¡AVISO A NAVEGANTES! Esta historia fue escrita hace entre 7 y 10 años. Pongo este aviso nada más empezar para informar a los lectores de que, aunque esta historia me pertenece, pertenece a una yo mucho más joven e inexperta y, por lo tanto, digo yo que se notará mucho mucho en la redacción, la ortografía y la historia. Pero este relato, como otros tantos, ha formado parte de mis comienzos literarios y mi mundo Xenite y quería evitar que se perdieran en la nada ahora que cierran tantas webs abandonadas. Así que he querido recuperarlo y subirlo aquí por si alguien quiere leerlo (o releerlo).
Además, qué mejor momento que este en el que parece que Xena renace de sus cenizas (nunca mejor dicho) y que quizás volvamos a tener nuevos capítulos (pordiospordiospordios que no la caguen...).
Dicho esto, intentaré no tocar mucho el relato original (aunque me muera por meterle mano y editarlo de pies a cabeza...) porque A) quiero respetar el relato original y su esencia, y B) no tendría tiempo de retocar todas las historias que pretendo subir. Por supuesto, a pesar de todo me encantaría leer vuestros reviews y comentarios y, como siempre, nos vemos por las redes :) Tumbrl y Twitter: Summerwinesip
Me callo ya y... ¡a leer!
EQUIVOCACIONES
No sé que somos ahora. Sí sé que no he manchado su espíritu más de lo esperado cuando iniciamos nuestro viaje juntas. Pero la he cambiado. Prefiero no pensar que en algún momento algo se me escapo de las manos y la transforme a mi imagen y semejanza.
No, eso no puede ser así. La quiero, éramos amigas, almas gemelas. Y aún seguimos siéndolo, aún tenemos esa unión, o al menos en lo que a mí respecta. Pero ahora hemos dado un paso hacia atrás, un paso negativo y superficial. Dejé que mis sentimientos me influyeran diariamente y después que la persuadieran a ella.
Y es que solo soy una necia guerrera, que se cree muy inteligente. Sepa lo que sepa, haya vivido lo que haya vivido, no logre defender a Gabrielle de mi yo más oscuro. Y por mi culpa nos encontramos con ese paso que tira de mi hacia atrás.
Todo empezó cuando nos encontrábamos en el desierto. Unas tribus nómadas pretendían someter a Gabrielle a la pena de muerte. No diré si fue justo o no, solo reconoceré que mi acto de salvarla a cualquier precio, me delató. Fui contra todos los principios que he intentado inculcar en Gabrielle desde que de alguna forma se esta convirtiendo en un proyecto de guerrera.
Pero por si eso no hubiera sido suficiente, he de añadir, que esa misma noche, en nuestro campamento y junto a una cálida hoguera, le hice una confesión: "Gabrielle, en la vida de todos hay algo que va mas allá del bien común. Para mi es lo que tú significas en mi vida". Tenía la intención de que pareciese una explicación a mi comportamiento de aquel día, pero sé que no sonó así.
Soy consciente del control que tengo sobre mi cuerpo y mis sentimientos y lo que se transmitir y provocar. Y estoy casi segura de que lo utilicé en contra de Gabrielle. Sentía que mi corazón se desbordaba de amor y sin pensar en lo que Gabrielle pudiese sentir hacia mí, la seduje, haciéndola total participe de mi desbocada pasión.
Tras superar aquel horrible día y ya junto a la hoguera, me limité a animarla. Una mirada, una sonrisa de total tristeza por todo lo ocurrido y un abrazo, fue mi triste intento de consolarla. Rodeé sus hombros con mi brazo y dejé que su cabeza descansara contra mi. Entonces de sus turbadores labios se escapó un gimoteo, un lánguido suspiro más bien. No pude evitar compartir su pena y antes de darme cuenta, la abrazaba fuertemente contra mí, mientras ella respiraba hondo en mi hombro, dejando escapar húmedas lágrimas. Acaricié su cabello con una mano, manteniendo la otra protectoramente sobre su espalda, acercándola más, para que supiese que me tenía a su lado.
