I:
-¿¡No te he dicho que tienes las manos para algo?!
-¡Te digo que tires el balón en mi dirección!
-¡Tienes que poner los dedos así, o no vas a atrapar nada!
Los niños, ya molestos por los regaños de sus padres, comenzaron una discusión verbal que terminó con los tres adultos peleando a puños mientras seguían sermoneando a sus hijos por no hacer los cambios que sugerían para su juego.
-¿Van a seguir así si no los detenemos, verdad?
-¿Piensan meterse como la última vez?- la única niña del trío se sentó en el césped -. ¿Acaso te olvidas de cómo terminaron ese día?-negando, los otros dos la imitaron.
-Mejor que sigan así, pierden el tiempo y paran de querer cumplir sus sueños de entrenadores frustrados.
Antes de que pudieran seguir recordando las peleas de horas que sus padres podían llegar a tener, las voces al unísono de esos hombres les sacó una carrera para adoptar las posiciones de juego acostumbradas.
-¿¡Qué están esperando?!
-¿¡No se suponía que sólo íbamos a jugar?!
-¡Estamos jugando, y ahora lo harán contra nosotros!- Kuroki se colocó frente a uno de los niños, adoptando una postura de defensa-. Consigan derribarnos y terminamos por hoy.
-¡Siempre dicen lo mismo!
-¿Acaso han conseguido derribarnos?- habló presuntuoso Juumonji, dibujando en su rostro una sonrisa de autosuficiencia que compartía con los otros dos adultos.
-¿Cómo esperan que les ganemos si nos triplican el tamaño?-protestaron los dos chicos con enojo y cansancio.
-¿Y así quieren jugar fútbol americano? El tamaño no lo es todo- contestó Togano con un poco más de seriedad.
-Ya, claro, papá. Si ustedes estuvieran así no dirían lo mismo.
-Dejen de lloriquear y sólo jueguen- contestó Kuroki, pasando el balón al niño que tenía enfrente.
-¡No estamos lloriqueando!-respondieron los menores al unísono.
-Dejen que termine. Bien saben que estuvimos así más de una vez, y por ponernos a lloriquear nos fue muy mal.
La seriedad en su voz llevó a los otros tres a tomar enserio nuevamente el extraño juego que estaban teniendo. Siempre escuchaban esas palabras, y si bien creían conocer la historia de casi todas esas veces, eran conscientes que una de todas ellas jamás les había sido contada. Pero tarde o temprano la curiosidad ganaría, y uno de ellos terminaría preguntando.
-Sólo empecemos y ya. De algo nos va a servir todo esto.
Cuando la jugada terminó, se encontraban recostados en el césped, dando grandes bocanadas de aire, esperando un regaño que nunca llegaría. Sabían que lo habían hecho bien, siguieron las instrucciones de sus padres… Pero habían vuelto a perder, como todas las veces que les enfrentaban.
-Ya estás mejorando la postura, Hayao.
-¿Pero todavía falta la fuerza, no?
-El punto es que estás mejorando, niño, no me hagas retractarme de lo que dije.
-¿Ven cómo cambian las cosas cuando se lo toman enserio?
-Hoy los tres lo hicieron mucho mejor.
Los niños hubieran querido atesorar ese momento como uno de los pocos destellos de seriedad de sus padres. Sin embargo, no podían, por mucho que quisieran; no si los tres adultos mantenían una competencia para ver quien escalaba primero el domo del parque.
Pero no era sólo ver quién llegaba a la cima primero, sino que, por medio de empujones y patadas, buscaban derribar a los otros dos.
Los pequeños suspiraron otra vez. Sin siquiera apartar la vista del cielo sabían lo que pasaba; aunque cada uno lo tomaba de distinta manera.
-¡Para yo o te vas a caer, padre estúpido!- la niña regañaba cada tanto a Kuroki con frases parecidas, intercalando los reclamos que hacía a sus compañeros por apostar a que su padre sería el que caería primero.
-¡No me digas estúpido ni idiota, Chihaya! Le diré a tu mamá.
-¿Si sabes que el que va a terminar mal parado eres tú, verdad?- Juumonji rió mientras empujaba al castaño con el pie-. Básicamente la niña te ha aprendido ese vocabulario a ti.
-Hayato es igual, así que no digas nada.
-Mi hijo al menos no me dice estúpido y me está apoyando para que gane. ¿¡No es así, hijo?!
-Si sigues así, papá, voy a tener que cambiar mis apuestas. Así que deja ya de hablar y empuja.
-¡No me des órdenes, mocoso elevado, soy tu padre!
-¡Eso ya lo sé! Pero resulta que aposté una tarde en el arcade para ambos. ¡Así que tienes que ganar si aprecias el dinero!
