi como un reflejo. Aunque sus ojos estuvieran enfocados en el rostro de su amigo, su mirada se veía distante y melancólica.

"Do shimashita ka?".

"Nandemonai Inuyasha, no te preocupes" fue lo único que le respondió antes de regresar a su estado de profunda reflexión.

Inuyasha estaba totalmente colérico. Como le enervaba cuando no le decía la verdad. Pero esta vez no le insistiría, no señor. No quería ser enviado al piso para tragar el acostumbrado polvo.

"Feh", exclamó, volteando su cabeza de manera infantil.

(2)

Así continuaron las cosas aproximadamente por una hora de camino, hasta que Kagome llegó a una decisión, que aunque fuera dolorosa para ella, sería lo mejor.

'Tengo que alejarme de ellos. No puedo permitir que me vean así'.

Con todo el valor que en el momento poseía, cogió un poco de velocidad y se paró frente a sus amigos.

"Muchachos, quiero que me disculpen pero he decidido regresar a mi casa por unas semanas. Necesito actualizarme en mis estudios".

Entonces el houshi entró en escena. "Me parece buena idea Kagome-sama, además todos necesitamos un buen descanso de estos largos meses de caminata improductiva".

"Así es Kagome-chan. Si quieres te puedo prestar a Kirara", agregó la exterminadora con una sincera sonrisa en el rostro.

"Arigatou, sabía que me iban a comprender y gracias Sango pero esta vez no necesitaré a Kirara, prefiero caminar yo sola".

La única respuesta que la muchacha obtuvo fue una mirada extraña de sus dos amigos. 'Caminar sola?. Pero si ella es la que siempre convence a Inuyasha para tomar un descanso'. Pensó la taijya con una expresión de duda en sus facciones.

De repente Kagome volteo al lado de Inuyasha, que extrañamente se encontraba sin decir una sola palabra que determinara su objeción al respecto y como en un impulso abrió sus brazos y lo rodeo con ellos con mucha fuerza.

Se empinó un poco para decirle en una de sus blancas orejas: "Domo arigatou Inuyasha, por todos los momentos bonitos que pasamos. Sayonara".

Después de eso le dio un suave beso en la mejilla y se fue caminando, alejándose de la vista de todos. Dejando dos compañeros confundidos y un hanyou completamente petrificado.

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Miroku pudo notar que Inuyasha no preformaba una de sus acostumbradas rabietas por la partida de Kagome, así que se acercó a él y comenzó a mover una de sus manos de arriba a abajo en frente de su rostro.

"Inuyasha, te encuentras bien?".

No recibía respuesta, así que repitió la pregunta tres veces más con el mismo resultado.

La paciencia del houshi se acababa, así que le dio un golpe en la cabeza.

"Cuál es tu problema monje, por qué me golpeas", gritó Inuyasha notablemente molesto.

"Vaya, hasta que reaccionas. Te pregunté si te encontrabas bien más de tres veces, pero parecías haberte quedado paralizado con la partida de la señorita Kagome".

De un momento a otro la realización golpeo el cerebro del inuhanyou. "Ella... se despidió de mi.." .

Su voz comenzó a entrecortarse y un escalofrió recorrió su espalda.

"Como si hubiera sido la última vez que nos vemos".

(4)

En las tierras del oeste había un taiyoukai muy preocupado, aunque su rostro lo escondía muy bien. Estaba parado como una hermosa estatua en los aposentos de su pequeña hija adoptiva, como el la consideraba en los recónditos parajes de su mente.

"Jaken" dijo con una voz muy suave pero a la vez imponente que podía infundir pavor hasta en el más temible de los youkai.

"Genki kai?".

El pequeño youkai negó con la cabeza. "Rin no se encuentra bien Sesshoumaru sama, y no hay forma de que pueda bajarle la fiebre".

El renacuajo bajó la cabeza como reverencia antes de darle su última sugerencia a su amo. "Si me permite Sesshoumaru sama, yo le recomendaría que busque a una miko o a un houshi. Ellos son expertos en las artes de sanación".

El inuyoukai se dirigió con la elegancia característica de sus pasos hacia la puerta.

"Es la primera vez que dices algo inteligente y por tu bien espero que cuando regrese Rin no haya empeorado". Diciendo eso salió del gran dormitorio lleno de juguetes y con una pequeña niña enferma postrada en una cama.

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'Este Sesshoumaru tendrá que rebajarse a buscar a un simple humano para que cure las dolencias de esa niña'.

Cuando salió de las puertas de su castillo, una esfera de energía verde y brillante cubrió al taiyoukai quien se elevó hacia los cielos.