Hawks se había propuesto algo muy interesante aunque no del todo impresionante, y eso sería molestar al gran héroe número uno, Endeavor.
¿Qué mejor manera de hacerlo que usando de medio a su hija, Fuyumi Todoroki?
La joven maestra de primaria, con el corazón más amable y la sonrisa más dulce, junto con una paciencia digna de Dios; sería un excelente blanco.
Lástima que la propuesta no salga tan fácil como desea. Porque al final, las alas de hielo se oyen hermosamente imposibles.
Todo profesional heroico que conozca a Hawks, sabe que el joven siempre se la pasa retando a la muerte. No sólo porque era rápido en todo y que la velocidad a veces era peligroso, sino que en ciertas ocasiones, una de esas partes molestas de él que casi todos conocen, es una verdaderamente suicida.
Porque definitivamente molestar a Endeavor podría considerarse el querer quedarte sin vida cuanto antes. O eso pensaban los demás héroes.
Hawks no. Hawks veía divertido y entretenido el jugarse la integridad con el héroe de las llamas. Era su distracción de algunas de sus aburridas responsabilidades, y no haría caso a ninguna advertencia. Porque no le importa, primero que nada, y porque no ve nada realmente peligroso, como segundo.
Y es cuando la ve. A la hija del gran Endeavor. No la conoce realmente, jamás ha llegado a hablar con ella en realidad, sólo la ha visto en una fotografía en algún archivo acerca del héroe número uno y leído su expediente. No iba a ir más que eso, sería idiota y no tenía tanto tiempo.
Aunque admitiría firmemente que, una vez al conocerla, perder el tiempo a su lado sería lo más genial que le hubiese ocurrido.
—Mm... Tengo una pregunta, maestra.
—¿Ah, sí? ¿De qué se trata?
—Si tuviéramos un hijo, ¿qué Quirk crees que tendría?
Ella sólo puede mirarlo, sin creer lo que le ha escuchado decir.
