Disclaimer: Bleach no me pertenece, todos sus personajes pertenecen al gran Tite Kubo. La siguiente historia fue creada y escrita por mí.


Quebrantados

Capítulo I: La llegada de la sombra.

Si no tomo la espada, no puedo protegerte. Mientras sostengo la espada no puedo abrazarte.

-Tite Kubo-


La luna se posó sobre el estanque del jardín de la mansión Kuchiki, mientras el cabeza del clan revisaba unos papeles en su oficina. Un grito desesperado inundó los oídos de Byakuya y en su pecho sintió un dolor punzante mientras la imagen de Rukia se cruzó en su mente por un instante. Con un Shunpō se dirigió a la habitación de su hermana y lo que vio lo horrorizó. La muchacha yacía inconsciente en brazos de un joven con mirada perdida y azul, tenía el cabello atado en una coleta y éste era lacio y rozaba sus hombros. Vestía una Hakama gris y una parte de su pecho descubierto se dejaba ver entre su Kosode violáceo. Sus manos estaban cubiertas de sangre, pero ésta no parecía pertenecer a Rukia. El intruso la sujetaba fuertemente y no parecía tener intenciones de soltarla. Miró a Byakuya por un segundo, quien hasta entonces no le había quitado los ojos de encima, con una expresión fría y algo de ira bien disimulada.

—¿Quién eres y como osas entrar en mi casa? —Byakuya posó su mano sobre su Zanpakutō delicadamente, temía que si actuaba de manera brusca Rukia saliera lastimada. El intruso le sonrió y miró con ojos de deseo a la pequeña Shinigami en sus brazos apretándola aún más contra su pecho.

—¿La quieres? —preguntó sonriendo.

—¿Qué pretendes? —indagó fríamente el noble.

—Solo intento divertirme un poco, esa celda me ha sacado de quicio y la rutina terminó por vencerme, así que decidí salir a tomar un poco de aire. Jugaremos un juego ¿te parece? —Los ojos del intruso se llenaron de un brillo repentino.

—Regrésame a la Shinigami y lucharé contigo. —le respondió.

—¿Luchar? —exclamó el joven lanzando una carcajada—. No amigo. ¡Eso no es divertido! Te explicaré las reglas del juego, mi juego —Hizo una pausa miró a Rukia y volvió la vista al pelinegro—. Me llevaré a ésta Shinigami conmigo. Me divertiré con ella hasta que tú me encuentres. La suerte de ésta muchacha estará en tus manos a partir de éste instante. Pero, no me gusta el juego limpio y se que no vas a dejarme ir, por lo tanto, te haré una advertencia. —La mano que sostenía la cabeza de Rukia se dirigió lentamente al cuello de ésta y con el dedo índice lo recorrió abriendo un pequeño corte en su nívea piel.

Byakuya pudo ver como el cuerpo de su hermana se estremeció y empezó a temblar. Su rostro aún inconsciente manifestó repentinamente gestos de dolor. Hilos de lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos ahora parcialmente cerrados, mientras apretaba los puños con fuerza y las uñas se le hundían en su carne haciéndola sangrar.

—¿Qué le hiciste? —indagó sin expresión alguna en su mirada.

—¿Yo te lo advertí no? Verás una de mis habilidades es entrar en el mundo interno de mis enemigos y cambiarlo a mi placer haciendo con él y con su Zanpakutō lo que me venga en gana. Fue difícil entrar en su mundo al principio, me sorprende mucho su resistencia. La mayoría de las anteriores simplemente se resignaban a mi tacto… Pero ésta Shinigami incluso inició una batalla contra mí en su mundo interior… ¡Deberías verla en éste momento esforzándose para proteger a su Zanpakutō! ¡Es realmente patética! —La desquiciada sonrisa que el intruso lanzó causó en Byakuya odio y repulsión.

—"Enemigos" dices. "las anteriores" ¿quién eres exactamente? ¿Por qué has venido a éste lugar a buscarla? —El rostro de Byakuya se mostró un tanto más intranquilo.

—Mmmm… son muchas preguntas te lo resumiré en una sola respuesta. "diversión" Mi esencia, mi razón, mi existencia, todo está basado en sentir el dolor de otros, vivir en carne propia su sufrimiento, olerlo, verlo, tocarlo y oírlo. Oler sus miedos, ver sus lágrimas, tocar la sangre bañarme en ella y oírlos gritar hasta el último aliento. ¡Esa! ¡Esa es toda la razón de mi existencia, el dolor de otros me hace sentir vivo! Mis enemigos son todos aquellos incapaces de mostrar dolor, incapaces de dejarme ver el miedo en sus corazones, incapaces de hacerme feliz al menos por un instante… —El intruso comenzó a reír a carcajadas mientras Rukia lanzó un grito de dolor y se retorció.

