Disclaimer: Los personajes y situacónes de los libros no me pertenecen ami sino a Rowling, y yo no gano ni en centimo con esto.
Por si alguien todavía no ha leído el septimo libro que sepa que se sitiua en este.
Bajo el muérdago
Hogwarts estaba adornado con árboles de Navidad, muérdago y acebo y las armaduras cantaban villancicos y peeves rellenaba los vacíos con invenciones propias, todo como cada Navidad. Como cada Navidad. Pero ese año todo había cambiado; no sólo no habían vuelto a Hogwarts Harry, Ron, Hermione y los hijos de muggles; sino que los mortífagos dominaban el castillo.
¿Dominar? Quizás decir dominar era demasiado, el E.D había vuelto. Sin Harry, Hermione y Ron los líderes eran Ginny, Luna y Neville. Eran los líderes de la rebelión. Habían tratado de robar la espada de Godric Gryffindor del despacho de Snape. Sí, Neville Longbottom se había enfrentado a su mayor miedo, Snape.
Y sin embargo en este momento temblaba como un flan, a pesar de que en los últimos meses había dejado de ser aquel miedoso y torpe niño. Pero no era a Snape a quién se tenía que enfrentar, sino a Luna Lovegood, su Luna. Luna no era una Gran belleza; pero desde luego él tampoco era Adonis, había crecido bastante, ahora era corpulento y había dejado atrás todas las redondeces infantiles pero sin duda cualquiera de sus compañeros era más agraciado que él. El rasgo qué más le gustaba de Luna eran sus ojos, parecían en una eterna ensoñación.
- Neville. ¡Neville!
- ¿Eh?- Contestó el chico mirando a la joven rubia que tenía delante.
- Llevo un rato llamándote, estabas sonriendo. Me gusta tu sonrisa. Ya casi nunca sonríes, aunque claro en estos tiempos...-El chico esquivó la mirada de la chica y la dirigió hacia arriba.
- Mira, muérdago.
- Sin duda infestado de nargles.
- ¿Qué son los nargles?
- Súbeme, acabo de ver uno, te lo mostraré.- El chico la cogió por las rodillas, comprobando la suave piel de la chica.- Lo tengo, ya puedes bajarme.
El chico tenía las mejillas encendidas, nunca había estado tan cerca de Luna. La chica tenía las manos juntas como si tuviera algo dentro de ellas.
- ¿Preparado?
El chico asintió y la chica fue destapando lentamente las manos y entonces sucedió lo que nunca creyó fuera a pasar, lo vio. Entre las manos de Luna había unos bichitos verdes, tenían cuatro ojos, uno en cada costado de la cabeza y sus manos y pies se parecían mucho a las de bowtuckle.
- Debían estar haciéndote cosquillas, por eso sonreías, aunque es raro, o quizás fuera un torposoplo.
- No, estaba pensando en ti, por eso sonreía.- Dijo envalentonándose, se acercó a la chica y puso las manos junto a las de ella de forma que el nargle pasó a sus manos.- No creí que existieran.
- Tú también creías que estaba loca, también me llamabas lunática.- Afirmó con tono triste pero sin reproche alguno.
- Antes de conocerte te tenía miedo.
- ¿Tú, miedo? Pero si eres muy valiente.- El chico volvió a enrojecer.
- Pero ahora que te conozco, incluso si estuvieras loca me daría igual. Mis padres se volvieron locos, Luna, Bellatrix Lestrange los volvió locos al torturarles y no por eso no les quiero, aunque no sean caces de reconocerme. Eres la primera a la que se lo cuento, Ginny, Harry. Hermione y Ron lo saben, pero por casualidad. Me da igual si estás loca, tengo en las manos un nargle, tal vez yo también este loco, pero me gustas.- El nudo que tenía en la garganta se deshizo.
- A ti te gusta Hermione Granger.
- Me gustó Hermione. Me gustan las chicas buenas e inteligentes, y soñadoras cosa que no es precisamente.-Dijo cogiendola del mentón.- ¿Puedo... me dejarías que... que yo te besara?- Preguntó cohibido, ese sí era Neville de siempre.
- Nunca me han besado.
- Y a mi tampoco.- Dijo y la besó, un beso corto, suave, apenas un roce de labios.
Cuando Neville abrió los ojos vio que los de ella todavía estaban cerrados y tenía las mejillas rosadas, nunca había visto a Luna sonrojada y le parecía un ángel. Se volvió a acercar a ella y la volvió a besarla, profundizando esta vez un beso igual de dulce que el anterior, cogiendola de la cintura negándose a que alguna vez se alejara de él. Cuando terminó el beso él abrió rápidamente los ojos para poder verla. Ella abrió los ojos y pestañeo varias veces como si creyera que era un sueño, él le acarició las mejillas y ella sonrió. Las palabras sobraban. Estaban solamente ellos en un pasillo mientras el resto comía, pero ¿qué importaba la comida cuando estaban juntos y al día siguiente cada uno se iría a su casa y pasarían un par de semanas sin verse?
A ver si os gusta, dejad un review con vuestra opinión.
Besos, Neevy.
