¡Hola! Yo de nuevo para variar con un nuevo fic que no se cmo va a terminar, o sea si :) No tengo mucho que decir, nada mas que porfavor dejen reviews y que disfruten la historia, gracias.

disclaimer: ningun personaje me pertenece.


1. Como comienza el fin

Sus ojos grises se abrieron antes que el sol terminara de recargarse para brillar en el cielo, reemplazando a la luna que ahora ni pensaba en descansar. Sus ojos grises mudaron de posición varias veces; primera observó el techo, casi como si intentara traspasarlo con la mirada nublada; después, lentamente, con un dejo melancólico bajó hasta la luna, que redonda los acogía en su frialdad burlesca; y por último, antes de dejar el comienzo a un circulo vicioso, la miró a ella, a ella quien durante tantos meses se dibujó en su mente como un tatuaje echo con fuego, marcándolo por mucho tiempo, que en su momento, él pensó que sería por siempre, pero resultó que la marca se borró lentamente, mitigada por el placer del compás de sus cuerpos en un juego erótico. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Acaso todo se dio por finalizado? Tanto luchó para tenerla en su cama, y no sólo por el sexo, si no por el hecho de tenerla cerca, de quererla y entregarle lo que nadie le pudo entregar, ¿para que ahora ya dejara de sentir ese hueco lleno y votar su contenido satisfactorio, por el mismo hueco vacío de antes? ¿Tan destinado estaba a desechar la felicidad para poder llenarla de actos de vaga satisfacción, que sólo contentan al corazón por momentos cortos?

Y se veía tan hermosa ahí, desnuda, con su pequeño cuerpo de niña junto al suyo, que era tan blanco y tan formado como un hombre, sus pieles blancas en contacto, su pequeño y delgado brazo rodeando su pecho fuerte y levemente inflado, tanto como de músculos como de orgullo. Pero esa noche no quería sentir orgullo, quería salir corriendo y descargar su melancolía en cualquier cosa, cualquier cosa bastaría, porque ya no quería hacerlo con el cuerpo de ella. ¡Si! Estaba usada, sucia, y él la ensucio, con su cuerpo y con su amor, con sus ganas de tenerla cerca y ser su príncipe azul, cuando era el malo, el ogro de la película, del cuento de hagas, el ogro atrapado en el cuerpo de príncipe azul, tal vez un ogro con complejos de príncipe azul, ¿Ya quién sabe? Las paginas de su historia de hadas, bueno, la de ella, fueron arrancadas con cada gemido que ambos lanzaron durante esa noche.

Despertó ella también, entre el cuerpo de Draco y las sábanas. Y no despertó con una sonrisa, de hecho, ninguno sonreía, una mueca, exacta en las caras de ambos, llena de abatimiento, cerca del arrepentimiento. ¿Qué pasó? Si se buscaron tanto, no todo podía terminar así. Ambos sentían un vacío y a la vez ambos se avergonzaban de querer comentarlo. Lucharon mucho para llegar a eso y cuando lo conseguían, cuando por fin lo conseguían, era el acto más vacío e insatisfactorio. Pero, no, no fue insatisfactorio, con sinceridad, fue el mejor sexo de sus vidas, tampoco Hermione podía alardean de sus actos sexuales, su primera vez fue esta, pero fue mágica, fue maravillosa, pasó del miedo al dolor y luego al cielo y cada vez más arriba y arriba y arriba, sin dejar de llegar, para cuando llegaron al clímax casi por cuarta vez, cayeron en picada al sueño, creyeron que al despertar todo sería genial, pero no, se engañaron en el calor de la historia, en el calor del sexo. Para Draco fue el mejor sexo que haya tenido, por primera vez entregó algo, por única vez dio más de lo que recibió, o por lo menos quiso dar más de lo que pensó en recibir...


