Ni Free! Ni sus personajes me pertenecen.

Pero esta historia sí.


"Después de un tiempo"

Capítulo 1: El momento exacto

Iban a morir.

Ambos lo sabían, lo presintieron cuando el padre de Rin les comunico de cierto Rey que buscaba una venganza innecesaria. Lo presagiaron al oír los rumores del pueblo que decían que una gran caravana se acercaba con cautela al reino. Se preocuparon cuando se les informo que el Rey enemigo quería la cabeza del príncipe.

Esa noche no pudieron apartar al guardián del lecho de su príncipe y amo.

Y siendo sinceros, el príncipe se notaba, complacido al notar un interés poco inusual en su escudero.

Pero la confirmación llego ese día, cuando tomando un descanso, un guardia les aviso que estaban bajo ataque, que si bien los guardias de la entrada los estaban conteniendo, no sería por mucho tiempo.

-¡Alteza! Por favor, ¡refúgiese en su habitación!- El tono de súplica delataba la preocupación del guardia.

-¡Cómo me pide que haga eso! ¡Mi padre y mis súbditos están en peligro!

-Por favor, príncipe ¡son órdenes de su padre! ¡No podemos perder al heredero! ¡Y su padre no puede perder otro hijo!

-¡Pero qué clase de futuro Rey seria si dejo morir a padre y a mis subordinados mientras me escondo cobardemente en mi alcoba! – exasperado Rin apretó los puños con fuerza, simplemente no podía huir, a su lado Haru veía la escena con aparente indiferencia, pero Matsuoka podía sentir la tención proveniente de él –¡No cuando es a mí a quien busca!

- Señor, no se-

-¡Rin… señor! - la fuerte y grabe voz de Nanase interrumpió al guardia, Rin se estremeció ante el tono duro y serio, pocas veces Haruka dejaba salir su voz más fuerte de lo necesario y eso solo significaba una cosa: estaba completamente decidido.

-Son órdenes de su padre, y su deber es obedecer, continuar vivo y asegurar el legado de su familia – completo Nanase para molestia de su señor.

-¡No me importa lo que se supone debo hacer! ¡Mi honor m-

-¡Señor! Por favor deje ese ego suyo y de-

-¡Ego! ¡Mi padre está peleando por nuestro patrimonio y tú piensas que no me escondo por ego!

-Señor no ponga palabras en mi boca qu- Haru se interrumpió al notar que Rin le daba la espalda, compartió una rápida y silenciosa mirada con el guardia.

- ¡Se acabó! No me importa nada iré- su intento de salir de la habitación fue frustrada cuando, sin siquiera pestañar, Haru lo empotro contra una pared.

Rin solo atino a abrir desmesuradamente los ojos ante el repentino acto. Sabía que no era el lugar ni el momento, pero no pudo evitar pensar que era la primera vez que estaban tan cerca por iniciativa de Haru, sintió un ligero cosquilleo en el estómago al notar los ojos azules mirarlo con intensidad, delatando así a su dueño. Él estaba pensando lo mismo.

-¡Como te atreves!- grito colérico una vez que salió de su asombro.- ¡Eres mi sirviente! ¡Tú deber es obedecerme! – soltándose del agarre, lo miro con fingida superioridad.

-Sí, es mi señor -concedió Haruka con frialdad, bajando la mirada y apretando los puños.

-Entonces, rápido trae mi –

-No. – Lo interrumpió con voz ronca, tomando aire continuo –Sí, usted es mi señor, pero yo soy su guardián – agrego mientras levantaba la cabeza para verlo directamente a los ojos, azul contra carmesí. Rin se dijo con amarga ironía que los ojos de Haru nunca habían brillado con tanta intensidad como en ese momento- Mi deber es mantenerlo vivo a cualquier costo.

- Nanase… -murmuro el guardia que los acompañaba en la habitación, sorprendido, pues nunca había visto a el chico rehusarse a las ordenes -por mas locas que fueran- de Matsuoka.

Si bien Haruka Nanase era un sujeto frio y poco hablador, era de conocimiento público la firme e inmensa devoción que el pelinegro demostraba por su protegido.

Después de todo se rumoreaba por el reino que el heredero lo había encontrado cerca de un oasis a la edad de diez años y lo había rescatado de ser condenado a muerte cuando ambos tenían trece.