En un lapso de treinta segundos los adultos consideraron los gastos que las apuestas de sus hijos les generaban, lo que provocó que la competencia se intensificara hasta tal punto que los tres acabaron en el suelo, siguiendo con el regaño por apostar a expensas de dinero que no tenían.
El primero en ignorar lo que decían y acercarse a su papá fue Hayato, buscando saber quién había ganado.
-¿Acaso no ves que hoy no ganó nadie?
-¿Entonces hoy no iremos?- Juumonji se sentó, intentó sacudirse el polvo de su camisa y al fallar, suspiró.
-Si le dices a tu mamá, yo te llevo.
-No, mejor no… Estamos con ustedes, van a ignorarnos. Mejor quedémonos aquí y nos cuentan cómo los aplastó algún equipo cuando estaban en preparatoria- y sin esperar respuesta se fue corriendo a llamar a los otros dos-. ¡Ey, Hayao, Chihaya, vengan! ¡Mi papá va a contarnos algo!
-¿Otra de esas pláticas?
-Sí, pero creo que esta va a ser nueva.
Los tres se acomodaron, cada quien al lado de su padre, esperando por esas historias de juego que tanto les gustaba escuchar. Los tres adultos voltearon a verse, y en cuestión de segundos decidieron qué contarían.
-¿Recuerdan la historia del cielo azul?
-¿Cuándo jugaron contra Banba y Harao?
-Sí… Pues hoy vamos a contarles algo peor que el Cielo Azul.
-Puedo apostar lo que quieran a que no va a ser peor que la Death March- Hayato se cruzó de brazos y volteó a ver a Juumonji-. Pero si es peor que la defensa de Taiyou, entonces definitivamente tuvo que haber sido en América.
-El problema, niños, no fue el poder ni el tamaño de la defensa en sí… Fue más bien un problema que sobrepasa lo interno.
Ante las palabras de Togano los tres chicos y los dos adultos restantes se quedaron un poco atontados. De primera era raro oírle un tono tan distante y para los niños era mala señal que no les dijera mocosos o algo por el estilo.
-¿Entonces fue algo que pasó en el equipo?
-No fue del equipo como tal, Chihaya. Solo fuimos nosotros tres…Ah, y Yukimitsu también.
-Sólo que él es la parte positiva de la historia…- reflexionó Kuroki.
-Sí, eso se sobreentiende.
-¡Dejen de reírse, mocosos! Se supone que deben respetarnos…
-Ya, papá, lo que digas. Sigan contando.
-¿Sabes, Hayato? Eso también puede se puede pedir de buena manera.
-Pero si lo pedimos así, no nos van a hacer caso. Así que ya, cuenta.
-Mira, niño…- Juumonji suspiró, resignándose-. Sí, pasó en América, a raíz de uno de esos inventos diabólicos de Hiruma.
-¿En la Death March?
-No, no, esto fue después del torneo de Tokio, cuando íbamos a participar en el torneo de Kantou- explicó Kuroki con cierto remordimiento.
-Pero qué tienen que ver allí Hiruma y Yukimistu? Se supone que cuando los Devil Bats llegaron al torneo ustedes estaban en segundo año…
-Y ninguno de los de tercer año jugó.
- Pero tuvimos la posibilidad de jugar en el torneo de nuestro primer año, donde los tres fundadores podrían haber llegado a la Christmas Bowl- Togano respiró, recapacitando la situación-. Y eso vamos a contarles hoy.
-Sí… ¿Pero qué pintan ustedes en que fue una "posibilidad"?- Chihaya clavó la mirada en su padre, casi recriminando de antemano las acciones que escucharía después.
-Deja de mirarme así, niñita, ya me siento lo suficientemente mal de sólo acordarme.
-¡Ya, sigan!
Los niños estaban desesperados, la curiosidad los comía vivos y el enojo era su mejor arma para lograr que continuaran.
-El problema de la situación fue que no logramos trabajar en equipo- Togano consiguió que la especie de orden que se podía alcanzar volviera-. Jugamos contra Rusia, que tenía un lineman que embestía con sus manos de una manera rara…
-Y teníamos que ganarles, era el nuevo método de entrenamiento de Hiruma: la Death Climb.
-Teníamos que entrenar para ganarle a Rusia y a sus bestias… O no íbamos al Torneo.
-Pero entonces fue culpa de los entrenamientos-Chihaya interrumpió a Kuroki-. El viejo Doburoku tendría que haber hecho algo para que trabajaran en equipo.
-O en su defecto haberlos golpeado.
-O Hiruma haberles disparado… ¿No lo hizo? Estoy muy seguro que la situación lo ameritaba- comentó Hayato mucho más serio de lo que Juumonji hubiese querido.
-Tú, niño- señaló a su hijo-. Vas a dejar de juntarte tanto con Hiruma.
