Los personajes no son míos, son de la increíble Stephanie Meyer, yo solo juego con ellos y puede que algunos me los invente.

N/A: Pues bueno, estoy de vuelta por aquí con la secuela de 'La hermana pequeña de mi mejor amiga', espero no desilusionarles, la verdad es que vengo con muchas ganas y pienso poner lo mejor de mí, espero que lo disfruten.

Summary: Edward y Bella vuelven a Forks, cada uno por su lado. Bella no vuelve sola, sino con Anthony, hijo de ambos del que Edward no sabe nada. Un día Anthony acaba en casa de los Cullen. Bella, no te será nada fácil ocultar un Cullen y menos si es igual a su padre..

Capítulo uno.

Bella POV.

Había conseguido lo que toda mi vida deseé, escapar de Nueva York y poder ser libre. Siempre pensé que ese sería mi sueño acompañado de la fotografía, que eso me llenaría del todo, que conseguiría ser feliz y dejar atrás a la aburrida, solitaria y pesimista Bella pero eso no ocurrió, seguía siendo la misma y mis sueños y prioridades habían cambiado.

El despertador esa mañana sonó realmente temprano, apenas eran las cinco y media de la madrugada. Salí de la cama con cuidado de no mover el pequeño cuerpecito que dormía de lado al otro extremo de la cama. Metí los pies dentro de las zapatillas de ovejita que Emmett me había regalado las navidades pasadas y emprendí camino a la cocina. Faltaba media hora para que Nueva York amaneciera y parte de la ciudad aún estaba en penumbras. Elevé la persiana de la ventana del salón dejando así que los primeros rallos del sol que esta mañana se cernían sobre la ciudad empaparan todo mi pequeño apartamento.

Me dirigí a la cafetera y la encendí después de haber metido el café dentro de ella.

Había tenido suerte en cuánto ha vivienda se trataba. La mayoría de la gente normal de Nueva York solían vivir en un pequeño apartamento de dos o una habitación, salón-cocina y baño y gracias a dios y a los contactos de mi rubia cuñada Rosalie podía contar con un apartamento de cuatro habitaciones, una que había acoplado a Anthony, otra para mí, otra que había escogido como mi propio despacho y otra para posibles invitados. Además la casa contaba con un espacio salón-cocina y un cómodo baño, para Anthony y para mí era simplemente genial.

La cafetera pitó y aún un tanto soñolienta caminé hacia ella para retirarla del fuego.

Me serví una taza entera de café solo con un poco de azúcar y me senté en el taburete de la cocina dedicándome a mirar por la ventana los primeros pasos de la gente Neoyorkina como cualquier abuelita que no tiene nada que hacer.

Estaba nerviosa y eso se podía apreciar en mis torpes movimientos. Hoy volvíamos a Forks, no para siempre – había estado deseando toda mi vida salir de aquel pueblucho como para volver a meterme en él – pero si iríamos a pasar unas semanas con Emmett, Charlie y Rosalie. Hacía seis meses que no veían a Anthony en persona, casi todas las noches nos veíamos por Skype -y sí, aunque suene increíble, Charlie sabía manejarlo, no le había quedado más remedio- pero sabía que no era lo mismo. Si hubiese sido yo, no hubiese pasado nada, hubiésemos aguanto un poco más sin vernos, pero el niño ya exigían ver a su abuelo y a sus tíos, al fin y al cabo, no conocía a nadie más.

