Amor y Quidditch a través de nuestro tiempo
Hola, después de morir por bastante tiempo por querer escribir en este fandom y no encontrar de qué, al fin tuve una idea.
Les cuento, estaba leyendo Quidditch a través de los tiempo, riendo mucho por cierto, y me pregunte ¿por qué Harry no se convirtió en jugador de Quidditch?, y como amante del BL, Slash o Yaoi, como lo conozcan, dije a Draco le gusta la fama y el reconocimiento ¿Por qué no se volvió jugador de Quiddtch? Me dije lo único que faltaba eran dos equipos que fueran rivales y tendría la trama perfecta y al llegar al capítulo siete del libro, había justo dos quipos que eran rivales, así que al fin tuve la idea para escribir. Pero aclaro, ignoro totalmente el epilogo de toda la historia original y no me he pasado mucho por Pottermore así que si hay cosas que no suenan lógica, lo lamento, tengan compasión de mi por favor.
No les arruinare más la lectura con tanto parloteo. Solo recordemos que Harry Potter, su mundo y todos sus personajes pertenecen a J. K. Rowling. Personajes que no hayan sido mencionados en ninguno de los libros pues me los acabo de inventar.
Ahora sí, ¡disfruten la lectura!
Amor y Quidditch a través de nuestro tiempo
Capítulo 1. Regaños y revitalizantes.
Pocas veces se pueden olvidar los traumas, los temores y las imágenes que se graban en fuego en nuestra memoria. Una guerra contiene casi todos esos factores y los agudiza de manera tan profunda que el olvido es toda una calamidad para quien pretenda lograrlo. Lo cual lo hace aún peor si fuiste el centro de la guerra y, para ciertas personas, uno de los culpables.
Después de la guerra Harry Potter regreso a terminar sus estudios al colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. El curso se había repetido para todos, en todos los años, porque cuando la guerra acabo nadie sintió ganas de quedarse en un castillo destruido con la huella de la muerte presente en cada rincón del lugar, con los lamentos aun audibles de las víctimas en sus últimos momentos de vida, y con el miedo impregnado en el aire. Nadie quería estar separado de los familiares y amigos que aún les quedaran.
Pero todos los que regresaron el siguiente año tenían miedo de ese lugar que tan buenos recuerdos les había dado hasta el año anterior donde todo se vio envuelto por un velo de tragedia y sufrimiento. Harry tenía mucho miedo de entrar al gran comedor y ver nuevamente los cuerpos inertes de sus seres queridos, de personas que conoció y le agradaban, y de personas que nunca trato y no le caían particularmente bien, pero que aun así habían muerto en la misma guerra; tenía miedo de entrar en la sala de los menesteres, de acercarse al bosque prohibido, de pisar la torre de astronomía, donde había visto morir a quien considero su familia desde el primer encuentro, de caminar por el pasillo donde Fred murió. Estaba realmente aterrado, pero aun así volvió porque fuera como fuera allí en Hogwarts tenía su hogar y no podía desperdiciar el último año que iba a poder estar allí.
Ese año pasó sin mirar a nadie, sin hablar más que lo necesario, tratando de hacerse invisible en cada instante, de pasar desapercibido, aunque eso fue casi imposible siendo él quien derroto a Voldemort. Aun así lo intento y atendía en clases más que los seis años anteriores. Eso le llevo a pasar sus ÉXTASIS con notas que variaban entre "Extraordinarios" y "Supera las Expectativas". Pero Harry a pesar de siempre haber soñado con una carrera de auror, ya no estaba tan seguro de que su deseo fuera ese.
Es decir, Harry Potter siempre había soñado con ser auror (bueno desde que escucho sobre la profesión) incluso había discutido con el "sapo del mal" (ósea Umbridge) por conseguirlo, pero después de todo lo que había vivido, de todo lo que había visto, no sentía que su estabilidad mental fuera a soportar mucho más que eso. Es más, se había vuelto prácticamente un ermitaño aun conviviendo con todos en el colegio, y lo único que le brindaba un poco de paz era tomar su Saeta de Fuego y surcar el aire; en esos momentos se sentía libre y despreocupado, casi se sentía feliz. Allí, en el aire, fue donde pasó la mayor parte de su último año de estudios, pisando la tierra cuando era absolutamente necesario.