-Te voy a decir que sí, pero todos aquí sabemos que no lo voy a cumplir. Pero como nos quieres tanto vamos a retomar la charla y a olvidar tu último comentario.
-¡Mejor ya hazle caso al mocoso!- rió Togano, interrumpiendo al mayor en el regaño que iba a darle al niño, haciendo que perdiera el aire una vez más-. Nunca pensé que tu hijo sería más osado que tú, Juumonji.
-Deja ya a Kazu-chan y cuéntales a los niños… Si es que acuerdas qué pasó, anciano.
Ante el comentario de Kuroki los adultos volvieron a pelear, separándose de sus hijos y haciendo que éstos se desesperaran otra vez.
Ante la repetitiva situación Chihaya se levantó y tomó al castaño del cabello.
-¡Ya, padre estúpido! ¡Te pueden dar un mal golpe y después mamá se va a enojar!
-¡Qué no me digas estúpido! Si sigues así te voy a acusar con tu mamá- Kuroki se puso de pie y comenzó a quitarse el polvo-. ¡Ey, ustedes dos, dejen de pelear y terminemos de contar! –se acercó y separó a os otros dos, que seguían dándose codazos-. No sé si se dan cuenta, pero el tiempo corre y a este paso nos vamos a quedar sin decirles nada.
-Como la mayoría de las veces. Y después nos regañan en el colegio por comparar las historias que cada uno cuenta por separado.
-Ya cállate, Hayato, que tú fuiste el que empezó.
-Ustedes son los que no continúan… -parecía que el rubio iba a seguir discutiendo con su padre, pero el golpe que Hayao le dio en la cabeza lo dejó con la palabra en la boca.
-¿Ya?
-Sí, papá, ya pueden continuar- ante la respuesta de Hayao, los adultos volvieron a sentarse cerca de sus hijos.
-Bien. Resulta que para la Death Climb cada quien debía entrenar por su cuenta, para mejorar específicamente su posición.
-¿Cómo así?
-Sena, por ejemplo, debía aprender a esquivar a los monstruos de la defensa.
-Y nosotros fuimos algo así como que la excepción, porque trabajamos junto con Yukimitsu para detener a la línea.
-¿Y allí fue que hubo algo peor que el Cielo Azul?
-¿Nos están diciendo que Rusia les dio más problemas que América?
-Todo por esa maldita defensa…-Togano suspiró, permitiendo que Juumonji terminara su frase:
-Y el toro… Estúpido toro
-¿Qué tiene que ver un toro con jugar fútbol americano?- preguntó sorprendido Hayato, buscando respuesta, pero encontrando la misma confusión en la mirada de los otros dos.
-Mucho, al parecer- ante el comentario de Chihaya y la inminente respuesta que su amigo daría para provocar a los adultos, Hayao volvió a darle un codazo al rubio, volteando a ver después a su padre para que continuara con la historia.
-Como tu padre no pensó en nada para entrenar- dijo dirigiéndose a Hayato y ganándose una mala mirada de Juumonji-. Yukimitsu llegó con su gran idea.
-Y ya saben cómo es ese tipo, ya tenía la idea planeada de qué íbamos a hacer… Y decidió ponernos a derribar un toro.
-La idea era simple: poder combinar mi velocidad, con la fuerza de Toga, con la fuerza de Kazu-chan… pero no funcionó.
-¿No era como una técnica especial de los tres hermanos?
-Uno: no somos hermanos. Dos: sí, pero como de primera vista era un método raro y peligroso…
-Nos mentalizamos que no íbamos a poder hacerlo… Y nos enojamos con Yukimitsu y después entre nosotros por eso mismo- Juumonji se recostó en el pasto, viendo hacia el cielo, acción que los demás imitaron.
-Y cuando ya estábamos tratando de hacerle un placaje, casi que obligados por él, nos dimos por vencidos después de la primera pelea.
-¿En serio dejaron de tratar por miedo a que un animal los agujereara?
-Por mucho que tu papá sea un cobarde, Chihaya, nosotros no lo somos. Por la primera pelea se refiere a la que tuvimos entre los tres.
-Cada quien trataba de inculpar a los otros por no derribar al maldito toro.
-Y antes que digas algo más, Chihaya, sí, hemos discutido por cosas así, pero probablemente el estrés de tener que derrotarlo para poder seguir en el torneo afectó nuestro "sensible temperamento".
-Yo sólo iba a preguntar qué tan fuerte fue la pelea.
-Para que se rindieran tuvo que ser diferente a las que tienen siempre.
-Incluso peor que la que pasó en la Death March.
-Considerando que terminamos alardeando y metiéndonos con lo que hacía el otro- Togano se dio cuenta que eso era algo que hacían la mayoría de veces que se reunían, así que especificó-. Pero esta vez metiéndonos con las habilidades: que si la fuerza, que si la velocidad, que si la técnica.