Continué acariciando su pelo, entrelazando mis dedos con sus cabellos y siseando en su oído palabras de tranquilidad, a fin de que se sintiese mejor. Al poco rato, ella salió de mi abrazo argumentando, con una sonrisa fingida, que se encontraba mejor. La miré a los ojos y no quise llevarla la contraria. Tan solo sujeté su rostro con mi mano y besé su frente. No es una actitud extraña entre nosotras, al menos no así explicado. Pero sé que ese gesto, normalmente simple y amistoso, pretendió ser cálido, más bien abrasador, dejando una peligrosa marca de fuego en la piel de mi amiga. En ese instante recordé mi brazo aun sobre la espalda de Gabrielle y lo dejé caer muerto, para evitar que el contacto de mi piel sobre la suya, volviera a crear el mismo efecto que mis labios. Pero ella tenía otra idea en mente. Alcanzó mi mano y volvió a depositarla en la espalda, donde se encontraba. Agarró mi rostro, como hiciera yo y besó mi frente. A continuación, y como si nada de lo ocurrido, hubiera sido real, me miró a los ojos.
Esperaba mi reacción y esperaba que mi reacción fuese la que fue. Utilicé mi mano y su situación para atraerla hacia mí, y cuando no había más separación que la indispensable, rocé sus labios con los míos. Solo un levísimo toque, como apertura de lo que vendría a continuación: volví a reclamar sus ojos, pero se encontraban cerrados. Me acerque a ella y mantuve nuestros labios más tiempo unidos, iniciando un beso que se volvió atropellado y furioso. Tras eso, no hubo más opción que una desenfrenada noche de pasión. Rudas caricias, prendas rasgadas y oscuros y torturantes besos…
Tan solo el recuerdo de aquello me hace llorar, y al contrario de lo que siempre había soñado, no es de felicidad.
Había sido una noche tan vacía de sentimientos, tan superficial… tan parecida a todo mi pasado. Un escalofrió de terror recorre mi espalda. Gabrielle siempre ha sido quien me ayudaba en la balanza que es ahora mi vida. Y en el intento de estabilizarme a pesar del pasado, ella era todo lo positivo que tenía. Pero mi motivación para conseguir todo cambio positivo, está transformándose. O al menos nuestra relación. ¡Y yo no quiero eso!
Pero por si no hubiera sido suficiente aquella noche juntas, que apenas debió de pasar de un horrible desahogo puntual y sin amor, a la mañana siguiente, yo, junto con mi desconsuelo, desperté entre mis mantas, alejada de los brazos de Gabrielle, alejada de mi despertar perfecto.
Llevaba tantísimo tiempo deseándolo, y como si los dioses me odiaran, ocurre tan solo con el fin de machacarme en lo más profundo de mi corazón: nada de dulces besos con el amanecer, ni maravillosas palabras que conllevan confesiones de sentimientos escondidos. Nada de un amoroso despertar con su sonrisa y entre sus brazos.
Esa misma mañana, cuando Gabrielle despertó, se sentó frente a mi, con las cenizas de la hoguera testigo de todo, entre nosotras. Me miró a los ojos, y como si no nada hubiera pasado, cogió una porción de su desayuno y comenzamos a hablar.
Algo tan simple como una noche con alguien, no hubiera significado nada en mi pasado. Pero con Gabrielle, el hecho de que no significara nada, me mata por dentro
De todas formas si en su día conseguí quedarme en el plano de amiga, conseguiré ahora amoldarme a la nueva situación. A la amante esporádica, la de ayuda para descargarse y consolar sus demonios internos. Visto con algo de positividad incluso puede ser una nueva forma de acercarnos más…
Y aquí me encuentro, llorando en silencio en mitad de la noche como una tonta enamorada, por fantasías e imposibles, mientras cerca de mí, a la distancia de un brazo, se encuentra lo único que quiero para vivir. Entonces, mirándola y recordando lo que tengo, y en parte no tengo, observo que algo perturba su sueño. Esta completamente dormida y apenas sacude el cuerpo, pero un gesto de incomodidad aborda su rostro y frunce el entrecejo, con gesto torcido. Tiene una pesadilla y no es para menos, pues en los últimos días hemos superado su incidente en el desierto con aquel muchacho, a unos caníbales que intentaron devorarla, un enfrentamiento con una parte sangrienta y nórdica de mi pasado y algunas aventuras más, como tener que ayudar al prepotente de Ares a huir de sus propios señores de la guerra. En resumen, no son hechos que puedan dejar fácilmente en paz a una mente.
