Warning!: El rate de este fic puede ir cambiando según el capitulo. Contiene relaciones hombre/hombre y posible OoC.
Nota (favor de leer): Este fic está escrito en forma colaborativa, por lo que los estilos de narración cambiaran según la escritora.
—9—6—9—6—9—6—9—6—9—6—9—
Bugs' PoV
Verle llegar así no es una sorpresa, el que no pudiera evitar reírse en su cara, tampoco lo era. Lo único que si lo consideraría fuera de lo usual, eran aquellos patines que llevaba sobre el hombro. Tenían una forma extraña a la altura del talón, por lo que podía apostar que el "genio" de su amigo se hizo cargo de hacerle unos cuantos ajustes que sin duda formaban parte de las locas invenciones del tan famoso y reconocido, científico e inventor, que inclusive reconocían como genio, Wile E. Coyote.
—'Ríe todo lo que quieras, pero esta vez lo tenía cerca, por poco y lo alcanzo'— una mirada furiosa por parte del de cabello café y Bugs no consiguió contener la otra oleada de risa que le atacó.
—'¿Cerca, Doc? Deberías de darte por vencido. Si te sigues accidentando de esa manera terminaras parapléjico'— calmando su risa, dio una mordida a la zanahoria que descansaba en el plato junto a él. –'Y eeeh ¿Cómo está el famoso corredor?'— hizo una señal a una de las camareras y esta se acercó de inmediato con una pequeña libreta en mano. –'Debe de ser asfixiante el tener a un acosador tan persistente como tú, Doc. ¿Qué falló esta vez?'—
Formando una señal con la mano, le indico a la joven que se dirigiera a Wile.
—'Agua'— indicó el científico, sin siquiera molestarse en mirar a la chica. Como todo buen genio, solía ser bastante odioso cuando se le conocía por primera vez. –'No soy un acosador, lo hago únicamente por la ciencia. Además tenía que probar los patines, parece que falta hacerles algunos ajustes…'—
—'¿Qué tal cambiar de proveedor? Ambos sabemos que Acme no es tanto de fiar, Doc.'—Una mira de disgusto por parte de su acompañante y Bugs se limitó a mirar con aburrimiento el periódico.
Invitar a comer al genio siempre resultaba una idea gratificante. Era seguro que saliera del lugar con una buena anécdota sobre los intentos de este por demostrarle al joven que llevaba persiguiendo por más de la mitad de su vida, que él también era capaz de ser un atleta.
Algunos lo llamarían idiota por no dejarse vencer ante el sin número de accidentes ocurridos en cada intento, pero por su parte el prefería llamarle un científico desquiciado.
Oyéndole hablar sobre lo ocurrido, le escuchaba con una atención disfrazada de desinterés. Si en algún momento le dijera que sus historias sobre como hacia cada uno de sus inventos eran entretenidas, no lograría quitárselo de encima.
Asintiendo un par de veces, se reacomodó en su asiento al mismo tiempo que el sonido del pequeño timbre en la puerta se dejaba escuchar por el lugar.
Fue entonces cuando lo vio entrar, sintiéndose obligado a dejar de lado la historia que Wile no dejaba de contar, más para sí mismo que para él, se dedicó a mirarle con discreción mientras que una sonrisa arrogante se esparció por su rostro.
Si no lo conociera bien diría que hacia todo aquello apropósito, pues la coincidencia de toparse a diario por lo menos una vez al día, eran tan altas que llegaba a ser alarmante.
Por la puerta iba entrando Daffy Duck, caminando como si el mismísimo suelo no fuera merecedor de tocar la suela de su zapato. Junto a él yacía su inseparable amigo de la infancia, mejor conocido entre ellos como Porky, por obvias razones, pues el peso y aspecto del joven, a pesar de no se desagradable a la vista, se ganaron el sobrenombre años atrás.
Inclinándose hacia la mesa, dejó que sus codos se recargaran en esta. Una broma se maquinaba en su mente y a juzgar por la forma en que Wile le miraba este resultaba tener una ligera idea de lo que pensaba hacer.
Era una broma sencilla que solo requería de una pequeña intervención…. Intervención que parecía ser patrocinado por el genio, pues este se puso de pie y paso junto a Daffy, golpeando contra su hombro con la idea principal de hacerlo pasar justo junto a su mesa.
Un movimiento "descuidado" de su parte y una de sus zanahorias, cayó al suelo en el lugar y momento adecuado. Lo que siguió fue un poco más rápido, pues el famoso actor Daffy Duck, había pisado la zanahoria y caído de cara al suelo.
No era nada personal, solamente era algo que nacía solo entre ellos, esa rivalidad que llevaban no se quedaba únicamente limitada a sus profesiones de actores, donde el ser el mejor del estudio hacía de su convivencia una competencia diaria, sino que venía de varios años atrás. Prácticamente se podría decir que lo llevaban en la sangre, no eran compatibles, no se llevaban bien y ese era el fin del asunto.
Aguantándose la risa, permaneció calmado, o más bien indiferente.
—'¡Daffy!'— la voz de Porky se dejó escuchar y Bugs únicamente dio un trago al café en su mano, viendo de reojo todo el teatro alrededor de quien seguía en el suelo, mientras que la silla frente a él era movida con rapidez para ser ocupada nuevamente por Wile.
Hizo un intercambio de sonrisas con su acompañante y solo era cuestión de tiempo para que pasara…. Uno, dos, tres y…
—'¡Conejo despreciable!'— escuchó decir a Daffy, quien intentaba levantarse del suelo con una mano en su nariz, reteniendo el sangrado en esta.
—'Eeeh ¿Qué hay de nuevo, Daff? No sabía que estabas por aquí'— mintió, mirándolo con una sonrisa inocente, notando con facilidad el rojo que el coraje acumulado ocasionaba en el rostro de su rival.
Si le pidieran que diera una corta descripción de quien era Daffy Duck, entonces por un lado mencionaría lo que todos los medios saben. Es un actor cuya fama podía fácilmente ponerse a la par con la suya, porque por más que evitara mencionarlo, era capaz de reconocerlo. El chico tenía talento y tanto que él podía notarlo en una simple mirada, mas sin embargo tenía ese pequeño algo que caí en los nervios de casi todos los que le conocían, tal vez era su colosal ego o su palpable arrogancia….
—'¿¡Y me vas a decir que esta sucia zanahoria no es tuya, estúpido dientón!?'— el vegetal fue puesto frente a sus ojos por parte del actor.