-Haru...- igualmente sorprendido Matsuoka desvió por un momento la mirada. Pero solo eso sirvió para darle más convicción a Nanase.

-Hace 6 años le jure a tu padre y a mí mismo que te protegería, que nunca te pondría en riesgo, aun a costa de mi propia vida- su mirada cambio a una suplicante -Y nunca he estado dispuesto a romper ese juramento.

"No, no me mires así, porque si me miras así yo… me rendiré…"

-Por favor, Rin – su tono cambio a uno más bajo, más íntimo. –No me hagas romperlo ahora.

Murmurando eso último lo tomo del brazo sutilmente, casi adivinando las futuras acciones del otro, se acercó con cautela. No tuvo que esperar mucho para que sintiera un peso extra en el hombro y unas pequeñas gotas en su cuello acompañadas de un aliento cálido.

-Haru… - la voz estrangulada le llegó acompañada de unos brazos rodeando su cintura, acercándolo. –Yo… no me hagas esto… - sintió el cuerpo ajeno temblar –No lo puedo abandonar, el, Haru… es mi padre. - los brazos que lo apresaban lo soltaron, Nanase sintió frio al verse libre de ellos. Pero estos lo tomaron de los hombros, separándolo, lo suficiente para que se pudieran ver cara a cara. Al pelinegro no le sorprendió ver los ojos carmesí inundados en lágrimas, lo que lo sorprendió fue la mirada dolida que le dirigió. –No me hagas abandonarlo –

-Rin… – no supo que responder.

-Nanase no le está pidiendo que abandone a su padre – la suave y comprensiva voz del guardia se escucho en lla habitación, ambos sorprendidos -pues no se acordaban de que seguía ahí– se separaron torpemente hasta estar a una distancia prudente.

Rei sonrió con indulgencia mientras se acomodaba sus lentes "así que son ciertas las sospechas" se dijo divertido "bueno… supongo que si salimos vivos tendré que pagarle la apuesta a Nagisa" un suspiro imperceptible escapo de su garganta, continuo.

-Su padre quiere que usted viva, el pidió que lo pusiéramos a salvo, y ahora mismo está peleando para que usted viva – Rei sonrió con comprensión, Nagisa había hecho lo mismo por él, por eso lo obligo a ir por el príncipe.-Si usted va a la batalla estará abandonado la voluntad y el sacrificio de su padre.

-… – sin saber que decir Rin solo lo miro, algo parecido a esperanza y alivio reluciendo en sus ojos.

-Amo Matsuoka, ya es tiempo- actuando con rapidez, Haru lo tomo del brazo y lo arrastro fuera de la habitación, no sin antes dirigirle una mirada de agradecimiento al guardia, quien asintió en respuesta y se dispuso a seguirlos.

Una vez en el pasillo dirigieron sus pasos a la alcoba de Rin, la más lejana a la entrada y la más segura. Durante el camino hicieron oídos sordos a los gritos y sonidos de la pelea que se llevaba a cabo. Lo más difícil fue controlar a Rin que cada vez que escuchaba aullar de dolor a alguien tomaba la empuñadura de su Cimitarra y daba la media vuelta, dispuesto a pelear. Los dos siempre tenían que controlarlo.

No fue hasta que Haru tomo su mano y la entrelazo con la suya que Rin se calmó.

Cada vez que escuchaba un grito, un lamento o el simple sonido de metal contra metal, Matsuoka apretaba con fuerza la mano entre la suya y esta le respondía, confortándolo. Solo así logro llegar cuerdo a su habitación.

Un poco antes de llegar soltaron sus manos, y ahí vieron a un grupo de guardias que esperaban al príncipe, preparados para dar su vida por él.

Rin se sintió un cobarde y un inútil, pero la voz de Haru diciéndole que pasara a sus aposentos lo saco de sus pensares.

–Señor, su padre desea que viva – la voz de uno de los guardias lo detuvo –Estaremos orgullosos de morir por un Rey y un príncipe tan honorables.

Todos los demás asintieron con solemnidad. Rin sintió sus ojos arder, pero no, no lloraría delante de sus subordinados.

Un chico especialmente alto, pelinegro y de mirada turquesa tomo la palabra.

-Seré sincero señor- su tono era fuerte pero calmado –El ejército enemigo es demasiado numeroso, nos superan por cientos.