Muchas veces me sentía como una maldita mierda por haberle ocultado a Edward que tenía un hijo, pero, ¿Qué debía hacer? Realmente todo me cogió por sorpresa. A los tres meses de embarazo fue cuando me comunicaron que esperaba un niño y para ese entonces Edward ya había desaparecido de mi vida seguramente acompañado de Tanya. Me estremecí, aunque me costase admitirlo era mi pensamiento antes de acostarme y lo seguía siendo según me despertaba, mis sentimientos hacia él no habían cambiado nada en estos últimos tres años, aunque tampoco es que hubiese querido reemplazarle, tampoco tenía tiempo. Anthony y la universidad fueron algo difícil de compaginar. Mi hijo necesitaba todas las atenciones posibles y la universidad necesitaba que me entregara a ella en cuerpo y alma. Los primeros meses me habían costado y más con un Anthony recién nacido, pero gracias a mi amiga Renesmee que cuidaba de Anthony cuando yo estudiaba había conseguido salir adelante y terminar mi carrera en tan sólo tres años, normalmente suele ser cuatro, pero había puesto todas mis fuerzas en ello para poder terminarla cuanto antes, ponerme a trabajar y dedicarme a Anthony.

El café fue bajando poco a poco a medida que el tiempo pasaba y yo seguía dándole vueltas a las cosas en mi cabeza y cuando fui consciente de ello ya eran las seis pasadas.

Dejé el vaso en el fregadero y volví a mi cuarto para despertar a mi pequeño angelito que dormía plácidamente en el lado opuesto de la cama.

-Anthony amor, despierta – susurré suavemente para no despertarlo exasperado –

Ni se inmutó.

-Anthony cariño… - volví a moverlo con cuidado –

Esa vez si se movió pero solo para darse la vuelta y quedarse al lado contrario del que yo estaba.

Suspiré.

-Pues nada Anthony hijo, no te despiertes, perderemos el avión y no podremos volar hacia Forks, el abuelo se disgustará tanto que estará días sin dormir y ni que decir de Emmett y Rosalie… se nota que no tienes ganas de verlos…

Y como temí funcionó.

Mi hijo pegó un brinco en la cama y se puso de pie.

-Mami, ¿Qué haces que no estás vestida? – me regañó mientras se ponía sus zapatillas de andar por casa –

-¿Perdona señorito? – Pregunté divertida – es usted el que no quería despertarse –

-Perdonada mami, perdonada

-Pero que cara tienes – murmuré mientras lo cogía en brazos y lo tiraba con cuidado en la cama para empezar a hacerle cosquillas sin parar –

Su feliz risa me contagió y cuando me prometió que recogería su cuarto, se ducharía y desayunaría como un niño obediente lo solté.

No pude evitar el volver a estremecerme cuando lo vi desaparecer decidido por la puerta hacia la cocina, se parecía tanto a Edward con ese andar altanero, su suave pelo cobrizo y esos dos ojazos verdes que ambos poseían… son igual, y tengo mucho miedo de que al verle en Forks alguien pudiera asociarlo con Edward. Las únicas personas que sabían de Anthony eran Renesmee, mis amigos de Nueva York, Charlie, Emmett y Rosalie. Sabía que era una completa perra al ocultarle a la familia Cullen que tenían un miembro más en su familia pero… no tenía escusa, pero simplemente cuando lo supe no podía buscar a Edward y decirle que íbamos a tener un hijo, mi resentimiento y dolor no dejaban que eso fuera posible y, aunque quería muchísimo a Esme, a Alice y a toda la familia Cullen en general no podía contarle de la existencia de Anthony pues llegaría a oídos de Edward.

La mañana pasó realmente rápida en Nueva York. Anthony desayunó, se duchó y limpió su cuarto, luego hice yo lo mismo, concreté las últimas cosas de la casa y llamé a Renesmee. Cuando esta hubo llegado a nuestro apartamento cogimos nuestras pertenencias y emprendimos camino al aeropuerto, la mañana se había ido volando.