Al salir del colegio, Hermione empezó a trabajar casi inmediatamente en el departamento de Cooperación Mágica Internacional como integrante de la Oficina Internacional de Ley Mágica donde empezó a promover sus ideas sobre la igualdad entre magos y criaturas mágicas, ganando rápidamente apoyo por ser una heroína de guerra y por el temor de las personas a pasar algo parecido si no promovían la igualdad entre todos los seres vivientes del planeta. Ron, tardando un poco más en decidirse, ingreso finalmente al departamento de Deportes y Juegos Mágicos, y allí trato de promover torneos de ajedrez mágico entre distintos países, contando con la ayuda del Club oficial de Gobstones, el cual se convirtió en el Club oficial de Gobstones y Ajedrez Mágico, además que prontamente encontró crecimiento entre los nuevos empleados del departamento que gustaban de ese nuevo deporte. Sus dos mejores amigos estaban tratando de avanzar, formando un futuro prometedor que les hiciera felices, un futuro que compartirían juntos y en el cual esperaban incluirlo a él de alguna forma.
Pero Harry no ingreso al Ministerio, es más ni siquiera busco un trabajo y lo único que hizo fue reconstruir la casa de sus padres en Godric's Hollow, donde se encerró hasta que un día sus dos mejores amigos fueron a sacarlo obligado.
-Vamos Harry, ya es hora de dejar el enfurruñamiento- le regaño Hermione quien tenía una pose similar a la que ponía la señora Wesley cuando se preparaba para un regaño extenso, haciendo que él solo se encogiera en su sillón tapándose un poco más con las pijamas harapientas que llevaba- ¿O qué pretendes? Vivir aquí por el resto de tu vida, la cual acabara cuando la herencia de tus padres se agote porque no tendrás ni para comer, o quizás hasta que decidas que tu vida es tan aburrida que ya no vale la pena continuar- la castaña se estremeció ante ese pensamiento que, por lo que veía en el de lentes, era muy posible- Harry James Potter, ni se te ocurra pensar en suicidarte, o yo misma te mataré.
-Vamos Hermione, no te alteres Harry jamás pensaría en eso ¿cierto, amigo?- los ojos del de lentes se desviaron y ahora fue el turno de Ron para alarmarse- En serio compañero, después de todas las veces que algún loco trato de matarte o estuviste a punto de morir, ¿vas a ayudarlos haciéndolo tú mismo?
Harry no pudo negar las imaginaciones que estaban teniendo sus mejores amigos, porque si era sincero, la idea de acabar con su vida se le había pasado por la cabeza muchas más veces de las apropiadas. El chico se sentía culpable, para que negarlo, por todo lo que había pasado durante la guerra. Él sabía que no había elegido su destino, pero eso no borraba el hecho de que por su existencia, por su destino, mucha gente murió y otra mucha sufría por esas muertes, él incluido. Pensaba que si acababa con todo de una vez por todas tal vez las personas podrían olvidarlo todo.
Hermione se agacho junto a él y le tomo la mano, haciendo que el ojiverde la mirara. No sabía cuándo pero había empezado a llorar, lo noto porque no podía ver claramente el rostro de su amiga.
-Escucha Harry, nada de lo que paso fue culpa tuya- hablo la castaña en voz suave y clara- Nadie te culpa por lo que pasó y no está bien que tú lo hagas.
-Es cierto amigo, ni siquiera los mortífagos te culpan…demasiado- trató de animar el pelirrojo, pero más bien consiguió una mirada furiosa de su pareja y más lágrimas de los ojos esmeraldas de su mejor amigo- de todas formas ellos se lo merecen ¿no?
-Ya sé lo que necesitas es un revitalizante- exclamo la chica regocijándose en su deducción repentinamente.
-Hermione no voy a empezar a tomar pociones- cortó el de cabellos desordenados dándole una mala mirada mientras trataba de limpiar las lágrimas que le empapaban las mejillas.