-Eso no quiere decir que sean buenos – una voz un tanto más aguda interrumpió al joven –nos superan en número, pero nuestras habilidades los superan, si tenemos suerte…-

-Si tenemos suerte solo los contendremos un poco, son demasiados.- otra voz se dejó escuchar.

-Si eso es cierto, entonces estoy orgulloso de vivir mis últimos momento a su lado, y aun mas de morir con tan valientes hombres.

Los soldados lo miraron con admiración y gratitud, y Rin se prometió a si mismo que recordaría sus rostros por siempre.

-Rin… Señor - la voz de Haru sonó con un extraño matiz que Rin no había escuchaba en mucho tiempo -Es necesario que entre a su habitación- Nanase se regañó mentalmente por el eje de exasperación que dejo ver en su voz, pero le desagradaba enormemente la forma en que el más alto miraba a Rin.

-En un momento - Matsuoka le tendió la mano a uno de ellos, un chico bajito y de cabello blanco –Les agradecería si me dejaran escuchar sus nombres.

-¡A-aiichiro Nitori! ¡Señor! - tanto incómodo como feliz, le devolvió el saludo. Se repitió el proceso con los demás.

-¡Momotarou Mikoshiba!

-Seijuro Mikoshiba, señor.

-Sousuke Yamazaki, señor.

-Muy bien, espero que podamos encontrarnos en otra vida - sonriendo solemne también le dirigió una mirada al guardia de gafas que los había acompañado hasta ahí, y el cual había logrado convencerlo –A usted también, y a su compañero rubio, tal vez en alguna otra vida arreglemos las cuentas con respecto a cierta apuesta.

Sonriendo socarronamente se metió a su habitación seguido por un Haruka visiblemente molesto; dejando afuera aun Rei conmocionado y sonrojado.


Una vez dentro Rin se permitió suspirar profundamente, estaba desesperado, había aceptado esconderse ahí porque entendió que eran los deseos de su padre, pero eso no significaba que no siguiera sintiéndose un cobarde. Enojado y frustrado consigo mismo, se acercó al ventanal de su recamara, el cual daba de espalda al castillo, por lo tanto solo se veía un paisaje desértico pero hermoso, a lo lejos se podía apreciar un pequeño oasis, Rin sonrió con nostalgia al percatarse de ello.

-No estas siendo un cobarde – Murmuro Nanase a su espalda -Es tu deber...

-¡Permanecer vivo y asegurar el legado de la familia! ¡Ya lo sé! - exclamo dándose la vuelta para enfrentarse a su guardián –Ya lo sé, Haru…- con una mirada resignada agrego - Siempre lo supe… – suspiro –Desde que era niño… Nunca me han dejado olvidarlo.

-Si lo sabe enton-

-¡Tú mismo has escuchado a los guardias! ¡Solo con un milagro saldremos vivos! si es casi segura mi muerte me gustaría que fuera peleando y no protegido hasta el final...- la frustración se reflejó en sus ojos, suspiro y regreso su mirada a la ventana –Por lo menos en mi muerte ser libre…-

Nanase optó por quedarse callado observándolo en silencio, era inútil tratar de hablar con Rin en ese estado, además se estaba hartando de ser interrumpido.

-…En estos momentos creo que hasta padre debe de agradecer que Gou se haya escapado con ese comerciante Makoto.

Nanase hizo el amango de una sonrisa ante el comentario, recordaba a Makoto todo sonrojado agradeciéndole a él, Nagisa y Rei por ayudarlos. Nunca estuvo más feliz de haberlo ayudado a escapar con la princesa como ahora, no solo por saber que él estaría a salvo sino también por Gou, ella era una buena chica y sabía que era demasiado importante para Rin.

-…No piensas hablarme ¿eh? – Volteo momentariamente la cabeza –pues seguía recargado en la ventana- sonrió con ironía –Nunca te agradecí ¿verdad? Pues ahora estoy más agradecido que nunca, de verdad muchas gracias.

Al ver la cara de duda de su acompañante añadió:

-Por ayudarla a escapar, digo. –sonrió, esta vez sinceramente.

-Como es que…-

-Señor Nanase, se olvida de que soy el príncipe de este palacio, a diferencia de mi padre inspiro más confianza entre los sirvientes y no soy tonto, conozco a mi hermana.

