La vida no tiene sentido sin ti. Eras lo más importante y no me di cuenta hasta que ya no pude estar contigo. Yo siempre molesto por tus charlas sin sentido y tu siempre ocultando los problemas para que yo cumpliera mi objetivo. ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué no pudiste ser sincero y decirme lo que habías descubierto?

Ahora estoy condenado a la soledad y la incomprensión. No puedo avanzar sin mirar atrás y saber que no estarás cubriendo mis pasos. Necesito un hombro en el que llorar y en el que descansar tras una dura batalla. Eras el único capaz de entender mis acciones; el único que nunca me dejaba solo en los momentos difíciles. Ahora que te has ido no tengo a nadie que pueda hacerlo por ti.

¿Por qué no gritaste? ¿Por qué tuviste que luchar en vez de huir y buscarme?

¡Eres idiota! ¡¿No sabías de sobra que te necesitaba a mi lado?!

Ahora ante tu tumba solo puedo lamentarme por no haberte salvado. Solo puedo gritar por dentro del dolor que siento. La soledad me abruma sin ti y la tristeza me ciega. Desearía ser capaz de devolverte la vida aun a cuestas de la mía propia. Devolverle su padre a tu hija y su esposo a tu mujer. Soy la causa de todo y no pude hacer nada.

Caigo de rodillas ante tu lápida con las manos en la cara y la gorra en el suelo junto a mí. No puedo levantarme ni siquiera moverme. El dolor me ha paralizado. El miedo a no conseguir mi objetivo y que tu muerte haya sido inútil me abruma sin remedio. Yo no te pedí que murieras. Nunca exigí tu vida en esta lucha. No merezco este sacrificio. Las lágrimas discurren libremente por mi cara sin detenerse. Son lo único que puedo darte en este momento como pago a tus esfuerzos.

¡Nadie te pidió que te dejaras matar por mí! ¡No quería perderte en mi ascenso, te quería a mi lado¡

Mi cordura se desvanece según pasa el tiempo. La lógica y la razón ya no están en mí. Tú eras mi guía lejos de la locura. Sin ti no soy nadie; solo un pobre hombre que no sabe qué hacer ni como seguir. Solo alguien que grita con desesperación.

¡MAES!