Hola amigos, soy Placeba y he vuelto por estos lugares. Se que ha sido bastante tiempo, pero me sirvió para crecer como persona, aprender a ser madre (cosa que sigo en un infinito proceso) y experimentar la vida y sus múltiples caminos. Estoy más grande, un poco menos inmadura y con la mente más abierta. En fin, esta historia estaba ya escrita, o más bien subida. Yo la tomé nuevamente y la estoy re-editando, continuando y mimando. Confieso que es algo que he querido desarrollar desde que empecé e inicié el fandom de HP. Bueno, aquí me embarco en esta nueva aventura. A disfrutar y ojalá le den una oportunidad. Quizá escriba lo típico, sin embargo, no quiero recaer en lo típico amigos. Nos leemos pronto porqué mi idea es actualizar lo más pronto posible.
Los invito a leer :)
Placeba.
ANTES DEL AMANECER
Prólogo
El silencio que circunda las frías paredes es perturbador, casi como la premonición de que algo malo iba a suceder, sin embargo, la solitaria sombra transita raudamente obviando aquel detalle.
Bajo la capa negra, los ojos analíticos de Hermione Granger buscan encontrar el camino idóneo para llegar a su destino. Tenía que cuidarse de los guardias nocturnos que merodeaban los pasadizos intrínsecos del Ministerio de la Magia. Que la encontraran, tomando en cuenta que es una de las personas más indeseables gracias a los altos cargos del gobierno imperante, no era una opción para Hermione. Sabía de antemano dónde iba a parar y que le iba a suceder poniéndose en el peor de los casos.
Si bien era una locura el acto que estaba cometiendo, la muchacha y los demás miembros de la Orden del Fénix, o quienes quedaban vivos, sabían que aquella misión no podía dilatarse aún más. Hermione era la única del grupo que había estado allí antes, y para nadie era indiferente que ella estaba más que preparada para enfrentarse a cualquier eventualidad.
Por otra parte, ella se había ofrecido sin dejar el chance a nadie más, pero lo que nadie sabía era que ella no quería poner en riesgo a ningún otro miembro de la Orden. Prefería ir ella como carne de cañón. De todas maneras, Hermione tenía fé y confianza en sus aptitudes, o eso se esforzaba por creer.
Se detuvo en una esquina y su espalda chocó con la pared de piedra, esperando. Hacía su derecha venía un hombre con varita en alto caminando despreocupadamente hacía su dirección. Como Hermione no quería llamar ni la más mínima atención dejó que éste pasará de largo. Suspiró tratando de botar un poco de ansiedad, había tenido los dientes apretados de pura expectación a un ataque.
Sin más contratiempos, se escabulló entre el siguiente pasillo hasta llegar a una gran puerta de lozas doradas y brillantes. La oficina de Dolores Umbridge estaba al otro lado siendo el único lugar dónde se había visto, gracias a los infiltrados de la Orden en el ministerio, el guardapelo de Salazar Slytherin. Era imperioso destruirlo en su totalidad, Hermione y los demás ya conocían la existencia de los Horrocruxes.
Su mirada café analizó rápidamente todo su alrededor antes de alzar la varita. Viendo que no había moros en costa, Hermione se dispuso a descubrir los cuatro hechizos potentes que impedían el paso a personas ajenas. A los pocos minutos, y con algo de dificultad al ser de procedencia oscura, la bruja logró ⍣contrarrestar la densa magia de Dolores dejando la entrada desprotegida, lo más prolijamente posible para no alertar a los guardias.
Una vez adentro, la visión de Hermione se tiñó del excéntrico tono rosa que desde antaño caracterizaba a la vieja mujer, provocandole una mueca de disgusto. Los tétricos felinos, dueños de cada espacio vacío en la estancia, comenzaron a maullar fieramente, evidenciando al intruso. Hermione se tensó, era un sonido agudo, casi al borde de la histeria, pero más le preocupaba que esto traspasará las paredes y la ponga en descubierto.
—Malditos gatos —masculló entre dientes cuidando de que su capa le siga cubriendo el rostro. Obvió que alguna vez tuvo un felino al que amo con locura.
Ahora sólo quedaba encontrar el guardapelo entre los múltiples objetos estrafalarios y aquellos feos animales que atiborraban esa espaciosa oficina, digna de una mujer que ahora ocupaba un cargo importante dado su compromiso con una causa que, para pesar de Hermione, estaba contaminando la política, la sociedad y la cultura del Londres Mágico.
