Todos los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi, que yo los use para otras cosas va sin fines de lucro

Bueno aquí toy de nuevo, lamento no seguir con Un giro inesperado, pero se me acabo la felicidad para seguir con esa historia y ahora que estoy entrando de nuevo en mi depresión anual (proviene de mi ingreso a clases y estar muy cerca de mi hogar, además se mi va mi hermano a la U, lo voy a extrañar) así que de todo eso surgió esta historia espero que les guste

Casi lo olvido, tengo que agradecerle a mi prima Cata por editar esto y decirme sus puntos débiles, Gracias prima hermosa!!! ), Y a Vivian Alejandra, como siempre apoyándome, lamento ser tan pesada, pero es que si tu me dices que esta bueno lo pongo

Capitulo 1.

Como caída del cielo

Después de todo… Esta vida no vale la pena vivirla.

Ryoga Hibiki miraba el atardecer desde la altura, en la cima de la pequeña montaña que se encontraba detrás de la casa que sus padres y él ocupaban en verano, le encantaba ese momento, para él era el mas especial del día: el sol acariciaba lentamente el mar mientras descendía inmutable, era un espectáculo hermoso, la tenue luz, el agradable calor de la tarde, si, definitivamente era un buen momento del día y un excelente momento para morir. Le gustaba el hecho de que su vida se habría terminado junto a un día. El joven miró encandilado por un momento el enorme orbe naranja que se escondía, como huyendo de ese mundo horrible y lleno de atrocidades, para unirse a otros donde la vida transcurría en una hermosa e interminable armonía, maldijo en silencio su suerte, deseando acompañarlo, desvió la mirada a lo que tenia en sus manos, una larga cuerda a medio trenzar, sonrió, los nudos de ahorcado tomaban mucho tiempo y paciencia para hacerlos, pero él tenia toda la noche, después de todo ¿Quién querría seguir viviendo con esa familia? No después del incidente de esa tarde.

Flash Back

La familia Hibiki almorzaba en silencio ese dia, a pesar de todo los conflictos que tenían seguían compartiendo la comida todos juntos, el señor Hibiki miró detenidamente a los integrantes de su familia: su esposa, mujer de radiante belleza y de corazón de piedra, sus peleas diarias se habían convertido en un calvario y desde que su hijo fue algo mayor y se paso el encanto del bebé, sus viejas diferencias volvieron lentamente a la superficie, dañando lentamente la relación de ambos y de paso la de su hijo, volvió la mirada al adolescente, Ryoga tenia dieciséis años y si bien era un joven robusto, de buen porte, musculoso y no mal parecido, a los ojos del señor Hibiki, era un bueno para nada, aunque sus notas no eran malas, dejaban mucho que desear, además de ese aire distraído y indiferente que siempre lograba sacarlo de las casillas, en ese viaje de vacaciones había intentado estrechar sus relaciones, pero estaban tan deterioradas que lo único que había logrado hasta ahora era que él lo acompañara de mala gana a cazar, el chico se la pasaba solo observando el océano desde el cerro que había detrás de la casa, o entrenaba artes marciales hasta que se caía del cansancio, ni siquiera salía de fiesta o tenia novia, ya era hora de que pusiera los pies en la tierra, volvió a mirar su plato y carraspeó intentando alejar el pesado e incómodo ambiente que se respiraba.

-Ryoga- el aludido desvió de mala gana la vista de su comida y esperó a que su padre hablara -Hijo¿Por qué no vas a la playa hoy y socializas un poco? Ya es hora de que tengas amigos y quien sabe, hasta tal vez una novia-

-Papá ya hablamos de eso, tú sabes muy bien que no me interesan esas cosas-

-Pero te la pasas solo, no digo que sea malo pensar y ser filósofo y todas esas cosas que te gustan- Dijo al tiempo que recordaba la montaña de libros que el joven guardaba en su pieza, hablaban de la vida y la mayoría haría que una persona normal se suicidara –Pero la vida no es solo eso, después de almuerzo quiero que bajes y te hagas algunos amigos-

El joven miró por unos momentos a su padre y luego siguió comiendo –No lo haré, esta tarde entrenaré-

