Los personajes y parte de la historia, pertenecen a la brillante mente de Sthephenie Meyer, el resto me pertenece.-
Sin ella, esta historia seria vana.-
Capitulo 1
Y aquí estoy yo, en un pueblo donde el sol, no asoma ni por casualidad, a tantos kilómetros de mi amada nueva york, y por mi propio castigo.
Recién recibida, y con toda la oportunidad del mundo, decido exiliarme acá, a la antítesis del lugar que adoro, donde nadie se conoce, pero todo el mundo se envidia.
Cada mañana me despierto preguntándome porque, y me respondo: por el idiota que no te dejaba jamás en paz, que no sabía lo que significaba la palabra no.
En vez de pedir que se mude el, resulto mas fácil con mis referencias, mudarme a Fork, un lugar que sabia que el no se preocuparía en buscarme.-
Es el 4 día, y las enfermeras están excitadas, aparentemente vuelve de unas vacaciones el Dr. Carlisle Cullen, el Dios que fundo este hospital.-
No se porque estoy nerviosa, reconozco que me gusta la imagen que me devuelve el espejo, y mi autoestima jamás fue baja, pero creo que los nervios se me contagiaron.-
Estoy en medio de mis rondas, y el cansancio de haber pasado la noche en vela esta tomando su revancha.-
Cuando los murmullos se hicieron mas que elocuentes, me di vuelta a ver al bendito doctor, y mis mandíbulas se abrieron quedándose trabadas ante su imagen, aunque me resultaba levemente familiar, no podía imaginarme tanta perfección en un rostro, blanco, impoluto, como mármol, con un cabello rubio y unos ojos color cobre que hicieron que mis piernas se aflojaran, intente con mucho trabajo cerrar mi boca y me acerque a presentarme, le tendí mi mano y el devolvió el gesto, un frio helado recorrió mi columna, lo que no pude distinguir si era por sus dedos fríos o por la electricidad que fluyo entre nosotros.-
Su amabilidad y su media sonrisa hicieron que entendiera a la perfección el porque del revuelo levantado entre las féminas del hospital, bien, me felicite por dentro quedaste como una tonta adolescente frente al galán de moda.-
Su imagen seguía dando vueltas en mi subconsciente tratando de recordar donde podría haberlo visto pero el maldito recuerdo no quería llegar, esperaría, siempre llegan, a veces de la forma mas extraña.- Por fin terminaba mi turno, y no deseaba otra cosa que llegar a mi casa, darme una ducha, calentar cualquier cosa en el microondas y acostarme, mañana tendría que hacer compras antes de entrar a mi turno, porque otra vez seria doble, iba pensando en eso, cuando mis huesos dieron contra lo que al principio pensé que era una columna, sentí que me caía sin tener tiempo de poner mis brazos para frenar la caída, cuando dos brazos perfectos me tomaron un segundo antes de dar contra el piso, después de enderezarme, me pidió disculpas, por haberse atravesado en mi camino, y sosteniéndome todavía del codo, me pidió si podía acercarme a su consultorio, quería presentarse mas formalmente e interiorizarse sobre mis referencias.-
