Feitan no era de tipo que creía en el amor a primera vista, es más, él nunca se había enamorado. Claro, encontraba a varias mujeres muy encantadoras, pero hasta ahí no más.

Cuando comenzaba a entablar una conversación con ellas se daba cuenta de que no cumplían sus expectativas, no es como si ellas no fueran interesantes o las catalogara como huecas, simplemente sentía que no tenían nada en común, y aunque sus compañeros le pasaran repitiendo que debía darse la oportunidad – para pasar el rato, aunque sea – Él simplemente no le veía la necesidad, para Feitan eran cosas banales.

Sin embargo, la araña sí era importante para él y aunque sonara cruel antes de cualquier miembro estaba la organización en sí, es decir, ellos como parte de un colectivo. Es por eso que, cuando se percató que su jefe comenzaba a actuar raro y ya no se reunían tan seguido para planear futuros robos, decidió seguirlo.

No es como si disfrutara la situación, es más, si se sinceraba hasta podría decir que era un tanto incómodo. Sentía que violaba la privacidad de su jefe y compañero, pero también sentía que era su responsabilidad descubrir que es lo se traía en manos Kuroro. Feitan confiaba plenamente en él, pero lo que podría ser bueno para uno podría ser malo para otros, es por eso que todo lo decidían en grupo.

Pero, jamás en la vida se imaginó que los asuntos de su jefe eran una persona. Seguramente él estaba buscando información sobre el bastardo de la cadena, pero si fuera así ¿no le tendría que decir al resto del grupo? Además ¿por qué usaba algo casual? Más que una investigación eso parecía una cita.

Feitan podía ver claramente como Kuroro rodeaba con su brazo al más bajo y como se acercaba peligrosamente a su oído para susurrarle algo, mientras que el otro chico lo alejaba y fingía estar enojado. No sabía por qué, pero la situación le parecía algo delirante. Nunca pensó ver a su jefe con pareja y mucho menos que este bajara tanto su guardia cuando estaba con él. Claro que no podía dejar atrás el hecho de que él se veía tan feliz, como si hubiera encontrado lo que le da sentido a su vida. Sin embargo, todavía no podía entender por qué Kuroro les ocultaba ese tipo de cosas ¿acaso no eran una familia? Sí, es verdad. Nunca se imaginó que a su jefe le gustara los chicos y no las chicas, pero nadie en la araña iba a criticarlo por minoridades como esa. El amor llega sin diferenciar raza, género o sexo y eso hasta Feitan lo sabía.

Después pensó en la posibilidad de que ocultara su relación para proteger a su pareja. No todos los días una persona común y corriente salía con un ladrón y asesino, así que probablemente él no sabía a lo que su novio se dedicaba, pero también estaba la contraparte de que si les contaba ellos podrían ayudar a Kuroro a protegerlo de cualquier peligro, después de todo eran criminales de clase A.

Y así pasó todo el día, pensando en un sin número de razones. Hasta que llegó a la conclusión de que era inútil romperse la cabeza por algo como eso, simplemente tenía que ser directo y encarar a su jefe, así el asunto quedaría cerrado y pasaría a la siguiente hoja. Pero cuando Feitan estaba a punto de irse se dio cuenta de que la pareja ya había acabado con su cita y cuando por fin pudo ver el rostro del más bajo quedó anonadado, ¡era el bastardo de la cadena!

Ahora ya no sabía que pensar ¡que rayos era lo que su jefe estaba haciendo! ¡¿por qué salía con ese tipo?! ¡¿por qué se veía tan feliz a lado de ese desgraciado?! ¡¿acaso no se acordaba que ese maldito mató a Uvo y a Paku?! No encontraba lógica para lo que estaba viendo, simplemente esto tenía que ser una broma de mal gusto. Quería negar el hecho de que su jefe se pudo enamorar de alguien como él o tal vez, ese infeliz engatusó a Kuroro para matar a sus demás compañeros. No tenía ni la mínima idea de lo que debía hacer en una situación como esa. ¿Debía informarle esto a los demás? ¿Preguntarle directamente a su jefe sobre lo que sus ojos vieron? ¿Matar en ese momento al bastardo de la cadena? ¿O simplemente callar y esperar?

