Hey! Algo rápido para hacer sufrir a la cosita tsunderosa y para informarles que seguiré con mi otro fic estancado, ya lo verán más adelante!
Muy frecuentemente las lágrimas son la última sonrisa del amor.
Stendhal(1783-1842) Escritor francés.
Sabías que te haría daño pero aun así quisiste seguir albergando esos sentimientos, Scott Kirkland jamás iba a amarte y tú ya estabas en sus redes, pero él era tu hermano, y estaba comprometido ¡Por la reina! se casaría con tu mejor amigo, no podías hacerle eso. Era despreciable. Era enfermizo. Era cruel.
Aun podía escuchar como las alegres carcajadas del francés inundaban la casa con la noticia mientras que Scott despotricaba en su contra pero contemplándolo intensamente, de una manera en la que jamás lo había mirado a él o ninguna otra persona que hubiera conocido. La última bestia había caído por fin. No había ya nada que hacer, tu sueño se terminó.
Se sentía patético, sus esperanzas se quebraron una por una, todos los años que había esperado que su hermano le dedicara siquiera una mirada fueron tirados por la borda, pero la sonrisa que Francis le dedico mientras le pedía que fuera el padrino de bodas fue tan radiante y llena de amor que simplemente no pudo decir "no", por más que doliera, por más que sufriera, no los decepcionaría, sería el clásico hermano y amigo perfecto, es lo que un caballero haría.
Antonio y Gilbert lo invitaron varias veces al bar pero simplemente no tenía ganas de nada, sabía que sus amigos estaban preocupados por el, se los agradecía, pero en esos momentos la soledad seria su única compañera. Además, seguramente Francis también estaría con ellos y no quería que el alcohol lo tornara sincero como solía hacerlo y revelara los sentimientos que mantenías por tu hermano.
Lloraste, gritaste, reclamaste, reíste, enloqueciste por completo, nada tendría sentido de nuevo en tu vida, el pelirrojo había sido tu gran y único amor, ¿Qué pasaría ahora? Estabas asustado, esa era la verdad, completamente aterrado.
Las lágrimas eran normales en tu rostro esos días, llorabas tanto que pareciera que te sangrarían los ojos, estabas perdido, además el clima era de lo peor, nubarrones se posaban en los cielos de Londres para terminar descargándose premeditadamente sobre ti que no llevabas sombrilla. Todos lloraban contigo.
Pero sabias que al final no te quedaría nada, ellos se casaron, tú te acostaste con un tipo del cual no te acordabas y que era el jefe de Francis en la universidad. Un alto norteamericano profesor de pintura. Tenía una sonrisa cálida y un tatuaje tribal en el cuello. Te regalaba rosas. Iba a verte de vez en cuando para tomar él té que tus sabias que odiaba. Estaba enamorado de ti. Todo era ahora perfecto. O casi todo.
Porque las lágrimas de un caballero jamás deben ser vistas, ¿no es así Arthur?