Byakuya no lo pensó dos veces y se lanzó hacia él con un Shunpō desenvainando su Zanpakutō. Un destello se desprendió de Senbonzakura. El ataque había sido detenido por un Tantō de empuñadura negra y azul con detalles violáceos en la hoja. Ambos retrocedieron para volver a embestir, pero el resultado fue el mismo. Se le había hecho difícil atinarle un golpe ya que no quería herir a la Shinigami. «Un arma», pensó, «Es su Zanpakutō. Ya veo, es un Shinigami. Si lo ataco puedo herirla, si no lo hago va a llevársela, en una situación como ésta… yo».

Un nuevo grito agudo por parte de la Shinigami sacó a Byakuya de sus pensamientos. Clavó los ojos en Rukia y pudo ver como comenzaba a toser expulsando sangre por su boca. No necesitó pensarlo mucho, ella estaba sufriendo y no tenía opción. Cerró los ojos un instante y colocó su Katana frente a su rostro mientras la hoja comenzaba a deshacerse en miles de pétalos de cerezo.

—Dispérsate. Senbonzakura…

Esta vez estaba decidido. Acabaría con el intruso así le cueste la vida a la joven. Los miles de pétalos de cerezo intentaron, sin éxito alcanzar, a su adversario quien con su pequeña Zanpakutō evitaba con gran destreza y velocidad cada hoja mientras lanzaba carcajadas de satisfacción.

—¡Eso es! ¡Muéstrame tu miedo, noble, voy a hacer que temas por la vida de tu pequeña amiga! —gritaba mientras reía. De pronto un escalofrío le recorrió el cuerpo al notar una presencia tras él.

—El miedo… no significa nada para mi… —susurró Byakuya a sus espaldas mientras lanzaba una estocada que le abrió una herida horizontal a su oponente obligándolo a soltar a Rukia.

Con un rápido movimiento el pelinegro logró atrapar a su hermana segundos antes de tocar el suelo y usando el Shunpō se alejó unos cuantos metros de su adversario. Mientras una nube de pétalos de cerezo se abalanzaba sin piedad alguna sobre aquel cuerpo momentáneamente derrotado, se dedicó a observar a Rukia detenidamente. Ella mantenía los ojos entrecerrados fijos en su hermano, pero no parecía estar conciente o percibir su presencia. Derramaban lágrima, su cuerpo temblaba y sus manos sangraban aun más mientras se apretaban con furia. Intentó toser nuevamente, parecía ahogada en un sollozo. La herida que aquél hombre le había dejado en su cuello se había tornado de color negro y un anillo rojizo comenzaba a rodearla. A Rukia evidentemente le costaba respirar y eso lo alarmó. Debía acabar con esa batalla rápidamente para asistirla.

Byakuya dirigió la mirada al lugar en donde había caído su oponente, una nube de polvo le impedía ver claramente.

—Tortura… Jigoku Hari… —recitó una voz sepulcral en el silencio de la noche mientras una inmensa ola de Reiatsu emanaba del lugar.

Lo que a los ojos de Byakuya parecía ser una especie de hilo de un brillo plateado y apenas perceptible se precipitó contra él. El noble esquivó el ataque a tiempo por lo que el objeto apenas rozó su rostro dejando a su paso una pequeño pero doloroso corte. El fino metal retrocedió nuevamente hacia la mano de su portador haciéndose más grueso y alcanzando el tamaño de una aguja de unos 30cms. La herida en el rostro de Byakuya, para su sorpresa, le quemaba causándole mucho dolor, pero éste no se inmutó y sostuvo a Rukia fuertemente mientras se disponía a liberar su Bankai.

—Ban… —Se vio interrumpido por un sollozo y una sacudida de la Shinigami en sus brazos y vio horrorizado como una considerable herida se abría en su pequeño estómago y comenzaba a sangrar profusamente—. imposible…

—¡Te tengo basura Shinigami! —pronunció la voz del intruso a sus espaldas.


Vocabulario:

Hakama: Pantalón tradicional japonés. Es la pieza inferior que utilizan todos los Shinigamis.

Kosode: Prenda superior tradicional japonesa.

Tantō: Arma corta de doble filo similar a un puñal, de diseño similar, a simple vista, al de una Katana tradicional, aunque con una longitud de entre 15 y 30 cm.

Jigoku Hari: Es el Comando de liberación de la Zanpakutō que utiliza el intruso. Jigoku significa Infierno mientras que Hari se traduce como Aguja, por lo tanto, juntas se podrían traducir como Aguja Infernal o Aguja del Infierno.


¡He vuelto! No sé si aún están por allí aquellos que leyeron la historia original, quienes con tanto cariño me dejaban sus reviews… Lo cierto es que, aunque nunca terminé ésta historia, hace poco sentí que debía hacerlo, que estaba en deuda. Volví a buscar mis notas, mis cuadernos y como un rompecabezas lo fui armando, atando cabos y recordando algo de éstos personajes que tanto me cautivaron en su momento. Aún me queda muchísimo camino por recorrer y si quieren pueden transitar ese camino conmigo. Estoy re-subiendo toda la historia en una versión "mejorada", corrigiendo errores, alargando los capítulos y agregándoles detalles. Éste fue el primer capítulo, aún quedan muchos por delante. Como siempre todas las críticas, correcciones o sugerencias que tengan serán bien recibidas y tomadas en cuenta. ¡Saludos!