Otra noche más. Pansy estaba en su cama nuevamente. Era fascinante, peligrosa, fácil y difícil, ella era lo que quería y él estaba a su disposición. Le encantaba verla desnuda, se sentía poderoso, como un Dios, poder admirarla en su totalidad, en su honestidad implantada en su organismo. Sí, al gente no lo veía en él, pero él, Draco, reconocía que en el momento del sexo, aparte de físicamente uno se encuentre desnudo, tanto mentalmente y en la "cuestión" de los sentimientos uno también esta desnudo; y no es que se haya vuelto sensible, o sensible por Pansy, simplemente era cierto. No hay como alardear, como fingir, si al final todo se resume a gemidos y palabras de amor, o de provocación, pero en esos momentos uno esta absolutamente revelado, no hay ropas para aparentar o máscaras imaginarias (o en ocasiones extraordinarias, verdaderas, totalmente tangibles). Las sábanas podrían esconderlos, aunque por extraña razón, todas las frases dichas eran totalmente sinceras. Draco se cuidaba mucho. Sabía lo que debía ocultar, no se exponía, simplemente no hablaba de más, intentaba no mentir mucho, no atemperaba sus palabras; bueno, algo... Es que tampoco le importaba mucho el futuro de la mujer con la que se revolcaban en diferentes camas, era mera cuestión de sexo, algo carnal.

Con Pansy era diferente, ella era exótica. Estaba familiarizada con sus puntos débiles, los frecuentaba siempre, sabía manejarlos a su gusto, conseguir las adecuadas reacciones que debía esperarse. Ella le entregaba todo lo que él deseaba, todo... todo, pero a su manera: una manera peligrosa, más allá de lo que se esperaba. Era la única que lo hacia gemir sinceramente, con quien podía exponerse tanto como quisiera, ya que la confianza entre ellos sobraba, pero claro, era una confianza calculada, muy calculada.

Recorrió con el dedo índice inventó un trayecto. Encerró los ojos negros de la chica en círculos, bajó por la nariz y rozó y dibujo lo labios carnosos. Bajó en línea recta por el cuello, por el pecho, en el seno... desvió la línea recta para encerrar casa pecho en grandes círculos; solucionada su obsesión con los pechos de la mujer, bajó por su ombligo llegando a su entrepierna. La entretuvo unos segundos, cuando las ganas empezaban a convulsionar su cuerpo y llenarla de placer. Con ambas manos apretó sus muslos, jugó con sus rodillas y terminó en sus pies.

-Comienzas a aburrirme-sentenció tranquilamente la mujer, con su voz casi en un murmullo excitado. Draco la miró un poco mosqueado, le desagradaba cuando Pansy se empecinaba en rebajar sus intentos de contentarla... o contentarse a si mismo, usando como medio el cuerpo de su presa. Aprisionó ambos pechos de la mujer, apegándose a su cuerpo-¿Eso? En serio cariño, quizás vaya a buscar más acción en otra cama; ya sabes, de esas no me faltan.

-Por que eres una perra, linda-sonrió irónicamente: ya lo sacó de quicio, ese día no fue uno de sus mejores días y que ella negara sus excelentes dotes de amante no era una solución agradable-. Habla mucho para tener esa boca tan pequeña, también recibe mucho...-sentenció subiendo una ceja acusadora, la huída de su sonrisa por una seriedad irritada tuvo efectos placenteros en él y los expresó en una pequeña sonrisa de lado, enmarcando su cara pálida y sudada-Tú tampoco haces nada, ¿qué pasa? ¿Pierdes dotes de Afrodita, linda? Jugar con tu cuerpo me tiene un poco aburrido.

-Muy bien...-se alejó, cerrando sus piernas y escondiendo sus senos entre sus manos: aquella posición encantó a Draco reviviendo a un amiguito que Pansy estaba esperando que apareciera-La solución es simple, yo me voy, hay otros hombres que lo hacen casi tan bien como tú, claro, esta noche tu desempeño puede ser superable por cualquiera, incluso... hasta como por el pecoso amigo de Potter, creo que se apellida Weasley.

