Frío. Mi camiseta se empapó del helor de la ventana, al apoyarme contra ella. Aún así no me aparté, debía de ser masoca.
La ventana, él... como siguiese así acabaría convertida en la Reina de Hielo. Bueno, tampoco iba mal encaminada, sino, no estaría como estoy.
Cerré los ojos, y al contacto, me vino esa imagen. Siempre esa imagen. Iba a volverme loca.
Nunca pensé que doliera el amor así
Cuando se entierra en medio de un no y un sí.
Él, cómo no, siempre era él. Su forma de caminar, cómo se pasa la mano por el pelo, cómo sonríe... incluso esa puñetera arrogancia que desprende con cada movimiento que da. Claro que al instante siguiente también cruzaron por mi mente su jueguecito de distracción, así es como le gusta llamarlo a él. Las imágenes de Draco y Pansy Parkinson en el gran comedor, en las clases o en los entrenamientos de quidditch, me hacían hervir la sangre.
Es un día ella y otro día yo
Me estás dejando sin corazón
y cero de razón
Subí las piernas a la mesa dónde estaba sentada, las abracé y escondí la cabeza entre ellas, intentando controlar el cúmulo de sentimientos que la inundaban en ese momento, lo dicho, me estaba volviendo loca y no me sentía segura de nada.
Ay, te aviso te anuncio que hoy renuncio
A tus negocios sucios
Ya sabes que estoy de ti vacunada
A prueba de patadas
Por ti me quedé como Mona Lisa
Sin llanto y sin sonrisa
Que el cielo y tu madre cuiden de ti
Me voy, será mejor así
- Se terminó-susurré, para mi misma. Había tomado una decisión y no me pensaba echar atrás, ya no podía soportar más sus cambios de humor. Un día me hacía sentir única, podíamos estar horas abrazándonos, besándonos y al otro, ni siquiera me miraba, como si fuese un insignificante mosquito. Lo peor es que me estaba acostumbrando, en este punto no sabía si reír o llorar pero, extrañamente, me sentía tan dolida y triste, que el vacío que ocupaba todo mi ser no me dejaba ni respirar, mucho menos reír o llorar.
Sé que olvidarte no es asunto sencillo
Te me clavaste en el cuerpo como un cuchillo
Pero todo lo que entra ha de salir
Y los que están tendrán que partir
Empezando por mi
Sabía que iba a sufrir pero yo ya no podía seguir así. Y nunca había sentido algo tan intenso por nadie, mi corazón se estrujó un poco más. ¡Merlín! era como un puñal clavado en mi corazón y no exageraba, por eso debía de acabar con todo esto, antes de que acabase conmigo, para lo que no faltaba mucho.
Ay, te aviso y te anuncio que hoy renuncio
A tus negocios sucios
Ya sabes que estoy de ti vacunada
A prueba de patadas
Por ti me quedé como Mona Lisa
Sin llanto y sin sonrisa
Que el Cielo y tu madre cuiden de ti
Me voy, será mejor así.
Alcé la cabeza y la apoyé contra el cristal de la ventana, abrí los ojos y miré a mi alrededor, todo estaba oscuro y en silencio, respiré hondo y me limpié la humedad de mis pestañas. Miré el reloj de mi muñeca, eran las 8 en punto, por lo que no debía de tardar mucho en llegar. No me dio tiempo a terminar de pensarlo cuándo comencé a escuchar sus pasos al otro lado de la puerta, su forma de caminar era inconfundible, como todo en él. Respiré hondo y endurecí mi expresión. Mi corazón latía a mil por hora y por un segundo pensé en que a lo mejor esta decisión era demasiado drástica, el no volver a acercarme a él.
- ¿Pero qué digo? no voy a ser otra de sus muñecas de usar y tirar.- Recapacité para mi.
La puerta se abrió y lo vi. Tan deslumbrante como siempre. Casi no pude controlar el impulso de besarlo; su pelo rubio revuelto, sus ojos grises, centellearon, y su delicioso cuerpo...
Tal vez tú no eras ese para mi
No sé cómo se puede ya vivir
Queriendo así
Mi cuerpo se engarrotó mientras me permitía disfrutar de las vistas por última vez. Suspiré y bajé de la mesa, estaba sonriendo de lado, nos miramos a los ojos mientras se acercaba, se paró a unos centímetros de mi cuerpo, apoyó su frente contra la mía y me rodeó la cintura con un brazo, mientras me comenzaba a acariciar el cuello con la otra, lentamente fue acercando sus labios a los míos, hasta que por fin nos fundimos en un beso lento y suave, yo comencé a subir mis brazos para acariciar su piel.
Cuando nos separamos volví a respirar, y la nueva tanda de oxigeno me hizo abrir los ojos y recapacitar. Me separé de él, respiré y alcé la mirada, vi su expresión de desconcierto.
- Se terminó.- le susurré, mirándolo a los ojos. Lo rodeé y salí de esa aula.
Es tan patético, neurótico, satírico y sicótico
Tu no lo ves
El tango no es de tres
Voy planeando escapar y me sale al revés
Pero voy a intentarlo, una y otra vez, ¡voy!
Me encanimé por el pasillo con la cabeza bien alta, pero con una extraña sensación en el pecho y me zumbaban los oídos. De pronto, una mano tiró de mi muñeca haciéndome girar, era él. Tiró de mi con tanta fuerza que, sino llega a ser por que me agarró por los hombros, hubiese caído de bruces contra el suelo. Le miré a los ojos, podía presentir que se avecinaba tormenta. Su cara era una mascara de hielo a juego con sus ojos.
- ¿Qué has querido decir con eso?- su voz era áspera y mantenía las mandíbulas apretadas con fuerza. Yo me tomé mi tiempo para intentar que mi pulso fuese a una velocidad más o menos decente.
- Contéstame- dijo clavándome los dedos con más fuerza en los hombros.
- Ya no aguanto más tu rollito de distracción con Parkinson, ni tus cambios de humor, ni... - ¡lo que siento por ti!, grité en mi cabeza.- Ya no quiero seguir con esto. No confío en ti.-noté como sus dedos se engarrotaban y poco a poco dejó de ejercer presión.
- Bien - dijo con las mandíbulas apretadas y la mascara de hielo todavía puesta. Sus brazos me soltaron, se dio media vuelta y se fue. Yo lo observé desaparecer al girar el pasillo, los ojos se me llenaron de lágrimas que no pude contener, me apoyé contra la pared y me dejé escurrir hasta el suelo.