-Renesmee sabes que puedes quedarte en casa todo el tiempo que quieras, estemos nosotros fuera o aquí… - dije abrazándola – no tienes por qué seguir soportando a esas bobas que tienes como compañeras de piso –

-Gracias Bella, me vendrá bien desconectar de ellas por unas cuantas semanas…

-Te he dicho millones de veces que te vengas al apartamento con nosotros Ren… pero tú sigues siendo igual de cabezota que siempre – dije mientras le daba un leve coscorrón en la cabeza-

-¡Sí, tía Ren! Podríamos ver películas Disney a todas horas – exclamó contento mi pequeño mientras se subía encima de Renesmee para darle un último abrazo –

-Lo pensaré compañero, cuando vuelvas de Forks, tendrás una respuesta – le contestó mi amiga, que se había convertido en una hermana durante estos largos tres años en Nueva York - cuida de mami, ¿Entendido? Si no, se acabarán las películas Disney – aseguró mientras le daba un suave beso en su pequeña mejilla –

-Trato hecho Ren – contestó Anthony con su graciosilla voz de pito por la edad –

-Y tú – dijo mi amiga señalándome con el dedo – cuídate y ten el móvil disponible las veinticuatro horas del día, pienso encontrar al amor de mi vida en estas semanas que estés fuera -

-Yo espero no encontrarme con él…

-Bella…

-Está bien, lo comprendí – sonreí – el móvil disponible las veinticuatro horas del día –

Nos despedimos por última vez con unos cariñosos abrazos y Anthony y yo emprendimos el camino hacia la puerta desde la que despegaría nuestro avión.

El vuelo fue agradable. Anthony se había pegado la mayor parte de él durmiendo ya que anoche con la excitación del viaje no había conseguido pegar ojo hasta las tantas de la madrugada y mientras yo, leía una nueva novela que me había comprado en la tienda del aeropuerto.

Como lo esperé, Charlie, Emmett y Rosalie nos esperaban a la salida del aeropuerto de Forks. Nada más vislumbrarnos se acercó a nosotros y nos estrecharon en un fuerte abrazo colectivo del que muchas personas se giraron a mirar.

-Pensé que no llegaríais nunca – comentó mi padre mientras conducía – os he echado de menos –

-¡Nosotros también te hemos echado de menos abuelito! Y también a la tía Rose y Emmett incluyendo sus tonterías – murmuró Anthony haciendo que todos estalláramos en relajadas carcajadas, para ser un niño de apenas tres años era bastante inteligente –

-Me lo tomaré como un cumplido pequeño pelo zanahoria – le contestó mi hermano haciendo que mi hijo inflara los mofletes y Rosalie y yo suspiráramos de dulzura, era adorable –

No tardamos mucho en llegar a la casa de Charlie, esa casa en la que tantas cosas había vivido. No la recordaba como algo malo, y debía reconocer que me encanta volver a estar dentro de ella, era una sensación familiar que nunca había conseguido en Nueva York durante tres años y después de mucho, caí en que no era por la forma de la casa, sino por las personas que habitaban en ella.

Emmett y Charlie tenían su propia casa a unos minutos de la casa de mi padre pero tuvieron que irse porque Rosalie tenía trabajo y Emmett una cita muy importante que no nos quiso describir.

-He pensado que Anthony y tú podréis dormir en tu antigua habitación pero como la cama era muy pequeña la he sustituido por una de matrimonio – comentó mi padre vergonzoso mientras se rascaba la parte trasera de la cabeza –

-Papá, no tenías porqué molestarte – le regañé con cariño – Anthony y yo nos hubiéramos adaptado a cualquier cosa, ¿A que sí, cariño?

-¡Sí! – Exclamó mi pequeño enano sumergido en su nintendo ds sin saber muy bien de que iba el tema –

-Bueno, no importa, tenía que hacerlo y esa era la cuestión.

-Está bien – susurré al momento en el que le abrazaba, había echado mucho de menos a mi padre y su cierto parecido a mí –

No iba a permitir que Charlie cocinara y yo tampoco me sentía con las fuerzas suficientes como para hacerlo así que después de mucho rechistar con Charlie conseguí que me dejara su coche para ir a la pizzería que quedaba no muy lejos de la casa.

No hacía tanto frío en Forks como había esperado, también se debía a que había cogido una estación agradable pero aún así, debías pasarte una rebeca por encima.

Llegué a la pizzería y entré. Me dirigí directamente a la barra para hacer mi pedido, tenía dos hombrecitos hambrientos en casa a los que no me gustaba hacer esperar.