-¿Entonces por qué… no hiciste nada para detenerla? – con asombro mal disimulado el joven Nanase se acercó a la ventana para quedar su lado.

-Soy su hermano mayor ¿no? Mi deber es quererla, protegerla y sobre todo asegurarme de que sea feliz y ese chico Makoto, aunque me duela, es su felicidad.

-Creí que odiabas los deberes.

-Cuidar de mi hermana no es un deber, aunque lo parezca, si soy feliz haciéndolo no cuenta o ¿sí?

Haruka no agrego nada, consciente de que, aunque no lo pareciera a simple vista, Rin en realidad era muy sabio. Si lograban sobrevivir, Rin llegaría a ser un gran Rey.

Aun así, se limitó a observarlo largamente, tratando de grabarse a fuego esos rasgos, esa forma en la que sus carmesís ojos brillaban a la luz de la luna, como sus cabellos se agitaban con el viento de la noche, dándole una extraña y mística aura en la que Nanase no le molestaba quedarse atrapado por siempre. Lo miro sin reservas, consciente de que probablemente sería la última vez que lo vería así.

"Al menos en esta vida" pensó con amargura, si Rin había hecho planes para encontrarse con los demás guardias en otra vida, el se juraba a si mismo que lo encontraría, cueste lo que cueste, se dijo.

-¿Sabes? Nunca le he dicho esto a alguien, pero la primera vez que te vi no fue en ese oasis- aun sin mirarlo Rin hablo, su voz detonaba una tranquilidad que no tenía. Saliendo de su trance, Haru lo miro con la duda en sus ojos; si bien casi nunca demostraba nada, se dijo que bien podía darle libertad a sus emociones por hoy, ya que estaba en gran riesgo de morir.

-Pero… la primera vez que nos vimos fue en aquel oasis – Nanase señalo con la mano dicho lugar que se podía apreciar en la lejanía.

-La primera vez que tú me viste si, la primera vez que yo te vi no, - una pequeña sonrisa que dejaba ver sus afilados dientes relució en la oscuridad –Bueno, en teoría si fue en ese oasis, pero te vi desde aquí.

La sonrisa en su cara crecía a proporción de la cara de confusión de Haru.

-Fue una noche, no recuerdo bien, yo estaba mosqueado de todo, de mis "deberes", de mis tareas, de que todos me dijeran lo que haría con mi vida. Como siempre, el viento desde aquí me calmaba, y cuando estaba revolcándome en mi miseria, apareciste.

-…-

-Ni siquiera te pude ver bien, solo eras una sombra diminuta en la oscuridad, pero para mí, en ese momento, brillabas más que mil luciérnagas juntas. – lo miro con intensidad, como hace tiempo había dejado de mirarlo, Nanase se creyó en el paraíso -Tal vez ni siquiera te acuerdes… pero te veías tan libre que te envidie, y luego envidie el agua por tenerte.

- Yo… - los ojos de Haru brillaron con algo parecido al éxtasis – lo recuerdo.

- ¿Enserio? Que bien, porque... – en ese instante el viento soplo vigorosamente, agitando gradualmente los cabellos de Rin y dándole a su mirada incluso más -si eso era posible- brillo –Me mostraste una vista completamente nueva.

-…–

-Y creo que, no, estoy completamente seguro que fue ese el momento exacto en el que mi vida empezó girar entorno tuyo.

- Que dices… – suspirando por lo bajo Haru esquivo la mirada carmesí, se negaba a aceptar que su corazón martillaba con esa intensidad por las palabras de Rin.

Pero no pudo negarse a sí mismo que durante años se había hecho esa misma pregunta, ¿en qué momento su vida había empezado a girar en torno a Rin? ¿Fue cuándo saliendo de nadar en el oasis se encontró con una mirada rojiza? ¿Tal vez la primera vez que el niño que Rin era le llevo una canasta llena de comida? ¿Quizás cuándo dicha canasta llegaba día tras día llena, porque había cometido la equivocación de comentarle que no comía mucho porque no tenía con que comprar comida? ¿O cuando le dijo por primera vez que era una persona importante para él? ¿Tal vez, y solo tal vez cuando interrumpió en la sala de castigos, llorando a todo pulmón que no lo mataran, que era su mejor amigo y lo quería? ¿Y después, se había comprometido a cuidar de él si lo dejaban vivo? O… ¿Cuándo, años después, el señor Matsuoka le dijo en secreto que su hijo nunca mostraba interés por alguien que no fuera él o su hermana?