-Además, en vez de ayudarnos y trabajar en equipo después de la pelea, decidimos irnos cada quien por nuestro lado, creyendo que los otros dos tenían la culpa.
-Después pasamos a darnos cuenta de lo cabeza dura que fuimos los tres, aunque ya no pudimos resolver nada.
-¿Durante el partido?
-Hasta que veníamos en el avión que nos traería a Japón, durante uno de los ataques de pánico que le dan al imbécil de tu padre.
-¿Te querías tirar, verdad?
-En mi defensa sigue sin parecerme normal que un pedazo de metal pueda volar.
-El punto es que tuvimos que evitar que Kazu-chan saltara del avión, básicamente a golpes, pero lo detuvimos.
-¿Entonces el partido lo perdieron por no derribar al toro?-Hayao se cruzó de brazos, incrédulo. No podía ser que su papá y sus "hermanos" perdieran por no derribar a un simple animal.
-Nadie sabe si ese fue el verdadero problema, hijo. Pero con Hiruma creemos que el seguir molestos y trabajar separados fue lo que de verdad nos afectó.
-Ahora que lo recuerdo… También fue culpa de lo que pasó en la playa.
-Ah, sí… Esa playa y nuestra inmadurez.
-¿Se puede saber qué hicieron?
-Lo que tú y Hayao hacían cuando tenían como cinco años. Dividir la arena en nuestro "espacio" y no dejar entrar a nadie más.
-Ah, y estarnos gritando desde nuestro territorio…
-¡¿Y así pasaron todo el camino?!
Chihaya, molesta, pasaba su mirada de Kuroki a Juumonji, de Juumonji a Kuroki, de Kuroki a Togano y de Togano a Kuroki, como si pidiera explicaciones de parte del castaño.
-No, fue hasta que a Kazu-chan le entró la vena suicida; casi a unos tres minutos antes de despegar. Y ya después de eso estábamos bien- Kuroki se quedó en silencio un momento, pensando-. Debimos haber resuelto todo a golpes desde un inicio… Pero bueno.
-Pero como todos estábamos enojados con todos, nadie pensó siquiera en golpear a los otros.
-Porque los golpes buenos vienen de los sentimientos de arrepentimiento y de querer mejorar-. Juumonji sonrió de lado recordando las peleas que les servían como reconciliación.
-Como las del avión- dijo Kuroki dando un golpe suave en el que había provocado esa reconciliación-. Con tal de evitar que éste se tirara al vacío del Océano peleamos un buen rato, incluso después de quedar exhaustos. Todo para darnos cuenta de lo que provocaron nuestras estupideces.
-¿Soy yo o nos quitaron a nuestros papás?
-No, mira, ya están comenzando a pelear otra vez- Hayao suspiró al ver cómo los puñetazos de su papá se hacían cada vez más fuertes-. ¿Creen que sea verdad lo que contaron hoy?
-¿Alguna vez nos han dicho una mentira? Para mí que sí fue así… y mira, los tres están peleando para que no los veamos deprimirse.
-No me gusta verlos así… Se siente raro- Chihaya observó detenidamente a los tres adultos, prestando especial atención a su padre y en su forma de voltear a verla en cuanto su riña se lo permitía.
-Son buenos papás, deberíamos hacer algo para animarlos…
-Y algo grande, porque todavía no están normales y se me hace que esta vez ni las pláticas a puerta cerrada con mamá van a devolverme rápido a mi papá a su estado natural.
-Tú cállate, que es tu culpa que estén así.
-¿¡Y ahora qué hice?!
-¡Decirle a tu papá que nos contara una historia! Si no hubieras dicho nada…
-No se habrían acordado de nada- los adultos seguían intercambiando golpes, que aunque cada vez eran más fuertes, no parecían aminorar el sentimiento de negatividad que les rodeaba.
-Si se pudiera regresar el tiempo, ataríamos a Hayato para que cerrara su gran bocota.
-No es mala idea, Chihaya- Hayao se quedó pensando unos segundos, convenciéndose que el viaje en el tiempo podría ser posible-. El problema es cómo hacerlo.
-Si consideras a las personas que tenemos como familia…-Hayato comenzó a enumerar con los dedos-. Hiruma, Sena, Monta, Hiruma, Musashi. Hiruma... ¿Creen que podrían ayudarnos?
Los niños se quedaron callados un momento, para después romper a reír por la ocurrencia. No porque les pareciera tonto o imposible, sino porque eran conscientes que la persona que más veces se había mencionado era la única que podía hacer que lo que pensaban pasara. Tras una mirada cómplice y una última risa traviesa, los tres repararon en las señas que sus padres les hacían indicando la hora de regresar. Corrieron hasta llegar cada quien junto a su mamá sin alejarse del resto.
