Sono stati due principi
Capitulo 1
"Sálvame del horror"
Lalala- Pensamiento, pasado, presente o futuro.
[Lalala]-[Opinión personal]
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Hace ya tiempo, tuvo lugar la tan famosa revolución francesa e industrial. Pero entre estos tiempos, hubo fuertes gobernantes que no admitían a ninguna persona del pueblo que se opusiera a sus demandas. Con este criterio, miles y miles de personas, murieron de las formas más crueles y despiadadas. A esta época se la llamó: Época del terror. Justamente en Francia, en un pueblo regido por un gran rey, transcurre esta historia.
-¡Corran, corran! ¡Rápido! –les mostraba la dirección mientras corroboraba que no hubiese nadie alli- no quedó nadie... bien –y corrió también-
Aquella muchacha de pelo largo, castaño claro, pero algo dañado, tenia que sostenerse el vestido sencillo y sucio para poder correr. Corría lo más rápido que podía, alejándose de su hogar, que era destruido y quemado por aquellos verdugos que los perseguían. Sus claros ojos contaban una y otra vez a su familia, quien corría delante de ella. Técnicamente eran todos amigos y vecinos, pero eran familia igual.
-¡Mariam! ¡Corre más rápido! ¡Nos alcanzaran! –uno de ellos volteó-
-No escaparan –un grupo de verdugos estaban parados frente a ellos-
-¡Demonios! –todos frenaron, y trataron de huir, pero estaban rodeados- Quédense juntos...-
-Ahora tendrán que pagar por oponerse a las ordenes del rey –sacando cadenas- tienen las horas contadas –rieron macabramente-
-¡Jamás seguiremos las absurdas ordenes de su rey! –gritó la muchacha, parada frente a sus compañeros-
-¿Cómo has dicho niñita? –un verdugo se acercó a ella-
-¡Mariam!-
-Que no seguiremos órdenes de ningún rey idiota como el suyo-
-¡Silencio plebeya! –y con un solo golpe la dejó tendida en el piso-
-¡Mariam! ¡Niña Mariam! –algunas trataron de acercarse pero los verdugos comenzaron a apresarlos-
-Ahora aprenderán lo que es ser plebeyo...-arrastrándolos a todos con cadenas al cuello y manos-
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Se despertó gracias a las voces apagadas de sus compañeros de celda, que estaban tan o mas lastimados que ella. Le ofrecieron abanicarla, ya que era lo único que podían darle en aquella oscura y húmeda jaula donde los tenían. Pero se negó a hacerlos trabajar. Con una simple sonrisa agradeció, de todos modos, una mala cara era lo ultimo que quería darles a aquellas personas que tanto quería.
Entonces escucharon los pasos pesados de aquellos verdugos y se estremecieron. Al llegar los hombres, vestidos con túnicas negras y algo rotosas, algunos comenzaron a llorar y a negar con la cabeza. Mientras estos abrían la puerta e insultaban a los plebeyos, Mariam pudo notar que sus armas y hachas estaban muy llenas de sangre, que caía de a gotas en el suelo.
-No por favor –lloraba una mujer con sus pequeños cuatro hijos abrazados- a ellos no... por favor-
-No se preocupe señora –arrastró a un niño del cabello- usted no los verá morir-
-¿¡Cual es tu problema! –la joven tomó al niño y lo abrazó, sin dejar de mirar al verdugo, que reía macabro- ¿No tienen alma?-
-No, te equivocas, ustedes son el problema-
-Pero despreocúpense, pronto ya no lo serán-
Ellos los empujaban mientras reían y se burlaban de los condenados. Por un pasillo, los conducían a lo que parecía un lugar fuera del calabozo, donde otras personas observaban las ejecuciones y participaban de ellas. El ambiente se volvió de llanto y dolor inexplicable, cuando el primero de ellos fue asesinado. La joven ojiceleste trataba de no pensar en aquello, de no escuchar los gritos desesperados, la gente reír, los niños y padres llorar, aunque que ella ni siquiera pudiese evitarlo. Entonces, alguien más llegó detrás de ella.