-Buenas noches, ¿Qué desea? – preguntó un hombre calvito y de apariencia sudamericana –

-Dos pizzas de jamón, queso y champiñones y una infantil con sólo jamón y queso, por favor.

-Está bien, espere unos minutos.

Le extendí el dinero, se cobró y me devolvió el cambio.

Estaba sumergida en mis pensamientos cuando alguien enredó sus brazos por detrás de mí casi asfixiándome. Asustada me di la vuelta para encontrarme una pequeña mujer blanquita y morena a la que le llevaba una cabeza de estatura y sin exagerar.

-¡¿PORQUÉ NO AVISASTE DE QUE VENÍAS? – me gritó a pleno pulmón –

Varios clientes del local se giraron para observarnos y yo muerta de la vergüenza me centré en la personita que tenía en frente.

-Alice, no grites – le susurré en bajo –

-Isabella Swan, no puedes venir aquí y pedirme que no grite cuando te tengo delante de mí y hace la ostia y más que no te veo – comentó alterada pero esta vez con un tono de voz normal, o al menos medianamente normal –

Suspiré. ¿Qué iba a decirle? Desde aquella tarde en la que mi mundo se vino encima había cortado el contacto con los miembros de la familia Cullen. Sabía que ellos no tenían nada que ver y que tampoco se lo merecían pero me era muy difícil establecer una relación con ellos esperando un miembro de su familia después de lo que me había hecho Edward.

-Lo siento – fue lo único que conseguí contestar –

-Ogh Bella, ven aquí – murmuró mientras echaba los brazos a mí alrededor y me apretaba contra ella en un cariñoso abrazo – te he echado mucho de menos, ¿Sabes?

Sonreí.

-Yo también Alice, yo también.

Y era verdad. Renesmee era una increíble persona y tenía muchísimo que agradecerle pero al fin y al cabo, no era la efusiva y alocada Alice Cullen.

-Yo también te eché de menos Bella – comentó una suave voz a mis espalda –

Solté a Alice y me di la vuelta y allí, parado enfrente de mí estaba el caballeroso Jasper Hale, tan guapo y respetable como siempre.

-Jasper – susurré bajito, todo estaba siendo un absorbente cúmulo de emociones para mí, por un día ya habían sido más que suficientes –

Me acerqué lento hacia Jasper y luego, en el último minuto me lancé contra él a lo que él sonrió anchamente. Siempre me había gustado estar en compañía de Jasper pues su tranquilidad y positivismo ante las cosas conseguía relajarme a mí también, nunca llegué a comprender y sigo sin hacerlo aún, como Alice Cullen y Jasper Hale podían estar juntos y llevar tanto tiempo siendo totalmente diferentes.

-Señorita, su comida ya está lista – avisó el camarero sudamericano que me había encargado el pedido –

-Muchas gracias – le agradecí y con una sonrisa recogí la bolsa que me tendía –

Me giré hacia mis amigos, bueno, o al menos hacia mis antiguos amigos porque ahora no sabía exactamente como andaría la cosa y los abrasé a los dos juntos como el abrazo colectivo que mi familia y yo habíamos tenido en el aeropuerto.

-¿Cómo está Noah? – pregunté sonriendo –

-Enorme y consentido – sonrió una Alice orgullosa –

Noah era el único hijo de Alice y Jasper.

-¿Cuántos años tiene ya? He perdido la cuenta.

-Tres añitos y medio, está hecho todo un hombrecito – esta vez fue el turno de Jasper de hablar y sentirse orgulloso por su hijo, sabía lo que era sentirse así –

Pasamos unos cuantos minutos más hablando y poniéndonos un poco al día – yo no siendo sincera del todo – hasta que les entregaron el pedido a mis amigos.

-Me alegro de haberos visto chicos – exclamé sinceramente –

-Nosotros también nos alegramos, Bells – contestó mi rubio amigo hermano de mi extraña cuñada, al parecer todos aquí éramos familia – ¿Volveremos a vernos?

