Afiebrada

-Mami, me siento mal.

Con esa pequeña frase, sólo cuatro palabras, Sakura había puesto de cabeza el mundo de sus padres.

Aomine se había puesto de pie al ver a su hija en la entrada de la casa, estaba lista para ir al colegio, puso la mano en la frente de la niña y esta ardía.

-Sakura, ve a la cama, te llevaré algo para aliviarte.

La niña hizo caso y regresó a su habitación.

-¿Crees que se trate de ese virus estomacal que anda dando vueltas?

-Puede ser, Sakura nunca mentiría para ir a clases y ciertamente tiene fiebre -dijo yendo por medicina.

-Iré a verla.

-Se te hará tarde para ir a la oficina, Taiga.

-Veré como esta mi princesa y ahí veo si voy o no.

Aomine sólo asintió, Sakura era la personita amada de ambos, en estos diez años su niña se había transformado en lo más importante que tenían y la cuidaban de todo, puede que sea difícil para su niña entender en el futuro, pero ella estaba bien ahora, con un papá empresario y un papi en la policía.

-¡Daiki! -escuchó el grito de la habitación y corrió con la sangre fría corriéndole por las venas, cuando entro vio a Taiga haciendo masajes en la espalda de su niña y el suelo a un costado de la cama lleno de vómitos.

-Súbela al auto, vamos al hospital.

-¿Y si llamamos al medico para que venga a verla?

-Prefiero que la llevemos ahora, de hecho, súbela a mi patrulla -dijo sacando un cambio de ropa del mueble junto a la ventana.

Taiga tomó en brazos a la niña que desfallecía apoyando la cara en su pecho y caminó rápido con ella a la entrada de la casa.

Cuando Daiki manejaba lo hacía con cautela, pero ver a su hija con la vista perdida por el retrovisor y teniendo tercianas, lo hizo decidirse por el camino rápido, puso las balizas y redujo el camino de veinte minutos a sólo siete.

Llegaron al mismo hospital en donde habían atendido el parto de su hija y pudo reconocer caras conocidas.

-Takao, llama a tu marido por favor -le dijo Taiga en cuanto vio al moreno.

El enfermero vio a la niña y supo enseguida que era importante.

-Kumi-san, llame a Shin-chan -le dijo a la enfermera que estaba junto a él y vio todo-, síganme por aquí -los guio a un box privado y les indicó que acostaran a la niña en la camilla.

Midorima entró en la habitación y pidió explicaciones sólo con la mirada.

-Ayer estaba bien, pero hoy antes de prepararnos para salir dijo que se sentía mal y y estaba con mucha fiebre, luego vomitó y preferimos traerla.

-Hicieron bien, anda un virus muy fuerte por la zona y los mejor es saber a tiempo que es para prevenir que pase a mayores.

Daiki y Taiga se mantuvieron a un lado mientras Midorima y Takao hacían su trabajo, después de un rato Midorima se volteó hacia ellos.

-Sakura está bien, la llevarán a casa y le darán el medicamento que Kazunari les está prescribiendo. Manténganla muy hidratada y fresca, ya mañana estará como nueva, pero no dejen de darle el tratamiento de una semana, para evitar que el virus vuelva con más fuerza.

-Muchas gracias -dijo Aomine, mientras veía a Taiga tomar a su bebé en brazos nuevamente.

-Mañana que no vaya a clases y lleven este papel -dijo el Takao entregándoles la receta y un permiso de reposo para la niña.

-Bien, muchas gracias -dijo Taiga ya en la entrada con Sakura medio dormida en brazos, seguía con fiebre, pero la primera dosis de medicamento que le dio Kazunari la había aliviado un poco.

Llegaron a la casa y Aomine tomó el teléfono para llamar a su jefe y avisarle que no iría esos dos días a trabajar.

-Se quedó dormida en nuestra cama, limpiaré su habitación para luego trasladarla en la tarde.

-Limpia, pero no la cambies, así nos quedamos con ella en la noche.

-Bien… llamaré a la oficina primero.

-Bueno- no iba a ser idiota y decirle a Taiga que fuera a trabajar, él mismo se molestaría si su esposo se lo dijera, en este instante lo principal era cuidar de su princesa.

Fin