-No te des vuelta, vengo a ayudarlos-
-¿Qui-quien eres? –sin entender como podía hacer algo-
-Shi shi shi...soy el príncipe, diles que te sigan en completo silencio –y volteó para comenzar a salir de alli-
Mariam no lo dudó, simplemente fue pasando la información mientras el único verdugo que los cuidaba se entretenía con la sangre derramada del otro lado de la puerta destrozada y vieja. Pero entonces, el asesino se dio vuelta, y les gritó a sus compañeros que los plebeyos escapaban. Inmediatamente, La figura que corría delante de la muchacha volteó y la tomó de la muñeca, para luego correr más rápido. Ella les gritaba que corrieran y corrieran.
Pero mas verdugos comenzaron a salir de todas partes, y aunque ellos se esforzaban, comenzaron a atraparlos. Se desesperó al ver como los tomaban del cuello o simplemente los arrastraban con el rostro en el suelo, y los golpeaban en el camino. Pero aun seguía corriendo, ya que otros verdugos los perseguían.
-¡Detente! ¡Tengo que ayudarlos! –pero el príncipe no contestaba, solo corría, sujetándola-
Pero entonces doblaron un par de veces, por unos pasillos extraños, y perdieron a los verdugos. Luego de correr un poco más, llegaron a un lugar lleno de plantas y verde, muy acomodado y limpio. Por fin pudo tomar aire y recuperarse. Aquel joven también lo hizo, y ella se sorprendió cuando trató de comparar a un príncipe con él. No creía que un príncipe se vistiera asi para ir a rescatar a uno de los tantos grupos que iban a ser asesinados, como lamentablemente era costumbre. Lo miraba usar esa capa tan asquerosamente sucia que se había puesto, debía tener una buena razón para hacer aquello.
-¿Por qué me salvaste? –algo tímida- Se que no fuiste por todos, un príncipe no hace eso-
-Shi shi shi, eres inteligente, no me he equivocado –quitándose la capucha, dejando al descubierto aquel pelo que le cubría los ojos, de un color rubio intenso, algo largo y revuelto- vi algo distinto en ti y decidí salvarte-
-¿Ver algo en mi? Con ese flequillo no creo que veas mucho –rió un poco-
-A pesar de aquello puede bromear... es fuerte- Veo mucho mas de lo que tu puedes... no me has dicho tu nombre-
-Mariam, aunque si eres tan caballero, deberías ser tu quien se presentara-
-Belphegor, y no soy como los demás príncipes, tan correctos y humanistas, generalmente hago lo que me conviene shi shi shi –puso las manos detrás de su cabeza-
-¿Y acaso te conviene que la gente muera? –seria y triste a la vez-
-...mi padre es quien rige el reino, yo solo hago lo que puedo cuando llego a los plebeyos, pero no se me permite...-volteó-
-Entonces...-sin saber que decir, se habia equivocado al juzgarlo- ¿realmente quisiste ayudarlos a todos?-
-Shi shi shi shi, fui sabiendo que no podría lograrlo, no seria la primera vez que fallo, pero si lo primera vez que me traigo un premio –rió-
-¡No soy una cosa!-
-¡Príncipe Belphegor! ¿Qué hace asi? –algunas criadas aparecieron de lo que aparentaba ser la cocina- ¿Y esta muchacha?-
-Son disfraces, hubo una reunión asi y tuvimos que ser pareja, shi shi shi ¿no princesa? –sonriendo-
-¿Princesa? ¿Que tengo yo de princesa?... pero es para salir del paso, aunque seguro se darán cuenta, al menos haré un esfuerzo- si, lo que Belphegor dijo –algo nerviosa-
-Por favor, permítanos arreglarla princesa, tenemos ropa y una habitación para las señoritas del príncipe –la "arrastraron" hacia adentro-
-N-no se preocupen...enserio –una gota recorría su cabeza- ¿¡Señorita del príncipe! ¿¡Por quien me toman!-
-¿La princesa se queda al baile? –dijo una criada que se había quedado con él-
-Shi shi shi shi, claro que si, denle lo que necesite –
-Si señor, con permiso –se fue hacia adentro-
Aquel castillo era realmente enorme, nunca se imaginó estar en uno, y tan atendida. Las paredes y todo estaba hecho de un mármol muy fino. Brillantes arañas colgaban del techo, y en ellas algunos hombres colocaban velas para que cuando llegue la noche, todo esté debidamente iluminado. La escalera también de mármol, tenía los barandales cubiertos con oro y los escalones tapados con terciopelo rojo. Al llegar arriba, un largo pasillo fue la ruta hacia la habitación que las criadas le indicaban. Dos de ellas abrieron las enormes puertas de cedro tallado, con manijas doradas, dejando a la vista aquel enorme cuarto blanco.
