¡Hola a todos! Espero que estén disfrutando de las vacaciones de verano - no como yo, inmersa en un montón de papeles y escribiendo cosas que no tienen ni pies ni cabeza. Dejando de lado mi frustración, les dejo este pequeño fic. Ya tenía un rato que lo había empezado, pero lo volví a leer y me dije "ya es tiempo de terminarlo". Y así lo hice. Por ahora les dejaré el primer capítulo. ¡Espero que les guste!
ADVERTENCIAS: SPOILERS del manga y referencias a relaciones chico/chico (si no te gusta, no lo leas).
DISCLAIMER: Naruto y sus personajes son propiedad del amo del morbo (a.k.a Masashi Kishimoto)
I
El crujido de las hojas secas era uno de los sonidos que más le agradaba escuchar. De niño, le encantaba ir corriendo por el bosque, brincando de hoja en hoja para oírlas tronar. Ah... su niñez, ¿cuántas cosas habían ocurrido desde entonces? Y, aunque en realidad no habían pasado tantos años, recordó que al menos los ninjas no tienen mucho tiempo para ser niños: a los 12, si bien no son enviados a hacer misiones peligrosas, se espera que estén dispuestos a matar y dar su vida en nombre de una aldea que no suele ser muy grata con sus ellos - total, ninjas van, ninjas vienen y mientras haya gente dispuesta a hacer su trabajo, no habrá de qué preocuparse.
Mientras caminaba, se preguntaba si le habría gustado dedicarse a otra cosa. Ah... qué difícil. Prácticamente sería imaginar una vida completamente distinta a la que había llevado y no se sentía capaz de hacerlo. No porque careciera de imaginación - durante años le brindó mucho entretenimiento al sugerirle distintos métodos de tortura -, sino porque no solía pensar en cómo habría sido su vida. Eso sólo le traería debilidad y, desde que tiene memoria, ser débil no es un lujo que pueda permitirse.
Alzó la vista. Frente a él, se extendía orgullosa la Aldea Oculta de la Hoja. Ya no era más la villa que lo vio crecer: los múltiples ataques de las que ha sido víctima han dejado su huella. Ya no existía una torre del Hokage. En su lugar, construyeron un alto edificio, que le pareció feo desde la primera vez que lo vio. Cuando preguntó por qué no reconstruían el original, le respondieron que era anticuado, y Konoha, la más fuerte de las aldeas ninjas, debía estar a la vanguardia, incluso en arquitectura.
Aunque sabía que nada permanecía inerme al paso del tiempo, no podía evitar sentirse incómodo al mirar a la nueva Konoha, un lugar que no tenía mucho que decirle. Después de todo, no solía permanecer mucho ahí - máximo dos o tres días. ¿La razón? Digamos que el tiempo de su estancia era proporcional a los asuntos que debía tratar (algo que debía agradecer a la nueva Konoha era la eficiencia de su burocracia). Dando una última mirada antes de emprender su camino, se preguntó qué tanto quedaba del lugar que alguna vez llamó su hogar.
Aún le costaba trabajo recordar dónde se encontraba la nueva casa de Naruto - incluso los nombres de las calles y avenidas habían cambiado. Si mal no recordaba, su amigo vivía en la calle Nagato. ¿Por qué Konoha había decidió nombrar una de sus calles en honor a uno de los tipos que la destruyó? Según Naruto, fue por el gran gesto de revivir a toda la gente que murió durante su pequeña infiltración. (¿Eso quería decir que algún día una calle llevaría su nombre? ¡La esperanza muere al último!). Sin embargo, más increíble le parecía el hecho de que Naruto pudiera vivir tranquilamente ahí. Él, por ejemplo, no tendría su casa en una calle llamada Orochimaru (sólo de pensarlo le daba escalofríos).
Tras un par de intentos fallidos por llegar - ¿cómo pudo olvidar que la calle Nagato estaba cerca de la avenida Mártires de la 4a guerra? -, finalmente se encontraba a la puerta de su apartamento. Tras tocar un par de veces y no recibir respuesta, sacó la llave que Naruto le había dado. Abrió la puerta y, por lo que vio, se dio cuenta que el tiempo no iba a tener piedad de él aquel día.
