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Author: Alemar107
Rated: M - Spanish - General/Romance - Reviews: 113 - Published: 05-11-09 - Updated: 07-05-09
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Encuentros y desencuentros
Capítulo 1
CARAMELITO
Hermione acababa despertarse, se encontraba acostada, mirando el blanco techo de la habitación. En cinco días tendría que volver.
Hacía más de una año y medio que se había ido, el ministerio, haciendo uso de su fama y facilidad para los idiomas la encomendó a ese trabajo en la otra parte del mundo.
Debió mudarse, nada más ni nada menos que a Argentina, era un país maravilloso, totalmente diferente y del cual tenía muy gratos recuerdos.
La gente era sumamente amable y cálida. Al recordar a las personas que había conocido giró la cabeza y observó a Daniel dormido.
Él era uno de los mejores exponentes Argentinos, era guapísimo, simpático, inteligente y confiado. ¿Cómo le decían allí? ¡Ah, si! Canchero. Era canchero, pero también era cálido y apasionado y en menos de tres meses de estar allí comenzaron una extraña relación que ambos sabían, no tenía futuro.
No le costó congeniar con él y debía reconocer que era un amante fabuloso, por supuesto que ella ya no era virgen; había perdido su virginidad hacía mucho tiempo, con una persona que quería mucho, con la cual se encandiló hasta descubrir que su corazón le pertenecía a otro; a aquel con el cual sólo compartió peleas y un apasionado beso que jamás se repitió; pero con tan sólo recordarlo le hacía erizar la piel y sentir mucho más de lo que había sentido, no sólo esa primera y única vez, sino todas las veces que estuvo íntimamente con Daniel.
Suspiró, quisiera que no fuese así, pero ella estaba, lamentablemente, enamorada de otro.
Se levantó y cubrió con su bata, de repente sintió que tiraban de la prenda despojándola de ella y dejándola desnuda. Volteó para ver a Daniel, sonriéndole con ese gesto pícaro.
- ¿Qué se supone que haces?- Le preguntaba intentando recuperar la ropa infructuosamente.
- Me gusta verte desnuda - Declaró el chico sentándose en la cama y acomodándose los cabellos castaños.
- Sabes que me incomoda.
- No entiendo por qué, caramelito- Hermione sonrió, ese apodo siempre le supuso demasiado dulce, tan propio de él que levantando una ceja, ahora la miraba con sus enormes ojos negros - ¿Qué? Le preguntó Si sos un caramelo de dulce de leche.
- Voy a extrañar mucho el dulce de leche - Decía ella.
- ¿Y a mi no? - Daniel se cruzaba de brazos en un gesto de fingido enojo.
- ¿A ti también? - La castaña contestaba, tirándose en la cama y dándole un beso que fue rápidamente correspondido.
- Entonces quedate, no te vayas.
- Debo irme, mi trabajo aquí terminó, varios meses atrás.
- Siempre podemos encontrar algo más - Declaraba él intentando convencerla.
- Es la boda de Harry y Ginny, no puedo fallarles.
- ¿Tienes que volver? ¿Quieres volver? - Hermione no contestó, por su mente solo se presentaba la figura de Ron, Daniel sonrió - Me había olvidado; todavía lo amás, mirá que sos increíble.
- ¿Por qué?
- Seguís enamorada de alguien que - Pero el chico hizo silencio, le dio otro beso y se levantó colocándose los calzoncillos que Hermione hizo desaparecer y él la miró sonriente.
- A mi también me gusta verte desnudo.
- A diferencia tuya, yo no tengo problema - Y Daniel se paseó por la habitación, tal como Dios lo trajo al mundo - Me vas a extrañar - Bromeaba dirigiéndose al baño, cuando entró, Hermione escuchó la ducha correr y volvió a tenderse en el lecho.
Era cierto, lo iba a extrañar, Daniel era genial, lamentaba con todo el alma no estar enamorada de él, lo quería, de eso no había dudas, pero su corazón continuaba perteneciendo a Ronald Billius Weasley.
Recordó que fue su silencio lo que la motivó a marcharse.
Aprovechó la oportunidad de irse, porque él no daba señales de decidirse a comenzar una relación con ella, y ella tenía su orgullo, no iba a permitirle que jugara con sus sentimientos si él no le correspondía así que estuvo muy feliz de poder huir.
Lo que más le dolió era que él no hizo nada por detenerla y nunca, en ninguna de sus escasas cartas le decía algo significativo.
Sabía por Harry y Ginny que luego de casarse George con Angelina comenzó su carrera de auror y pronto se recibió comenzando a trabajar en el ministerio, y que era excelente.
Ahora ella regresaría y de seguro se lo cruzaría en el trabajo a diario.
¡Qué tonterías decía! Se lo cruzaría antes de tiempo.
El casamiento de Harry y Ginny sería una prueba de fuego.
Debía volver, de lo contrario Harry la apresaría y luego Ginny la mataría como a un vil mortífago, era la madrina del casamiento y no podía fallarles, pero de seguro que si no fuera por ello demoraría aún más su vuelta.
Unas gotas de agua en su rostro la sacaron de sus pensamientos, Daniel estaba sacudiendo sus cabellos para despertarla de sus pensamientos, con un movimiento de varita hizo aparecer una bandeja con el desayuno.
- Disculpa, olvidé de traerlo yo.
- No hacía falta. ¿Pensando en Inglaterra? - el chico le dio énfasis a la última palabra, ella rápidamente captó el doble mensaje.
- Si - Suspiró - Y tengo miedo.
- ¿Miedo?
- De ya no encajar.
- No digas pavadas ¿Quién en su sano juicio te rechazaría? - Ella se levantó de hombros - Mirá si no te ubicás, te volves, acá te vamos a recibir con los brazos abiertos.
- Gracias Daniel.
- es una lástima- declaraba él
- ¿Qué?
- Que no sean mis brazos los que quieres abiertos esperándote.
- Por favor
-Ya lo sé, ya lo sé la interrumpía él Nunca mentiste, fui yo el mentiroso.
- ¿Por qué?
- porque acepté esta relación casual, pero no pude evitar enamorarme; él que no cumplió fui yo - Hermione lo tomó de la mano.
- No sé que decir.
- No digas nada. Pero si ese tarado pelirrojo te lastima, te venís y te quedás conmigo.
- Cómo me odio por no poder - Hizo una pausa - quedarme.
- No te lamentes, vos fuiste fiel a tus sentimientos, nunca jugaste conmigo, desde el principio me dejaste bien en claro que estabas enamorada de otro, y yo lo acepté.
- Yo te quiero - Le declaraba acariciando su mejilla, él se la detuvo y besó la palma de la mano.
- Si, no lo dudo. Pero también sé que una mujer como vos no puede estar toda la vida con un hombre al que no ame, y ese no soy yo. Tal vez nadie lo sepa, o si, pero a pesar de esa coraza de sabiduría y eficacia, eres todo corazón. Así que ya sabés, si sufrís, te venís y yo te envuelvo en mis brazos ¿Si, caramelito? - Ella asintió, comenzaron a desayunar, Daniel se había convertido en una ayuda fundamental y se odiaba de no poder entregarle su corazón.
¿Qué estaría haciendo el dueño del mismo?
