Disclaimer: Ni American Horror Story ni sus personajes me pertenecen; de ser así, mis relatos se harían realidad. Además, el presente escrito no está revestido por ningún valor comercial. Material escrito por fans para fans.


Capítulo 1

El mundo nunca podría enmendar el dolor que le había causado a Misty Day, o por lo menos eso era lo que Cordelia pensaba. No solo había sido quemada viva por aquellos a quienes había considerado no sus amigos pero sí al menos sus compañeros, sino que incluso había logrado regresar de lo que habría sido una certera muerte para otras brujas y aún después de eso había mantenido su disposición a ayudar a cualquier ser viviente que se encontrara en apuros bastante silenciosos. Cordelia jamás podría agradecerle lo suficiente por devolverle a su querida tía Myrtle, y era plenamente consiente incluso de que ella misma no era la única miembro de su aquelarre al que había ayudado. No había dudado en ofrecerle la protección de su coven aún antes de saber de sus proezas y ahora, en el fondo, se creía hasta capaz de encerrarla en cualquier parte de la mansión para evitar que se marchara, en caso de que Misty de pronto decidiera hacerlo.

Pero las intenciones de Misty de marcharse ya se habían esfumado, si es que alguna vez verdaderamente existieron.

De alguna forma, Misty siempre había representado un diminuto punto brillante en la aparentemente eterna oscuridad en la que de pronto Cordelia había tenido que vivir. Había visto cosas horribles al momento de tocar su mano y descubrir quién era en realidad, pero también otras admirables y, lo más importante, no había descubierto ningún sucio secreto como había ocurrido con su madre y con Hank. Y una vez que gracias a Myrtle recuperó la visión en sus ojos, pudo confirmar su imagen mental de la nueva bruja.

Quizás sólo fuera efecto de lo emocionante que le resultaba el poder ver de nuevo, pero de pronto su día se había tornado maravilloso. Extrañaba su nuevo don con el que había percibido tantas cosas con sólo su tacto, pero también es cierto que éste le había significado muchas visiones horrorosas, pero precisas de ver. Todo aquello le despertaba una sensación de amargura, pero ésta rápidamente se disipó cuando comenzó a pensar en su amado invernadero –su pequeño reino– y en Misty Day.

Se le antojaron las horas más felices de toda su vida. ¿Era exagerar demasiado? No realmente, no si alguien miraba la felicidad de ambas y, al igual que Cordelia, la belleza de Misty. En verdad Cordelia sólo estaba haciendo su trabajo, enseñándole a Misty sobre las propiedades de algunas de sus plantas, pero de todas formas ella siempre había amado su trabajo, y el hecho de que Misty pudiera trabajar bien con ella y encima parecer disfrutarlo tanto como ella, la hacía aún más feliz.

–No sabía que las hojas de laurel tienen magia –dijo Misty tras oler superficialmente el puñado de hojas que Cordelia le alcanzaba, antes de echarlas junto a los demás ingredientes del ungüento que estaban creando. Cordelia sonrió ante el comentario antes de responder.

–Proveen protección. Asafetida… –nombró cuando a su vez echaba otras hierbas a la mezcla, alzando el rostro luego hacia Misty, quien la miraba con interés- desvanece el mal –a lo cual Misty asintió rápidamente. Sin embargo, simplemente asentir era algo impropio y escaso para la mismísima Misty Day, que se inclinó sobre la mezcla para olerla, aunque terminó retirándose rápidamente.

–Bueno, esa es una mierda apestosa –dijo riendo, quitándole importancia.

–Ahora, nunca usarás esto a menos que estés en circunstancias extremas –le advirtió Cordelia con expresión severa, simplemente preocupándose por ella.

Cordelia tomó entonces su cucharón de madera y, tras untar un poco del ungüento verdoso y pastoso en él, lo acercó hacia una planta que descansaba sobre la mesa de trabajo, aplicándole la mezcla en la parte inferior de su tallo. La pobre planta tenía sus hojas resecas y marchitas, mostrando al mundo del invernadero un aspecto enfermizo, pero Cordelia podía sentir que en el fondo seguía fuerte y viva; sólo necesitaba un poco de ayuda en su lucha. Estaba dispuesta a seguir con su operación cuando fue interrumpida por una enérgica Misty.

