Hola!!! Si, vuelvo con otro fic, es que como llevo así como dos meses de exámenes, y por todos es bien sabido que en esa época menos estudiar se hace de todo, pues he tenido muchas ideas, a ver que os parece estas.

Se aceptan críticas, constructivas y destructivas.

I. Llueve sobre mojado.

El 21 de mayo no era una fecha señalada para nadie que ellos conocieran, ni cumpleaños, ni santos, ni ninguna fiesta de guardar albergaba ese día. Por eso, desde hacía ya más de cinco años se hacía una comida-merienda-cena en casa de los Kurosaki. Sin querer y como costumbre, en cada una de estas reuniones se habían anunciado casi todos los acontecimientos importantes para esta familia y sus amigos: el primer año fueron Ishida y Orihime quienes lo estrenaron, siguiendo con la tradición el año siguiente Ichigo, anunciando que se iría a estudiar fuera durante un tiempo, no volvió hasta tres años más tarde. El tercer año Orihime estaba embarazada y el cuarto Tatsuki anunciaba que se marcharía a Europa a seguir con su carrera como boxeadora, pero a los pocos meses ya estaba de vuelta a casa, no le fue tan bien como se hubiera imaginado.

En este quinto año, parecía que la vuelta de Ichigo era suficiente festejo, pero a todos sorprendió la noticia: Chad y Karin se habían prometido. Los años habían pasado para todos, el que antaño fue un shinigami sustituto –hoy shinigami oficial- contaba ya con 25 años, al igual que el resto de sus amigos. Las carreras se habían acabado y pocas locuras quedaban a la imaginación.

El pequeño Tetsu correteaba a sus anchas por toda la casa, hacía muy poco tiempo que había aprendido a andar pero le estaba cogiendo el gusto. Buscaba al escandaloso Kon, que hábilmente se había escondido en lo alto del armario de Ichigo, hasta allí no llegaba. Mientras su madre, Orihime, intentaba alcanzarlo para que se lavara las manos, ya era hora de comer.

-Karin-chan me da tanta envidia, -decía su hermana al verla junto a Chad- hacen buena pareja.

-Ni que lo digas Yuzu, -contestó Tatsuki mientras se sentaba a su lado en la mesa- cada año alguien más se compromete, -suspiró- y hasta tienen niños.

Inoue acababa de encontrar a Tetsu y lo estaba llevando al cuarto de baño, mientras el niño seguía oteando en busca del peluche que tanto llamaba su atención. Salieron rápidamente del cuarto de baño, y el niño corrió hasta encontrar a su padre, que hablaba tranquilamente con Isshin e Ichigo. Al verlo bajo sus pies lo cogió y siguió hablando.

-¿Ya está todo hecho Tatsuki-san? –Preguntó Inoue. Desde que comenzaron estas comidas-meriendas-cenas en casa de los Kurosaki, se había hecho un pacto tácito de hacer toda la comida antes, ahorrándole trabajo a la siempre amable Orihime.

-Si, siéntate si quieres, sólo falta que lleguen Abarai y los demás, este año están tardando mucho.

La, ya tradicional, reunión también fue extensible para los shinigamis de la Sociedad de Almas que habían tenido más contacto con los chicos en la tierra. Pero este año, y por alguna extraña razón, estaban tardando más de lo habitual.

Comenzaron a comer sin ellos, Tetsu no esperaba a nadie para dormir su siesta, el niño no podía perder sus hábitos, y los demás con la excusa siguieron el mismo argumento. Así mientras Ishida acostaba al niño en la cama de Ichigo, por fin, sonó el timbre.

-Renji, -abrió la puerta el ex shinigami sustituto- ¿vienes tú sólo?

-Si, -contestó entrando al rellano- y un poco más y no puedo venir –se rascó la cabeza- ¡No sabes la que hay montada!

-¡Hola Abarai-kun! –gritó Orihime- ¿vienes solo?

-¡¡Hola a todos!! –saludó el muchacho con la mano y muy contento -¡Ah! Hola Ishida –el hombre bajaba las escaleras con cara de pocos amigos, y arreglándose las gafas.

-No hagas tanto ruido, Tetsu está durmiendo, -le reprochó el Quincy.

-Lo siento, lo siento.

-¿Dónde están los demás, Renji? –volvió a preguntar Ichigo.

-Uff, es una larga historia, -se sentó en la mesa- ¿no queda comida?

