Soy tuyo.

Dedicado a cada fan de IkkyxShaka o a quien quiera leer un buen rato (nótese mi sarcasmo, mis fics no son extensos)

Parte uno.

Desde hace días le observaba.

Quizá por curiosidad, por verdadero interés o por que no tenía nada más que hacer, pero no podía dejar de verle.

-Que hermoso...

Podía contemplarlo por horas completas, ya que jamás se cansaba de admirarle.

-¡Hey Ikky! Atena exige tu presencia.

-Dile que en unos segundos estaré ahí.

La vida en el santuario le resultaba mortalmente rutinaria, pero nada podía hacer, ya que su destino estaba escrito desde antes del nacimiento de su cosmos.

Pero, podía verle cuanto tiempo quisiera. Verle, ya que era lo único que podía hacer. No tenía el valor de acercársele, y ni él se explicaba como podía mantener el control al estar al lado de él.

-Cómo te deseo...

-¿Dijiste algo Ikky? -preguntó la diosa totalmente turbada por el comentario del caballero del Fénix.

-Perdón, creo que... me perdí.

-Pues pon los pies en la tierra. Necesito que tu y Hyoga vayan a una misión importante por el Pacífico. Tal parece que los "caballeros negros" han resurgido y es nuestro deber evitar que tal situación alcance notas mayores.

-Descuide -interrumpió Hyoga- los eliminaremos de inmediato.

Se disponían a salir, cuando Atena detuvo a Ikky.

-Sé lo que has hecho y estás pensando. Solo quiero aclarar que el caballero de la Virgen debe mantenerse tan puro como sea posible.

Totalmente consciente de lo que esas palabras significaban, Ikky bajó la cabeza en señal afirmativa y salió del cuarto.

-Tal parece que ya no harás tus escapadas de vigilante¿eh? -tras ese mal chiste, Ikky se dirigió hasta donde estaba Shun para notificarle la situación y para que le reemplazara como guardia- ¡Hey! Shun ya tiene trabajo por hacer.

-¿Crees que no lo sé? -Shun se retiró del lugar tan pronto vio a Hyoga acercándose- pronto será aprendiz oficial de Shaka, pero eso no significa que se desocupará de sus funciones.

-Que cruel eres. Con razón eres el Fénix.

Ikky apretó los puños, pero evitó hacer algún comentario o respuesta. Odiaba cuando Hyoga le hablara con esa arrogancia que tanto marca a los acuarianos, pero respecto a él no podía hacer nada, ya que era uno de los favoritos de Atena.

En algún lugar del Pacífico, justamente en la Isla de la Reina Muerte, los caballeros negros, advertidos de la posible presencia de los caballeros de Atena, preparaban cautelosamente una trampa posiblemente perfecta, ideal para que cualquier caballero que cayera en ella no lograra librarla con facilidad.

Al menos, eso era lo que creían.

Bastó con un ataque tan sutil, que ellos mismos sintieron como cada uno de sus huesos se quebraba como fino cristal.

No hubo necesidad de hacer más. Todos fueron eliminados en cuestión de segundos.

-Eliminados.

-Y fue muy rápido. No entiendo por qué se preocupaban tan...

Una sorpresiva explosión de cosmos y un ataque que difícilmente pudieron esquivar dio respuesta a la incógnita. Ambos caballeros se incorporaron de inmediato y su atacante se hizo presente.

-Caballeros de Atena, no me hagan reir. Creí que serían más que eso.

-¡Presentate ahora mismo! -exigió el Cisne.

El misterioso caballero oscuro rió a carcajadas y para toda respuesta lanzó un ataque directamente a Hyoga...

Este se tambaleó por el impacto, más de pronto palideció por completo, se llevó sus manos a la cabeza y gritó con todas las fuerzas de su alma antes de caer inconsciente al suelo.

-¡El puño diabólico? Imposible...

-Oh, si lo es... maestro...

Continuará.