Puede que fuera el acento o el siseo que hacia al pronunciar la "s", o su personalidad en general lo que no soportaba.
Pero eso era solo la parte que la farándula conocía de Daffy. Existía una parte de aquel egocéntrico actor que muy pocos llegaron a percatarse.
—'Eeeh…Daff, no todos comemos cosas del suelo.'— dió un vistazo a la zanahoria, como si nunca la hubiese visto en su vida.
Viéndole carraspear, lo siguió con la mirada, observándolo con indiferencia.
El sonido provocado por la silla frente a él al ser movida, le hizo recordar que Wile seguía ahí.
—'Debo retirarme, tengo trabajo que hacer'— se excusó, dejando de lado el vaso de agua para entonces salir del lugar.
De cualquier forma la diversión se había terminado ya.
Colocó un billete sobre la mesa y se aproximó a la salida, despidiéndose de la mesara con un guiño y una sonrisa.
—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—
Daffy's PoV
Si había algo considerado como "error" o "malo" en su grandiosa y alocada vida. Era la presencia de ese dientón. Lo detestaba con toda su alma, y estaba cien por cierto seguro que ese odio era mutuo.
Era algo simétrico, que se dio al mismo tiempo en que la fama de ambos comenzó a crecer. Sostuvo un pañuelo que Porky le ofreció, con fuerza contra su nariz sangrante. En ocasiones, Bugs solía pasarse con sus bromitas.
¿A quién quería engañar? Él en ocasiones solía ocasionarle bromas del mismo nivel de maldad, e inclusive peores. Era algo recíproco, en donde los dos debían su existencia para odiar y joder al otro.
—Tenga— Ofreció la camarera con un tono cordial, entregándole un par de servilletas. Gruño como respuesta, antes de sacarlas de su mano con furia. No furia a ella, no furia a su gesto. Sino furia a aquel bastardo de piel pálida que le sacaba de quicio, en verdad todos los jodidos días tenía que aparecer para hacer su vida tan complicada.
—Gra...Gracias…—Agradeció por él su amigo, mientras ordenaba la orden tanto para él como para sí mismo. No juzgaba los juicios de su compañero, el gordito lo conocía mejor que nadie, conociendo sus preferencias a la hora de comer.
—Que ser tan despreciable— murmuro por debajo del papel ensangrentado. La mirada de Porky se posó en él observándolo con una sonrisa paciente.
—T…tú también em…em…empiezas en o…ocasione, Da…Daffy— Tartamudeo, haciendo que la mirada del de cabello color azabache se posara sobre su persona, con completa altanería.
—¡¿Qué demonios tienes en los ojos, gordo?!— Refunfuño, frunciendo su ceño. ¿Qué acaso no podía ver que ese despreciable, humano cara de roedor, había empezado esta vez?— ¡El bastardo de Wile, me empujo!¡Ese conejo despreciable, lo tiene todo planeado, joder! ¿Soy el único que ve todo detrás de esa inocencia falsa?— Porky simplemente rio nerviosamente mientras la camarera depositaba sus pedidos frente a ellas. —¿Qué es esto?— Pregunto, observando su pedido, dejando de lado el papel ensangrentado, tanteando con la yema de su dedo pulgar la zona herida.
—Su pedido, señor— Dijo la camarera, con un presente ceño fruncido y una ceja que se movía en espasmos leves, ante el reciente tic.
—¡¿A esto llamas pedido, idiota?!¡¿Dónde demonios esta mi pajita, rubia?!— La observo de arriba abajo de manera altanera. Los ojos color cobalto de la camarera se posaron sobre el chocolate colocado elegantemente sobre la taza. Una cuchara de plata era depositada sobre la espesura dulce de la bebida. Ya de por sí, era una bebida ridícula para un hombre de su edad. Es que…¡Por favor! Era un pedido especial para un niño, hasta el decorativo de la taza eran pensados para un niño.
—¿Pajita, señor?— trato de sonar lo más amable posible, pero ese sujeto estaba calmando su paciencia.
—¡Pajita, oxigenada!¡Un sorbete!¡¿Sabes lo que es eso, ignorante?!— alzo la voz, ignorando olímpicamente como su compañero rodeaba los ojos. Sus manos chocando contra la mesa, mientras se paraba un poco para observar como la rubia, estaba tentada a lanzarle la bandeja en la cabeza.
—So…Solo tráele algo que si…sirva…po…por favor…—Pido con cierta vergüenza el rellenito, depositando un billete con un número grande sobre la bandeja entre las manos de la camarera.
Lo vio sentarse nuevamente, con un ceño fruncido. Estaba estresado, lo notaba, entre sus actuaciones, los ensayos, las grabaciones, los libretos y las bromas de Bugs, lo estaban estar más irritable que lo usual. Sus oscuros cabellos, fueron peinados hacia atrás por sus dedos, mientras soltaba un suspiro levemente audible.
—Ne…necesitas...ca…calmarte un po…poco— Aconsejo suavemente bebiendo un poco de su café, cortado por una gota de leche descremada. Atrapo una galleta entre sus manos, viendo como la mirada densa de Daffy seguía sus movimientos desde su lugar, dando monótonos círculos en su bebida aniñada.
—No sé a qué te refieres, gordo. Estoy bien— Cierto capricho en ese tono de voz, le hicieron recordar al niño que fue en un pasado, antes de que este saltara la fama, como el famoso actor egocéntrico y narcisista que era en el presente.
—Da…Daffy…Has tra…trabajado toda las ultimas tre…tres se…semanas…Ne…necesitas descansar un poco…
—¡Descansare luego de tener ese jodido sorbete!¡Camarera!— Exclamo alzándose sobre la mesa prepotente. —¡¿Dónde está mi sorbete?!¡Mi bebida se está enfriando!¡¿Dónde está el libro de quejas?!¡El gran Daffy Duck, no espera a nadie!— La joven mujer, apareció de la nada depositando un colorido sorbete sobre la bebida, dejando de paso una bandeja de chocolate humeante. Cambiando su contenido, fulmino con la mirada al de cabellos oscuros antes de retirarse. —¡Ya era hora, rubia!— Gruño, bebiendo su bebida ceñudo.
—Mi…mira Da..Daffy…P..Petunia y yo, va…vamos a salir este sábado…¿Qui…quieres ir con nosotros?— Propuso sonriendo calmadamente, limpiando un poco las migajas de sus mejillas para beber un poco de su tasa. Analizo la expresión altanera que le ofreció el actor.
