Declaración de guerra.
Jamás me consideré una persona que escuchara detrás de las paredes, o en su defecto, escuchara a la mayoría de mis compañeros de instituto, a no ser que hagan algo encontrar del establecimiento o no estén en las normas de seguridad. En cuyo caso, lo que le pase a otros alumno, no es asunto mío. Pero cuando escuche esa voz, esa vos que me tiene hechizado desde el momento que la vi por primera vez, hablando con su mejor amiga Rosalya, no pude evitar él querer escuchar, pero más fue mi sorpresa al oír esas palabras que dieron fin a mi vida como la conocía. "Amo a Castiel…"
Sucrette, una hermosa chica, cuyos principios era; "Ayudar sin importar que o quien" Una hermosa joven que no tenia maldad o alguna pizca de ser… ¿Cual seria la palabra apropiada? ¿Una chica fácil? No, Sucrette, es la chica más hermosa que jamás allá podido contemplar y la idea de que alguien como ella, se involucrara con un sujeto como Castiel, me parresia un chiste de mal gusto.
Deje de escuchar detrás de la puerta y seguí mi camino. Tenía cosa que hacer y como delegado principal era mi obligación cumplirlas a como dé lugar mis labores. Pero, aun así no podía dejar de escuchar una y otra vez, dentro de mi cabeza esas palabras "Amo a Castiel" pero, ¿Qué fue lo que le vio a un sujetó? Siempre creí que se enamoraría de Lysandro o incluso de Kentin.
¿A quién engaño? Ella estaría mejor conmigo, mucho mejor si se enamora de mi. Yo jamás la lastimaría, su futuro estaría a salvo conmigo, a mi lado. Esto no puede quedarse así e incluso are hasta lo imposible para que Sucrette, se olvide de Castiel. Aun que eso signifique ir en contra de su amor o de su corazón. Pero para ello necesitaré aliado y sé que no soy el único que quera evitar que este amor surque o funcione.
A fin de cuenta seremos; "Todos contra el amor de Sucrette."