-A lo que me refiero- mirada condescendiente- es que necesitas algo que te anime, que te apasione, o alguien.
Ron le dio una mirada extrañada a su amigo, como hacía siempre que, según él, Hermione empezaba a decir cursilerías. Harry notó como la chica lo miraba por el rabillo del ojo y este seguía sin notarlo por estar haciendo sus muecas. Se sintió como antes, divertido de las disputas de ese par, y sin poder evitarlo rio suavemente. Las miradas de asombro que recibió solo aumentaron su risa.
-Ya sé, ven un día al trabajo conmigo-propuso Ron tratando de ignorar el aura furibunda que provenía de la castaña- tal vez te animes a entrar al departamento conmigo.
Y Harry Potter no pudo pensar en un motivo para negarse, y con Hermione presente no quiso arriesgarse a hacerlo.
.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.
El viernes de esa semana, Harry se levantó temprano, bajo a tomar un desayuno ligero porque, aparte de que llevaba bastante tiempo sin comer adecuadamente, había acordado con Ron y Hermione pasar a desayunar antes de dirigirse al ministerio. Después se dirigió al baño donde se dio una ducha que realmente estaba necesitando, y ya en su cuarto escogió una túnica que no fuera muy elegante pero tampoco tan informal, decidiendo por una de color azul marino con algunos detalles en color blanco.
A las siete salió de la casa de sus padres y se fue al cementerio a visitarlos antes de dar un paso que le daba cierto temor.
-Mamá, papá, lamento estarme comportando como un idiota y les prometo no volver a pensar tonterías.
Y así, notando que nadie podría verlo, se desapareció hacia el Callejón Diagon, donde sus amigos ya lo estaban esperando, y donde la castaña parecía dispuesta a regañarlo si llegaba tarde.
Entrar al ministerio, le dio una sensación extraña y los recuerdos de todo lo que había pasado ahí le hicieron detenerse. Pero ambos, Ron y Hermione, lo notaron a tiempo para sujetarlo de una mano cada uno. Eso hizo que el azabache se relajará un poco y hasta sonrió por las raras miradas que les dieron algunas personas al verlos a los tres caminando tomados de las manos.
-¿Estás bien, compañero?- pregunto Ron apretándole la mano.
-Esto, sin duda, no lo habíamos hecho nunca- contesto el de lentes riendo, y hasta ese momento sus dos mejores amigos repararon en el extraño porte que llevaban- Miren las graciosas expresiones de la gente, creo que ni siquiera se han percatado de quien soy.
-Bueno, es lo mejor, no creo que quieras saber los rumores que han estado corriendo por ahí sobre tu desaparición- comentó la miembro del departamento de ley internacional- aunque hay uno bastante gracioso que propone que te escapaste con alguien y te casaste en el extranjero.
-Es cierto, ese también lo he escuchado- afirmo el Weasley emocionado por saber la historia- otro dice que te internaste en el bosque prohibido y está intentando convertirte en centauro.
-Eso es imposible, ¿acaso la gente no lee los libros de transformaciones, pociones, encantamientos, y animagia?- se escandalizo Granger ante semejante disparate.
Ron y Harry se miraron cómplices, pensando en que las viejas mañas nunca se olvidan. Aun después del colegio su amiga seguía siendo una sabelotodo, aunque Potter concordaba en que no pensaría en volverse centauro, ciertamente esas bestias* no lo acogerían.
Entraron en los ascensores y ambos se bajaron primero, en la séptima planta, despidiéndose de la castaña quien le recordó a Harry, de manera poco discreta y bastante pendenciara que más le valía encontrar ese dichoso revitalizante.