–Hey, ¿crees que pueda hacer el encantamiento esta vez? –le preguntó deseosa. Cordelia no dudó ni un instante.

–Hazlo –le dijo con una sonrisa, tras lo cual Misty se giró velozmente y tomó un trozo de papel que había estado reposando en otra de las mesas.

Mientras Cordelia seguía aplicando el ungüento en la base de la planta, Misty se dedicó a intentar pronunciar el encantamiento. Las palabras provenían de un lenguaje extraño a ella, por lo que se encontró con un par de problemas a la hora de pronunciar la primera palabra, aunque finalmente lo logró. Sin embargo, no había pasado nada hasta encones.

–Intenta con más decisión –le exigió Cordelia. Su tono podría haber sonado más como una reprimenda para otras brujas, pero Misty entendía que Cordelia sólo quería ayudarla a obtener los mejores resultados posibles. Además, Misty estaba demasiado concentrada releyendo el trozo de papel en su mente, por lo que realmente no tenía tiempo que perder concentrándose en algo tan banal como el tono de voz de Cordelia.

Misty continuó enunciando las palabras pero, a diferencia de lo que había ocurrido en el intento anterior, ésta vez crecieron hojas en las ramas desnudas de la planta, hojas que crecieron y tomaron una saludable tonalidad verde oscura. Pequeñas flores de una tonalidad entre rosada y violácea también nacieron, e incluso se pudo apreciar un puñado de frutos rojizos y pequeños.

–¡Diablos, eso es tan genial! –dijo Misty exultante y sonriendo, mientras se alejaba levemente de la planta para poder apreciarla aún mejor.

Cordelia no había podido más que reír ante su comentario y sonreír a su manera discreta hasta que vio las manos alzadas de Misty en dirección a ella. Cordelia alzó las suyas algo torpemente pero divertida, y las palmas de las brujas chocaron sonoramente. Las manos de ambas cayeron, pero Misty dejó sus palmas abiertas y, si bien ninguna tuvo bien en claro si Misty atrapó las manos de Cordelia o acaso ella depositó las suyas entre las de la otra bruja, el punto es que ambas estaban tomadas de las manos y sonrientes. Cordelia no pudo evitar atraer a la otra bruja hacia sí, que se inclinó grácilmente hacia ella, dejando sus rostros a escasos centímetros de distancia.

–Hacemos un gran equipo –le dijo Cordelia con una amplia sonrisa, a lo que Misty respondió con otra. Las sonrisas silenciosas se estaban convirtiendo en su nuevo canal de expresión, a decir verdad. Finalmente las manos de ambas se soltaron, pérdida de contacto que, aunque simple, Misty lamentó en el fondo–. Y necesitamos hacer más de ésto –dijo Cordelia con un tono más animado, a la vez que tomaba uno de los pequeños frutos de la planta y se lo enseñaba a Misty– para todas.

Misty imitó su gesto, tomando otro de los frutos y llevándoselo a la boca, a la vez que observaba a su compañera masticar el suyo. Misty encontró al fruto de un sabor sumamente dulce, como una suerte de pequeña ciruela quizás.

–Ve a traer más de ese barro aquí –le pidió Cordelia con la boca aún medio llena, alcanzándole el recipiente en el que habían creado la mezcla anterior y luego girándose hacia algunos de sus helechos que también necesitaban cuidados. Misty asintió tras tomarlo y le dedicó una amplia sonrisa a la espalda de Cordelia antes de empezar a caminar en dirección a donde guardaban el barro, pero tras unos pasos no pudo evitar girarse sobre sí para volver a observar a la otra bruja.

-Eres una líder asombrosa, señorita Cordelia –le dijo alzando levemente la voz, haciendo que Cordelia se girara un tanto sorprendida-, tengo tanto que aprende de ti –volvió a decir, ésta vez más suavemente. Sin embargo, la otra bruja no reaccionó tan bien como habría deseado; de hecho, reaccionó tal como se lo había esperado.

–Fiona es la líder de este aquelarre –se excusó, dirigiéndole una mirada seria.

Misty le dirigió otra mirada significativa, confirmando para sí misma que conocía bastante bien a la señorita Cordelia y volvió a darse la vuelta para continuar con su tarea.