El señor Hibiki respiró profundo mientras juntaba toda la paciencia que tenia para seguir hablando –Ryoga, en la vida necesitas ser social, si no ¿Cómo te vas a relacionar en tu trabajo? Y eso de entrenar, estoy de acuerdo, te hace ser un joven muy fuerte pero las artes marciales no te van a mantener-

-La verdad es que yo no tengo intenciones de trabajar, lo que quiero es salir por el mundo como un errante, buscando respuestas a todas mis preguntas y para eso sí necesito las artes marciales- Ryoga observó en silencio como su padre pasaba de su color normal a rojo, luego lila y mientras, casi se podía sentir el calor que desprendía, ellos ya habían "hablado" antes de eso y sabía muy bien cual era la opinión de su padre al respecto, miro de reojo a su madre, pero a ella le interesaba más no arrugarse que el destino de su hijo.

-¡Ya te dije que mi hijo no va ser un indigente¡Tú vas a estudiar algo importante y vas a ser un profesional prestigioso¡Entendiste!- El padre de Ryoga se levantó furioso y por poco golpea la mesa.

-¡Papá¡Sabes muy bien que no lo haré a si que no insistas!- El joven también se levantó y miró a su padre con decisión.

-¡NO VOY A TOLERARLO¡NO ESTOY INVIRTIENDO EN TI PARA QUE SEAS UN DON NADIE!- Ryoga estuvo a punto de cubrirse para protegerse de la lluvia de babas que arrojaba su Padre, miro hacia su madre en busca de apoyo pero ella ya había abandonado el comedor, seguramente buscando un lugar más tranquilo para poder leer.

-¡YO NUNCA PEDI QUE INVIRTIERAN EN MI¡NI SIQUIERA PEDI NACER¡USTEDES DECIDIERON TENERME ASI QUE DEBERIAN RESPETAR MI DECISION¡NO SOY UNA INVERSION, SOY UN SER HUMANO!-

-¡INVERSION DIJISTE¡TE EQUIVOCAS¡TU ERES UN GASTO¡UN HOYO POR DONDE YO ARROJO TODO MI DINERO¡PERO ESO SE ACABO¡SI NO QUIERES APRENDER POR LAS BUENAS, SERA POR LAS MALAS!- El señor Hibiki se arrojó sobre su hijo con los puños en alto, Ryoga rechazo rápidamente a su progenitor y se puso en guardia incrédulo, era la primera ves que intentaba golpearlo de esa manera, el adulto se llevó la mano al cinturón y lo desabrochó rápidamente -¡AHORA SABRAS LO QUE ES SER RESPONSABLE!- Ryoga miró asustado a su padre acercarse con la cincha de cuero en alto, reaccionó a ultimo momento, esquivó por poco la pesada correa y corrió rápidamente a la calle, luego saltó al tejado y de ahí se fue a la colina, no tenia intención de golpear a su propio padre.

Fin Flash Back

Suspiró, paseó tranquilamente la mirada por los pocos bañistas que quedaban en la playa a esas horas, en cierta forma los envidiaba, parecía que no tenia ninguna preocupación, vivían felices adaptados ya a este mundo, volvió a mirar al sol, se sorprendió, ya casi no quedaba casi nada del la esfera, el mar ya se había tragado casi toda su luz y calor, se pasó la mano por la cara y se sorprendió, estaba mojado, sin darse cuenta había llorado tranquilamente mientras recordaba, sacudió la cabeza y se concentró en lo que tenia en las manos, el nudo ya estaba casi listo, las gaviotas trazaron unos arcos en el cielo volando rápidamente, buscando un sitio donde dormir, el joven las siguió con la vista, deseando volar con ellas, lejos de ahí, siguiendo a los vientos de su corazón, cuando su instinto se activó, intentó levantarse, pero algo lo golpeó por el costado, él y lo que lo había empujado rodaron juntos hasta el árbol más cercano en el que se golpeó dolorosamente, la cosa que fuera que lo había empujado se estrelló casi al instante contra él, golpeándolo en estómago y provocando un ligero aturdimiento en el joven.