El Club oficial de Gobstones y Ajedrez Mágico, al cual llegaron después de cruzar varias puertas y dar bastantes desvíos, era un lugar rebosante de energía, ni parecido al despacho de "Uso Indebido de Artefactos Muggles" al que una vez había entrado con Arthur Weasley. Los trabajadores vociferaban cuando tenían alguna buena noticia o jugaban con Gobstones experimentales que lanzaban alguna chispa como fuegos artificiales cada vez que alguien hacia una buena jugada. También estaban algunos concentrados observando tableros de ajedrez mágico con chicos y chicas de todas las edades alrededor, al parecer en alguna excursión a ese nuevo deporte. Ron lo condujo hacia su despacho, el cual por cierto era mucho más grande y espacioso que el de su padre, y allí le hablo un poco de los siguientes torneos, de cómo funcionaban más o menos las cosas en la oficina y le contaba que misiones emocionantes había encomendado a algún novato, que casi perdía los nervios al encontrarse en alguna encrucijada. Harry no sabía que Ron tuviera esos instintos crueles en él.
-Y bien ¿qué te parece?- pregunto con una mirada brillante y emocionada.
El pelinegro se lo pensó detenidamente, era cierto que parecía ser un trabajo agradable, divertido y entretenido, pero se sentía muy inseguro, realmente estar tantos meses encerrado en su casa no le había sentado tan bien y ahora no sabía que responderle a su amigo, quien esperaba emocionado su respuesta. Algo de eso debió notarse en su rostro porque el pelirrojo asintió con la cabeza.
-No hace falta que trabajes aquí conmigo, puedes pensarlo un poco más- dio el chico su comprensión.
-¿Puedo ir a conocer el resto de la planta?- pregunto Harry y por su tono parecía que en serio estaba considerando su futuro, eso o tenía demasiado miedo del castigo que le podría dar cierta castaña si no lo hacía.
-Claro, con tu placa de visitante no creo que haya problema-accedió el jefe de la división de ajedrez, contento con su amigo- te acompañaría pero se acerca el torneo y debemos preparar ciertas cosas, solo no te vayas a perder ¿de acuerdo?- Harry asintió y se levantó.
Ciertamente ni teniendo un mapa sería posible no perderse en los departamentos del Ministerio, siempre eran puertas, pasillos, más puertas, más pasillos, doblar por aquí, doblar por allá, en fin un laberinto completo. Entre tanto caminar Harry llegó al Cuartel General de la Liga de Quidditch de Gran Bretaña e Irlanda, como rezaba la gran placa que coronaba sendas puertas de roble pulido. Algo se movió en su pecho y de pronto sintió que sería buena idea entrar allí. Tímidamente empujo las puertas y entro disculpándose por la intrusión aunque nadie estaba en la parte visible del vestíbulo, pero si se escuchaban unas risas escandalosas en una oficina.
-En serio Aris, ¿aún no has podido localizarlo?- preguntaba una voz grave en tono burlón- ¿Por qué no has ido con Weasley o con Granger?
-Ellos no me lo dirán, estoy seguro- respondió el tal Aris con algo de molestia- Seguro pensarán que estoy en busca de chismes, además no tengo idea de que pasó con Potter y no quiero ser inoportuno, pero ya me estoy desesperando.
Ante la mención de su nombre Harry se sintió extraño, hace mucho que no escuchaba de alguien que lo buscará, lo cual era lógico habiendo pasado tantos meses encerrado en su casa. Se daba cuenta que aún no soportaba la fama.
-Ya lo decidí, iré con Weasley ¿está en esta planta, verdad?- rápidamente el desconocido se acercó a la puerta y sin muchos miramientos la abrió.
Harry aún seguía allí afuera, escuchando a escondidas aunque no tuviera esa intención, pero por la expresión que le dio el muchacho que acababa de salir supo que eso era en lo que menos estarían pensando las dos personas presentes. Al momento el chico de cabello castaño claro, y ojos color miel, se lanzó encima de él abrazándolo y riendo con una felicidad tan inmensa que casi contagió al de lentes, claro sino lo hubiera asustado con el repentino abrazo. Aun así se quedó estático, como una estatua, y seguramente el desconocido lo notó porque prontamente lo soltó con las mejillas sonrojadas.
-Oh, lo-lo siento, es solo que…-hizo una pausa que uso para tragar saliva y pasarse la mano por la frente- no puedo creer que al fin te he encontrado, que suerte- después sonrió con una luminosidad que casi hacía doloroso verle y se puso a dar saltitos emocionados en su lugar.