Después de eso, la decadencia había entrado en el invernadero.

Cordelia había percibido de inmediato la desagradable presencia de Hank, el hombre que un día había sido su amado esposo pero que, ahora, no era más que un extraño. O mejor dicho, alguien sin secretos para ella. Su presencia no la había hecho feliz en absoluto, y ni hablar de sus abrazos, sus preguntas y su penetrante olor a alcohol. ¿Cómo podía ser que un momento tan agradable como el que había pasado con Misty hacía unos minutos podía ser seguido por una escena y unos sentimientos tan desagradables? Fue entonces cuando Misty regresó con el preciado lodo, alertando a Hank con el ruido de sus pisadas. Él la había reconocido al instante: aquella bruja del pantano que había intentado cazar. Misty sin embargo no parecía reconocer quién era él, aunque no necesitaba eso para saber que aquel hombre le desagradaba inmensamente.

Hank le había espetado que se marchara y ella estaba dispuesta a aceptar si eso era lo que Cordelia verdaderamente deseaba, pero afortunadamente no era así. Misty tuvo que observar un pequeño intercambio de palabras y gritos por parte de ambos, observando atenta pero sin demasiado interés las reacciones de aquel hombre, hasta que Cordelia mencionó que presentaría con su abogado la documentación pertinente para divorciarse. Los ojos de Misty se abrieron un poco más de lo normal y pasaron a concentrarse en Cordelia, sorprendida y –al menos se creía ella así– sin ser notada. El otrora matrimonio intercambió un par de miradas y palabras hostiles, hasta que por fin el hombre se marchó, afortunadamente para siempre. Cordelia no le quitó los ojos de la espalda hasta que desapareció y dejó de observar la puerta del invernadero tras oír el suspiro de alivio de su compañera.

–Bueno, eso sí que fue intenso –dijo Misty con una sonrisa tan suya, a la vez que dejaba el recipiente lleno de lodo sobre una de las mesas de trabajo. Cordelia la observó, sintiendo algo de vergüenza por sí misma.

–Lamento que tuvieras que ver eso, pero no iba a permitir que te marcharas por algo tan bajo como él –se disculpó, bajando levemente la mirada. Misty notó ese cambio de inmediato e, inflexible a que la bruja se sintiera mal en cualquier aspecto, la tomó de los hombros con sus manos algo sucias, obligándola a mirarla.

–Está bien Cordelia, de verdad –le dijo con un tono de voz suave y su expresión tranquilizadora–. Además, he visto peores peleas en el pantano entre caimanes. Al menos no le arrancaste una pierna con tus dientes –le dijo con una sonrisa.

Cordelia no pudo evitar reír fuertemente ante la idea. En efecto deseos de hacerlo no le habrían faltado, pero Misty tenía razón en que las cosas no se habían salido de control… quizás gracias a su presencia, incluso. Además, si todo salía bien nunca tendría que volver a ver a esa persona en su vida, quizás ni siquiera para sus asuntos legales. Esa discusión había sido la última y lo sabía. Ahora, tenía ante ella una gran gama de senderos por los cuales caminar y de pronto se sorprendió a sí misma entendiendo que, concretamente, frente a ella misma tenía a la persona con la que más deseaba en ese mismo momento recorrerlos.

Llevó sus manos suavemente hacia los antebrazos de Misty, acariciando los dorsos de sus manos en un tacto afectuoso pero también sumamente íntimo. Fijó sus ojos de colores dispares en los zafiros de la bruja y Misty sonrió aliviada de que Cordelia se hubiese recuperado.

–Tienes razón en todo, Misty. Gracias –le dijo la bruja mayor, dando un pequeño apretón a sus manos antes de soltarlas y dejar caer las suyas, tras lo cual Misty retiró las suyas.

–¿Continuamos? –preguntó Misty con cierta ansiedad, deseando volver a repetir el milagro que parecía haber quedado tan atrás en el tiempo de reavivar a algunas plantas.

–Continuamos –le respondió la bruja, dirigiéndose hacia la mesa en donde estaba el recipiente de Misty.

Finalmente, la canción de Stevie Nicks que había sonado hacía ya un tiempo en la habitación y que Misty había tarareado había estado en lo correcto.

She came to you when you were alone

And yes she matters to you