Dejo de pensar en mis cosas, y la muevo agarrándola por los hombros, para evitar que se altere al despertarse y se levante más agitada. La muevo con suavidad y ella abre los ojos al momento. Su respiración es agitada y veo que mira en todas direcciones, para ubicarse…
"Solo ha sido una pesadilla, solo eso" sonrió cuando parece que Gabrielle va a hablar "¿Qué soñaste?"
"Nada… una mezcla entre Brunilda, y yo matando como ella y… nada, lo de siempre"
"No es lo de siempre, es lo que no debería ser nunca. Tu no podrás jamás parecerte a Brunilda, y menos matar a destajo y por diversión. Tus pesadillas son una dolorosa repetición de recuerdos" susurro preocupada, pero se que no es momento de charlas "Pero hasta que no dejes de machacarte con esas repeticiones absurdas, estaré aquí para despertarte"
"Gracias" sisea con una gran sonrisa. Lo que le he dicho es una verdad que ella ya sabía, pero compruebo que aun así me lo agradece. Me abraza dulcemente, y teniendo su rostro junto al mío, noto su aroma, su suavidad. Ambas nos separamos y nos retiramos a nuestras sábanas dispuestas a tumbarnos y seguir durmiendo. Desde luego, nos tumbamos y lo hacemos en nuestras mantas, pero no alcanzamos los brazos de Morfeo. Las dos estamos tendidas en dirección a la otra, y en ambos rostros, sobre la improvisada almohada que es un doblete en la sábana, tenemos la mirada fija en los ojos de la otra.
Ella da el primer paso. Estira su mano y yo la recojo con la mía. Deja que yo la deslice hasta estar junto a mi, distancia suficiente para que ella se haga con mis labios.
A la mañana siguiente, no hablaremos de esto, los fogosos y enfadados besos, pasarán al montón de lo callado; el roce de nuestras pieles, nuestras caricias, todo se acumulara con mi dolor.
Pero no me quejo, pues yo me lo busco. Me dejo llevar y ruedo para ponerme sobre ella cubriéndola de besos y descubriendo su cuerpo de ropa.
Atravesamos la entrada de los límites de Atenas, pero aun tardamos un reloj de arena en llegar al núcleo de la ciudad, por lo que cayó la tarde cuando encontramos una posada con habitaciones libres. El alojamiento sale demasiado caro para mi gusto, y es por culpa de las fiestas celebradas en honor a Apolo y la llegada del verano. Va a ser una semana… entretenida
No he terminado de pagar un establo y subir todas las alforjas de Argo a la habitación, cuando Gabrielle ya se ha hecho con un horario de todos los acontecimientos. La dejaré que haga lo que quiera, porque yo pienso echarme y descansar de estos últimos días. Si me deja…
"¡Xena! ¡No te tumbes! Hay mucho que ver"
"Déjalo, que yo te espero aquí, tumbadita" siseo contra las sábanas, con los ojos cerrados y respirando levemente. Oigo que me lanza una bolsa y la agarro en el aire, a centímetros de mi cara, aunque desde luego, sin abrir los ojos
"Si no te levantas ya, vamos a comprobar cuantas bolsas puedes llegar a parar"
"Gab" gimoteo. Pero no sirve de nada. Oigo como se prepara y coge impulso para otro proyectil "Esta bien" gruño con tono cascarrabias, abriendo los ojos. Me levanto con una voltereta y caigo frente a Gabrielle, que me mira sonriendo triunfante "¿Qué?"
