Disclaimer: El mundo de Shingeki no Kyojin y sus personajes pertenecen a Isayama Hajime. Esta historia es mía.
Pareja: Levi x Eren (Riren).
Advertencias: AU. Contenido homosexual explícito. Material de narcóticos.
Superestrellas de papel
by
Crosseyra
Prólogo
Dedicado a Jocelyn Candia
La calle, atestada por transeúntes, se desglosa a través de toda la avenida principal, mientras en la radio anuncian los veinte minutos restantes que quedan antes de que el encuentro de los Sabuesos de María contra el equipo local de Sina—Los Vikingos—comience. La gente se amontona en las mesas de la cafetería frente al televisor mientras la cadena nacional transmite los primeros segundos de pre-calentamiento en la cancha. El furor, la emoción y la ansiedad del momento se aglutina como una densa niebla alrededor.
Sé que tengo que moverme con las copas de té helado, los tres emparedados de camarón y el café negro hasta la mesa siete en el rincón, pero la señora Kirschtein—una mujer robusta, simpática y ya en la edad donde no puede moverse bien—está entrometiéndose en el medio. El jefe grita en el fondo de la cocina, y sé que tengo que apresurarme con los pedidos antes de que el partido comience y la turba se descontrole por completo. En ocasiones como esta siempre se pierde vajilla y la basura restante es colosal—asqueroso—, pero las ganancias que trae lo compensan realmente bien.
Ella me ve, conociéndome, y me saluda con una sonrisa; apenas devuelvo el gesto con un asentimiento y hago malabarismos con la bandeja en una mano para ayudar a la señora Kirschtein a sentarse en su lugar, a un lado de su marido. Veo el paso libre y camino rápidamente hacia la mesa siete. Erwin está allí, sentado junto con sus colegas de la oficina, y me da unas palmadas en el hombro cuando deposito la taza de café y los emparedados frente a ellos.
—Esto se volvió un alegre caos, Levi. —me dice, casi gritando por sobre el bullicio del local.
Me inclino hacia adelante para que me escuche.
—No me importaría que movieras tu trasero a la salida; mientras menos, mejor.
Suelta una carcajada y esboza una sonrisa cómplice.
—Lamento destrozar tus esperanzas.
No digo nada; con eso es suficiente, y me dedico a avanzar por entre la multitud hacia la mesa ubicada en la hilera contra los ventanales; unas universitarias esperan el té helado con los ojos fijos en la pantalla del enorme televisor. La mirada de una chica peliroja me encuentra cuando solo estoy a unos pasos, y sonríe de manera coqueta mientras se encoje de hombros.
Me hubiera servido más que la mocosa, en vez de flirtear conmigo, hiciera espacio en la mesa para sus jodidos pedidos.
La política del local y la costumbre en sí me dice que no haga ningún movimiento en falso; ser grosero y en medio de este escándalo no es muy buena idea; así que simplemente dejo el encargo en la mesa y vuelvo trotando hacia el mostrador. Cuando salto por sobre la consola y aterrizo a un lado de la canasta con los pedidos, las voces se vuelven un murmullo, y el conductor radial del partido anuncia que es momento del himno nacional de los tres estados. Las cámaras enfocan el escenario plegable a un costado de la cancha, y el rostro joven del artista invitado llena las pantallas de, probablemente, todo televisor de la ciudad.
Eren Jaeger aferra las manos al soporte del micrófono y comienza a entonar a capela la canción regional de María, Rose y Sina.
El mundo, de pronto, se queda en silencio cuando el ídolo adolescente del momento se luce frente a un coliseo repleto de fanáticos.
Estoy cansado de ver el rostro de un crío asomarse en cada rincón de Sina. No hay sitio de la ciudad en donde no haya una pancarta con su cara, en cada canal pasan su último éxito por lo menos dos veces al día, y en la radio no hay programa que no salga con un especial de su disco recién salido del horno.
No hay persona en este planeta que no conozca a Eren Jaeger.
No hay persona en este mundo que no cante sus canciones.
Excepto yo.
El mocoso interpreta las últimas notas antes de que las luces sobre él se apaguen y el público rompa en aplausos. En la cafetería más de un idiota vitoreaba al chico desde su asiento con la misma emoción que experimentaría alguien saltando y gritando en las gradas del estadio, y rápidamente los jugadores entran en la cancha y el árbitro, posicionado en su asiento sobre la malla, alza las manos con el silbato en la boca. Sopla con fuerza, el balón se eleva por los aires y el primer saque se desata con el rugido de la gente.
El legendario encuentro entre los Sabuesos de María y los Vikingos de Sina finalmente estalla.
Me vuelvo sobre los talones y recibo la charola con pedidos de las manos de Erd. Me dedica una sonrisa apenada, de esas que me dicen que por favor me quede un poco más para ayudarle. Chasqueo la lengua y giro en dirección a las mesas; los más alborotadores las golpean con las palmas al ritmo del encuentro, y me convenzo a mí mismo de que debo quedarme un poco más. Una media hora será suficiente.
Me retiro de mi turno cuando el partido ya va un poco más avanzado de la mitad; las calles anochecidas están desoladas mientras corro a través de ellas para alcanzar el último tren y por fin irme a casa. Isabel está sola en el pequeño departamento, se ha estado quedando conmigo mientras Farlan está fuera de la ciudad por trabajo, y probablemente esté arrellanada en el sillón oyendo al conductor relatar el encuentro mientras devora lo que sea que haya calentado en el microondas para cenar.
Abordo; en el vagón hay un pobre viejo mendigo con una guitarra en los brazos y la radio portátil encendida en el bolsillo de su chaqueta. Oigo el chirriar de la estática y los últimos vestigios del encuentro divagar en el ambiente en el recorrido, y cuando finalmente llego a la estación, el aparato lanza un chasquido antes de apagarse.
El silencio no es por mucho; unas vez que salgo el mundo se ha remecido por la victoria de los Vikingos, y está siendo atestado por la voz de Eren Jaeger reproduciéndose en los mil y un televisores de Sina, transmitiendo una repetición de su aparición en el show de apertura.
Otra vez yo saltando con una nueva historia recién salida del horno.
La cosa es simple nuevamente: Este es el proyecto de este mes. No contará con más allá de ocho capítulo, siendo esto lo máximo; puede ser menos, y contendrá un prólogo adjunto con un pequeño epílogo.
La próxima semana comienzo con pruebas rezagadas, así que este fic estará finalizado a más tardar el doce de Enero (cumpliendo un mes exacto).
Los capítulos serán, como de costumbre, de aproximadamente dos mil palabras.
El primer capítulo será publicado el lunes.
Dedicado a Jocelyn Candia. Amas la música con tu vida, y aunque no compartimos fascinación por los mismos fandoms, quiero dedicártelo. Esto es para ti.
Muchas gracias por leer el principio de "Superestrellas de papel".
¡Nos leemos!
Atte. Shó.
Producto registrado por Crosseyra's Company S.A.
Aprobado por Carol's Beteos Corporation Inc.
Todos los derechos reservados.