-¿Alguno nos explica qué les hicieron?- la esposa de Kuroki señaló a los tres adultos que caminaban un poco más adelante sin levantar los pies.
-El pasado los puso mal, mamá.
-Pero ya sabemos qué hacer para que estén normales otra vez.
-Pero necesitamos la ayuda de Hiruma…- Hayato volteó a ver a su madre, quien miraba de reojo a su esposo y sus amigos-. ¿Nos puedes llevar? No es nada malo, de verdad. Y te prometo cuidar que esos dos no hagan ningún desastre.
-Dejen que hable con Mamori para saber si están allá- le dio el bolso a su hijo y sacó su celular del pantalón-. Pero cuando estén allá, la que queda a cargo es Chihaya.
-¡Pero si yo soy el mayor!
-¡Pero eres estúpido, Hayato!- el comentario hizo que los tres niños rieran, hasta que la castaña sintió la mirada de su madre, por lo que se quedó callada en un instante.
-¡Hola, Mamori!- saludó la esposa de Juumonji tras esperar tres tonos del celular. Le sorprendió, pues casi siempre le devolvía las llamadas porque uno de los juegos favoritos de Hiruma y su hija era esconder su celular.
-Hola, ¿pasó algo?
-Nada malo, no uses ese tono tan preocupado. Los niños quieren hablar con Hiruma, y querían saber si están en casa.
-Pues, no estamos en casa, salimos a cenar… Pero supongo que pueden venir al restaurante…
-No, tranquilos, disfruten su cena. Lo que iban a decirle no es tan importante.
-¿Estás segura? Si quieren pueden pasar a dejarlos, o…
-No te preocupes por eso, voy a avisarles que están ocupados, van a entender…
Y después de terminar con el tema de conversación original, las tres mujeres allí reunidas comenzaron a hablar con Mamori de cosas innecesarias, al menos para Hayao y Hayato.
-¿Ya escucharon, verdad?- la voz de la niña sacó a los otros dos de sus protestas internas.
-Sí, no nos van a llevar. ¿Qué hacemos?
-Quizás sea mejor así… Hoy nuestras mamás hubieran escuchado. En cambio, si lo hacemos mañana después de la escuela estaríamos solos.
-¡Mira que a veces sí piensas!- dijeron Hayao y Chihaya a la vez, provocando una carrerilla en círculos que logró hacer que sus padres los reprendieran, unos más animados que otros.
Al poco rato, cuando la plática había terminado y sus papás ya habían decidido ir a cenar al restaurante de carne de siempre, los niños comenzaron a planear lo que harían el día siguiente.
-¿Entonces para irnos a la casa de Hiruma hablaremos con Kaki?
-Supongo que sí… ¿Vamos a tener que decirle durante el recreo, verdad?- los otros dos asintieron con una sonrisa.
-¡Bien! Entonces sólo hay que contarle a ella también, rogar para que Hiruma llegue a recogerla y pedirle su ayuda en nuestro plan maestro- Los tres sonrieron y terminaron de comer entre risas y miradas que expresaban la emoción que incluso les impidió dormir bien esa noche.
(•••)
Los cuatro niños estaban sentados detrás de algunos arbustos, el lugar preferido de Kaki y Hayato para las "reuniones especiales de contenido ultra secreto", de las cuales siempre acababa enterado el padre de la primera.
-Hablen ahora o callen para siempre- dijo ya irritada la niña de cabello negro -. Llevan unos cinco minutos mirándome sin decir nada.
-Queremos la ayuda de tu papá- informaron los tres restantes al mismo tiempo.
-Y yo quiero que deje de resolver mis tareas con solo una mirada.
-¿De qué te quejas? Mi papá huye cuando le pido ayuda en una tarea- Hayao se cruzó de brazos, molesto al recordar cómo su maestra lo había regañado.
-El problema es que ni me dice la respuesta ni me ayuda… Sólo se queda rondando esperando a que las termine…
-¡Te ayudaremos con eso!
-¡Llévanos hoy a tu casa y lo distraeremos en lo que tú terminas la tarea!
-Les respondería si me dijeran para qué lo quieren.
-Ah, es que queremos viajar en el tiempo para subirle los ánimos a nuestros papás- explicó Chihaya como si fuera lo más normal del mundo, a lo que la otra niña asintió, reaccionando de la misma manera.
-Bien, creo que él vendrá hoy por mí y no creo que se moleste en llevarlos- miró directamente a Hayato-. Si lo veo cerca en lo que hago mi tarea, serás mi esclavo lo que resta de la semana.
-¿¡Pero por qué solo yo?! ¡Hay otros dos posibles candidatos aquí!