-¡¡Auch!! Como duele- Ryoga se incorporó lentamente mientras se frotaba la nuca, parpadeó varias veces hasta que su vista dejó de ser triple y miró al suelo, buscando lo que lo había golpeado, delante de él, también sentada pasando sus manos por la espalda, estaba la joven mas hermosa que había visto, tenia un cabello corto y negro con reflejos azulados, que descendía acariciando su rostro, poseía las facciones armoniosas, unos labios hermosos, una nariz fina y ligeramente respingada y unos ojos almendrados, profundos y cálidos, era delgada y su cuerpo era en sí finas curvas, la joven debía tener unos 16 años y la rodeaba una aire de tranquilidad y paz que nunca había sentido -¿Estas bien?- dijo mientras se ponía de pie y le tendía la mano para ayudarla a levantarse aun embobado por su belleza.

-Si- La chica lo miró mientras aceptaba su mano y se levantaba con una sonrisa en los labios, la joven era un poco pequeña, Ryoga la superaba por una cabeza pero eso no le hacia perder el porte un tanto aristocrático que poseía –Lamento haber caído así, es que estaba caminando por lo mas alto y me resbalé, de verdad lo lamento mucho- La joven señaló hacia arriba y luego hizo una reverencia mientras Ryoga negaba con las manos.

-No, no es nada- El joven miró hacia el mar, el sol ya se había ocultado y la luz disminuía, buscó en la tierra hasta que encontró su cuerda, se sentó en silencio, meditó un momento lo que iba a decir y luego se decidió -¿Quieres acompañarme?- Ryoga se sintió extrañamente alegre cuando la joven asintió y se sentó a su lado, miró un momento al chico y luego desvió su mirada a sus manos, más directamente a la cuerda.

-¿Ese nudo¿Es el del ahorcado?- El joven se sobresaltó, la mayoría de la gente pensaba que era una trenza.

-Si ¿Cómo lo sabes?-

-Bueno, la verdad… Ya no importa, pero lo conozco muy bien, disculpa que te lo pregunte pero ¿Intentabas suicidarte?- La chica lo miró a los ojos, Ryoga se sintió desnudo ante su mirada, como si ella supiera que pensaba y lo que hacia, desvió rápidamente los ojos y levanto los brazos, era la primera ves que alguien se lo preguntaba tan derechamente.

-Vaya eres la primera persona que me lo pregunta directamente, la mayoría me manda indirectas, por mi comportamiento un tanto…suicida, pero no, solo me gustan, - Las magas de la polera que estaba usando cayeron hasta sus codos, dejando al descubierto sus antebrazos, llenos de cicatrices, algunas aún frescas, provocadas por él mismo, cuando su desesperación y frustración eran tales que solo encontraba alivio flagelándose, la joven miró unos momentos las incontables marcas de sus brazos, en sus ojos se vio que entendía perfectamente el origen de esas cicatrices.

-Yo…- Ryoga bajó sus mangas y miró el suelo, de nuevo esa desagradable sensación, como si estuvieran a punto de sacrificarlo.

-¿Eso es lo que creo que es?- La adolescente esperó en silencio hasta que el joven que tenia enfrente asintió lentamente –No tengo derecho a decirte nada, recién te estoy conociendo, pero te daré un consejo, no sacas nada haciéndote eso, debes enfrentar el problema, yo… Te lo digo por experiencia propia- Lentamente subió las mangas de su chaqueta y dejó desnudos sus brazos, al igual que los de Ryoga tenían marcas, algunas superficiales, otras algo más profundas –Nunca me había topado con alguien que sufriera o hubiera pasado por lo mismo que yo, no sé porque te ocurre esto, pero créeme, esa no es la mejor manera de dejarlo salir- Ryoga miró un momento a la joven a los ojos, y sin saber porque le contó todos sus problemas.

-A mi madre no le interesó, mi padre cree que soy un imbécil, me odio a mi mismo, nadie me entiende, no me interesa nadie y bueno, soy una persona depresiva, estoy sumido en una maldita depresión, es cierto, si no me hubieras interrumpido me habría matado, ni siquiera sé porque te estoy contando esto- Ryoga tomó aire, se sentía más ligero, como si se hubiera quitado una norme carga de encima, la joven lo miró en silencio y luego lo abrazó.