-No entiendo- murmuro Harry agachando la cabeza avergonzado por semejante puesta en escena- ¿por qué me buscabas?
-Aris, sino le explicas tal vez salga corriendo por toparse con semejante loco- le advirtió el hombre alto y fornido que estaba aún detrás del escritorio- lo estás asustando.
-Claro, lo siento, yo soy Aris Wright- extendió su mano hacia el pelinegro, quien la miró con desconfianza antes de tomarla ligeramente- Soy el capitán de las Avispas de Wimbourne.
-¿El equipo de Quidditch?- pregunto aún más extrañado el ojiesmeralda- ¿Por qué me buscabas?, yo no juego al Quidditch.
-Eso no es cierto, sé que jugabas como buscador en Hogwarts y que eres el jugador más joven en toda su historia- le cortó el castaño- pero, sabes, mejor hablamos en otro lugar ¿te parece?
-Esto, yo…- Harry dudo un poco, porque vamos, después de tantos intentos de asesinato era prácticamente lógico que fuera un poco paranoico, además aun no atrapaban a todos los mortífagos y hace mucho que no sabía nada de Quidditch para saber si le estaban diciendo la verdad o no- no lo sé, vine aquí con mis amigos y no sé si sería buena idea marcharme sin ellos.
-Vamos Potter, te juró que no te matará salir conmigo- Harry le dio una intensa mirada de desconfianza, y Wright entendió que el pequeño chico no estaba totalmente seguro de que eso fuera cierto- ¿Si quieres te acompaño a que te despidas y me presento con tus amigos, te parece? Así sabrán a donde iremos, por favor Potter, realmente te necesito.
Harry Potter, aun con desconfianza y sonrojado por las palabras de Aris Wright, asintió y lo guio hacia la oficina de Ron, despidiéndose del hombre mayor del que no había escuchado el nombre. Ya en la oficina, Ron reconoció inmediatamente a Wright y lo felicito por la mejoría de su equipo, aunque le dejo muy en claro que él solo admiraba a los Chudley Cannons quienes eran el mejor equipo de Quidditch de la historia. Wright respondía a todo con efusividad, mostrando que era una persona que rebosaba de energía, y cuando recibió la declaración de Ron no se inmuto, es más comento que ese equipo era bueno aunque, aportó, les ganaría por seguro. Cuando Ron le pregunto que buscaba de Harry, le guiño un ojo y solo dijo que quería hablarlo primero con él, pero Weasley no pareció desconfiar del sujeto y animo a Harry a que lo acompañara, a pesar de la cara de inseguridad que portaba el pelinegro.
-Tranquilo, amigo, yo le diré a Hermione y te aseguro que no te matará- se despidió su amigo cuando se marchaba con el castaño jugador de Quidditch.
Al salir del Ministerio se dirigieron al callejón Diagon, entraron a una cafetería que el menor no conocía y esperando para ordenar un café y una tajada de pastel**, aguardaron para dar inicio a la conversación que llevaría a Harry Potter a encontrar el revitalizante que Hermione le había comentado. Al menos no moriría aún, ni por sus propias manos, ni por las de su mejor amiga.
*Cuando digo que los centauros son bestias, no lo hago de manera ofensiva pero ellos mismos decidieron que preferían ser considerado bestias en lugar de seres. Consúltenlo en "Animales fantásticos y donde encontrarlos"
** Se que esto no tiene nada que ver con la historia pero no tomen café cuando comen algún postre porque se absorben más calorías y azucares -_-!
Y bien, ¿les gusto? Les aseguró que estoy un poco asustada por entrar en este fandom ya que hay fics increíblemente buenos, eso es algo que intimida.
Realmente espero que les haya gustado y no decepcionar a nadie, por si no lo dije antes este fic es Drarry pero no quise adelantar la historia dejándola incomprensible, por lo que Draco aún no ha aparecido, y no sé si lo hará en el siguiente capítulo, aunque el plan sea que sí.
Me despido esperando leer opiniones sobre esta historia y deseándoles a todos que les llegue su carta a Hogwarts sin importar la edad que tengan.
¡Nos leemos!
