No cometerás actos impuros.

Resumen: Harry sabía que Draco era un tanto pervertido, pero esto… era demasiado.

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-Draco… detente.

Harry trataba de acallar los gemidos que querían escapar de su garganta.

-Dijiste que esta noche serías completamente mío -le dijo al oído, mientras se restregaba contra su parte trasera.

-Alguien… Oh… puede venir –dijo mordiéndose el dorso de la mano, no quería, además, dejar salir sonidos vergonzosos.

-Eso es lo mejor, ¿Verdad?

El moreno se tuvo que morder los labios para no gritar.

El idiota de su amante le estaba penetrando en medio de las escaleras que llevaban a la torre de Gryffindor.

Le había dicho que detuviera sus manos cuando estaban en clases de Transformaciones y terminó prometiéndole un buen rato antes de volver a su torre. Lo que no tomó en cuenta es que Draco Malfoy se cobraba todas y cada una de las deudas que le debían.

Lo arrinconó en la subida de las escaleras y le dijo muy secamente que se lo iba a tirar hasta que los cuadros se desmayaran.

Las cartas estaban tiradas y ahora gemía entre cada embestida certera que le daba su amante.

-Te gusta, Harry -le dijo mordiendo su oído- te gusta que me entierre en tu cuerpo, que te joda como quiera…

-Oh, cállate y sigue.

Draco congrio de lado.

Por mucho que todo el mundo lo catalogara de degenerado, él sabía que la gente no conocía a su amante tan bien como lo conocía él.

Harry era demasiado astuto para los demás. Lograba hacer que se prendiera en cualquier situación, lugar u hora.

No paró de embestirlo hasta que no se hubo derramado en su interior por tercera vez, dejando el cuerpo desmadejado de Harry, que jadeaba tomando aire.

-Eres un…

No era capaz de decir nada.

Sabían que tendrían problemas y que sus tutores serían informados de esto, pero nada les importaba. Sólo les quedaba ese año en Hogwarts y en la mente de ambos estaba el no dejar ni un lugar del castillo sin su marca.

.-Fin-.