Adoro esos momentos de inspiración repentina en el momento adecuado y cerca de un ordenador. Gracias a eso ha salido esto. Es una idea ¿rara? pero espero que os guste. Hay una leve insinuación de algo pero es tan leve que me parece absurdo subir el rating más por eso.


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Mecánica

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Había algo que Tino quería y que él no podía darle. Algo que no comprendía. Lo veía en su sonrisa, algo nerviosa, cuando le miraba, expectante. La forma que tenía Tino de sonreír era peculiar: unas veces la más sincera, hasta que le miraba y muchas veces se troncaba ahí, sosteniéndose ya a base de tornillos demasiado ajustados, apretados en extremo. Tanto que la sonrisa temblaba y flaqueaba y aunque Tino lograba mantenerla solo lo hacía con los labios y no con los ojos.

A Suecia le gustaría saber qué opina Finlandia de él. Porque así al menos sabría qué era lo que quería y podría intentar dárselo. Porque eso era lo que quería, lo único.

Con el paso del tiempo se había ido convirtiendo en eso. Le había ayudado a huir casi por casualidad con él y desde entonces había ido centrándose cada vez más en él. Aquel viaje en la noche juntos, escapando de Dinamarca, una pesadilla para ambos, había cambiado algo y ahora Tino era el centro de su pequeño mundo. Cualquier cosa que hiciera daño a Tino, cualquier cosa que quisiera… Berwald prestaba atención a todo esto y lo arreglaba. Lo cuidaba. Como si fuese oro en paño.

Y a la vez lo que quería Finlandia era entender a Suecia. Descubrir por qué hacía todo aquello por él. le azoraba que se le cayese un vaso y de inmediato las manos de Berwald se adelantasen a las suyas para recogerlo y que no se cortase, que si suspiraba por algo en un escaparate al día siguiente, de alguna forma, Berwald apareciese con el objeto en casa.

-¿Para mi?

Y un asentimiento.

En el fondo a Tino lo que le pasa es que le avergüenza haberle robado el corazón a Su-san. Porque sabe que lo ha hecho, pero no el como. No quiere pensar que ha robado algo tan valioso, tan precioso. Y no sabe como devolverlo.

Pero, claro, hay algo que Tino no sabe.

-T' am' –eso le susurra Suecia por las noches, al oído, sobre él, antes de besarle con una delicadeza de la que muchos le creen impropio, con ese cuerpo tan grande y esa cara de tan pocas palabras.

Y es que Suecia no necesita que se lo devuelvan. Es feliz así. Pudiendo estrechar entre sus brazos a Finlandia por la noche, pudiendo oler el aroma de sus galletas por la mañana, viéndole jugar con Sealand o sentado simplemente en el porche. No necesita más.