—¿Tú, yo y tu novia?— Incrédulo mastico con fuerza un puñado galletas que atrapo en su mano, dando un generoso trago de chocolate— ¿Estas consiente que a Petunia no es de salir mucho a fiestas y eso? ¡Es tu novia, deberías conocerla!
—Lo s…sé..pe…pe…pero fue ella la que me pro…propuso la idea. –Daffy lo observo incrédulo, disgustando el gusto dulzón de su bebida.
—¿Enserio, Porky?— Hablo desinteresado. Para él lo único que lo mejoraría de ese cansancio físico y mental, era una buena tarde de ocio en su casa. No estaba de humor para ir a tomar algo, con su mejor amigo y su novia.
No debían malinterpretar, Petunia le caía bien, era una muchacha servicial, dulce y comprensiva, tanto como su mejor amigo. Pero sencillamente no estaba de humor para salir a ningún lado. Lo pensó detenidamente, por un momento, ladeando de lado a lado el sorbete entre sus dedos, poso su mirada sobre un decorativo centro de mesa.
Nadie lo esperaba en casa, más que una sala ambientada por la calefacción y una cama fría cubiertas por sabanas revueltas. Nunca había pedido nada, y lo que había pedido, lo que deseaba, se lo había ganado en base a su esfuerzo propio. Pero no negaría, que en ocasiones cuando la oscuridad de su casa lo rodeaba y las noches eran largas, deseaba una compañía a su lado.
No la compañía de Porky, por más que su amigo se lo diga, esa compañía que él le brindaba no amortiguaba la soledad que no quería expresarse ni a sí mismo. Solamente la amasaba para que este sentimiento ensombrecido, fuera llevadero. Sin embargo, aun estaba ahí. Quería encontrar a alguien, lo deseaba, pero estaba aferrado a la idea de que eso llegaría. Estaba en la cúspide de su fama, compartiéndola casi con Bugs, no tenía tiempo para dedicarle a alguien más que no fuera su trabajo. Era joven, tenía la juventud y su locura, de su lado en esa época. Podía hacer lo que deseaba, no había tiempo para el amor, más que el amor propio, en su alocada vida de actor.
Salir con ellos, no le vendría mal. Pasaría un rato agradable, y luego iría a su hogar para trasnocharse con películas clásicas o libretos entintados por oscuras manchas de café y cerillas de cigarro barato, con olor a impreso.
—¿Cuándo?— pregunto, dando el último trago de su bebida. Porky dejo mostrar una sonrisa tan alegre que le hicieron rodar los ojos algo fastidiado por esa alegría imperturbable que cubría siempre a ese sujeto.
—¿T…Te parece a las diez?...Pa…paso por ti si quieres— Daffy simplemente sonrió ladeadamente antes de limpiarse descuidadamente sus labios.
—Ni lo pienses. Solo dime el lugar y estaré allí. Tu auto siempre huele raro— gruño entre dientes acomodando la manga de su camisa.
—Es..ese olor, s…se llama "limpio", Daffy…
—¡Como sea!¡Gordito, me voy, gracias por la comida!—Le guiño un ojo pícaramente antes de salir del local, no sin antes robarle una galleta de su plato, depositando un suave pellizcó en la mejillas del de piel sonrojada.
—Pe…pero…No…no pa…pagaste…—tartamudeo, antes de fruncir el ceño ciertamente molesto y refunfuñar palabras entre dientes. –Es…ese pa…pato lo..lo…loco— bebió su café con lentitud. Tratando que este le devolviera la paciencia que normalmente lo habitaba. Daffy era todo un caso, que en ocasiones necesitaba de mucha paciencia.
Pero una sonrisa algo tonta, se formo en sus labios, al recordar que su amigo había aceptado su propuesta. No era agradable verlo con esa expresión de mal humor todo el día, y que por leves momentos el alocado chico que era en el pasado volviera a poseer ese cuerpo presentándose tras minuciosos segundos, por momentos.
El sábado, sería un buen día para que el actor, dejara de lado por un momento su agobiante carrera para concentrarse en disfrutar un poco. Sin la abrumadora presencia de Bugs, o el lente de una cámara enfocada hacia sí.
—9—6—9—6—9—6—9—6—9—6—9—6—9—6—9—6—9—6—9—
Bugs' PoV
Un vestido color perla se ajustaba a su cuerpo, moldeando una figura bien proporcionada con curvas que podrían hacer babear a cualquiera y esa era precisamente la intensión.
¿Cuándo comenzó a hacer aquello? ¿Por qué era que lo hacía? Las respuestas a dichas preguntas no eran tan simples como para contenerlas en una sola oración.
Labial rojo sobresalía en sus labios añadiéndole color a su piel pálida, mientras que la peluca color vainilla complementaba la paleta de colores, agregando una suavidad a su personalidad que buscaba indicar una fácilaproximación.
Podrían llamarlo un pésimohábito, pero para él no era más que un disfraz para salir y divertirse un poco. Conocer hombres desesperados, coquetearles, conquistarlos, ahogarlos en alcohol y si los llevaba a más, entonces el pobre diablo tuvo demasiada suerte como para permitirle tocarlo.
Unido al esto estaba el hecho de que el vestirse de mujer resultaba ser másallá de cómodo para él, si le pidieran que anduviera en zapatos de tacón por todo un día, lo haría con gusto y sin mayor dificultad o queja.
No que se encontrara inconforme con su masculinidad, o no, tampoco llegaba al punto en que quisiera cambiarse de sexo completamente. Solo era algo que le gustaba hacer, a algunas personas les gusta hacerse tatuajes, a otras perforaciones, a él le gusta vestirse de mujer para salir de fiesta algunas noches…. Todo es cuestión de gustos y a eso se limitaba.
Tomando una bolsa de mano color rojo sangre, se dirigió a la puerta para entonces entrar al auto que le esperaba. Su fiel chofer que en un principio le miraba con extrañeza, ahora se encontraba másallá de acostumbrado a ello, por lo que no decía nada más que un "Luce impactante, Señor Bunny", conservando el debido respeto que le debía a quien era su jefe aun y bajo ese atuendo.
En el trayecto se miró en el pequeño espejo de mano que llevaba en su bolso, asegurándose de que todo estuviera en orden y en su lugar, que el maquillaje en su rostro no se corriera, ni que la elevación de los pechos falsos que llevaba descendiera.
