Disclaimer: Ningún personaje me pertenece.
Esto es un futurefic, de la cuarta tempo no tiene nada de Spoilers porque la verdad no me he visto ni in sólo capítulo entero, y va lo mismo con la 3º. Es el regalo de Navidad para beyka95 , que girl nos conocemos de hace poco pero AIJDÒAISDUA`DUASPDO ya te amoooo :D
Va de nuestra OTP de Gogi, con todo el cariño del mundo 3
Leer escuchando All we are-One Republic
En ocasiones Blair se sienta en uno de los bancos del parque. Allí, cerca del lago, el lugar favorito de su reino. La cartera Channel yaciendo en la grava a su lado, los bucles color chocolate acariciándole las mejillas, la mirada perdida en el pasado.
Cuando hace eso, cuando se sienta allí con las manos dentro del tapado, el frío viento de invierno rozándole el rostro y los copos de nieve cayendo sobre su boina, es cuando necesita pensar.
Pensar en Serena, en su ser autodestructivo, en la cantidad de líos en los que se mete. En como lo soluciona todo con una sonrisa brillante y el ligero movimiento de sus rizos de oro.
Pensar en su madre, allá, en Francia, tan lejos y tan cerca. En los vestidos que le envía para que se pruebe, con recomendaciones sobre cómo tratar las telas.
Pensar en Dorota, y en el cuento de hadas que nunca esperó pero que igualmente le tocó a la puerta. En lo feliz que se ve con los pequeños tirándole de la falda, y Vanya rodeándole la cintura con los brazos.
Pensar en Chuck, allá, en Nueva Zelanda, construyéndose de nuevo. En que se han perdonado, pero ya no serán lo que fueron hace tanto tiempo atrás.
Pensar en Nate, en el brillo de sus ojos cuando sus miradas se encuentran, en la suavidad de su cabello cuando ella le corre el flequillo de la frente porque se le mete entre los ojos, en los besos del pasado. También, en lo que espera del futuro.
Y se sienta allí, a pensar, a asimilar el paso de los años. Se sienta por un par de horas, casi hasta que el sol se oculta.
Lo hace hasta que aparece su príncipe de los cuentos, su caballero azul. El muchacho de sonrisa fácil, ojos verdes como el mar y mirada cálida.
Él siempre la encuentra, dondequiera que Blair se esconda. Lo ha hecho desde pequeños, cuando jugaban a las escondidas y el premio era un beso bajo el árbol. Quizá siempre la halla porque la conoce, porque la ama tal como es, por lo que es.
Y se besan, aunque ya no haya árbol, ni escondidas. Lo hacen aunque incluso el mundo ya no crea en los cuentos de hadas.
Pero ellos lo son, porque son el matrimonio arreglado desde niños, que necesitó separarse para volver a encontrarse en una tarde de otoño hace ya ocho años.
Es la princesa que supo desde un principio que quería casarse con aquel príncipe.
Es el príncipe que se enamoró de la princesa de pequeño, pero que luego se perdió en el camino solamente para, luego de las peleas, los intentos, los corazones rotos y las conspiraciones, recordarse a sí mismo cuánto amaba a su dama.
Justo como Derek y Odette, le diría Blair si aún fuesen pequeños, apoyando su cabeza en el hombro del niño, sus bucles chocolate acariciándole la mejilla izquierda a Nate. Él besándole la frente, esbozando una sonrisa.
Al final, todo vuelve al inicio. Es perfecto así, un cuento de hadas.