-Nada, Hayato, tú te ofreciste.
-Ni Chihaya ni yo tenemos algo que ver allí.
-¡Pero también son sus papás!
-Pero eso no implica que voy a dejar que esta niña me haga su esclava.
-Como el mayor del grupo, sacrifícate por nosotros.
-No hay tanto drama, sólo distrae a mi papá y no pasará nada.
-Te odio… Pero lo haré porque nos conviene.
-Te prometemos que el responsable y honorable Hayato cumplirá su promesa.
La hora de la case se acercaba y las dos niñas comenzaron a caminar juntas mientras los niños peleaban en la escalera. Al llegar a su salón ambas les gritaron que los verían más tarde, y con una sonrisa entraron al aula.
La emoción que los dos mayores sentían hizo que el tiempo volara, y prácticamente sin notarlo habían llegado a la última hora del día. La campana que anunciaba el final de la jornada fue lo que les hizo percatarse de la hora.
-¡Hayato! ¡Ya nos vamos!
-¡Tenemos que pasar por Kaki!- el rubio guardó todo en su maletín para después tirárselo a Hayao-. Llevame esto, yo voy corriendo-. El otro chico iba a decir que recordara traer a Chihaya también, pero ya era demasiado tarde, Hayao se había largado.
Chihaya y Kaki pararon soltando un suspiro al ver al mayor correr a toda velocidad y sin frenos hacia ellas.
-Eres un tonto-la castaña le golpeó la cabeza-. Íbamos calmadas porque Hiruma va a llegar tarde.
-Como sea, vámonos ya
Las niñas, que caminaban un tanto más atrás, reían por lo bajo por las miradas de odio que las personas en el suelo le dedicaban al rubio.
-¡Ya me acordé por qué me junto contigo!- comentó emocionada Kaki-. ¡Te los cargaste a todos en una corrida! Aunque eres algo lento…
-Habla la que está caminando detrás como si la vida le pesara.
-Vamos caminando, eso no cuenta. Además, tú vas enojado porque te cansaste por gusto, por eso das las grandes zancadas y toda la gente te rehúye- las niñas volvieron a reír por las expresiones de los que iban por los pasillos.
-No estoy enojado- el chico suspiró y se detuvo, esperando a ambas-. Simplemente no entiendo cómo pueden tardarse tanto en caminar- y después de decir esto, se colocó detrás de las niñas y comenzó a empujarlas para apresurarlas, una de sus manos en la espalda de cada una.
De los tres niños que salían del edificio, dos se preocuparon al ver a Hayao esperándolos con miedo detrás de un árbol que dejaba ver al hombre rubio sentado en la banca, a sombras de su escondite, mientras limpiaba un arma.
-Para de temblar, que no te va a matar- Kaki pasó de largo, espantando al hijo de Togano y dejando a los otros dos atrás, para después saludar a su padre con normalidad-. ¿Pueden venir Hayato, Chihaya y Hayao con nosotros?
-Mientras no tenga que cocinar ni limpiar desastres que no ayude a provocar… Sí- Hiruma se quedó un momento en silencio para después sonreír y comenzar a disparar, asustando a su hija-. ¡Ya salgan, trío de repetidos!
-¿No puedes saludarnos sin los balazos? Algún día nos darás y te van a demandar- reclamó Hayato refugiándose detrás de Kaki, quien le miraba molesta a la vez que susurraba "cobarde".
-El día que te dé…- el mayor comenzó a caminar y los cuatro niños le seguían de cerca- será porque quiera hacerlo, lo que implica que ganaré la demanda.
-Oye, papá, siempre he tenido una duda.
-Habla, entonces.
-¿Las balas son reales?
Hiruma se detuvo, atrajo a las dos niñas hacia sí y les susurró:
-Claro que no, tampoco soy asesino…Pero no les digan a ese par, es más divertido así.
Las niñas rieron, esperando a que los otros dos les alcanzaran.
-¿Son reales?
-Claro que son reales, Hayato tonto. ¿O te crees que mi papá tendría compasión?
-Chihaya, es mentira, ¿verdad?- preguntó el otro niño sosteniendo los lentes que su padre le había regalado, como buscando consuelo.
-Las balas son reales, no le des más vueltas al asunto. Pero tranquilo, todos vamos a ir a tu funeral, y tus mangas van a estar bien bajo mi cuidado.
El mayor abrió la puerta de la casa con una sonrisa por la conversación de su hija y los hijos de los tres hermanos. Los niños se quitaron los zapatos y dejaron las cosas en la sala, donde los cuatro se sentaron y encendieron la televisión.
-¿Y tú no vas a comer, enana?
-Dijiste que no ibas a cocinar, así que supongo que no.
