Era tarde, el sol comenzaba a ocultarse cuando se escuchó el deslizar de la puerta principal.

Aquél individuo que acababa de abrir la puerta no hizo más que quitarse los zapatos e ingresar, no sin antes haber anunciado su llegada con un «Estoy en casa», el cual no fue respondido como normalmente pasaría.

No pasó mucho tiempo antes de poder escuchar un sinfín de gritos y golpes al otro de la casa; ¿Cuándo se cansarían sus hermanos de ser tan escandalosos?

Ahogó un grito de frustración y furioso se dirigió directamente a la habitación.

—¡¿Se puede saber qué mierda están haciendo?! —Exclamó el tercero de los hermanos, quedando completamente en shock cuando por fin se dio cuenta de lo que se trataba.

Todos guardaron silencio de inmediato, girándose para ver al recién llegado.

Karamatsu e Ichimatsu estaban tirados en el piso, uno sobre otro; Osomatsu, al lado de Jyushimatsu, permanecía de pie a tan solo unos pasos de distancia con algunos billetes en su mano y finalmente estaba Todomatsu, sosteniendo el teléfono celular con grababa a sus dos hermanos mayores.

Era una pelea en lodo… pero sin el lodo por el bajo presupuesto.

—¿Pasa algo, Choromatsu nii-san? —Jyushimatsu se atrevió a acabar con el silencio.

—…

—… ¿Nii-san? —Al ver que no había una respuesta, esta vez habló el menor de los hermanos.

—… Cien yenes para Cacamatsu. —le entregó el dinero a Osomatsu y de inmediato todos regresaron a lo que estaban haciendo antes. Los gritos podían escucharse por todo el vecindario.

El resultado fue a favor de Ichimatsu, el cual había dejado arañazos y profundas mordidas por todo el cuerpo (y principalmente rostro) de Kara.

—Ouh, ouh. —Se quejó el perdedor tocando con cuidado las mordidas y rasguños de su torso, hasta que llegó al rostro—. My perfect body… ¡Está arruinado!

—Tchh. Eres un marica. —Masculló cuando un chorro de sangre brotó de su nariz.

Ichimatsu no hizo nada más que limpiarse con el dorso de la mano.

—Eh… ¿Estás bien? ¡Eh! ¿Alguien tiene papel?

—En mi bolso debe haber un poco. —Respondió Totty señalando en dirección a este.

—Yo me encargo. —intervino Osomatsu tomando el bolso y rebuscando de manera desordenada en el—. ¡Ahá! ¡Aquí están! —Alzó un pequeño paquete de pañuelos. Acto seguido fue lanzarlo con todas sus fuerzas a la cara del afectado.

El joven de sudadera roja siguió rebuscando sin que se dieran cuenta (definitivamente no trataba de encontrar dinero, n-no…) cuando se encontró con un papel.

—¿Solicitud de empleo? —repetía en voz alta al leer el título del documento.

Los demás, excepto Totty, se acercaron por la curiosidad de saber que era eso.

Choromatsu soltó un grito de la emoción. —¡Estoy tan orgulloso de ti, Totty!

—¿Por qué tienes trabajo y yo no?

—¿Es en un equipo de beísbol?

—¿Habrá chicas lindas?

—¿Cuánto te pagarán? ¿Me prestarás dinero?

—¡No esperaba menos de ti, brother!

Todos hablaban a la vez, tan rápido que era imposible entenderlos. El menor comenzaba a agobiarse; sintió como una gota de sudor bajaba poco a poco por su frente y los miró con todo el odio del mundo.

¿Qué se suponía que les tenía que decir? Definitivamente no debían saber en qué diablos acababa de meterse.