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Corromper al Demonio

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Es un demonio.

Un mercenario.

Solo otro villano que se cree el chico bueno.

Seguro jamás ha amado en toda su vida.

Ve a todos por lo bajo, es lo peor.

Insufrible.

Tenía que ser un rico pedante.

Era imposible no escuchar todas esas voces que parecían unificarse para criticarlo, soy de la idea de que nadie debe ser juzgado así de simple, nosotros como periodistas no emitimos juicios de valor. No sin antes hacer una investigación. Me gustaría decir que mis compañeros no tienen razón, pero culparlos a ciegas tampoco es mi estilo, más cuando hay una cierta verdad en sus palabras hirientes.

— ¿Entonces esto es lo mejor que puede hacer el Super periodista? Me hablaron mucho de ti Kent, qué lástima que hayan puesto el listón tan alto.

Esas fueron sus primeras palabras para mí el día que entré a su oficina y yo que estaba tan orgulloso de mi trabajo, he de confesar que en ese encuentro pensé que en verdad era un demonio. Sus ojos verdes que parecían tener la palabra "sarcasmo" escrita en lo más superficial de su retina, su sonrisa socarrona que podía traducirse como "¿Esto es todo lo que tienes?" y sus brazos cruzados que gritaban "Deja de hacerme perder el tiempo"

Me sentí humillado como nunca en mi vida.

Rehíce el escrito, pasé noches en vela recorriendo Metropolis para conseguir mejor información y fuentes más fiables. Mi siguiente cita con él me tenía tenso, nunca había estado tan nervioso en mis 26 años de vida. Me miro en el reflejo de la computadora de escritorio, tengo el cabello negro bien alineado con cera, mis ojos azules se esconden un poco tímidos detrás de los lentes de pasta grises, reviso que mi playera esté en lo que se pueda considerar decente y doy una última vista a mis jeans para cerciorarme de que no sean los rotos.

— No deberías esforzarte tanto Jon, a ese tipo nada le gusta. Está insatisfecho con la vida.

Keith tiene el ceño fruncido, ha terminado su reunión y se puede leer a leguas que no fue lo más agradable. Sonrío lo más franco que puedo, pero es una sonrisa nerviosa. Me sudan las manos cuando tomo las hojas recién impresas de mi nuevo reportaje. Inhalo hondo.

— Pese a todo es nuestro nuevo jefe y debemos hacer lo posible por estar a su altura.

— Deja de ser condescendiente hombre, él es quien debería de ponerse a la nuestra. Si sigues pensando de esa manera serás el más explotado. Tómalo con calma.

Me levanto de mi asiento y piso firme el suelo intentando que éste me inspire confianza en mí mismo, porque ante la mirada inquisidora de nuestro nuevo jefe cualquier cosa podía temblar de pura presión. Llego a la puerta de su oficina, el corazón me late a prisa y empiezo a pensar que esto es algo más que estrés laboral, tal vez es inseguridad o ansiedad. Después de todo, desde el primer día en que él llego aquí yo sentí un flechazo del estilo "Este hombre es mi tipo totalmente" lástima que apenas abrió la boca me di cuenta de que su forma egocéntrica y retadora de ser distaba mucho de mi hombre ideal. Giro el pomo de la puerta y me introduzco en la oficina.

— Buenas tardes señor Wayne, le traigo mi reportaje a revisión.

Él está ahí, sentado detrás de su escritorio en esa silla de piel. Su piel morena que se ve irresistiblemente tostada gracias a su traje negro y la luz que entra desde el exterior. Sus ojos verdes que miran por el enorme ventanal tienen el reflejo del atardecer, cuando se desvían hacia mí siento que la sangre me hierve y sube por mi columna vertebral. Miro al suelo, estoy seguro de que un rubor se ha paseado por mi cara, avanzo rápido y pongo las hojas en su escritorio.

— Llámame Damian — Su voz es maravillosa, arrastra las últimas sílabas de su nombre y a mis oídos suena tan sensual que me derrite, escucho el movimiento de la silla y sé que camina hacia mí — Leí tu reportaje esta mañana cuando lo enviaste a mi correo.

Alzo la vista, estoy sorprendido. Es un reportaje de muchas páginas y él lo ha tomado en cuenta.

— ¿Y qué le pareció señor Wayne?

Él frunce el ceño, por el amor a Dios. Es realmente guapo cuando está molesto.

— Tengo que admitirlo Kent, es un trabajo digno del Daily Planet. — Damian pone su mano en mi hombro, la sensación me eriza la piel. Sus palabras son como una granada, explosiva e inesperada — Somos un diario reconocido, no uno de poca monta. Necesitamos lo mejor de lo mejor y parece que contigo lo tenemos. No le digas al resto, tengo que ser exigente si quiero aumentar nuestra calidad.

Esto seguro que tengo las orejas rojas, escuchar un alago de él es algo que pocos podrían imaginar.

— Está exagerando, soy hijo de dos periodistas, no soy nada especial solo fui creciendo en el medio, esto es aún insuficiente. Me falta mucho por…

— Detente — siento el dedo índice de mi jefe en mis labios, alzo la mirada sorprendido. Maldita sea mi corazón está como loco, él se separa y camina dándome la espalda hacia el ventanal, se toma la muñeca por la espalda y mis ojos no pueden dejar de seguirlo — Sé lo que es estar a la sombra de grandes figuras y sé lo que es siempre creer que nuestros méritos no son nuestros. Jonathan Samuel Kent, confía más en ti, aprende a reconocer tus aciertos y a recibir halagos. Los míos son un oasis en el desierto. — Gira su rostro, una sonrisa cálida es lo que mis ojos no pueden asimilar. Es una mueca irresistible. Su mirada afilada que parecen desnudarte.

Camino rápido y acorto la distancia entre ambos, lo acorralo entre mi cuerpo y el ventanal. La sangre me hierve, ese flechazo se está volviendo serio, me muerdo el labio inferior. Damian Wayne no solo es físicamente mi tipo… se está convirtiendo en la presa que quiero cazar, en la electricidad que quiero que me recorra todo.

— Damian… ¿Dijiste que te llamara así verdad? — Lo tomo de la barbilla, estoy fuera de mí. Lo fuerzo a mirarme, al final de cuentas soy unos centímetros más alto. Lo miro con tanta intensidad que veo el azul de mis ojos en los suyos — Estaré ansioso por aprender más de ti. Puedes empezar por llamarme Jon a cambio.

Sus ojos muestran sorpresa, da un paso para atrás y después me aleja con un manotazo. El ardor se extiende por el dorso de mi mano, su mirada se vuelve severa y siento el miedo recorrerme la piel. Es una sensación excitante y peligrosa, como meterse directo a las fauces del demonio.

— No te confíes BebéJon, sigo siendo el mayor aquí. Prepárate porque no seré suave contigo.

Me muerdo el labio de solo imaginarlo. De verdad quiero cazar al cazador.

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Un DamiJon Au… sin pretenciones, sin ser taaan largo. Un mini fic ~ ;3