Disclaimer: Todos los personajes de la serie/manga Naruto son propiedad de Kishimoto Masami, ninguno de ellos me pertenece a mí, por lo cual, he de agradar que solo los pido prestados para la elaboración de este fic loco que se me ocurrió uvu. Fin(?).
Advertencias: Universo Alterno. Yaoi (Amo el genero y no puedo evitarlo ;_;). Shota (Es temporal y solo besos plz).
- CHISAI KIMOCHI -
By Yu-chan
Capítulo 01: El niño durmiente del jardín en jarrones.
Inevitablemente, la iluminación entró a la habitación cuando la enfermera corrió las gruesas cortinas blancas, y ese resplandor matutino cegó a unos ojos oscuros poco acostumbrados a la despiadada luz del sol. Como si fuese un vampiro, el paciente se cubrió con el antebrazo y dio media vuelta en la cama como le fue posible, dándole la espalda a la luminiscencia repentina que venía arrastrándolo de un cómodo sueño. Su pie y brazo enyesados apenas y le daban oportunidad de escapar de los rayos, pero con esfuerzo pudo hacerlo.
—¿Por qué hace eso tan de repente? —Preguntó el muchacho, notándose tranquilo pero en el interior estaba molesto por aquella acción sin previo aviso. Era cruel levantar a alguien de un cómodo sueño, incluso había olvidado en lo que estaba ocupada su mente cuando sus parpados fueron atacados por la luz.
—Aquí siempre está oscuro, no te hace mal un poco de luz, Itachi-kun. —Explicó la chica que se dedicaba a cuidarlo, mirándolo con unos ojos llenos de ternura maternal.
Difícil entender el corazón femenino de una enfermera, y para ser sinceros, el joven no estaba interesado en comprender lo inentendible. Él suspiró suavemente de modo resignado, nada podía hacer frente a eso, ella tenía el mando, al menos mientras permaneciera en ese hospital. Itachi era un joven que tenía como característica visible la tolerancia y la tranquilidad, era un muchacho muy correcto, pero ahora ya estaba fastidiado de su encierro ahí que necesitaba salir con prontitud o terminaría en la desesperación. Lastimosamente, aún le faltaba recuperación y algunos días más de sentencia.
Con pensamientos así miró a un lado suyo, encontrando una cama con las sábanas revueltas. Recordó que cierta presencia debía estar en ese lugar, pero entre la tela y el colchón no había nada por más que se esmerara en buscar. Miró a todos lados buscando a un pequeño niño de ojos y cabello azabache, justo como los propios. Paredes de un blanco pálido, un mueble con un florero transparente adornado por una rosa amarilla, había dos controles al lado del objeto, al frente una televisión, dos puertas, una que daba a un pequeño baño y otra que mostraba la salida, sin contar la cama a un lado suyo, no había nada más, era una triste habitación vacía, y en toda ella no se encontraba a quien sus ojos buscaban con esmero.
—Sakura-san… —Enunció el muchacho y la mujer le dedicó su atención mientras acomodaba un racimo de flores en otro florero transparente para adornar la desolada ventana. —¿Dónde esta Sasuke?
—¿Te refieres a tu adorable hermanito? —Preguntó ella y sin esperar una respuesta miró hacia la puerta de salida. —Hace unos minutos lo vi en el jardín.
¿En el jardín? ¿En el jardín mientras Itachi sufría un encierro por culpa de un pie enyesado? Negó con la cabeza, no por una envidia inexistente, él era el hermano mayor, y si Sasuke no estaba cerca no podía cuidarle. Pese a que el menor era un niño muy consiente y considerado, seguía siendo un infante curioso, no podía dejarlo solo divagar por ahí como alma en pena. —Él no puede andar vagando por todos lados. —Dijo y trató de incorporarse en la cama, acercando las muletas que yacían a un lado.
—¡Itachi-kun! —Una voz firme y unas manos le obligaron a detenerse, recostando de nuevo al muchacho sobre la cama, enseguida la pelirosada alejó las muletas antes de que el otro tuviera de nuevo la idea de pararse. —Recuerda que tu pie izquierdo y tu mano derecha aún siguen enyesados, necesitas reposo o de lo contrario tendrás que quedarte más tiempo internado.
—Pero Sasuke…
—Sasu-chan estará bien, sus heridas no fueron graves y para un niño estar en un hospital resulta aburrido, déjalo que respiré aire puro, no te preocupes por él, es adorable, los adultos lo aman. —Explicó la chica interrumpiendo lo que el muchacho estuviera por decir. Para ella no cabía duda de que Itachi era un hermano muy sobreprotector, según su punto de vista; los Uchihas eran perfectos.
Entretanto, Itachi quedó extrañado con ese denominativo cariñoso; —¿Sasu-chan?, —repitió, cómo si no le hubiera quedado claro.
—Sí, Sasu-chan. —Sonrió la mujer, con corazoncitos imaginarios que levitaban por su cabeza.