Para cuando el carro se detuvo frente a la entrada del lugar indicado, ya había terminado de verificar su atuendo y se encontraba listo para iniciar el espectáculo.
Bajo con cuidado del auto, usando movimientos delicados, aprendidos a través de los años y con estos mismos camino hasta la puerta del lugar, ignorando por completo la fila de personas que esperaban su momento para entrar.
Mostro la usual tarjeta y el enorme guardia le dejo pasar sin problemas, moviendo la cadena que impedía la entrada al lugar.
El sonido de la música retumbaba aun por el angosto y corto pasillo que se yacía como un umbral antes de entrar de lleno al centro de la fiesta. Colocando una mano sobre la perilla de la puerta que resultaba ser la última barrera entre la quietud y el ruido, giro esta para abrirse paso hacia la parte interna.
El lugar donde se encontraba era bien conocido entre los habitantes de la ciudad, no cualquiera podía entrar y no cualquiera era capaz de trasladarse ahí sin ser visto como un extraño invasor.
Abriéndose camino entre la multitud, dio un vistazo hacia la enorme barra que se extendía en la parte trasera del salón, mientras que el centro era dedicado a la pista de baile y el resto del espacio se encontraba ocupado por sillas y mesas.
Había personas por todas partes, la mayoría se encontraba bailando, unos más conversaban con dificultad en la barra y otros tantos como el par que se podía ver a lo lejos, se besaban con pasión, ignorando las miradas que los extraños les dedicaban al pasar.
Era otro de los beneficios que aquel lugar ofrecía, las luces bajas y de colores, daban una iluminación tan mínima que hacían del ver con claridad todo un reto, por lo cual el estar ahí daba una experiencia de intimidad y hasta cierto punto misticismo.
Una mano levantándose de entre las personas en la barra y de inmediato identifico a su dueño, no importaba cuanta gente hubiera en aquel lugar, esos rasgos tan finos y la apariencia notablemente extranjera, le hacíansobresalir de entre el montón. Dirigiéndose a quien le llamaba, llego a la barra, logrando colarse a una orilla de esta, donde una sonrisa ligera le recibía con calidez.
—'BonneNuit, MademoiselleBunny'— un guiño por parte del francés y sabía que este le había reconocido, siempre lo hacía.
—'BonneNuit, Monsieur Le Pew'— siguió el juego, diciendo aquello con una voz femenina que ha sido la parte más difícil de perfeccionar, ni siquiera el caminar como una mujer le costó tanto trabajo.
Ojos miel que se diferenciaban con claridad de los azul cielo suyos, piel porcelana con una coloración más blanquecina a comparación de la suya y cabello negro con una franja blanca para nada parecido al originalmente grisáceo suyo, daba el punto final a las distinciones entre ellos.
—'Es bueno verla por aquí, ¿Vino a pasar la noche con alguien en especial?'— una pregunta hecha por parte del extranjero y lo vio dar un trago al vaso con un líquido color ámbar en el.
Pepe Le Pew, el famoso cineasta resultaba ser una de las estrellas más jóvenes dentro del estudio, trabajaban en el mismo lugar y más sin embargo sus áreas eran tan distintas que se limitaban a verse pasar en los pasillos y saludarse a la distancia, aunque más de un par de veces pasaban su almuerzo juntos.
El director francés, se encargaba principalmente de dirigir películas románticas, teniendo bajo su manto el premio a varias películas en las cuales llego a actuar, el joven actor ha sido de los pocos que se han atrevido a dar el salto de la actuación a la dirección y producción. De cierta forma era una lástima, pues resultaba ser un actor cuyo excepcional trabajo le hizo ganar un premio de la academia, pero tenía sus razones para haberse apartado de la actuación….
—'Eeeh no, Doc. Vine a encontrar a ese alguien'— un guiño juguetón de su parte y le vio pasar sus ojos miel por su cuerpo, hasta subir nuevamente a su rostro, mirándole con una sonrisa coqueta.
—'Luce como una diosa, Mons…Mademoiselle'— le escuchó corregir al final, riendo un poco por la equivocación que estaba por cometer.
El francés podía ser un don juan que pasa el tiempo libre persiguiendo damiselas, coqueteándoles cínicamente y mirándolas como si fueran hermosas estrellas andantes, pero nunca presento ningún comentario negativo ante su "mal" habito de vestirse de mujer y salir a cazar hombres solo por diversión, de hecho por poco y lo hizo caer de no ser por la aparición de ese alguien que se ha ido adentrando en la vida de Pepe con lentitud. En otras palabras, era una buena persona, uno de los pocos que podía llamar amigo sin pensárselo mucho.
Hablaron por un breve tiempo, poniéndose al tanto con el trabajo que han estado desarrollando, hasta que llego a quien el de cabello bicolor esperaba con tanta calma.
Le vieron llegar empujando sin querer a un par de chicas y prácticamente cayendo al suelo en su intento de acercarse a la barra.
—'Oh, Mon Petit está aquí. Que tenga buena noche, Mademoiselle'— un beso sobre la mano de Bugs y este no pudo evitar sonreír un poco, cualquier mujer desearía tener a una pareja como Pepe, con toda esa caballerosidad y cariño que emanaba hasta el punto de ser asfixiante, era una lástima el que ninguna mujer u hombre tuviera jamás la oportunidad de tenerlo… ya no.
Lanzo un beso al joven de cabello azabache y piel morena, que esperaba por el francés a un par de metros de distancia, haciéndole sonrojar.
Vio a Pepe llegar hasta el, pasar un brazo por su cadera y besarlo de lleno en la boca, para después desaparecer entre la multitud.
Esos dos resultaban ser una pareja única, se llevaban de tal forma que podían levantar la envidia y celos de cualquiera….
Disminuyendo un poco su sonrisa coqueta, posó su vista sobre la bebida que el francés dejó en la barra. Llegar a casa y tener a alguien a quien llegar, alguien con quien conversar o tan siquiera esperar por ver… debería de ser… interesante, hasta lindo tal vez, pero aquello era un lujo que no se podía permitir. ¿Quién desearía estar con alguien que solo llegaba a casa a dormir? No tenía tiempo para dedicarle a una pareja, no cuando estaba en lo mejor de su carrera, no con todos aquellos actores nuevos intentando pisarle los talones y menos con Daffy a la par de él, esperando por el momento oportuno para quitarle la fama.
—'Pensé que jamás se iría'— La voz de un hombre llego hasta sus oídos.
