Ella se abrazó fuertemente a la almohada de su cama. No llevaba ni un minuto desde que había despertado de una pesadilla. Flashes de oscuridad, un asesino, sangre. No podía quitárselo de la cabeza. Su llanto se escuchaba por toda la habitación. Qué importaba si las personas de los otros cuartos la oían. Eso era lo que menos le preocupaba ahora. Estaba temblando, no solo de miedo; gracias a sus pesadillas, aun podía sentir el hielo de las montañas internándose en ella, clavándose como diminutas agujas por todo su cuerpo. Era horroroso. Despertar no ayudaba mucho. Despertar significaba hacer frente a la realidad... Despertar significaba estar sola.

Por mucho que quería estar recostada en su cama todo el día. Tenía que levantarse e ir a la consulta del Dr. Hill. El psiquiatra había insistido en hacerse cargo de cada uno de ellos luego de la experiencia traumática que habían vivido los adolescentes. Su historia se había difundido por casi todo el país, e incluso a lugares internacionales; ya eran prácticamente estrellas de internet, después de todo, la explosión de la cabaña no acabó con los registros de las grabaciones que Josh tenía en el sótano ya que ese lugar se mantuvo intacto, y por supuesto, alguien logró filtrarlo de los archivos de la policía. Todo esto hacia la situación más estresante para cada uno. Cuando vives algo así solo quieres estar sola e intentar recuperarte, pero si estas constantemente siendo acosada por quienes vieron los videos, no podrás encontrar nunca la paz, mucho menos tratar de olvidar. Para desgracia de Ashley, la mayoría de las grabaciones eran de ella, Sam y Chris. Puntos en contra si se trataba de mejorar su condición. Era increíble la rapidez con la que todo se supo.

"7 jóvenes sobrevivientes de una pesadilla de película en Blackwood Pines" Ese era el principal encabezado de las noticias tras su rescate hace ya casi un mes. La misma cantidad de tiempo en que ella había decidido desconectarse del resto del mundo, o al menos lo intentaba. Solo salía de su apartamento para ir a la consulta o buscar algo para comer durante la semana, aunque siempre con el temor de ser abordada por curiosos que querían conocer su historia de primera mano.

Con cansancio salió de la cama, sosteniendo el lado derecho de su abdomen. Luego de la explosión de la cabaña, todos fueron impulsados lejos y ella cayó justo sobre una roca, lo que le produjo una herida que dolía cada vez que hacían presión sobre ella o si se agitaba mucho al caminar. Con una de sus manos se secó las lágrimas y se fue en dirección al baño. Cada paso que daba era un horror. Aparte del dolor de su costado, numerosos dolores musculares la azotaban aún. El desgaste físico y emocional la estaba matando.

No tardó mucho en estar lista. Tomó su bolso y se apresuró a la salida, no sin antes detenerse en frente de la puerta y dar un gran suspiro, estaba asustada. No quería salir, pero tenía que. Su confianza en los demás se había desvanecido. Cualquiera que la mirara por más de 4 segundos y ella ya se encontraba hiperventilando o corriendo asustada de vuelta a su apartamento. Su "Estrés Post-Traumático" como lo había indicado el Dr. Hill, duraría como mínimo un año antes de mostrar signos de recuperación, y al parecer a ella le habían afectado un poco más que al resto de sus amigos debido a su poca capacidad para soportar este tipo de presiones, lo cual se demostró en su histeria y llanto que mantuvo constante aquella noche. Y ella se sentía estúpida por eso.

Abrió la puerta y salió, no había nadie en los pasillos, así que pensó que estaría tranquila. Llegó al piso principal donde miró su reloj de mano, las 10:34 a.m

Iba bien con el tiempo hasta ahora. Ashley tomó la decisión de no volver a usar su teléfono, recibía cientos de llamadas de los chicos, entre ellos Sam, Mike, Matt y principalmente Chris, sabía que estaban preocupados, pero necesitaba su tiempo. No podía verlos, recordaría todo y eso no acabaría muy bien.

Después de mirar la puerta que daba hacía la calle por varios minutos, por fin decide salir del edificio.

