Atracción magnética
Resumen: Fue como un repentino trueno en mitad del silencio, fuerte y ensordecedor. Atrayente, como la miel para los osos y encantador. Se sintió como un metal siendo atraído por la onda magnética de un poderoso imán y completamente a su merced.
En mitad del alboroto, mientras Shaw y los suyos querían escaparse y le cegaban los poderes para que no hiciese nada lo sintió. Algo se alzó por encima de todo y chocó contra su mente, con fuerza e ímpetu.
Se estremeció al sentir la fuerza de esa mente, tan magnética que le atrajo sin siquiera quererlo. Y no era solo que rezumbase de fuerza, dolor e ira, sino porque había algo (que no sabía que era) que le obligaba a mirar más a esa mente, a sentirla.
Y el sentimiento era tal que antes de darse cuenta ya gritaba y corría por la cubierta para que alguien socorriese al dueño de esa mente. Corría a toda velocidad y, aunque sabía que no debía (pues era impropio para un caballero), ojeo la mente, solo un poco, solo quería su nombre…
Saltó al agua, y esta no tardó en rodearle con brazos fríos y asfixiantes que clamaban para aferrarle entre sus fauces húmedas. Se centró en lo que quería hacer y la magnética mente se abrió para él.
Sintió el dolor y la ansiedad, la tristeza y el lejano recuerdo de la felicidad, el sufrimiento y el irracional e imparable magnetismo de la mente de Erick atrayendo a la suya.
Agarró con fuerza el cuerpo del polaco, y este notó al fin su presencia. Sintió sus músculos en tensión, el tenue calor que desprendía su piel pese al frío que les rodeaba… Estuvo apunto de perder el aire de sus pulmones y no supo por que (decidió achacárselo al salto tan impulsivo que había dado y no al hecho de que había ocurrido mientras lo tocaba).
Consiguió calmarlo, y convencerlo de que soltase el submarino y emergieron del agua al fin. Recibió con mucho agrado el aire en sus pulmones, y tras ello miró al hombre frente a si, con una leve ansiedad en su estomago.
Se perdió durante unos instantes en sus curiosos ojos, que eran verdes con tintes azules. Se sintió fascinado por ellos (en menor medida que por su mente, por supuesto) y por ello tardó en responder al torrente de preguntas.
Al final se calmó y Charles le dedicó su más sincera sonrisa de felicidad, una muy grande pues estaba realmente feliz de estar junto al dueño de la magnética mente que le había hecho saltar al mar Atlántico.
-Fin.-
