Descendientes

«Corre» grita cada parte de mi cuerpo mientras esquivo troncos, hoyos y gigantescos arboles del mojado y oscuro bosque del Sauz. Desde hace al menos unos cinco kilómetros que me persiguen y aun busco la manera de escapar. Posiblemente si fuese humana ya estuviera cansada, o peor aun, muerta, pero la resistencia de mi raza me permite ver con claridad la negra noche que intenta tomarme como su presa.

Yo soy una Selnaz, descendiente de Sauz el hombre infierno e hija de Vladimir Berry, el líder de nuestra raza.

Mi nombre es Rachel Berry, la heredera y única esperanza de los Selnaz. Fui concebida por accidente, pero planeada por las profecías del propios Sauz. Mis padres sabían que por tal motivo muchos intentarían matarme, pero aun con todo el dolor que les ocasiono, decidieron darme a una familia humana. Decidieron mantenerme a salvo y con vida.

Es por eso que durante mis dieciocho años había conservado mis habilidades en secreto. Obligada a entrenamientos inhumanos sin saber para qué, sin tener el menor conocimiento de lo que era. Si ya era difícil esconder mis poderes, el hecho de no saber quien era yo torturaba todas mis noches. Incluso me llevo a ocasionar mi propia reclusión, la misma que me obligue a seguir para no lastimar a nadie. Siempre alejada de mis compañeros de clase, alejadas de los niños en el parque… siempre sola.

—¡Rachel! —Gritó tras de mi intentando alcanzarme.

La escuche entre los árboles y sentí su embriagadora presencia, pero no deje de correr. Si ella me había encontrado, pronto los demás también.

—¡Rachel! —Grito de nuevo saltando de un árbol a otro hasta bajar y correr a mi lado —Pensé que…

—Estoy aquí cariño —Le sonreí interrumpiendo su voz quebradiza. Me posicione a su lado y tome su mano —Me has encontrado.

—Idiota —Dijo con una maravillosa sonrisa en sus labios —Si no lo hacía yo, tendrías que hacerlo tú.

—Estaba en eso —Le dije —Pero como veras, estoy ocupada.

—Ya veo.

La mire, apreté el agarre y logre respirar tranquila. Esa mujer era mi vida entera, como lo era yo para ella.

A pesar de todo lo que hice para impedirlo, me enamore de ella. Llegue a observar su caminar, sus movimientos lentos y gentiles, sus sonrisas sinceras y aquellos ojos verdes que se enterraban y apuñalaban mi corazón con una corriente eléctrica de nerviosismo. No quería, pero lo hice.

Me enamore de aquella chica alta, de cabellos rubios semi castaños y piel nívea, casi pálida. Podría decir que solo su físico me llamo la atención, pero fue su manera de ser, su forma de tratarme gentilmente aun cuando la obligue a hacer lo contrario.

—La carretera —Susurro mirando el claro de luz que entraba frente a nosotras —Necesitamos llegar al otro lado.

—No —La frene apenas estuvimos a pasos del asfalto. Detrás de nosotras aun se podía escuchar el frio abrazador del bosque —Tu no estarás a salvo del otro lado.

—No me interesa, todo es mejor que perderte.

—Cielo —Dije tomándole ambas manos. Podía escuchar su respiración inquieta y mirar sus ojos preocupados —Me buscan a mi, soy el enemigo de este lado, así como tú lo eres de ese lado —Señale con la cabeza el otro lado del bosque, aquel que pertenece a los Selnaz —Necesito hablar con mi padre.

—Te perderé…

—No lo harás —Le acaricie la mejilla apartando una pequeña lagrima —Necesito que te ocultes con Santana y Brittany. Lo último que quiero es que te lastimen.

—Esta guerra es de las dos. No voy a ocultarme —Aparto mi mano y camino hasta estar en la calle —Soy tan fuerte como tú. Pero si es lo que quieres, me iré

—Sabes que no es…

—Se lo que tengo que hacer. —Me interrumpió con la voz inquebrantable y tuve que acercarme a ella —Hablare con los líderes de los Mellels.

—¿Tus padres?

—No… Russel podrá ser la cabecilla, pero tras de él hay años guardados.

—¿Cómo lo sabes? —Pregunte desconcertada, apenas y yo lo sabía.

—Leí la profecía de Sauz. O parte de lo que queda…

—Entonces debes saber que yo la tengo —Saque el rollo de papel estampado con el sello de los Selnaz que traía en mi traje Sel. Un traje rojo oscuro de cuerpo completo con rodilleras, coderas y el pecho amarillo que tenía el escudo familiar (todos los Selnaz lo usan) —Mi suegro no quedo muy contento.

Ella se rio y lo tomo. Pude ver mi escudo familiar reflejado en sus ojos; un árbol en colores opacos, con un cetro a su lado y las enredaderas como unión entre ambos.

—Te lo iba a dar, pero cuando me descubrieron no pude encontrarte —Añadí —Este está completo, deberías leerlo.

—Lo hare —Me sonrió acercando nuestros cuerpos. Tomo mi rostro entre sus manos y yo su cintura —Prométeme que tendrás cuidado.

—¿El plan continua?

—Si —Asintió en un susurro que murió en mi boca. Me beso intentado mantener nuestros cuerpos unidos y el palpitar a mil por hora —Te amo.

—Seria idiota no amarte —Sonreí con sus labios pegados a los míos —También te amo —Volví a besarla, pero esta vez dejándole un pequeño beso en su frente —Pase lo que pase. Prométeme que nos veremos en la montaña Leed

—Lo prometo.

Y la vi marcharse, con nuestra promesa dándome esperanza. Llevaba su traje Mell, parecido al Sel pero en lugar del color rojo azabache, tenia el azul penetrante del mar, con su sello familiar en el pecho; Un escudo dorado con una serpiente cafe pardo abrazándolo.

Ella era una Mellels, y yo una Selnaz. Éramos según los estándares; enemigas. Pero no la odiaba, yo la amaba, y ese era el problema.


Hola.

La historia esta completa, consta de siete capítulos más el epilogo. Espero les guste, si es así, me alegraría saber su opinión.