"Ves, si que tienes energías para ir"
"¿Quién dijo nada de energía? ¡Me faltan ganas!" gruño.
A pesar de que todos saben que su Olimpo esta muerto, los muy teatreros engalan cada rincón de la ciudad en estas fechas, creando una preciosa visión de la misma. Los preparativos ya han acabado y todos se preocupan tan solo de divertirse. Veo al final de la calle la fachada del teatro y en los ojos de Gabrielle, unos nervios que la debaten entre salir corriendo o guardar la compostura. así que no la hago esperar. Entre la multitud abro camino para que nadie en medio ande estorbando y así a los pocos minutos nos encontramos frente a nosotras el edificio. Es fantástico, tiene una entrada decorada con columnas cuyos capitales han debido de requerir horas de laborioso trabajo y los materiales con los que se decora cada piedra son tan caros como preciosos. Junto a la puerta se encuentra un hombre, sentado en un improvisado tenderete, recogiendo los nombres de los participantes. Gabrielle no tarda en verlo, y menos en correr hasta el. Yo la observo desde lejos, porque no me doy demasiada prisa para alcanzarla. El muchacho es Virgil y se que le hace ilusión verle, quizás más de la que me gusta imaginar.
Oigo unos pasos detrás mío.
Alguien me tapa los ojos.
Pero no seré yo quien aparte esas manos. Aun sabiendo la respuesta, las toco y pregunto quien es:
"Tendrás que adivinarlo, mama" bromea ella
"Hmmmm… ahora mismo no caigo" contesto haciéndola reír mientras me libera los ojos. Lo primero que veo es a Gabrielle, avanzando hacia nosotras con los hombros rodeados por Virgil. Pero me giro al instante para abrazar a Eve, evitándome esa imagen. Mi hija me estrecha con fuerza y yo no soy menos. "Madre…" murmura con amor. Aunque no termino de acostumbrarme al cariñoso apelativo, me encanta.
"Eve…" suspiro acariciando su pelo, antes de separarnos. Nos miramos sonrientes, cuando noto que me observa con detalle
"Madre… ¿estás bien?"
"S…si, claro que si" contesto poco segura, pero parece que logro convencerla "¿Por qué lo dices?"
"No se… sentí que algo perturbaba tu corazón. Pero quizás son cosas mías" responde más tranquila. Suspiro, recuperando la sonrisa rápidamente. Su instinto no se equivoca, pero el mío me dice que no debo confirmar sus sospechas. Sobretodo porque Virgil y Gabrielle, aun pegaditos y entre risas, se encuentran a pasos de nosotras. Al fin él se separa y viene hacia mí para saludarme, mientras Eve hace lo propio con Gabrielle. Le abrazó con cariño, antes de colocarme de nuevo junto a Gabrielle, pero evitando que mi celosa estrategia se note.
"Chicas, es un placer veros" sonríe el tan educado como siempre "Darme cinco minutos, y me escapo con vosotras" nos propone antes de marcharse de nuevo hacia la mesa del certamen.
"¿Y que haces tú por aquí?" preguntó mirando a Eve, sin poder evitar sonreírla de oreja a oreja.
"Hay un campamento Heliano a las afueras de esta ciudad. Escuche que pasaríais por aquí…" comenta mirando a Virgil "…y aproveche para venir. ¿Os gustó la sorpresa?" pregunta alegremente
"Nos encantó" responde Gabrielle por los dos, leyéndome la mente "¿Tú también colaboras en la organización del festival?"
"No, eso se lo dejo a Virgil" sonríe Eve "Solo vine a veros, antes de volver al campamento"
"¿Pero te quedaras al menos a los eventos de esta noche, no?" le propongo "¡Será genial! Una buena cena y varios bardos haciendo bla bla bla" bromeo mirando de soslayo a Gabrielle, que no tarda en propinarme un codazo, fingiendo estar ofendida
"Parece un buen plan" acepta Eve entre risas.
Continuará...