-¡Claro! ¡Voy! –contestó la siempre servicial Yuzu.

-Tenemos problemas en la Sociedad de Almas, -todos se acomodaron para escuchar mejor al Teniente del Sexto escuadrón- es difícil de explicar…

-Suéltalo ya, Renji –le dijo Ichigo que estaba apoyado en el marco de la puerta, su amigo le había quitado el sitio.

-Ha habido un error con unos experimentos del escuadrón doce, -suspiró recordándolo- y ahora todo el Seretei… está lleno de ¡¡conejos!! –comenzó a reírse- ¡y hay tantos que han mandado a todos y cada uno de los shinigamis de cada escuadrón a cogerlos!.

-¿Qué? –hasta el propio Ichigo tuvo que esbozar una sonrisa.

-Lo que oyes, un poco más y también te llaman a ti para que caces conejos.

Todos comenzaron a reírse, era una imagen muy pintoresca, el Seretei lleno de conejos a rebosar. Aunque no todos los asistentes habían estado en él, al menos todos conocían su existencia.

-¿Y se puede saber que coño estaban haciendo para que salieran tantos conejos? –Preguntó Ichigo algo asombrado, ya que era el único que no se reía a carcajadas, a él le costaba más trabajo.

-Pues, -intentaba parar de reírse Abarai, él se había librado de ir detrás de los conejos- estaban intentando modificar las Soul Candy…

-Del conejo Chappy –interrumpió Ichigo.

-Si, -todos los presentes se pusieron algo más serios- y por culpa de la Asociación de Mujeres Shinigamis hubo una explosión. No tenemos heridos, pero si muchos conejos.

El silencio reinaba en la habitación, ya no hacia tanta gracia. Pero Inoue decidió decir lo que muchos pensaban.

-A Kuchiki-san le hubiese encantado, -bajó la mirada con tristeza.

-Seguro que a esa enana respondona le hubiese gustado, Inoue –dijo Abarai.

-¿No se sabe nada?

-Ichigo, -respiró hondo el Teniente- tomó una decisión.

El aludido miró al suelo, él se había ido a estudiar fuera para olvidar muchas cosas, entre otras cosas a Rukia. Pero Renji siguió diciendo.

-No hay marcha atrás, Ichigo.

-Entiendo –contestó el muchacho.- Creo que voy a dar una vuelta, estaré aquí para cenar.

-¿Dónde vas Ichi-nii? –preguntó Karin.

-A dar una vuelta –contestó ya de espaldas mientras se escuchaba un portazo tras él.

Cuando Ichigo volvió a casa para cenar con sus amigos y familiares se encontró con Tatsuki en la puerta tomándose algo, que parecía una cerveza, tenía la mirada perdida y estaba algo melancólica, y él sabía porqué.

-Ey, ¿qué haces aquí fuera? –le preguntó mientras se sentaba a su lado.

-Descanso de el jaleo de tu casa, Ichigo, tu padre no es normal, ¿cómo puede tener esa vitalidad? ¿y ese póster de tu madre? Es tremendo…

-Ni que lo digas, a mi me cuesta acostumbrarme y mira todos los años que llevo viviendo con él -se rascó la cabeza.

-Necesito vacaciones, Ichigo.

-Yo acabo de llegar y ya me llevan loco.

-¡Hagámoslo!

-¿El qué? –el pelirrojo frunció el ceño.

-¡Irnos de vacaciones! ¡Un fin de semana! Yo aún no tengo exámenes –ella era la única que aún no había acabado la carrera, ya que con el boxeo perdió mucho tiempo- yo puedo perder un fin de semana, y tú trabajas con tu padre, puedes permitirte un fin de semana libre.

-¡Pero si acabo de volver!

-Y ya necesitas vacaciones…

-Es cierto -agachó la cabeza y miró al suelo.

-¿Playa o montaña?

-Playa, -el muchacho no se lo pensó ni un momento- sabes que me gusta mucho más.

-¿Se lo decimos a alguien más?

-¿A quién? Todos nuestros amigos están ocupados –agarró la botella que tenía la muchacha en las manos y se la acabó de un trago.

-Cierto, somos los últimos solteros que quedan de nuestra generación. Yuzu no cuenta.

-Tienes razón, hasta Keigo tiene novia…

-¿Quién lo diría?

-Yo no, desde luego –respondió el muchacho.

-Entonces, playa, no te eches atrás, Ichigo, lo necesito.

-Hecho.