Los grises ojos de Draco se entrecerraron y se congelaron de hielo. Las muñecas de Pansy quedaron aprisionadas en las grandes manos de Draco, quien apretaba fuertemente, encerrándolas con disgusto. La comparación con Weasley o con cualquier escoria despreciable hervía su sangre hasta evaporarla. Sin ningún miramiento la empujó fuera de la cama, sin mostrar interés que su frágil cuerpo chocara conrea el suelo y hacerse añicos.

La espalda de Pansy fue quien sufrió todo el golpe. Cayó desarmada, desprotegida y sin su ego venenoso. Seguramente la perversión de la situación fue lo que ánimo a Draco, o quizás la ira que él muchas veces canalizaba en sexo. El rubio prácticamente se lanzó sobre ella como un león a su presa, lamentablemente ya la morena no estaba en condiciones de seguir con el peligroso juego de su hombre, estaba adolorida por el golpe en la espalda y también resentida: no era la primera vez que Draco la trataba con brutalidad, o le ponía nombres o la ignoraba, pero estaba enamorado de él, y que ahora mostrara una actitud que al rubio le atrajera la hizo volar y casi nunca se negaba a complacerlo. A fin de cuentas, él era de ella, nadie podía decir lo contrario, incluso hubieron veces que en caminaban tomados de la mano, fríamente y con superioridad, aún así era de la mano. Pansy era quien lo conocía, lo conocía casi enteramente, tampoco se abrió con ella en temas como el corazón, conocía que era lo que le molestaba y lo que no, pudo ser predecible para ella, mas Draco era más astuto que ella.

Draco la rescató del frío suelo y la aseguró sobre su cuerpo, protegiendo su golpe con el calor de sus brazos. Sus manos acariciaban la zona afectada quemándola placenteramente; Pansy comenzaba a calmarse, a ceder. Partieron lentos, entregándose, y de a poco, siguiendo el carácter de su rubio desalmado, aumentaron la intensidad.

En el fondo, ella sabía que se merecía el trato de él y lo terminaría reconociendo si su orgullo propio no le nublara la realidad. Tenía lo mismo de Slytherin que él: por eso creía que Draco la deseaba sobre cualquiera, atribuyendo al orgullo de macho que todos los hombres tienen y cuando eres Slytherin crece más, no le confesaba y prometía amor. Ella creía que si la quería, y que viablemente la amaba, o estaba camino a hacerlo, ¿y porqué no? Si Pansy tenía lodo lo que ella creía que a le gustaba o necesitaba: inteligencia, buen cuerpo, actitud venenosa, la de la mala en la película, seductora, carnívora, una presa que fácilmente y con agilidad podía volverse el cazador, orgullo, porte, sangre limpia, alguien importante que lo ayude a seguir en su mundo gris y apático, de príncipe seductor, de hombre viril, de héroe... Ella lo hacía, lo conquistaba cada noche con una actitud diferente, era malvada y sin compasión, lo inducía a la risa con observaciones cáusticas de los inferiores, lo enloquecía con sus movimientos felinos y afrodisíacos. Usaba el tipo de ropa que a él le gustaba que las mujeres usaran, peligrosas y reveladoras. Draco la necesitaba, fin. A la vez, ella lo necesitaba. Su juego carnal la liberaba, la hacía volar, no se podía comparar con nadie y su lista de comparación no era despreciable. Cuando lo comparaba a propósito era para conseguir un sexo más salvaje, nada más.

Se confortaba sola, sin la necesidad de palabras dulces fuera del acto, porque Draco sí decía cosas dulces y sólo a ella, que lo tenía claro, no era como a las otras, que antes de conseguir lo que quería, o sea, en el proceso antes de ello, podía soltar cosas dulces y amorosas, pero eran falsas, ya que estaba vestido y no desnudo y era desnudo cuando revelaba sus verdadero yo, no con ropa, como ellas pensaban, era desnudo cuando estaba expuesto y no podía mentir, desnudo y no vestido... Con Pansy estaba, la mayor parte del tiempo, desnudo; estaban desnudos ante el otro y no se mentían, ya que no podían, era como si nacieran o murieran, no podían mentir al nacer porque no conocen la mentira y no pueden mentir al morir porque la muerte es sabia y lo sabe todo, además de ser una dictadora, que te obliga a decir lo verdadero, escupiendo todo. Pero en el momento de estar desnudo por placer, las cosas ocultas podían seguir ocultas, esas cosas no se revelaban si uno no quería, porque no se miente nada más, uno no se sincera si sabe lo que hace, esta expuesto sin la necesidad de quedarse vacío de secretos.