En el sillón, estaba extendido un elegante traje negro. Eso era extraño - hasta donde sabía, a Naruto no le agradaba la ropa formal. Lo habría dejado pasar de no ser por el pequeño ramo de flores que estaba prendido. Eso sólo podía significar una cosa, algo que, hasta entonces, no se imaginó: Naruto se casaba.
Miles de pensamientos bombardearon su cabeza en un sólo instante. ¿Con quién? ¿Desde cuándo? ¿Dónde? ¿Podría Naruto cubrir todos los gastos? Sin embargo, todas esas preguntas fueron desplazadas "¿y por qué no me dijo nada?"
Si lo pensaba bien, Naruto no estaba obligado a decirle. Al menos, cuando Naruto le preguntaba dónde había echado el vago por los últimos veces, él se limitaba a responderle con sus típicos "Hn". Así que a lo mejor - y que quede claro, a lo mejor - no había hecho nada como para ganarse la confianza de su amigo. ¿Pero qué quería que hiciera? Después de todo, una de los rasgos que lo definían - si se lo preguntaban a cualquiera de sus fan girls - era el de misterioso.
Volvió a mirar el traje. Era totalmente negro, un color que Naruto no solía usar - la única vez que lo había visto con algo negro había sido en el funeral de Sandaime y de eso hacían ya... ¿cuántos años? Sería divertido ver a Naruto en una situación tan ajena a él, con ropa distinta, comportándose como no solía hacerlo. Y si un traje era el primer cambio en la desenfadada vida de Naruto, ¿qué seguiría después?
Lo más lógico, pensó, era que después de la boda, Naruto y la víctima - no podía pensar en otra palabra para definir a la pobre - decidieran hacer su vida juntos. Se pondrían melosos, irían a comer juntos, algún día tendrían hijos...aunque no lo crean, todo eso le afectaría bastante. Por principio de cuentas, ya no tendría un lugar donde quedarse cada que se le ocurriera ir a Konoha sin que le cobraran. ¡Imagínense que un día sorprendiera a Naruto y a su víctima en un momento comprometedor! Hasta escalofríos le dieron de imaginarlo. Luego, si algún día se encontraba a la feliz pareja, estaría obligado a socializar con la víctima - puede que fuera un descortés con su amigo, pero nunca con una dama.
Mientras imaginaba todas las posibles implicaciones que el nuevo estado de Naruto traería en su vida, una vocecita resonaba en su mente. No le agradaba lo que le decía, así que hizo su mejor esfuerzo por ignorarla. Sin embargo, la muy maldita tenía que ser pariente de su rubio amigo porque, por más que se esforzara, no sólo no se iba, sino que resonaba cada vez con mayor intensidad.
"Y todo esto, ¿dónde te deja a ti?", le preguntaba la voz. No hacía falta hacer un esfuerzo para imaginar lo que ocurriría. Y, para ser sincero, estaba contento de que Naruto, al fin, estuviera encontrando su propio camino. Merecía la familia que, como niño, no tuvo. Empero, no podía negar que empezaba a sentir una extraña molestia: no era nada agradable ser dejado atrás. "Vaya, y al final todo lo que hacemos termina por volver ", se decía mientras recordaba todas las veces en que había abandonado a Naruto.
Ah… las ironías de la vida. Volvió a ver el traje y, al darse cuenta que mientras estuviera en esa casa lo invadirían más pensamientos inútiles, decidió marcharse. Ya hablaría con Naruto después. Tal vez, cuando se hiciera a la idea del nuevo rumbo que tomarían sus vidas. Así, se dirigió a la puerta y cuando la abrió...
- ¡Bastardo!
Notas finales: ¿quién creen que sea la afortunada y/o víctima? ¿Sasuke montará en cólera? ¡Hagan sus apuestas! Por cierto, dejar reviews hace que disminuyan los efectos del cambio climático ^^.