-Yo no voy a cocinar, pero parece que tu mamá dejó curry para ustedes cuatro y para mí.
-Ah… entonces supongo que sí. Ya, muévanse, vamos a comer.
La niña se levantó de un solo salto y fue a sentarse a la mesa, acción que los otros tres imitaron, para que al poco rato todos estuvieran comiendo en silencio.
-¿Y a qué vinieron, mocosos?
-Es algo complicado de explicar.
-Pero podemos asegurar que es totalmente necesario.
-Y básicamente eres el único adulto que tiene los medios necesarios para ayudarnos.
-Además del único que les diría que sí a la primera- dijo Kaki tomando un trago de la bebida de su papá.
-Hablen rápido, enanos. Me gusta por donde va el asunto- dijo el adulto entrelazando sus dedos sobre la mesa.
-¡Queremos viajar en el tiempo- hablaron los tres al mismo tiempo mientras cerraban los ojos, esperando una respuesta parecida a una risa o un sermón al estilo de ese demonio. Pero en cambio, Hiruma volteó a ver a su hija, quien sólo encogió de hombros, restándole importancia al asunto.
-Bien, mocosos, tienen mi apoyo… ¿Pero para qué?
-¿Ya nos dijo que sí? ¿Así de fácil?- Hayato le susurró a Kaki, su cara expresando su asombro.
-Pues parece que sí- la niña también habló quedo y se encogió de hombros-. Deberían responder para qué quieren viajar en el tiempo, ¿sabes?
-Ah, cierto, cierto.
Mientras almorzaban, los tres niños se fueron alternando para contar al padre y a la hija las razones de la idea del viaje, ignorando el sonido de la puerta abriéndose y a la mujer entrando a la casa.
Hiruma también les escuchaba sin inmutarse, atento, serio ante las palabras de los chicos hasta que terminaron de explicarlo todo.
Fue entonces que comenzó a reír, como si una idea se hubiera venido a su mente y necesitara implementarla lo más rápido posible.
-¡No te rías!
-Ya, cálmate y escucha, niña- dijo el mayor, todavía riendo.
-¿¡Escuchar el qué?! ¡Ya dijiste que nos ayudarías, así que ahora lo haces!
-¡Que sí los voy a ayudar! Pero quiero que escuchen mi sugerencia.
-¿Es una sugerencia o una imposición?- preguntó Hayato al recordar las "sugerencias" de Kaki, llegando a la conclusión que las de Hiruma serían peores.
-Sólo tomen en cuenta que el que tiene los medios soy yo.
-Youichi- Mamori le llamó al ver esa mirada en los ojos de su esposo.
-¡Mamá!
-¡Mánager!
-¡Youichi!- regañó la mujer ante el sobrenombre que Hiruma le daba antes de abrazar cariñosamente a su hija.
-Hola…- los otros tres se mantenían en shock, preguntándose cuánto habría escuchado.
-Hola, niños. ¿Cómo les va?-preguntó mientras avanzaba por el pasillo con destino a su habitación.
-Bien, Hiruma nos está ayudando con algo.
-No te metas en problemas- habló desde la puerta de la habitación-. Ni metas a los niños en tus problemas. Ya vuelvo- y sin decir más, entró.
-Hagan caso omiso a lo último- los cuatro infantes asintieron-. Ahora… ¿No han pensado regresar a cortar el problema de la raíz?
-O sea… la boca de Hayato- la castaña balbuceaba mientras hacía cálculos.
-Para cortar la raíz… ¿Te tenemos que matar en el pasado? ¿Evitar que nazcas?
-No, no me refiero a eso, aunque no es mala idea- el adulto rió-. La raíz no es que ustedes les hicieran recordar algo, sino que ese algo ya existe en sus recuerdos.
-¿Entonces para que regresen a la normalidad tenemos que hacer que consigan derrotar al toro?
-Si quieren que el cambio sea permanente, entonces sí.
-¿Y cómo conseguimos eso?
-Ese ya no es mi problema. Son sus padres, no los míos, ustedes los conocen, busquen la manera.
-Les conviene hacerle caso, se ha puesto serio- informó Kaki inquieta por la atenta mirada de su madre a la conversación desde el corredor.
-¿Y lo podemos lograr? Es decir, ellos estarán mejor con derrotar al toro, pero no entiendo qué podemos hacer nosotros.
-Pueden tratar de animarlos cuando lleguen a casa del trabajo- los niños miraron a Mamori extrañados, casi molestos-. ¿Se han puesto a pensar qué podría pasar con ustedes si cambian algo del pasado?
-La verdad, no… ¿Podría pasar algo?- preguntó Chihaya más para sí misma que para los demás, pero igual recibió una respuesta por parte del rubio mayor.