Nanase Haruka no sabía con exactitud cuándo, y mucho menos en que momento es que sus sentimientos empezaron a ir más allá de simple cariño o agradecimiento.

Pero ahora, y gracias Rin –como siempre- sabia a la perfección el momento exacto en el que sus destinos se unieron. Quizás para siempre.

-Es la verdad Haru. Tú me salvaste.- Separándose del ventanal, camino a media habitación y ahí se quedó un tiempo, bajo la mirada azul expectante, al final soltó un suspiro y lo miro con resignación –Lo que más siento de todo esto es que nunca te voy a poder pagar todo lo que hiciste por mí, ni todo lo que me cuidaste aunque fuera tu deber como guardián.

El de ojos azules solo pudo dar un suspiro de asombro ante lo que acababa de escuchar.

Lo siguiente que paso dejo completamente helado a Rin, tanto, que incluso tuvo que pellizcarse para saber si no soñaba. La suave y melodiosa risa que resonaba por toda la habitación no era sino de Haruka. La cual solo duro unos segundos, para pasar a convertirse en una risa estruendosa, llena de diversión absurda.

Una vez pasado su asombró, Rin frunció el ceño, molesto y ofendido. De un momento a otro Haru se encontraba acorralado en la pared, con un Rin visiblemente enojado encima de él.

-¡Te ríes de mí! ¡De mis sentimientos! – Haru logro captar otra emoción en los brillantes ojos carmín: dolor.

-Rin, siempre supe que eras un idiota, pero realmente nunca espere que tanto- con fingida indiferencia poso su mano en su mejilla- Aunque lo parezca, si soy feliz haciéndolo no cuenta o ¿sí?

- ¿eh? – la ira fue quedando atrás a medida que la confusión se hacía presente, no entendía por que el Nanase había citado su frase de hace unos momentos, "todo lo que me cuidaste aunque fuera tu deber cómo guardián" su propia voz resonó en su memoria, cayendo en la cuenta de lo que el chico bajo suyo quería dar a entender.

Su rostro mostró su desconcierto, no entendía si Haru había dado a entender lo que el creía, o solo quería decirle que le agradecía el haberlo salvado de la pena de muerte. Nanase, al comprender que el silencio de Rin continuaría, opto por alzar un poco su rostro, lo suficiente para rosar sus labios con los Rin.

Matsuoka tembló, y sorprendido se apartó, pero la ver la cara de decepción y el azul lastimado en los ojos de Nanase se acercó de nuevo y empezó un nuevo contacto, esta vez más profundo, más íntimo, más vehemente.

Haru al sentir los labios ajenos sobre los suyos pasó sus brazos por el cuello de Rin, enredando sus dedos en los rojos cabellos y respondiendo al beso con un entusiasmo digno de alguien que se ha estado conteniendo por mucho tiempo.

Los dos, se habían estado conteniendo por demasiado tiempo.

El beso se profundizo cuando Haru, al sentir las manos ansiosas de Rin por su espalda y cadera, dejo salir un suspiro de placer, el cual, Matsuoka aprovecho para introducir su lengua en la cavidad ajena. Pronto la saliva de ambos se mezcló, creando un delicioso saborcillo al que ambos pronto se volvieron adictos.

El beso -que en realidad podría contar como muchos ya que se separaban unos segundos y lo seguían con igual intensidad- se llenó de mordidas de parte de ambos. Rin empezó a descender besando con desenfreno el cuello del pelinegro al tiempo que este suspiraba con anhelo su nombre.

-Haru, mírame – pidió con voz ronca, mirándolo a los ojos, nuevamente azul y carmesí se enfrentaban, quizás por última vez.

No eran tontos, ambos sabían que si habían dejado salir a flote sus sentires era por que podían sentir la muerte cerca.

-Haru, yo... -"Te quiero, te quiero y no sabes cuánto" quiso decir, pero su voz no salía "Te quiero de la forma en la que un hombre no debe querer a otro" –Necesito que sepas…

Un fuerte ruido proveniente del pasillo los hizo separarse, habían llegado. Los guardias que quedaban no los detendrían por mucho tiempo.