Sí, se querían, se reían juntos y conversaban juntos, ¿Por qué, entonces, él no se declaraba? Podía mentirse diciendo que se iba a aburrir y, eventualmente, dejarlo, pero en eso se mentía y lo reconocía. Si Draco le gritaba o era brusco con ella, era por algo claro y era porque ella lo provocaba y lo buscaba, le gustaba ese Draco enojado, lleno de rabia, como un dragón a puntos de comerse a su presa, enfurecido por la pelea y el dolor, si estaba enojado ella traspasaba sus ojos y veía algo más, no tan claro como si el le dijera, pero algo era algo y ella podía manejarse con eso. Y sentir el calor que el de daba enojado, las llamas de odio... si se enojaba con ella era porque estaba interesado.

Si la buscaba aburrido en clases, o cuando estaba solo, ¿no significaba que la pensaba? ¿Qué constantemente aparecía en su mente y el añoraba? ¡No se estaba dando falsas esperanzas! Era un hecho innegable. Sus ojos le so decían, algunas veces la ha mirado con algo más que amistad o deseo, con algo sincero que la conmovió hasta las lágrimas.

Era mentira cuando decían que el no amaba, que no tenía corazón, porque Pansy lo ha sentido, lo ha sentido apresurarse por ella. Como cuando esa vez... Estaban solos, si, en un pasillo poco transitado, cerca de las mazmorras, un pasillo muy oscuro, con pocas luces que lo revivan. Ella vigilaba porque era la prefecta que debía hacerlo y el la siguió, porque la pensó esa tarde y quiso estar con ella, sólo estar con ella. Se enfrentaron seriamente, en silencio. Pansy fue quien quebró la paralización. Se acercó lentamente, con su afrodisíaco movimiento de caderas en los ojos de Draco, quien sonreía con seducción. Cerró la distancia en un abrazo, escondiendo un costado de su cara en el pecho de Draco. Y el correspondió el abrazo, con fuerza, pero no con tanta como para lastimarla, si no un abrazo de oso, protector, lleno de algo, puede que de calor. Pansy escuchó su corazón acelerarse con energía. Primero lo escuchó y luego lo sintió, sentía sus dos golpes, sístole y diástole, sístole y diástole... golpeaban su oreja dulcemente.

Draco si amaba, solamente no ha tenido la ocasión para demostrarlo, y la gente le tenía respeto o miedo, y gracias a eso no iba a demostrar su capacidad de amar. Tampoco nunca nadie lo dejó amar. Gracias a la cómoda posición de su padre en el circulo de confidentes del señor oscuro su futuro estaba marcado, y esa obligación era más grande que su destino; él no era muy creyente en eso del destino, pero la insistentes platicas de Pansy lo llevaban a pensar más allá de sus creencias impuestas. Supo que el pudo ser alguien mejor si no le hubieran dicho que hacer desde pequeño y no era que no fuera una gran persona, porque lo era, una de las mejores, por lo menos se lo repetía siempre y podía hasta creerlo, pero era algo dependiente, ya que casi nunca hizo algo por si sólo, no sin el mandato o una mínima intervención de un superior. Y debe ser por esa razón que se inclinó tanto al sexo, ganándose el nombre de promiscuo y ninfómano, es que era en el sexo cuando era él, cuando nadie le decía que hacer, actuaba como quería y era bueno, ningún superior, ningún mayor amargado le decía que lo estaba haciendo mal, además de que todas le decían lo bueno que era, los orgasmos y los gemidos de sus presas le decían a gritos lo bueno que era.

Sí, todo estaba perfecto hasta que la miro a ella, por unos segundos, con otros ojos...