Espera


Yuuri colgó la llamada que había hecho por petición de su esposo. Era la tercera que lo hacía en menos de una hora y el resultado seguía siendo el mismo.

―Dicen que llegarán dentro de poco. Hay mucho taco por las fiestas.

Viktor, quién había estado siguiendo expectante la conversación de su esposo, hizo un puchero disconforme.

―Bah, siempre dicen lo mismo. Tal vez ni siquiera han salido del aeropuerto.

Yuuri sonrió de manera nerviosa ante aquella muestra de dramatismo de su pareja.

―En parte es culpa nuestra por habernos venido a vivir tan lejos, ¿no?

El puchero de Viktor se acentuó.

―Bah, es cosa de que viajen antes. ―Suspiró―. Ya, mejor ven y tápate con las mantas, ¿no tienes frío?

Y Yuuri pensó que no, que él ya estaba bastante acalorado y que no entendía cómo Viktor podía estar vestido con un chaleco de lana. Sin embargo, se sentó en donde su esposo estaba dando palmaditas con su mano diestra y se dejó abrazar por aquellos brazos abrigadores mientras la televisión daba programas navideños.

Estuvieron así por unos minutos, hasta que la voz de Viktor volvió a oírse.

―La cena se va a enfriar.

Yuuri suspiró, consciente de eso y del esfuerzo que ambos habían puesto para tener toda aquella comida lista a tiempo, considerando el desastre que a veces solían ser en la cocina.

―Eso es lo de menos, se puede calentar. ―Aun así, veía como una obligación intentar calmar un poco la molestia de su esposo.

―No me gustan las cosas recalentadas, Yuuri, lo sabes.

Yuuri hizo un sonido de asentimiento.

―¿Y si llamas nuevamente para preguntar dónde vienen ahora?

Yuuri sonrió.

―Llamé hace menos de diez minutos. No creo que hayan avanzado mucho desde entonces.

Sin embargo, Viktor no se quedó tranquilo con aquellas palabras.

―¿Y si les envías un mensaje?

―Viktor ―llamó Yuuri con seriedad, tomando la cara de su esposo entre las manos―. Tranquilo, van a llegar. Tarde, pero lo harán.

Viktor abrió los ojos más de lo normal por un momento, hasta que el cariño se filtró por aquello ojos azules como el cielo.

―Heh… no recordaba a Yuuri en su faceta de eros.

―¿Eh? ―respondió Yuuri sorprendido mientras soltaba la cara de Viktor―. ¡Ah! Disculpa, no quise sonar tan intenso…

―Aaaw, pero si aún te avergüenzas, como cuando nos conocimos ―rio con placer mientras veía el sonrojo en el rostro de su pareja.

―¡Viktor, deja de reírte!

Pero Viktor, en vez de hacerle caso, miró nuevamente la cara avergonzada de su pareja.

―Oye, Yuuri, ¿crees que puedas mostrarme un poco más de eros? ―Tomó su cara entre las manos y acarició gentilmente sus mejillas―. ¿Lo harías?

La puerta de la calle fue cerrada de pronto y unas voces infantiles se dejaron escuchar.

―¡Abuelitos! ―En un segundo, el living se pobló de niños, nietos y bisnietos, que querían saludar a ambos hombres, ya mayores, que estaban sobre el sofá del living.

Una mujer rubia de mediana edad se acercó a ellos con una mirada de disculpa.

―Lamento el atraso, pero había un taco infernal desde el aeropuerto.

Viktor miró a su hija por un momento, y luego hizo un pequeño mohín.

―Se podrían haber demorado un poquito más, ¿sabías?

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Notas de autora

Drabble hecho por el calendario de adviento organizado por "Mi yoi no es una mierda" y "Viktuuri QUEENS"

Espero que les haya gustado