Dudé. No quería que descubrieran a Anthony, pero también sabía que no me podía quedar encerrada en casa durante las semanas que iba a quedarme en Forks porque no aguantaría o simplemente Alice vendría a por mí y me sacaría de allí costase lo que le costase.

-Sí, claro – dije con una sincera sonrisa – podemos quedar para tomar un café…

-¡De eso nada! – Gritó mi pequeña amiga haciendo que todo el mundo de nuevo nos mirase – usted mañana viene con nosotros a comer a la casa de mis padres –

-Alice… - susurré con respeto – sinceramente no creo que pueda –

-¿Porqué? – preguntó poniendo su mejor cara de cachorrito sin hogar –

-Alice en serio, dudo que pudiera, me sentiría realmente incómoda…

Jasper lo captó a la primera palabra pues le dio un pequeño toque a su mujer en la mano.

-Está bien Bella – murmuró Alice y corrió a abrazarme – cuando te sientas lo suficientemente preparada como para hacerlo no dudes en venir, ¿Vale?

-De acuerdo – accedí-

Llegué a casa y Anthony y Charlie me esperaban tirados en el sofá viendo fútbol americano, hombres, por muy pequeños que fueran – en el casi de Anthony – o muy grandes – en el caso de Charlie – seguirían siendo hombres.

Parecieron engullir la comida. Había dos opciones, o estaban realmente hambrientos o la pizza estaba realmente deliciosa.

Anthony no tardó mucho en caer rendido sobre el sofá unos diez minutos después de haber terminado de cenar. Charlie me hizo el favor de subirlo a la habitación. Teníamos que hablar.

-He estado hablando con Alice y Jasper cuando he ido por las pizzas – susurré retorciendo mis manos en mi regazo –

-Por eso no quería que salieras – comentó neutral –

-Papá… ¿Qué debo hacer? – pregunté refugiándome en él –

-Desde el primer momento pensé que debías de informarles de la existencia de Anthony, pero eso era cosa tuya y yo no quería meterme…

-Pero es que…

-Lo sé, Edward te había hecho mucho daño y tampoco creíste que fuera lo realmente importante como para hacerlo – Charlie suspiró y siguió acariciando mi pelo - ¿Anthony no ha preguntado por su padre?

-Muchas veces – fue mi momento de suspirar – demasiadas veces -

-Bells, cariño… Edward no está aquí, así que tampoco es que tengas que contárselo pero cuando Anthony salga a la calle mañana y lo vean a tu lado, la gente empezará a trazar cosas y hablaran – se paró y me miró seriamente – este pueblo es demasiado pequeño y las noticias vuelan…

-Tampoco puedo hacer que Anthony permanezca encerrado aquí durante el tiempo que estemos en Forks…

-Lo sé, por eso pienso que lo mejor será salir sobre todo por la Push y solo en algún caso como ir al súper andar por Forks.

-Creo que tienes razón…

-Bueno cariño, no te agobies, no pasará nada. Mañana lo verás todo de diferente manera. Ahora sube y descansa – dijo mi padre, me dio las buenas noches y subió a su cuarto –

Eso me gustaba de mi padre, que era un tío sencillo a pesar de todo.

Subí a mi antigua habitación donde enseguida visualicé a mi hijo durmiendo parsimoniosamente en la nueva cama que Charlie había adquirido para nosotros, se veía tan adorable y tan parecido a Edward…

Suspiré y cogí mi móvil. Le mandé un mensaje de buenas noches a Renesmee, me coloqué el pijama y me metí en la cama abrazando a mi pequeño hijo. No sabía que podía pasar pero deseaba con toda mi alma que Anthony pasara desapercibido.

N/A: Sé que este capítulo no dice mucho, realmente no dice nada pero era necesario para empezar el fic. Mi cabeza maquina cosas que creo que os gustarán. A partir de ahora todo comienza. ¿Y qué? ¿Merece la pena seguir leyendo? Espero sus reviews, saludos.