Cuando llega al consultorio del doctor Hill en el centro de la ciudad, ve cómo el cielo comienza nublarse poco a poco, las amenazantes nubes indicaban que pronto llovería. Ashley se maldijo por no haber traído un paraguas consigo misma. Entró al lugar sin antes sentir unas pequeñas gotas caer en su cara. Definitivamente llovería.

Dentro de su oficina, el doctor Hill tenía diversos libros apilados en estanterías enormes. Junto a ellas, ventanas de igual tamaño daban una clara visión al exterior.

- Dime... Ashley, ¿Cómo te estas sintiendo últimamente? - La voz del Doctor le daba escalofríos.

Ella lo miró asustada, no le agradaba la idea de sentirse tan observada y analizada por este hombre.

- Su...supongo que me...mejor...

El doctor asintió y anotó algo en su libreta, moviéndose de un lado a otro en su asiento. Luego la volvió a mirar.

- ¿Aun tienes algún tipo de pesadilla o recuerdo?

- Eh... yo - Ashley tragó para aclarar su voz- yo... bueno...

- ¿Aún no ha cambiado eso no?

Ella asintió con la cabeza. La vista la mantuvo baja, por sobre sus manos, las cuales estaban apoyadas en sus piernas.

- ¿De qué tratan tus pesadillas? - El doctor se enderezó en su asiento preparándose para escribir todo lo que ella dijera.

Ashley lo pensó por un momento, tenía pocas ganas de hablar respecto a eso.

- No tengo pesadillas... - mintió, esta excusa era nueva.

Él la miró sin expresión. Esperando que reaccionara de alguna manera diferente, ella trató de arreglar la situación.

- Bueno, no... no son pesadillas ya... ya que prácticamente no duermo... es más, recuerdos o... mejor dicho mi... imaginación, que decide ir por su cuenta cuando no... no tengo nada con qué distraerme.

- Ya veo - más anotaciones- ¿Tienes problemas para dormir?

Ella asiente lentamente, al menos eso es verdad.

- ¿Has tenido contacto alguno con tus amigos?

Esta pregunta repentina la pilla desprevenida. Sus ojos de tornan algo vacíos y oscuros, mirando sus manos, decide guardar silencio.

- Tomaré eso como un "no". - Concluye el Dr. Hill.

La verdad es que ella si había tenido contacto con los chicos, la semana siguiente al incidente de la montaña. Ella había tenido una pequeña charla con Chris... Bueno, quizá no tan pequeña. Una vez que salieron del hospital. Chris le había propuesto a Ashley que ella se quedara con él en su casa.

- Solo es para estar seguros... ya sabes - Dijo Chris.

Ashley aceptó, ilusionada con la idea de pasar un buen rato con Chris y olvidarse de todo. Ella no tardó en ir a buscar sus cosas a su apartamento. Chris vivía con su padre, ya que su madre había muerto cuando él era un niño muy pequeño. En cambio Ashley estaba viviendo sola, sus padres se encontraban viajando por trabajo y como allí estaban sus amigos y el instituto, decidió quedarse en la ciudad, pero en su propio apartamento, que solía pagar con los trabajos que realizaba luego de clases y con aportes enviados por sus padres.

Una vez que llegaron a la casa de Chris, era muy tarde. Él abrió la puerta de entrada y dedujo que su padre no había llegado aún, se agachó para recoger las cosas de Ashley, dándole espacio para que entrara primero. Ella entendió el mensaje y se apresuró a dar un paso e internarse en la casa, pero una vez que lo intentó, sintió como si nunca lo hubiera hecho; y claro lo hizo más de una vez, pasaba tardes enteras allí. Pero ahora era diferente. Se sentía pequeña, engullida por la casa que hasta el momento estaba completamente a oscuras, sentía que había muchas habitaciones y paredes cerradas, lugares perfectos para que alguien se ocultara detrás dispuesto a atacarlos.

Su respiración se hacía cada vez más rápida e irregular.

No quería entrar.

Chris se dio cuenta de esto.

Dejó las cosas sobre el suelo y se acercó a ella.