No sabía qué hacer, pero lo que sí tenía bien en claro era que la araña siempre estaba primero y aunque le doliera no podía poner al jefe ni sus sentimientos por encima de la organización. Así que, decidió seguir al chico hasta su hogar para que nadie lo interrumpiera; de esta manera, le diría que se alejara de Kuroro y si se resistía lo mataría.

Lo siguió hasta que el chico entró en un callejón oscuro, Feitan pensó que probablemente ya lo había descubierto, pero fue mucha su sorpresa cuando vio que el joven comenzó a llorar. Varias lagrimas cristalinas salían de sus ojos marrones para recorrer sus mejillas rosadas. Si alguien le hubiera preguntado, Feitan diría que nunca antes había visto algo tan hermoso. En ese momento se percató de que el chico era realmente bello, sus facciones andróginas lo hacían resaltar entre la población en general; su cabello, sus ojos, sus labios y su tersa piel, todo en él era perfecto. Ahora podía entender en parte porque su jefe había caído ante él, pero el físico no era suficiente para enamorar a una persona, debía existir algo más que hizo que Kuroro se enamorara y a pesar de eso, Feitan todavía no podía verlo. Sin embargo, al verle en ese estado algo dentro de su corazón se desmoronó y deseo por un momento preguntarle que había pasado, abrazarle y verlo directamente a los ojos.

No sabía cuándo ni cómo, pero cuando se dio cuenta, ya estaba en frente del rubio. Pudo notar en sus ojos sorpresa, duda, miedo y luego odio. Era algo simplemente fascinante, ver todas esas emociones en un cerrar de ojos le daba a Feitan una sensación de satisfacción que pensó que solo la podía obtener cuando torturaba a alguien. Aunque, si se lo pensaba más detenidamente, ver al chico llorar era como ver a sus víctimas suplicando piedad, pero de una manera más dulce. Se quedó admirando sus ojos, que amenazaban con derramar más lágrimas y se atrevió a acariciarle la mejilla para limpiarse aquellas lagrimas que estaban por secarse.

- ¿Qué estás haciendo? -

Estaba claro que a Kurapika no le había gustado aquello por la forma en la que reaccionó, alejando la mano de Feitan con un pequeño golpe mientras viraba su rostro, aunque bueno, Feitan tampoco esperaba a que el rubio se lanzara sobre sus brazos. Fue entonces que el más bajo se percató que el chico en ningún momento se puso en posición de ataque y hasta parecía que realmente le daba igual si él le atacaba o no.

- ¿Qué estabas haciendo tú? -

La verdad es que Feitan no se esperaba una reacción de desconcierto como respuesta, pensó que fue totalmente directo con su pregunta, aunque viendo la situación en la que se encontraba el bastardo, tal vez no estaba prestándole atención o simplemente no estaba lo emocionalmente estable como para responder preguntas.

-No quiero repetirlo, ¿qué estabas haciendo con el líder? -

-No te importa. -

- ¿Están saliendo? -

-No. -

-No me mientas. -

-No lo hago. -

Por todos los dioses que alguien le diera paciencia, porque, en serio, no podía con este chico, su necedad por ocultar la verdad y su rostro de "si vas a matarme, hazlo ya". Ya los había descubierto ¿qué tanto le costaba decirle la verdad? Feitan se comenzó a impacientar más de lo normal y comenzó a cuestionarse si esto había sido una buena idea. El chico no parecía querer cooperar y la verdad a él ya no le importaba el hecho de que saliera con su jefe, ahora le interesaba más saber qué es lo que había visto Kuroro en él y porque estaba llorando.


¡Hola! 3 Espero que les haya gustado el primer capitulo de este fic. 3
Soy nueva en esto, así que si tienen alguna sugerencia no duden en decírmelo u