Se quedó atónita al ver aquella cama enorme, con telas traslucidas atadas sobre la misma, que de mañana, funcionaba como una cortina para el radiante sol que entraría por alguna de esas enormes y decoradas ventanas, que daban a ese patio gigante y lleno de plantas distintas, que tal ves, no vería en otro lugar. Fue cuando ella estaba apreciando aquel enorme lugar, que las criadas comenzaron a moverse de aquí para allá.
-Señorita, ¿que talle es usted? –abriendo un biombo-
-Ehh... ¿talle? –medio perdida-
-¿Cintura? –decían unas- ¿hombros? –pasándole un metro-
-E-e ¿qué? –cada ves entendía menos-
-Ya tengo las medidas-
-Perfecto, ¿seda o terciopelo?-
-¿Para que? –perdidísima-
-Seda, mmm con su tono de piel...-
-Crudo y crema será buen color-
-Perfecto, acompáñeme princesa, ya le preparamos el baño –otras criadas la sacaron de alli-
-Bu-bueno gracias...-dejándose arrastrar-
-No agradezca –una de ellas sonrió- estamos para eso-
-¡No entiendo nada! Yo no soy princesa... ¡Socorro! –su cabeza daba vueltas y vueltas-
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No podía haber algo mas molesto que toda esa gente diciéndole el mucho tiempo que había pasado sin verlo, lo mucho que había crecido, que debía controlar ese pelo revuelto, que le sentaba bien ese traje color violeta y negro, y bla bla bla. Fue entonces cuando la música cambió, y todos entendieron que era la hora de que empiece el baile de las mascaras. Todos sacaron sus respectivos antifaces, se los colocaron, y comenzaron a mezclarse.
-Ay princesa esta usted preciosa –las criadas parecían estar enamoradas de aquel vestido-
-¿Ustedes creen? –mirándose en los tres espejos frente a ella-
-Disculpen –entró otra criada- ya es la hora princesa-
-Que no soy princesa...- amm...-
-Vaya vaya-
Las muchachas sonreían, se veían contentísimas y alegres. Esto hizo sonreír a la joven, quien salió de la habitación y antes de llegar a la escalera, se colocó su antifaz blanco, bordado en hilos color dorado y crudo. Tomó aire y suspiró. Y entonces, se paró en la escalera, antes de bajar. Miró a toda aquella gente, que volteó para mirarla sorprendidos. Pero no fueron solo las miradas de los comensales las que la pusieron nerviosa. Belphegor parecía no quitarle los ojos de encima, y digo parecía, por que no era posible verlos. Estaba a punto de bajar, cuando escuchó a las criadas desde el pasillo.