Puede que no tuviera una relación tan estable y amorosa como la de Pepe, pero almenos podía pasar un buen tiempo divirtiéndose a costas de idiotas como el que tenía a un lado, que invadiendo su espacio personal hasta el punto en que podía sentir su aliento dar contra su mejilla.
—'Ya somos dos, Doc'— siguió el juego, fingiendo una voz femenina.
Mirándole de reojo pudo ver al joven que tenía a lado, lucia varios años menor que él y por lo tanto debía de ser igual de estúpido que lo que su edad marcaba. Cabello rubio, piel clara, ojos oscuros y una sonrisa de conquistador barata, no era su tipo para nada, pero solo era el comienzo de la noche, se desharía de él tan pronto se hartara.
Y de haber sabido la insistencia de aquel idiota, le hubiera ignorado desde el comienzo, porque ya llevaba pasada de una hora escuchándole hablar y comenzaba a cansarse de apartar aquella mano que insistía en posarse en su pierna y subir su vestido.
—'Eeeh, Doc. ¿Qué tal si desapareces? Un niño como tú no debería de estar despierto a estas horas de la noche'— intentó mantenerse en su papel, interrumpiendo con brusquedad el absurdo relato del chico, que le contaba del "importante" trabajo que desempeñaba.
—'¿Niño? Soy mayor de edad! Creí que estábamos teniendo un buen rato...'— le sintió acercarse un poco más, volviendo a poner su mano sobre la pierna de Bugs. –'Pero te entiendo, ¿quieres que vayamos a un lugar más privado?'—
—'No'— respondió cortante, manteniendo su sonrisa calmada. –'Quiero que te largues de mi vista, niño lindo'—
Una expresión de enojo se pintó por el rostro del joven, al igual que un ligero sonrojo se posaba sobre sus mejillas por la vergüenza de ser tratado de esa manera por una "mujer" que el buscaba conquistar.
Bugs frunció un poco el ceño al sentir la mano del rubio pasar a su hombro, cayendo pesada sobre este, agarrándolo con brusquedad. Sabía lo que seguiría de esto y no actuaría como una mujer indefensa, ya que en primer lugar el que estuviera vestido como una no significaba que lo fuera, además de que el vestido era suficientemente cómodo como para poder romperle la cara a un imbécil en caso de ser necesario.
Bajando un pie al suelo, ladeó su sonrisa apretando los puños, listo para lo que fuera que ocurriera y por poco se hubiera visto en vuelto en una pelea teniendo que deshacer su disfraz, de no ser por un par de manos que apartaron al rubio de él, jalándolo como si se tratara de un muñeco y tirándolo al suelo en un sonido sordo.
Palabras fueron dichas entre el "héroe" que se deshacía del idiota aquel con solo decirle un par de cosas, y el porcelana no pudo evitar sorprenderse al ver de quien se trataba. Su salvador solicitado era nadie más y nadie menos que la última persona que esperaba encontrarse en un lugar como ese.
Se mordió el labio inferior con el par de dientes frontales que sobresalían de los demás, en busca de controlar su risa. Hubiera preferido involucrarse en una pelea con el rubio con tal de no ser ayudado por otro idiota como el que se sentaba ahora donde estuvo el anterior.
Siguiendo los pasos del recién llegado le vio pedir algo de tomar para después encontrarse con su mirada. Que más daba si Daffy descubría que le gustaba vestirse de chica y salir así de vez en cuando, que más daba si le decía algo o no, o si tan solo se burlaba de él, el pálidopodía manejarlo fácilmente.
—'Eeeh, Gracias por la ayuda, pero…'— no terminó de decir cuando el de cabello azabache sonrió, para su sorpresa no de manera burlona, ni arrogante… era una sonrisa que jamás se hubiera esperado ser dirigida hacia él y las palabras que le siguieron fueron más que suficientes para confirmarle que efectivamente, Daffy no le había descubierto, es másni siquiera tenía idea de que era su más odiado rival con el que hablaba, sino que el apiñonado le estaba coqueteando con una voz y una mirada que el desconocía por completo.
—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—
Daffy's PoV
—¿Tenias problema con ese idiota, muñeca?— Dijo lo suficientemente fuerte para que ella escuchara claramente. La observo con una mirada curiosa, era hermosa, eso no lo podía negar. A pesar de las luces tenues, podía notar ese hecho.
—Neh…Algo así, Doc— La escucho decir, haciendo que su sonrisa se suavizara un poco. Su apariencia de diva, era opacada por aquel tono tenso que poseía su voz deliciosa. No la culpaba, el sujeto anterior, prácticamente estaba manchando ese sexy vestido, con la saliva que escurría por sus labios al observarla.
De cierta manera, no lo culpaba del todo. Se veía desde lejos que era un chiquillo, hipnotizado por su belleza. Pocas veces, había visto una chica como ella, y eso que trabajaba en un medio donde las apariencias en conjunto con el contexto físico, actualmente, valían más que el talento. Pero esta mujer, era diferente, tenía una mirada exótica y un físico que fácilmente podía empujar potencialmente al anonimato, a esas chicas que se caminaban a su alrededor con ropa casi escasa.
—Su bebida señor— le dijo el hombre de la barra, haciendo que él diera un leve asentimiento.
—Dime, linda…—agrego, notando como su mirada azul por leves momentos mostro una sorpresa que él la encontró de mas. Una mujer con esa apariencia, estaba acostumbrada a recibir piropos de la población masculina, todo el tiempo— ¿Vienes mucho por aquí?— Si la respuesta era que si, no dudaría en volver nuevamente para encontrarla en ese lugar.
Tenía un aura, entintada por una calma suave, que le llamaba la atención.
—Mmm…Algunas veces…—susurro paseando la yema de sus dedos por el contorno del vaso medio lleno, que descansaba sobre la barra— ¿Y tú, guapo?— el adjetivo, en conjunto con esa picara cercanía que ella planteo ante su rostro, lo hicieron mostrar una sonrisa coqueta en sus labios. La chica, sabía lo que hacía, esos movimientos sensuales, en conjunto con esos parpados decorados con sombras suaves, levemente caídos de una manera coqueta. Se lo confirmaban: No era una mocosa que aparentaba más edad, era una mujer, que sabía lo que hacía y en el lugar en donde se encontraba.
Eso ya lo había demostrado previamente con el niño anterior.