Actuando rápido, Haruka se situó enfrente de su protegido, desenvainando su Cimitarra y optando una posición tanto de ataque como defensiva. Estaba más que listo para dar su vida por Rin.

tras el, suspirando, Rin se preparó mentalmente para lo que venía. Tomando una daga y una Cimitarra se dijo que no podía morir con esas palabras atoradas en la garganta.

El ruido de afuera se reducía cada vez más, signo de que la pelea pronto acabaría, podían oír los gemidos de una vida llegando a su fin.

-Haru... –Sin despegar la mirada del frente, hablo en voz alta – yo te…- "No, no lo quiero, lo amo."

-Entiendo - como siempre, con Haruka Nanase no eran necesarias las palabras, el guerrero solo asintió al tiempo que se volteaba a mirarlo, regalándole una sonrisa hermosa que resplandecía con los ojos azules. La ultima sonrisa dedicada a él. –Yo igual Rin.

Porque los dos saben lo difícil que es aceptar eso, aún más decirlo en voz alta. Porque en su mundo, en su pueblo, en su época es, lejos de robar… Lo peor que puede hacer un hombre.

Pero están a punto de morir y no importa, ya nada importa.

Lo saben.

En el preciso momento en el que el pelinegro regresa a su posición y Rin trata recuperarse de la sonrisa que le regalo, escuchan el claro sonido del metal rasgando la carne. Y de pronto…

Silencio. Pesado, lleno de temor, incompresible que llega después de la tormenta.

Simple y llano silencio.

Luego como si de un estruendo se tratara, el sonido del metal cortando la madera de la puerta los hace estremecer.

Haru avanza un paso, Rin lo retrocede. La puerta cae acompañada de un ruido sordo. Los ojos de los dos se abren con asombro. Detrás del portal donde antes se encontraba la puerta, hay por lo menos, 60 hombres armados, y los dos tienen el mismo pensamiento "Al menos moriremos juntos"

Cuando los hombres se empiezan a abalanzar sobre ellos, se dan cuenta que primero van tras Haru, y este tiene el tiempo suficiente para pensar que así está bien, que así lo prefiere. Prefiere morir primero a ver el cuerpo tirado y los ojos carmesí sin brillo de Rin, y sabe que es egoísta pensarlo.

Lo sabe y lo sigue prefiriendo; lo prefiere cuando siente el primer corte en el muslo izquierdo, y continúa con la misma convicción cuando siente su estómago ser atravesado por primera vez, lo sigue pensando las otras 3 veces, y se siente un sucio egoísta al escuchar la voz desgarrada de Rin gritando su nombre.

Cuando por fin cae al suelo, voltea la mirada y se da cuenta que estaba equivocado, esta si es la última vez que azul y carmín se enfrentan. "Al menos en esta vida" se recuerda.

Y sonríe, le sonríe a los ojos carmín que lo miran a la lejanía desesperados, y se dice que definitivamente algo está mal consigo al darse cuenta de que está feliz por ver esos ojos llenos de dolor y angustia, esos ojos llenos de sentimientos negativos, pero vivos.

Su pensamiento antes de sentir una última puñalada en el pecho es que si se vuelve a encontrar con esos ojos, le pagara con creces el haberlos hecho sufrir tanto.

Y entonces siente que escupe sangre, lentamente todo se vuelve negro. Lo último que escucha es su nombre estrangulado en los labios de Rin, agradece que sea eso y no alguna grosería proveniente de sus asesinos.

Antes de perder completamente la conciencia le agradece a Rin por seguir vivo mientras él muere.

Luego recuerda lo que se prometió a sí mismo.

"Rin… Yo… Definitivamente... Te encontrare"

Cuan equivocado estaba en ese momento Haruka Nanase.

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¡Hola!

Bueno por si no se dieron cuenta (soy pésima lo sé) estaban en el universo del primer ending. Pues sí, mate a Haru, pero no se preocupen, Rin también murió (por si a alguien la quedaba la duda) solo que se me hizo más fácil matar a Haru en esta situación.

Y no… No es un Onet-shot, tendrá por lo menos 3 capítulos en los que estos dos se seguirán encontrando en otras vidas, (que son el segundo ending y el universo normal del anime)

Gracias por leer c: