AUTORA: TSURUSAKI EIRI
DISCLAIMER: La autora de este fanfiction, no posee cualquier cosa referente a Harry Potter, ya que pertenece a JK Rowling y a las partes interesadas; no se obtiene ningún beneficio a partir de la redacción de este fanfiction.
Resumen: Harry se escapa de la dura realidad de vivir la vida con la familia Dursley y propiciamente es inscrito en Midlothian, Escuela de Artes y Ciencias, donde se encuentra con un cascarrabias Draco Malfoy - el joven Lord de Caer Meadhan Lodainn (Castillo Midlothian). A la luz de las velas (By candlelight) cuenta la historia de lo peligroso que es vivir en un mundo de fantasía - y que el regreso de el espejo podría ser más difícil de lo que parece al principio.
ADVERTENCIAS: Slash( relación homoerótica) DMHP, AU / AR, criatura. NON CON. M-PREG. Contenido no apto para menores de 17.
NOTAS:
1 – Inspirado en la historia de Lewis Carrol "A través del Espejo"
2 - Midlothian y Meadhan Lodainn se remiten a Edimburgo.
3 – Un Wyrm es en Inglés Antiguo el significado para "serpiente" (también se refiere a los Dragones Celtas/ Germánicos)
4 – No es del todo bueno, pero está escrito con amor, para aquellos que adoran leer largas y turbulentas historias.
Nota de traductora: No pude contactar con la autora de esta historia por lo que NO TENGO, por así decirlo, PERMISO para traducir. He intentado buscarla pero borró sus historias de fftion. net y en otros sitios también. Si alguien sabe cómo puedo contactarla, será gratamente recibida la ayuda.
BY CANDLELIGHT
A la luz de las Velas
PRÓLOGO:
Intenso es aquí en la fantasía;
un mundo tan efímero como la luz de las velas
– donde se esconde-
el Wyrm
como compañia;
y mortal es la Noche.
Desde que Harry podía recordar, vivía un hombre en el espejo - en todos los espejos, y todas las aguas, y en el resplandor de todas las llamas- y este hombre muy particular iba por el nombre de Sr. Riddle. No se puede decir que el Sr. Riddle fuera un hombre bondadoso, o un hombre divertido, o incluso un hombre muy real, el Sr. Riddle, no podía vivir donde tú y yo cómodamente moramos.
Sin embargo, a Harry le agradaba mucho el señor Riddle porque el Sr. Riddle fue quizá la única persona que hablara con él jamás; y quizás, con un poco de tristeza, el Sr. Riddle fuera el único individuo que alguna vez realmente le prestaría atención.
Fue en tales circunstancias, un día, cuando Harry recibió una carta dirigida a él; gruesa y considerablemente post-marcada, con una dirección de retorno en relieve en la parte posterior. Mientras él en espíritu curioso leía en voz alta el nombre del remitente (un tal profesor Albus PWB Dumbledore) el Sr. Riddle, que estaba reflejado en la superficie metálica de la cubierta del sobre, estiró los labios finos en una más siniestra, y secreta sonrisa. Luego se alejó en un parpadeo a la espera.
I
Little Whinging era un pintoresco y acogedor barrio en Surrey, con su propia Oficina de Correos por la Calle Alta, un pub de gestión familiar donde los vecinos se reunían para ver el cricket y el tenis y Footie, dependiendo de la temporada, tenía una farmacia local, el Hogar St. John para la de la tercera edad, y una convenientemente cercana Guardería Little Whinging. La mayoría de las casas eran hermosas y rústicas, aunque pequeñas, con jardines cuidadosamente arreglados y empapelado con dibujos florales decorando su interior. Algunas incluso tenían espacio para una chimenea, si no se vieron también limitadas por el espacio.
La familia Dursley no se vio demasiado apremiada por el espacio; había una madre en Petunia Dursley, y un padre en Vernon Dursley, y luego estaba su bebito rechoncho Dudley. Tenían espacio para tres dormitorios, un baño, cocina y patio, una escalera alfombrada con un armario debajo, y una sala de estar para ver la televisión. Más impresionante, y Petunia nunca dejó de recordar a sus vecinos sobre la repisa con incrustaciones de oro, es que poseían una chimenea.
Esta noche, muy cerca al fin del verano y con septiembre cerniéndose sobre ellos, la chimenea crepitaba alegremente con el atizador provisional de Vernon. El hombre desplomó su forma masiva grasosa en su sillón, riéndose - un poco loco, y un poco diabólico - cuando él arrojó un sobre grueso en el fuego. Lo empujó con su atizador negro y sus muchos pliegues de piel se dividieron en una sonrisa de satisfacción mientras las llamas dejaron escapar un silbido, devorando el papel.
-¡Y ese es el final!- Vernon expresó, satisfecho.
-Oh, mi pobre Duddy-dum ya está dormido- canturreó Petunia mientras acariciaba a su hijo que roncaba, la cabeza del niño descansando en el regazo. Dudley hizo un zumbido de moqueo. -¿Quién tuvo un emocionante día hoy? ¡Nuestro Dudders! Sí lo hizo, ¡oh, sí lo hizo!- abrazó cariñosamente Petunia.
-Estamos orgullosos de ti, hijo, siempre supe que eras un pensador rápido.-dijo Vernon, acariciando las rodillas de su niño como las piernas rechonchas se extendían por todo el sofá. -Levántate ahora. Sólo deja el resto a tu padre, voy a enseñarle al muchacho a empezar peleas contigo.- Dicho esto, la esposa y el hijo subieron pesadamente por las escaleras hacia sus cómodas camas, con seguridad solida de que todo estaría bien, para ellos, el tiempo se pasaba mejor durmiendo que tener que lidiar con él.
Era un niño - un niño pequeño con grandes ojos verdes y labios llenos y rojos, facciones encantadoras y suaves, el pelo rizado oscuro. Era pequeño de estatura para su edad, y parecía aún más pequeño vestido en las viejas cosas que ya no quería Dudley. Él era Harry - ciertamente no un Dursley, o cualquier ser querido, sólo Harry y dependiendo del estado de ánimo de Vernon, era Muchacho.
Esta noche, muy cerca al fin del verano y con septiembre cerniéndose sobre ellos, la chimenea crepitaba alegremente con el atizador provisional de Vernon y Harry sintió el escozor de las lágrimas que se mecían por sus pestañas mientras veía su carta de quemarse. Harry nunca había recibido ninguna carta antes, nunca tuvo nada – nunca que fuera regalado o dado. "Es sólo una carta inofensiva", pensó Harry tristemente, "¿Por qué no me dejaron leerla? "Se chupó el labio inferior y se preocupó por la herida sangrante aún allí donde Dudley le había golpeado algo feroz. Todas las partes de su cuerpo dolían de la pelea que había tenido con Dudley - tratando de mantener su carta fuera de sus garras ladronas - pero era su pecho el que dolía más, justo en el centro, haciendo difícil el respirar entre la herida y los sentimientos de perdida. Peor aún, el tío Vernon estaba ahora en un estado de ánimo horrible y eso nunca es un buen augurio para Harry. "¡Él está enojado porque alguien sabe que vivo aquí!" .Odia saber que alguien podría importarle. Alguien que podría quererme. Pero los pensamientos traidores fueron repelidos tan rápido como llegaron. La familia Dursley había sido amable con él después de todo este tiempo, sino que lo había acogido cuando nadie más podía o quería. Castigado, Harry movió los labios para pedir disculpas.
¡Track!
El atizador ardiente se abrió sin previo aviso a su lado y Harry se arrojó al suelo con un grito de dolor. Vagamente, quemaba y vagamente, palpitaba. Lo sensato era correr y esconderse en su armario, pero Harry sabía que no debía hacerlo. Se quedó donde estaba, sus manos en puños con los dedos temblorosos y ojos entornados en la chimenea.
-¿Estas lloriqueando?-gritó Vernon peligrosamente - hirviente, y lo suficientemente tranquilo como para no despertar a los dormidos, pero lo suficientemente alto como para que sonara como un eco a través del cuerpo rígido de Harry. -¿Llorando? ¡Te voy a dar algo para llorar!-. El atizador giró de nuevo y Harry se torció bajo el ardor. -No estás leyendo alguna de esas cartas, ¿me oyes? No contestes el teléfono de nuevo, y si te pillo peleando con Dudley - el metal caliente se hundió tan fuerte en el hombro que Harry apenas escuchó el resto de las amenazas de su tío.
-Lo-lo siento tío Vernon,-susurró Harry.
Más tarde, después de ir trémulo a buscar a su tío la bandeja del té y galletas, de terminar el lavado y cerrar la casa para la noche, Harry se arrastró a su armario oscuro y se acurrucó allí – en vigilia. En su estado de desvelo, soñaba con un día un poco diferente. Soñó que había sido un poco más rápido, que no se había detenido en la puerta estúpidamente sorprendido con la carta sin abrir en sus manos, y que él había corrido.
Llegó al punto que sus sueños se hicieron más fantasiosos - y así, como cualquier otra noche durante todo el tiempo que podía recordar, Harry soñó que vivía con su madre en un proporcionado jardín con flores a reventar y cosas dulces para comer, y que podían lavarse en un bello arroyo cuando querían, y que los hermosos ojos verdes su madre le miraban con una ternura tranquila y una calma silenciosa, y cuando él la besó, ella feliz bajaba hasta su cara y lo estrujaba en un abrazo, sólo como cualquier otra madre. Soñaba con el amor.
Al llegar la mañana, el soñar de Harry terminó, como siempre con un poco de tristeza.
o
Agosto ya finalizaba y habían pasado semanas desde el incidente con el atizador de su tío. También fue domingo y fines de semana significaban que no sólo Dudley estaría en casa todo el día desde que comenzó la Escuela Primaria Whinging, sino también, que su tío Vernon no estaría en la oficina. Harry se mordió el labio al mismo tiempo que se acurrucaba en su armario esa mañana, esperando que lo dejaran salir.
Gimiendo y crujiendo, la escalera se quejó en los golpes entusiastas de su primo mientras avanzaba pesadamente hacia abajo desde los dormitorios de arriba, gritando por su desayuno. Harry podía oír la voz de su tía que arrullaba amorosamente a su Dudley mientras lo seguía y los gruñidos de sueño de su tío, como ellos se dirigieron a la cocina.
Los sonidos del desayuno se pusieron en marcha y Harry dejó escapar un gemido pequeño cuando olió el chisporroteo de salchichas y huevos fritos. Él se abrazó las rodillas; la descarga de agua saltó chorreando de la pileta, el goteo por goteo de los grifos, el silbido de una olla hirviendo.
-¿Tía Petunia? -. No pudo aguantarse mucho más tiempo. Sus puños llamaron a la puerta del armario cerrado con llave, con la esperanza de que su tía estuviera cerca. -P-por favor, necesito - Él clamó, apretando las piernas juntas. Enfurecidos pasos se dirigieron hacia él.
-¿Qué es?- ella le gritó, tirando la puerta abierta abruptamente. Mirando hacia abajo en el pálido y enfermizo, sudoroso niño, dio un paso hacia atrás con el ceño fruncido y apuntó sin palabras al baño. Tambaleándose, Harry se escabulló, agradecido de que fue escuchado en absoluto. Pasó por alto las duras murmuraciones a la zaga. -Chico mugriento-dijo su tía.
Tan pronto como Harry terminó de aliviarse a sí mismo, se apresuró a lavarse las manos y la cara con el jabón barato y entonces hizo buches en la boca con un poco de dentífrico viejo. Se higienizó hasta quedar limpio con un pedazo cuadrado de tela y se cambió en un par de ropas frescas. Mirando en el espejo botiquín, Harry se peinó cuidadosamente con las manos y se atrevió a mostrar una sonrisa con hoyuelos.
-Una mejora marginal- sorprendentemente, lo dijo un hombre en el espejo que estaba detrás de la propia reflexión de Harry. Con gran seriedad los ojos verdes de Harry se lanzaron hacia él – la sonrisa se amplió con familiaridad cuando vio las esquinas de los labios del hombre adusto, levantarse en una mueca de aprobación.
-Buenos días, señor Riddle.- Harry saludó calurosamente.
El Sr. Riddle, tarareó, de brazos cruzados viendo como Harry siguió cepillándose el pelo rebelde. Echando una mirada al niño, fingiendo desinterés, el señor Riddle preguntó de manera casual:-Aún no tienes oportunidad de leer esa carta, ¿verdad?
Los hoyuelos de Harry desaparecieron y la sonrisa lo abandonó. Negó con la cabeza. -Tengo una al menos cada pocos días, pero tío Vernon las quema y hubo últimamente más llamadas pero no me dejan acercarme al teléfono ahora.
-Hmm, que lástima.
-Va a cambiar pronto, sin embargo.- dijo Harry, se animó, terco.- ¡no pueden seguir haciendo esto para siempre! Tendrán que se cansarse de esto en algún momento...
-Esperemos que el que te está enviando estas cartas no se rinda antes de que tu familia lo haga. Bueno, no importa – tendrás algo bueno que hacer hoy, lo tomo. No es necesaria esa mirada tan triste; olvida que nunca mencioné la carta y pasa un rato agradable. El Sr. Riddle, hizo un movimiento de expulsión y asintió ausente cuando Harry le dio las gracias, revoloteando fuera de la vista.
Con pasos ágiles, Harry bajó hacia la cocina donde los olores deliciosos de la comida impregnaban la habitación. La brillante luz de la mañana se filtraba por las cortinas airosas y su tío y su primo estaban sentados a la mesa acogedora, con platos de carne grasa y huevos con tazas de té y zumo al lado. Tragaron con tanto gusto y más cuando vieron a Harry alcanzar la entrada pero el niño rápido ignoró esto a favor de llamar la atención de su tía.
-¿Tía Petunia? -Harry llamó en voz baja, tocando a su lado.
-¿Qué? Oh, ¿qué es ahora?
-Puedo… ¿puedo ir a visitar a mamá, tía Petunia?
Fue una lástima que la única vez que Petunia Dursley parecía estar llena de culpa y a la defensiva más de lo habitual era cuando Harry planteaba esta petición singular, que paso cada mañana de domingo, de cada semana de cada año desde que pudo caminar y hablar lo suficientemente bien como para entender. Sus momentos de culpa sin embargo, fueron demasiados cortos para superarlo en cualquier cosa que pudiera contener afecto por su sobrino pequeño, así que era lo justo y suficiente para concederle una petición.
-¡Sí, bien!- siseó, girando lejos de la sonrisa extática. - ¡Después de vaciar la papelera! ¡Y no más de una hora! ¡Y, por amor de Dios, muchacho, asegúrate de que nadie te vea!
-Sí, tía Petunia.
Corriendo fuera, Harry arrastró la basura de debajo del fregadero de la cocina, pasó por la puerta trasera y relleno con la enorme bolsa de plástico negro en el cubo con ruedas verdes por fuera del buzón. La tapa se cerró con un golpe satisfecho y Harry frotó sus manos sobre la hierba húmeda de rocío para tenerlas un poco más limpias. No había nadie aún que saliera esta mañana - como debe ser un domingo en familia - pero no impidió que el niño preocupado mirara detrás de su hombro. No debe ser visto - casi nunca lo era. A pesar de eso, Harry tenía la sensación persistente de que estaba siendo vigilado. Por qué o quién era un misterio que le emocionaba, siendo un muchacho fantasioso enamorado con la idea del espionaje, y sin embargo, le llenaba de un temor ansioso. Fuera lo que fuese que lo miraba, lo había estado observando durante un tiempo desde entonces.
Apartando el pensamiento escalofriante, Harry arrancó con valentía una de las rosas de su tía - una flor grande, amarilla, hermosa y radiante - y se lanzó a la calle con los gritos repentinos de la voz irritante de Dudley. -¡Mamá! ¡Mamá! ¡Él está robando tus flores!-Pero Harry estaba ya tan lejos que ni Dudley ni nadie podría incluso soñar en alcanzarlo.
Pies enzapatillados golpeaban el pavimento, la flor amarilla protegida cerca de su pecho, Harry corrió hacia el conjunto extenso de casas que fueron nombrados colectivamente como el Hogar St. John para la tercera edad. Se detuvo a las afueras de la entrada principal, resoplando para recuperar el aliento.
En St. John rara vez se prohibían los visitantes - era mucho más difícil de conseguir que cualquiera que viniera ayudara con los pacientes de lo que fue decirles que se fueran - y así, sin preámbulo, Harry tranquilamente entró por las puertas correderas. Hubo una recepción de bienvenida con una mujer joven oteando una revista, algunos sofás viejos de espera en los pasillos y que dieron lugar a diferentes salas. Harry sabía exactamente dónde tenía que ir. Se volvió por el pasillo a la derecha y se fue a lo largo hasta llegar a la última sala, mirando en los paneles de vidrio de vez en cuando.
En el conjunto final de paneles de vidrio, dentro de la habitación silenciosa estaba una mujer esbelta con el pelo largo, ondulado de color rojo dispuesto alrededor de ella como ella se recostó contra un montón de almohadas. Tenía el rostro orientado hacia el rincón más alejado, escudriñando cosas que sólo ella podía ver y tenía la boca en invariable movimiento. Harry con cuidado logró colarse en su habitación, haciendo ruidos ligeros y tentativos con sus zapatillas de deporte para ganar suavemente su atención. -¿Mami?-dijo Harry-. La boca laboriosa de la mujer se alzó en su rigidez, sus dedos y manos haciendo movimientos de corte en su regazo. Harry colocó la flor amarilla en su línea de visión, sonriendo cuando sus ojos se desviaron hacia ésta por un momento. Se puso de pie junto a su cama, de vez en cuando acariciando su pelo largo, lo rizaba entre sus delgados dedos y entonces a continuación comenzó a hablar con ella de las pequeñas cosas que hizo en una voz dulce.
Hubo una carta para hablar de nuevo, pero él pensó que podía ser aburrido para ella por ahora. Habló acerca de Dudley que iba a la escuela primaria, sobre las otras flores en el jardín de su tía y de comer puré de guisantes para cenar hace unos días. Él le contó el sueño que tuvo anoche y él le mostró un dibujo que hizo del caballo volador en sus fantasías - un arrugado pedazo de papel usado con un dibujo infantil hecho con crayones.
Ella agitó su boca e hizo movimientos de tijera con sus dedos que pellizcaban.
A continuación, la hora se acercaba a su fin. Con un suspiro, Harry se inclinó hacia delante hasta que tuvo los ojos de su madre cubiertos con los suyos y cuando estuvieron al más breve de los latidos del corazón, amorosamente llegó a besar su mejilla.
Su reacción fue instantánea. Era fuerte y doloroso, y penosamente abrupto cuando ella gritó un nombre nuevo, una y otra vez, y otra vez, empujando a Harry fuera de ella. -¡James! ¡James! ¡James! -gritó, una y otra vez hasta que un par de ayudantes corrieron con una bandeja bulliciosa de agujas. Asustado, Harry se desplazó rápido para ocultarse debajo de la cama. La voz estridente de su madre se arrulló en reposo y los ordenanzas resoplaron.
- ¿Qué diablos la asustó?-preguntó uno al otro, sus voces a la deriva.
-Mierda si sabré- y he estado trabajando aquí desde que la trajeron.
- ¿Cuándo fue eso?
-Cerca de… siete años ahora…-hubo una pausa sobrecogida, pero luego las voces desaparecieron por completo, cerrando la puerta detrás de ellos cuando lo último fue dicho: -Voy a explicarte las cosas más tarde.
Arrastrándose de su escondite, Harry le dio a su madre un moqueo de disculpa. Ella estaba durmiendo ahora, tranquila, sosegada, inquieta. Le frotó el hombro a continuación, arrastrando los pies hasta los pies de ella. Masticó sus labios, y Harry luchó por contener las ganas de aferrarse a su triste mami. Quería abrazarla, quería que lo viera - quería que estuviera mejor. Abrumado por su fuerte desconsuelo, Harry se inclinó para presionar su mejilla contra las piernas de ella, y las rodeó con cariño. Pero no fue suficiente para aliviar su nostalgia. Se encaramó a la cama alta y luego lentamente se sentó en su regazo, envolviendo sus delgados brazos alrededor de sus hombros y presionando su cara en su cuello mientras ella dormía. Otra hora pasó por él, esta vez en poco más que una respiración tranquila. Besó sus ojos dormidos y él deseó ser alguien especial, alguien que sabía lo que se debería hacer para ayudar - un príncipe para despertar a la princesa atrapada, un mago para hacer sonreír a la abatida reina.
Era casi la hora para el almuerzo y no podía permanecer mucho más tiempo - por lo menos, los cuidadores lo verían y eso sólo se limitaría a aumentar al problema que para ahora ya tendría con su tía y su tío. Con una última mirada a su madre, Harry salió de la sala e hizo el viaje de regreso hacia la entrada sin problemas. Eso fue, hasta que al parecer un indiferente anciano esperando en las puertas correderas llamó por su nombre.
- ¿Harry Potter?-preguntaron los ojos azules detrás de unas gafas de media luna.
Harry comenzó, respondiendo sin pensar.- ¿Sí?- Tuvo que inclinar la cabeza hacia atrás por completo para mirar a la cara del hombre - y lo que vio hizo poco para tranquilizarlo. El desconocido tenía un aire de abuelo en él que era bastante grato, pelo blanco esponjoso similar por toda la cara y poquito en la parte superior de la cabeza. Pero sus ojos no tardaron en medir las características propias de Harry y él parecía desalentado o decepcionado por lo que vio. Harry sintió un roce de abatimiento en eso, pero entonces debería estar acostumbrado a tales reacciones de la gente. Encogiendo sus hombros, Harry se apresuró a pasar al desconocido, murmurando: -Lo siento, pero como que llego tarde.
Una pesada, nudosa mano lo detuvo. -Te he estado buscando, mi querido muchacho.
"Eso no suena muy bien», pensó Harry en un sentido de revelación lenta, pensando de nuevo a la vez que sentía que estaba siendo vigilado.
- ¿No has leído ninguna de mis cartas?
El confuso comentario del extraño atrajo el interés de Harry. Se dio la vuelta, los ojos muy abiertos mientras miraba al desconocido inclinado.- ¿Quién eres?-preguntó.
-Soy el profesor Albus Dumbledore-respondió el anciano con gracia, con una inclinación educada de su cabeza longeva cabeza. - Director de la escuela a la que tus padres una vez asistieron.
o
Cualquier otro niño de la edad de Harry podría, por esta vez, entender por qué su madre siempre les daba lata acerca de nunca hablar con extraños ni aceptar caramelos de cualquier tipo de ellos. El profesor, al ser un director de muchos años ahora, conocía las afectaciones generales de la mayoría de los niños de siete por lo que fue incomprensiblemente desconcertante encontrar cuán rápido Harry se había atado a su bondad, cuando le ofreció al pobre niño un caramelo de limón y una cómoda charla abajo en la panadería local.
Harry, por otra parte, no podía esperar a probar su primera taza de chocolate caliente. "¡Con malvaviscos!" Sus hoyuelos se marcaron en las mejillas dulcemente cuando la bella dama le trajo la taza alta en un platito. Moviéndose en su asiento, Harry se inclinó hacia el hueco de la parte superior de la taza humeante, pero retrocedió en estado de shock cuando el agua oscura quemó la lengua. -¡Es caliente!-dijo Harry, parpadeando con asombro silencioso.
El Profesor Dumbledore le entregó una cuchara, riéndose a la ligera. -Hijo mío, no podría ser chocolate caliente de otro modo. Lo habríamos llamado algo tonto – como chocolate frío. El profesor hizo una pausa para mirar cuidadosamente a Harry soplar y tomar una cucharadita de su bebida. -¿Es de tu agrado? - Encantado por lo cálido que el chocolate hizo sentir su vientre, Harry asintió.
-Gracias, profesor, es muy buena, esta cosa. Nunca lo tuve antes.-dijo Harry inocentemente.
-Sí, no me cabe duda, Harry. El profesor dio a Harry un arrugado suspiro de lástima.
Era una cosa curiosa que decir, y Harry, recogiendo la pesadez en los hombros caídos del anciano, con una empatía aguda le preguntó si se sentía bien.-¿Le ocurre algo, señor? ¿Puedo …¿hay algo que pueda hacer para ayudar?
El profesor parecía aún más triste por las palabras de Harry, pero la sonrisa falsa alivió algo de la preocupación de Harry. -Eso es muy amable de su parte.- El Profesor Dumbledore palmeó la mano del niño con consideración. -No, no, estoy aquí para ayudarte. En concreto, para darte la carta en persona.- Metió la mano en el bolsillo del abrigo y empujó un sobre grueso hacia el niño de ojos verdes.
Sin perder un tic del reloj, Harry en su estado zumbante de curiosidad y avidez llegó al paquete escurridizo y dispuso los contenidos. Estimado Sr. Harry J. Potter, se leía en una destintada y ensortijada caligrafía;
Estimado Sr. Harry J. Potter
Es con gran placer que la Escuela Midlothian de Artes y Ciencias extiende esta Carta de Aceptación a un programa de Educación para la primaria, secundaria y Universidad a partir de este semestre. En el caso de que se matriculara, su administrador está legalmente obligado a dirigir los fondos necesarios y así lo hará si desea aceptar esta invitación. Abordando durante el período lectivo también será alojado y la tarifa de viaje será transmitida en los próximos días en su consecuencia.
Si usted no desea aceptar la entrada en el establecimiento, es decir, si usted está cómodamente matriculado en una escuela de su elección, los fondos serán redirigidos en efecto. Por favor responda con su decisión antes del inicio del mandato el 7 de septiembre de este año.
Le saluda atentamente,
Profesor Albus Dumbledore
Director de la escuela de Midlothian de las Artes y las Ciencias
Profesora Minerva McGonagall
Decana Asociada (admisiones)
Facultad de Lengua y Literatura Clásica
Profesor Severus Snape
Administrador de HJ Potter
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales
La joven frente de Harry se arrugó con docenas de preguntas. La mayoría de las palabras eran demasiado largas y llenas de curvas para que él entendiera cómodamente, pero deduce que el meollo de la carta fue el de preguntar si quería ir a la escuela, y de eso, Harry tenía muchas ganas. La carta daba la vaga impresión de que él no tendría que preocuparse por el dinero (lo cual no tenía un centavo con qué comenzar) y Midlothian sonaba muy lejana... "¿Qué pasa con mami?" Pero parte de Harry estaba tan increíblemente emocionada de aprender y de estar en alguna parte donde la familia Dursley no.
-Estoy aquí para responder cualquier pregunta que puedas tener, Harry - simplemente suéltalo.-dijo el profesor con comprensión.
-¿Midlothian?-abordó Harry.
-Está en Edimburgo. Escocia. Eso es seis horas de aquí en tren, si no me equivoco. Es más bien encantador, más frío, pero nos da la razón perfecta para tener más chocolate caliente que consumir de forma regular.
-¿Y mi mamá, profesor? ¿Cómo voy a…? ¿Es posible que la visite? Pero ella no está muy bien y se queda en St. John ahora.-La mirada de Harry cayó sobre su regazo, mientras murmuraba: -No quiero dejarla…
-Mantenerte lejos de tu madre es lo más alejado de mi pensamiento, Harry. Vamos a encontrar la mejor respuesta a tu situación - tal vez Severus, tu administrador, que está a cargo del dinero que tus padres guardaron para ti, pueda ver la financiación de la atención médica de tu madre que esté más cerca de la escuela. O podríamos organizar los fondos para viajes para que usted pueda volver aquí.
-Muchas gracias, señor. Yo no sabía que tenía un… ¿un administrador?- El profesor se sentó en silencio, tomando un trago ruidoso conveniente de su té, eludiendo el problema del profesor Severus Snape. -Pero mi tío y tía… Vivo con ellos…
- Que yo sepa.
-… Bueno, no sé si me lo permiten.
-Ellos no tienen voz en esto, mi querido muchacho.- sostuvo el profesor Dumbledore y levantó su mano nudosa cuando Harry intentó hacerle ver de manera diferente. -Es enteramente tu decisión y sea lo que sea, voy a estar en el encantador hostal frente a esta calle esperando tu última palabra.- hubo una carcajada benigna en sus ojos en un abrir y cerrar de esos azules en el adorable puchero de la boca al niño.-a pesar de que estamos más allá del siete de septiembre.
-¡Gra-gracias, señor!- Harry contesto efusivo, sacudiendo la cabeza para despejar el repentino estallido de picazón de anticipación en la piel. ¡Iba a ir a la escuela! ¡Iba a dejar a sus parientes! Lo mejor de todo, es que Harry podría llegar a tener a su madre con él en esta aventura mágica.
-Con eso dicho, me encuentro con deseo de pastel de zanahoria - ¿qué piensas, Harry? Es parte de tus cinco al día, estoy seguro, Severus siempre me está diciendo que coma más frutas y verduras. Algo acerca de incontinencia fecal...
Mareado por el sabor de la torta y la libertad, Harry prácticamente brillaba con su exuberancia cuando captó la mirada del profesor Dumbledore. Juntos se rieron y charlaron toda la tarde sobre las clases y campos de fútbol, dormitorios y cenas. Harry ya sabía exactamente lo que iba a decidir - quería estar lejos. Él quería hacer amigos, y quería que su madre estuviera con él para compartirlo todo.
Pero debería haber sabido no ser tan optimista.