—Todos. ¡Soy el Rey de este lugar, primor!— pomponeándose un poco se reincorporo en su asiento, viendo como ella lo observaba con una mirada inquisidora. Claramente, esa era la primera vez que pisaba ese lugar, normalmente eran otras sus preferencias al salir. Pero como esta vez, no había sido ni él, ni Porky, sino Petunia, la que había elegido el lugar. Debía darse un poco de calibre en ese lugar, de mala muerte.
—Es raro que lo digas…Nunca te había visto por aquí "Rey"— una sonrisa burlona decoraban esos labios cubiertos de labial, que tentaban a besar.
—Pues la palabra "Rey" me queda corta, linda. Se podría decir que soy el dueño de este lugar. Estas hablando con el grandioso DaffyDuck, no con cualquier estúpido mortal de clase media de aquí—Su egocentrismo se mostro. Si de algo estaba orgulloso en su vida, era de su posición social y de su talento, lo demás le importaba poco y nada, pero su fama era intocable.
Era por esas razones que siempre discutía con el inútil de Bugs. Ese dientón, siempre le quería hacer ver como poca cosa estando a su lado, que su esfuerzo sobre humano, no valía para nada. Y eso era algo que no estaba dispuesto a aceptar. Su orgullo, no podía ser pisoteado por un inútil sin talento, con tendencia de roedor.
La observo por un momento, notando como ella en cambio de la sorpresa que esperaba ver, simplemente sonrio emocionada.
—¿Enserio?— Manos finas cubiertas por guantes, se posicionaron bajo su mentón, mientras sus codos descansaban sobre la barra, era una postura femenina y sensual—Dime…¿Conoces a Bugs Bunny?¡Es un grandioso artista!— Una sarcástica sonrisa se poso sobre sus labios, antes de fruncir su ceño levemente.
—Y yo que pensaba que tenías una pisca de materia gris, linda— Al instante un delineado ceño fruncido lo fulmino con la mirada, en una mirada que más que resultarle molesta, le agrado. Se veía adorable— Ese orejón, no merece ser llamado artista. Es simplemente una sombra, al lado mío, muñeca. Su fama se aferra a la mía, para ser conocido— Egocéntrico, narcisista, era él. Un suave tic se poso sobre uno de los parpados de su acompañante, desconcertándolo.
—Mira, Duck…—La vio levantarse levemente, perdiendo esa calma momentánea que tenía cuando la vio. Frunció su ceño, sin entender que le sucedía. La vio abrir sus ojos por completo, antes de que nuevamente aquel aire despreocupado cubriera su cuerpo—Eeeh…Mire, Sr. Duck. Yo creo que el señor Bunny, es un excelente artista, con talento, guapo, astuto, buen mozo, inteligente, caballeroso, y bueno con las chicas…—Una expresión de molestia sin querer, se poso sobre su rostro, hasta en esa conversación con una completa desconocida ese sujeto, venía a joderle la vida.
—Esa es solo una faceta que muestra para las cámaras, linda. No sea tonta— Gruño entre dientes, antes de rodar los ojos, al imaginar la cara de altanería que tendría ese bastardo si descubría que el ligue de su noche, estaba completamente fascinada por su presencia. La vio fruncir el ceño con molestia ante el comentario dado, no se arrepintió para nada. Los fans, de ese orejón, tenían que saber que en realidad ese sujeto era un perdedor, con aires de prepotente.
—No me interesa lo que usted diga—Cerro sus ojos, con aire que demostraba que estaba ofendida— Para mí, el señor Bunny, sigue siendo el mismo fuera y delante de las cámaras.
—Como sea, no vine a este lugar a hablar del dientón. Ya demasiado tengo con soportarlo todo los días, como para venir a hablar aquí de él— Una mirada suave se poso sobre la chica, antes de mostrar una hilera de dientes inmaculados en una suave sonrisa— Por otro lado…Te vez linda cuando te enfadas— Dejo escapar una risa entre dientes, algo ronca, que ocasionaron que por leves momentos él notara como un suave color rojizo se posara sobre esas mejillas pálidas, hasta el punto de hacerse notar por solo un par de segundos, por encima de ese rubor color rosa que decoraban esos pómulos afilados.
Bebió un trago de su bebida, regalándole un guiño coqueto. La vio correr su mirada hacia la pista de baile, antes de volverse nuevamente hacia él y observar fijamente.
—¿Has venido con alguien, guapo?— Acercándose un poco para poder escucharla mejor, noto dos cosas. La primera, su perfume era exquisito. La segunda, era que su voz sonaba suave, un deleite para su canal auditivo.
Trago suavemente, con disimulo, al observarla desde esa posición tan cercana. Su cabello era más rubio de lo que pensaba.
—Con mi mejor amigo y su novia— contesto sin más, volviendo a su posición, dando otro trago a su bebida. Aclarando su garganta un poco, pregunto—¿Y tú?
—Sola…—Dijo sin más dándole una sonrisa que le helo la piel, en un placentero y dulce cosquilleo.
—Es peligroso que una chica como tú ande sola…¿No te parece, linda?— Alzando una oscura ceja con sincera curiosidad. La vio sonreír ladeadamente, dando un suave trago a su bebida, con cuidado de que su labial no se saliera de su lugar, un guiño dedicado plenamente para él. Mientras un rostro que invadía su espacio personal.
—Soy lo bastante grande como para cuidarme solita, muñeco.— Él simplemente poso su mirada en esos zafiros que brillaban en contraste con las luces de colores que cambiaban sin cesar al compas de la música.
—Eso lo puedo notar, princesa— contesto, acortando la distancia un poco, notando al instante sus nervios visibles.
Ella podía ser una mujer, pero él también era un hombre, no estaba dentro de sus hábitos ser intimidado por nadie. Ni siquiera por una mujer como ella, que sus ojos mostraban una astucia no muy normal en una mujer.
El tema del momento comenzó a sonar, acompañado de los gritos eufóricos de las sombras que representaban a la multitud. Una pareja a su lado salió a bailar, haciendo que una risa ladeada se posara sobre su rostro.
—¿Bailamos?— tendió su mano, dándole el último trago a su bebida, permitiendo que ella tragara suavemente, con la delicadeza de una dama, su bebida.
Atrapando su mano, sintió la seda suave bajo la yema de sus manos.
—Seguro— Sus ojos recorrían esas curvas delineadas, a la vez que sus manos se entrelazaban con esos dedos enguantados.
El aroma a sudor y alcohol derramado, se notaba más en esa zona del local, donde los cuerpos se movían con soltura. Una mano tibia se posos obre su hombro, cubierto por esa camisa, mientras unos pies cubiertos por tacones, marcaban el ritmo.
No le costó seguirle la corriente, bailar para él era un simple juego de niños. Estaba dentro de su sistema, llegando al punto de poder bailar desde una movida salsa hasta el más lento y sensual tango. Sin problema, la hizo girar sobre sus pies, viendo como ese vestido pálido bailoteaba al compas de sus curvas sublimes.
La mirada azul se poso en su rostro, haciendo que él sonriera coquetamente. Al instante aquella mirada exótica, prefirió posarse en otro lugar.
Era hermosa.
Y él estaba hipnotizado con esa belleza. Aspiro con fuerza, el dulce perfume caro que descansaba su piel, al ella dar una vuelta y posarse cerca de él por un momento.
Observo su pecho pronunciado, sus labios carnosos que se ladeaban en una sonrisa picara, la mirada azulada que parecía brillar ante esa piel, en conjunto con ese cabello que aparentaba ser sedoso. Por un momento envidio ese vestido, que tocaba esa piel color porcelana, arrepintiéndose al sentir sus mejillas arder.
Simulando su sonrojo, movió su cadera un poco, atrapando esa cintura estrecha, ante el cambio de ritmo de la situación.
Soltando una risita suave, la vio acomodar un bucle que caía sobre su frente. Sin duda, no dudaría en alardear frente al orejón, de esa mujer. Ese cara de roedor, se moriría de envidia.
—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—
Sylvester's PoV
No era que le molestara que su pareja, coqueteara con cuanto ser se cruzara en su camino. No, eso no era lo que le molestaba. Eso ya estaba dentro de los comportamientos normales de Pepe, además del hecho que tiempo atrás él mismo se había encargado de demostrarle que le era completamente fiel. Pero eso no quitaba el que se sintiera un poco incomodo ante ello.
—Ya te dije Mon petit chaton. La Mademoiselle, es simplemente una buena amiga que me hizo compañía hasta que mon amour llegara— Un beso suave fue depositado en su mejilla, haciéndolo que al instante él sintiera sus mejillas arder.
—¡Esta bien te creo!¡Ahora apártate un poco, que esto es un lugar público!— refunfuño, fusionándose un poco con el mullido sofá en donde se sentaban.
En realidad ese lugar, brindaba la privacidad necesaria para hacer muchas cosas que en otros no. Por ejemplo, poder besarse o algo más sin que nadie lo notara debido a que las luces únicamente eran centradas a la pista de baile. Fue una mala idea, ir a ese lugar tan privado con su pareja, teniendo en cuenta lo romántico y completamente meloso que podía ser en ocasiones.
A Sylvester, no le agradaba demostrar muestras de cariño en público, ni siquiera con su antigua mujer había sido de esa manera. No estaba dentro de su personalidad orgullosa ser él, el que demostrara muestras de afecto. Era por esa razón, que en un principio de la relación fue Pepe, el que comenzó el coqueteo, y sin que él se diera cuenta, ya estaba saliendo con su pareja.
No lo malentiendan, él lo amaba. Y estaba seguro que si le dieran la posibilidad de elegir nuevamente entre un "si" y "no", estaría seguro que su respuesta seria la misma, siempre.
Siempre fue algo tímido con las mujeres, pero en cierta manera Granny le brindo la educación necesaria, como para tratarlas como si fueran delicadas hadas que con cualquier mínimo roce se quebraran, sin embargo, con Pepe fue todo lo contrario. Reprimía las ganas de escapar de él cuando se encontraban en una habitación, y poco le importaban que sus palabras sonaran hirientes.
No era algo que él hubiese deseado hacer con maldad, pero salía de manera natural. El tener una pareja femenina, no era lo mismo que tener una pareja masculina. La sociedad, tenia mal visto aquello, estaba fuera del juicio moral que le habían inculcado de pequeño.
Pero fue solamente cuestión de tiempo, para darse cuenta que la compañía de ese fanático apasionado del romance, le hacía sentir bien. Era cálido estar a su lado, escucharlo hablar o simplemente sentir su presencia coqueta allí, justo a la par de él, amando únicamente para él.
Su trabajo no le permitía, ni siquiera pasar una pisca de tiempo con su hijo. Fue por esa razón, que su mujer decidió terminar aquello por lo bueno. Él tenía un carácter fuerte, que para nada se comparaba con ese carácter calmado y compasivo que esa mujer siempre poseyó, fue cuestión para que él moviera un par de papeles para que la custodia de su único hijo quedase bajo sus manos. Ella se mudo de ciudad, y el pequeño, la visitaba todas sus vacaciones de invierno y parte quince días de sus vacaciones de verano según lo que dictaba la ley. Pepe entendía ese punto, lo apoyaba, comprendiendo su situación de padre soltero.
No era fácil, llegar todos los días a casa después de trabajar todo el día, para encontrarse con una Granny meciéndose en su mecedora, cabeceando del sueño. Mientras que un pequeño niño, dormía cálidamente bajo el refugio de las cobijas, engatusado por los cuentos suaves que la anciana le había contando antes de que el Dios Morfeo lo acogiera entre sus brazos.
La pregunta llego a su mente sin que él deseara pensarla: ¿Qué haría con su vida si algún día Granny le faltaba?
Nada, esa mujer le había dado más que un regazo cálido en el cual recostarse cada vez que llegaba a una situación crítica en su vida. Le había brindado cultura, educación y amor digno de una madre.
Pepe, le estaba dando la comprensión que el necesitaba, no discutían cuando él tenía que trabajar hasta tarde, o no podían reunirse con él por estar grabando una toma que salió mal.
Atrapo el cuello de esa camisa que traía, para atraerlo a su rostro y depositar un leve beso sobre sus labios. Necesitaba un beso, no se podía resistir, no sintiendo como sus brazos rodeaban su cuerpo y su nariz fría le hacía cosquillas en su cuello. Sus ojos verdes, chocaron contra los suyos, mientras una sonrisa dulce se formaba en esos labios que siempre sabían bien.
Mimosamente Pepe acerco su rostro hacia el suyo, profundizando más el beso. Su labio inferior mordisqueo un poco el suyo, mientras un musculo húmedo invadía su boca sensualmente. Sus ojos se entrecerraron, perdidos en esos parpados pálidos que censuraban esa mirada hipnótica. Ese lugar, tentaba al pecado e incitaba a la lujuria, al deseo.
Con soltura su cuerpo termino sentado más cerca del de su pareja, sin romper el beso, una mano picara comenzaba a aventurarse por debajo de su camisa.
— ¡Sufferin´Succotash!¡Aparta tu mano!— rompió el beso, apartando las manos y el cuerpo de Pepe lejos de sí. Si seguían con eso no se podrían detener, y estaba seguro que a su pareja no le importaría pasar a otro termino ni aunque estén en un lugar público como ese. Contando que ese lugar era tan privado como reservado, de hecho la pareja más cercana se encontraba a metros de ellos, sentadas en otro sillón idéntico al suyo, no podía darle la posibilidad al francés de seguir con eso.
Una risita escurridiza choco contra su cuello, haciéndolo sonrojar aun más arrugando su ceño fruncido como auto reflejo.
—¡Pero petit chatón! Me he sentido muy abandonado por usted, este último tiempo— Lo observo incrédulo, entrecerrando sus ojos con desconfianza.
—Pero si nos vimos ayer y…¡Esta tarde! — Refunfuño contra su rostro, haciendo que una sonrisa ladeada apareciera en los labios del francés, antes de sentir como unos labios tocaban los suyos en un beso rápido.
—Pero hoy pase dos horas sin verte, petit chaton. ¡Una tortura!— exclamo, rodeándolo en un abrazo asfixiante que le quito el aire por un momento.
Sonrojado ante aquello, ladeo su rostro a un lado sin dejar de escuchar los poemas cursis que su pareja susurraba contra su oído. Sus parpados se abrieron en su totalidad, al ver como la mujer con la que anteriormente Pepe conversaba cruzo por su lado, hacia la salida.
—Pepe, ella no es…—susurro a su pareja, haciendo que este levantara la mirada de su brazo besado, para posarla sobre la rubia que corría con rapidez hacia la salida.
A metros, estético en su lugar, Daffy Duck, observaba hacia la salida con una profunda marca rojiza de labial en sus labios.
—9—6—9—6—9—6—9—6—9—6—9—6—9—6—9—6—9—6—9—
Pepe's PoV
Su boca se abrió en impresión y de no ser por la pregunta del moreno que le cuestionaba sobre su estado, no habría podido apartar la mirada de Daffy.
Reacomodándose en el sillón junto a su pareja, Pepe se forzó a sí mismo a sonreír normalmente, pues no existía necesidad alguna de preocupar a su "Petit Chaton" cuando no era requerido. Por lo que asintió con la cabeza y rio un poco, dispuesto a dejar el tema de lado.
Tendría que realizar una llamada más tarde, porque lo que sus ojos vieron no podía pasar desapercibido, ni como poca cosa, no cuando se trataban de esos dos individuos.
—9—6—9—6—9—6—9—6—9—6—
Bugs' PoV
Agradecía la fidelidad de su chofer, pues apenas puso un pie afuera consiguió localizarlo, estacionado no muy lejos de la entrada y esperando por él, como lo hacía todas las noches que salía.
Se quitó los tacones, no queriendo romperlos, para entonces terminar de recorrer el tramo que faltaba. Toco la ventana, el seguro de la puerta se levantó y entró rápidamente, dándole la indicación al chofer de que arrancara.
Salieron de ahí rechinando llantas y casi chocando un par de veces, pero consiguiendo hacerlo antes de que viera salir la silueta de un Daffy que miraba a todos lados, muy seguramente en busca de su "damisela" fugitiva.
La adrenalina aun no abandonaba su cuerpo y un ligero temblor sacudía sus manos levemente. No pudo evitarlo, sabía que debió apartarse cuando el juego del coqueteo comenzaba a pasar a un nivel más alto, mas no lo hizo y ahora su mente le replicaba por sus actos.
Empezó como una broma más, en la que el plan era seguirle el juego al apiñonado, para después deshacerse de su disfraz dándole a notar lo estúpido que había sido al no reconocerlo y pensar que una mujer de ese calibre se dignaría a tan siquiera hablarle. Mas sin embargo el plan no salió como esperaba, porque los actos de Daffy… esos absurdos actos, la forma en que se movía como si fuera un ave exótica mostrándole todos sus colores en busca de cortejarle, su voz e inclusive la manera en que bailaba. Despertó en él una atracción inusual, que llego al punto en que le pareció no solo atractivo, sino que lo deseó, por un momento deseo sus labios, su cuerpo y las manos que recorrían su cintura y cadera con cortesía.
Un beso salió ante su impotencia de resistir aquellos carnosos labios que le sonreían seductoramente. Lo beso y cuando se dio cuenta fue demasiado tarde para que su mente le recordara de quien se trataba. Era Daffy Duck, no otro actor que lo intentaba seducir o alguna mujer, se trataba del mismo Daffy que veía todos los días, el mismo que le gritaba y le discutía hasta por un vaso de agua, el mismo con el que competía y a quien le jugaba bromas con tal de burlarse de él.
Pasando su lengua por encima de sus labios, sintió el sabor del labial en ellos y el recuerdo de los cálidos labios del apiñonado llego a él.
Cerró sus ojos por un instante, recapitulando la manera en que sus manos tomaron el cuello de la camisa del apiñonado, para entonces plantar un beso en aquella boca que parecía querer cuestionarle algo.
Aun cuando fuera difícil tenía que aceptarlo, gozó la compañía del dueño de esos ojos verdes y le gusto la electricidad que le recorrió al besarlo. Tal vez fue la sensación de hacer algo prohibido lo que le hizo sentirse así o el hecho de que se tratara de ese alguien que siempre aborreció con tanta facilidad….
¿Por qué Daffy? Lo único que pudo cuestionarse fue esto, de todas las personas… ¿Por qué él?
Optando por dejar el tema de lado se acostó tan pronto llego a su casa, deseando que el descanso ayudara a poner sus pensamientos en orden. Después de todo… no estaba en él, el tomarse las cosas tan enserio como lo estaba haciendo.
—9—9—9—9—9—9—9—9—9—9—9—9—9—9—9—9—9—
Nota de la autora /Bouffone o BouNigt/: Gracias a la hermosa y gran escritora Ashely Hewlett por aceptar hacer este fic conmigo! Me encanta la forma en la que escribe y adoro sus fics!
Nota de la otra autora/Ashely Hewlett/: Y yo te agradezco a ti, por invitarme a hacer esto. Sabes que te considero la Diosa de Baffy, cariño, por lo que esta demás decir que amo la amanera en la que escribes! C:
