Para una gran amiga por su cumpleaños.
Te quiero mucho C.L.
1. MAR
Su mente era una hoja en blanco, no a la manera positiva de un lienzo donde se plasmaran miles de ideas dispuestas a salir y hacer de las suyas, que llenaran los espacios vacíos, creando y dando forma a múltiples sorpresas. No, era blanco negativo, de los que están forrados con una película repelente que en vez de absorber, desecha cualquier chispa que pudiera dar inicio a una idea; una película corrosiva que destruía la autoconfianza de Sousuke, arrastrándolo a la desesperación y a una desmoralización sin precedentes.
Años sufriendo, lesionado, temiendo que como nadador no continuaría compitiendo; subiendo y bajando del tren de la esperanza, empujado por sus amigos a aferrarse al tratamiento y la posterior rehabilitación. Tristeza, enojo, ansiedad. Su "época oscura" que acabó no hacía mucho, a poco más de la mitad de su estancia en la universidad, al aprobarlo el equipo de natación, remontando la carrera al puesto de titular.
Creyó que esos fueron sus días malos y que no habría nada peor. ¡Qué ingenuo de su parte!
—Caballero —interrumpió su angustia la vendedora, profesional al mantener una expresión afable, pero insistente tras media hora sin que su cliente concretara una compra—… si gusta podría mostrarle modelos más femeninos.
Sousuke despegó la vista de la vitrina. El mar turquesa de sus ojos se abalanzó sobre la mujer, ahogando sus palabras y aliento bajo la excesiva espuma de su frustración, consiguiendo que se paralizara en su sitio inclinando levemente el cuerpo a atrás.
Notando la reacción de huida de la vendedora se revolvió el cabello y se calmó.
—No hace falta —dijo en un tono accesible y a modo de disculpa.
—¿Es para su novia el regalo? —esbozó una sonrisa, aceptando el resquicio que le ofrecía para apoyarlo.
—Sí —atajó la respuesta sin completar el sonido de la "í", y negó—… no… algo así —concluyó, confundido y con un leve bochorno reflejado en las mejillas, que trató de ocultar frunciendo el ceño y volviendo a la vitrina a rebosar de anillos.
—Entonces… ¿Para una "amiga"?
El tono pícaro de la vendedora aumentó el carmín. Él negó de nuevo.
El problema no era el a quién iba a darle un regalo. El problema era que no tenía ni idea de qué rayos debía regalarle a Nanase por su cumpleaños.
Sí, a Nanase Haruka. Su novio.
Makoto se encargaba de organizar la fiesta sorpresa, Nagisa y Rei harían el recorrido de Iwatobi a Tokio, y Rin compraría los obsequios. El cuarteto maravilla se organizó para festejar el cumpleaños de su pareja; y a él… a él se suponía le tocaba entretenerlo hasta que estuviera todo listo, pero no estaba satisfecho con ese papel. Por eso se devanó los sesos los últimos meses buscando el regalo ideal para el hidrofílico del que se enamoró perdidamente, y al que aún no entendía como quisiera.
Para Rin, Momo, e incluso Ai, era fácil dar con un regalo. Con Nanase sólo se le ocurrían garrafones de agua o caballa. ¡Desesperante!
A veinte minutos de la hora acordada para su cita —la distracción perfecta—, entraba en pánico.
Como su última opción era joyería, se sentía muy mal por el cliché.
Ladeó el rostro dándose por vencido tras no encontrar un presente que tuviera ese "quiero dárselo", que lo empujara a llevar su cartera al límite. Fue por eso, o por un simple flechazo kamikaze, que encontró lo que buscaba en una esquina de la vitrina.