-Ay, es la primera novia que trae nuestro príncipe a casa-
-Si, es cierto! Que emoción ¿no chicas?-
-Si! –
-¿¡Novia! ¡Están locas! –bajaba las escaleras algo sonrojada- ¡Ya todo el mundo deje de mirarme!-
-Estas preciosa princesa –ofreciéndole la mano-
-¡No soy princesa! –por lo bajo. Tomó su mano-
-Shi shi shi, para mi si lo eres –trayéndola con él-
-Estas loco –siguiéndole el paso-
-Estas linda –sonrió-
Ese vestido era realmente hermoso. La pollera llegaba al piso, de color crudo, con bordados en oro y crudo, con mostacillas y detalles por doquier. Era amplia y en la parte del final de la espalda, llevaba un moño en color dorado. El corssete era del mismo color de la pollera. también bordado, con unas mangas que no precisamente hacían de sostén del mismo, pero rodeaban sus brazos. Tal vez era mucho para lo que Mariam era realmente, pero solo ella pensaba eso.
Belphegor le preguntaba cosas sobre como era vivir la vida aquella, a lo que Mariam respondía, preguntándole si él pudiese vivir asi. El rubio solo reía y admitía que adoraba su vida actual. Las anécdotas del joven príncipe le parecían ridículas y simples, las de ella eran mucho mas duras y complicadas, pero igual de divertidas. Entonces, llegó la anécdota del "asesinato" de su hermano. Pero se sorprendió al verla igual de tranquila que al escuchar las otras historias.
-Me parece que no soy el único loco de las sangre, shi shi shi –
-Es que, ya estoy acostumbrada a la muerte supongo –miró a otro lado, con los ojos algo tristes y melancólicos-
-No te preocupes...-
-¿De que? –lo miró-
-Yo solo mato a quienes se lo merecen...bueno tal ves me exceda en los métodos shi shi shi-
-Idiota –rió-
-Prince of the ripper –sonrió-
-¿El que? –sin entender-
-Shi shi shi, el príncipe destripador, dicho en ingles-
-Bueno bueno, ¿cómo puedo saber ingles? –suspiró-
-Shi shi shi –al oído- yo puedo enseñarte-
-¡O-oye! –sonrojada-
Siguieron bailando y hablando, mientras se adentraba la noche. En cierto momento, la música anunció el fin del baile de las mascaras. Todos se quitaban las mascaras, y se sorprendían y alegraban al verse las caras. Las voces inundaron el salón, y solo Mariam tenia puesto el antifaz.
-Supongo que es mi turno –y se quitó la mascara-
-Lindos ojos princesa –rió como siempre, sin soltarla, aunque ya no bailaran-
-Si gracias...-se sonrojó- y no soy princesa ya te lo dije!-
-Shi shi shi..-
-Yo aun no vi los tuyos-
-¿Eh? –aquello parecía no gustarle-
-Que es tu turno de quitarte la mascara-
Lentamente colocó su mano en el revuelto flequillo del príncipe. Belphegor no quería saber nada de aquello, y trató de echar la cabeza atrás, pero Mariam estaba a punto de descubrirle los ojos, cuando se escuchó un fuerte golpe proveniente de la entrada. Todos voltearon a ver, y ellos también, haciendo que la muchacha dejara el flequillo del rubio. Se estremeció al ver a aquellos hombres robustos, vestidos con túnicas negras y armados con lanzas y hachas, empujando a los comensales, buscando a alguien.
-¡Entreguen a la plebeya que se ha escapado de las celdas!-
-¡Me están buscando!-
-¡Alli está! –comenzaron a correr hacia ella-
CONTINUARÁ...
Adelantos del próximo capitulo:
¡No escaparas!/No podré correr mucho mas/ Te tengo pedazo de basura/¡Princesa!
Próximo capitulo: Un refugio para mi alma.
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Hola a todos! Antes que nada quiero aclarar que el titulo dice: Eran dos principes, las gracias a mi abuelo que me dio la idea y como se escribia –w- gracias nono! Me alegro de que hayan leído el primer capitulo de este fic! Tengo que confesarles que todos los capítulos de esta historia son el producto de varios sueños que he tenido, asi que puede pasar que sean algo complicadas las horas del día. Aunque eso no importa mucho, lo más importante aquí es saber que pasara en el próximo cap verdad? Si les gustó este capitulo y creen que debo seguir con la historia, ¡dejen reviews! Siempre los leo! muchas gracias por haber leído!
Nos vemos en el próximo cap!
=D