-Todo esos problemas tiene solución, debes encontrarla, cuesta mucho, pero existen- le dijo mientras lo apretaba un poco más, el atónito joven solo asentía, la chica lo soltó y lo miró a los ojos.

-¿Pero porqué? No entiendo, los seres humanos siempre sufrimos por nuestra propia causa, es estúpido, pero se empinan en ello ¿Por qué se cree en lo que no vemos¿Por qué odiamos a lo que nos ama¿Por qué no podemos vivir en un mundo tranquilo¡¿Por qué¡Maldición!-

–No tengo la solución a todas esas preguntas, solo se que somos mortales, estamos forjados para sufrir y lo peor, somos seres humanos, vivimos en la naturaleza del error- Ryoga sentía como si la mirada de ella lo traspasara como puñales, pero no fue capaz de desviar la mirada -Escúchame, tal ves pienses que soy una desconocida metiche, aunque técnicamente es lo que soy, ahora siento algo extraño, siento, me siento como si te conociera de toda una vida, solo puedo decirte que no te dejes llevar por los problemas- se levantó en silencio y miró al cielo, dio un respingo, la noche ya se cernía sobre el cielo y la luna ya estaba en lo alto –Nos encontraremos pronto, lo sé, no se porqué, es extraño- Lo miró por un momento más y emprendió el camino de regreso.

-¡Espera¿Quieres que te acompañe?- Ryoga se levantó de un salto y trotó para llegar a su lado, la joven lo miró sonriendo mientras asentía, juntos empezaron el descenso –No preguntaré que es lo que te ocurría a ti, por si te incomoda –La joven negó con la cabeza- Pero sí quiero y debo preguntar ¿Ya saliste de eso?-

-Sí, ya lo superé… Verás, cuando yo era pequeña mi madre murió, eso me golpeó muy fuerte y a pesar de ser tan pequeña, me sumí en una enorme depresión, mi padre y mis hermanas intentaron sacarme de allí pero yo no quería nada, solo quería a mi madre, dejé de comer, bañarme, jugar, solo la quería a ella de regreso, poco menos vivía en el cementerio llorando frente a su tumba, perdí a mis amigos, reprobaba en todas las materias, pase axial varios años de psicólogo en psicólogo, en el transcurso de ese tiempo, me golpeé, me corté y una vez intenté ahogarme, ya incluso había olvidado por qué entre en esa depresión, solo quería morir, me consumía lentamente hasta que en mi vida apareció una persona que le puso un sol a mi horizonte, aún no soy una mujer del todo sociable y sana, pero ya salí de ese hoyo y logré mirar el mundo con otros ojos, aunque las cicatrices de esos años me seguirán por siempre, son un recordatorio de que no puedo volver a caer, aprendí que se debe luchar hasta las últimas consecuencias- Ambos llegaron a la calle, cerca de la casa del joven, se miraron un momento hasta que Ryoga desvió la mirada.

-¿Quieres que te acompañe a tu casa?-

-No no es necesario, a todo esto no me has dicho tu nombre-

-Ryoga Hibiki-

-Nos volveremos a ver entonces Ryoga, adiós- La joven se despidió con la mano y le dio la espalda, mientras caminaba rápidamente, el muchacho observó el trayecto de ella hasta la esquina donde iba a doblar, ahí cayo en cuenta de algo.

-¡Espera!- La joven alcanzó a escucharlo y se dio vuelta -¡¿Cómo te llamas?!- gritó usando sus manos a modo de alto parlante.

-¡Akane Tendo!- dijo para luego desaparecer por la esquina.

-Akane Tendo… No debo olvidarlo…- Ryoga observó por un momento más la esquina por la que había desaparecido la joven y se dio vuelta, enfiló en dirección a su casa corriendo, sonriendo, ya se sentía con fuerzas para volver a ver a sus padres.

Espero que le guste, dejen reviews, y digan que piensan de esta nueva y loca idea un tanto suicida.