-No pasará nada, si algo se complica yo estaría a cargo y lo arreglaría. No es como que fuera a dejarlos a su suerte…. Si voy a comprobar uno de los grandes tabúes de la física, lo voy a hacer bien.
-Sí, sí podría pasar algo- Mamori se colocó detrás de su esposo. La pareja tenía una mirada seria, pero la de la mujer era más de enfado que de interés y obstinación-. Niños, cambiar el flujo del tiempo involucra muchas cosas, no sólo es que esos tres se reconcilien antes del partido y ya, todo tranquilo. ¿O ustedes pensaban que, aunque cambiaran el pasado, sólo desaparecería el remordimiento de sus papás?
-Pues, pensándolo detenidamente…
-Estaríamos cambiando la vida de todos ustedes.
-Porque si ganan ese partido podrían jugar contra América, y después ir al torneo de Kantou.
-Miren, tienen un punto… pero ya lo dijo Hayao, cambiarían el futuro de todos los del equipo.
-Pero los cambios no serían tan drásticos como los planteas… Es más, creo que sería para bien- dijo Hiruma serio, pensando en las posibilidades que el viaje traería.
-Es mejor no jugar con esas cosas, Youichi.
-Oigan, creo que Mamori tiene razón- Chihaya suspiró.
-Supongo que sí.
-Pero de todas maneras tenemos que encontrar cómo animarlos.
-Pueden ir y tratar de hacerlo en sus casas…
-No, algo así de simple no va a funcionar- dijeron los tres al mismo tiempo-. Además, no podemos ir a casa ahora.
-¿Y por qué no pueden?
-Porque vamos a hacer tareas juntos, ¿verdad?- Kaki volteó a ver a los otros, como pidiéndoles que siguieran el acto.
-Entonces por lo menos voy a ayudarles con las tareas.
-Ya, no te enojes- Mamori posó sus manos en los hombros de su esposo, haciendo un poco de presión.
-No estoy enojado.
-No te creo, ¿tú le crees?- Kaki negó con una sonrisa.
-No me dejan hacer que la sociedad avance en los tabúes de la física. Se supone que deberías apoyarme en los avances científicos que traerían poder y dinero a este gran seno familiar.
-Ya, ya, en el siguiente tabú que decidas romper te ayudaré, siempre y cuando no implique experimentar con niños.
-No iba a experimentar con ellos- Hiruma volteó a verla y Mamori suspiró, negando.
-Eres imposible- se separó de Hiruma y se dirigió a los niños mientras buscaba su bolsa-. Tengo que ir a trabajar de nuevo… No hagan travesuras y olviden eso de los viajes en el tiempo. Tú también, Youichi.
Hiruma se levantó de la mesa para acompañar a su esposa hasta la puerta, donde se quedaron hablando quedamente, por lo que Kaki aprovechó para comentar la situación.
-Sí saben qué significa que mi papá nos ayude en las tareas, ¿verdad?
-¿Que voy a tener que hacerlas hoy y no copiarlas mañana de tus cuadernos?
-¿Que voy a estar aquí sentado haciendo nada por haber olvidado los libros en los que tenía que trabajar?
-No se hagan los que no saben de qué habla… Ya entendí tu indirecta, ¿qué se supone que voy a hacer como tu esclavo durante esta semana?
-Lo primero es comprarme pastelitos de crema… Y pues… No sé qué más, pero en algo voy a pensar.
Hayato iba a decir que si eso era todo, entonces ser su sirviente no era muy diferente a las cosas que ya hacía a diario, pero la voz del adulto lo interrumpió.
-Entonces todo está acordado, ¿verdad? Bien, lo iré a traer más tarde- Hiruma rió y colgó el teléfono, dejándolo sobre la mesa-. Terminen de comer rápido, después los ayudo.
-¿Entonces no vas a hacer nada por ayudarlos?
-Tu mamá ya dijo que es peligroso. Además, míralos, ya no parecen tan convencidos.
-¡Nadie aquí ha dicho que ya nos dimos por vencidos!
-Ya déjalo, Hayato- el otro niño suspiró, arreglando sus lentes-. Después vamos a ver qué hacemos.
Los otros dos entendieron la indirecta, ya buscarían la manera de convencer a alguien para ayudarlos.
XoxxoX
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Sakuragaby: Hola! Espero que llame la atención y les haya hecho reír. La verdad es que este es de los pocos fanfics que han nacido de una teoría... La teoría nació de una bayuncada, pero generalmente no es así. Dejen sus comentarios a cerca de qué opinan de la historia, por favor!
Hasta el siguiente capítulo!
Rui-chan: Esperamos que hayan disfrutado este primer capítulo, y que sigan leyendo los que faltan. Por favor dejen sus reviews, así sabemos qué tal les ha parecido! Nos vemos la próxima semana!