El joven suspiró, completamente derrotado. —Espero que no se meta en problemas. —Dijo para sí mismo, mirando hacia la ventana. El viento acariciaba los pétalos de las flores del nuevo jarrón y una mariposa revoloteaba al rededor. Itachi sólo pudo imaginar a Sasuke corriendo de un lado para otro en el jardín.
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Por otra parte y caminando entre pasillos interminables de aquel mismo hospital, un pequeño azabache de no más de siete años miraba las distintas puertas que componían ese túnel -para él- extenso. Números tras números, y entre más andaba, más tenía la impresión de que estaba perdido, pues no reconocía ninguna de aquellas puertas. Casi parecía que si abría una de ellas se encontraría en la entrada de un mundo diferente, quizás algunos con monstruos y fantasmas, otros con hadas y cosas mágicas, su corazón latía emocionado por lo que su imaginación aportaba, después de todo aún era un niño por muy Uchiha que fuera. Sacudió la cabeza con fuerza, ahuyentando todo lo ilusorio y volviendo al presente, a su problema; ¿Dónde se encontraba su habitación? Recordaba haber dado unas cuantas vueltas en corredores anteriores, y paseado por algunas salas de espera.
No había remedio, su último recurso inteligente era preguntarle a alguna enfermera, porque después de todo, su familia siempre había sido conocida, de tal manera que todos sabían la ubicación exacta de la habitación que les habían asignado cuando su hermano y él ingresaron al hospital. Aunque si lo pensaba bien, eso daba miedo, ser observado por miles de ojos que sabían que estaban ahí. Por un momento Sasuke tembló y se detuvo, sus ojos parpadearon curiosos cuando encontraron una puerta entreabierta. La imagen de un mundo mágico atacó su cabeza, pero la descartó después, "no era propio de un Uchiha vivir en las fantasías", recordó las palabras duras de su padre.
Por curiosidad y porque quizás cabía la posibilidad de que una enfermera se encontrara ahí adentro, él decidió echar un vistazo. Asomó la cabeza sin entrar por completo en la habitación, sus ojos negros se posaron por milésimas de segundos a todo lo que podía apreciar, unas grandes ventanas abiertas con cortinas blancas, largas y corridas que dejaban paso a la luz, había un montón de jarrones con flores de distintos colores y tipos: rosas, amapolas, margaritas, y otras que no conocía el nombre, y en medio, en la única cama que moraba en el lugar, justo ahí, acostado y cobijado por sabanas blancas, un niño de alborotado cabello rubio y de piel canela parecía descansar.
Un niño como él, por fin alguien que no era doctor, ni enfermera, mucho menos una persona de la tercera edad, era un ser de aproximadamente su misma edad. Eso era perfecto, había encontrado la compañía ideal en aquel lugar aburrido y no es que despreciara a su hermano, él lo admiraba mucho, pero había veces que sólo un niño podía entenderse con otro niño.
Sin pensarlo dos veces, el pequeño azabache se introdujo por completo en el sitio adornado con miles de flores, acercándose al pequeño durmiente, lo miró y sonrió. Memorizó cada detalle que componía al rubio, las marcas en sus mejillas, lo alborotado de su cabello dorado, lo suave de su piel canela. Por supuesto, también imaginó sus ojos, unos ojos que podrían ser probablemente azules o verdes. Y por fin decidió sentarse en la silla que descansaba a un lado de la cama, quiso esperar a que despertara aquel niñito, quería hablar con alguien que no le contara cosas prácticamente aburridas, pero a pesar de haber esperado por horas, aquel niño que tenía cierta apariencia de un zorrito no despertó ni dio señales de ello.
"Quizás esta muy cansado", pensó el azabache de forma inocente y sin nada más que hacer, decidió retirarse de ahí, dedicando una última mirada a esa cama, sonrió, convencido de que regresaría mañana.
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Más tarde Sasuke regresó a su habitación con la ayuda de una enfermera. Y ahí, solos, los dos Uchihas. Itachi tuvo que hacer resaltar la importancia de saber comportarse en un lugar como ese, porque no estaban de vacaciones y debían respetar a las personas enfermas que sólo querían descansar, cabía destacar que se había preocupado por la desaparición de su hermano menor toda la tarde, pero sólo fue eso, un sermón y un indicación de que no lo volviera a hacer.
La noche había llegado y pareciera que en aquella habitación las horas eran congeladas por una especie de magia, pues todo transcurría con una lentitud sorprendente y tediosa. Esperar hasta mañana era un martirio para un niño, estar en aquel lugar no le apetecía en lo más mínimo, más si recordaba el motivo de su estancia ahí. Se incorporó en su cama y miró a un lado, apreciando el cuerpo yaciente de su hermano que descansaba sin inquietud alguna, el pequeño dejó salir un suspiro y se colocó las sandalias, caminó a hurtadillas hasta llegar a la puerta y salió. Había comprendido que no debía molestar a las personas enfermas, y eso no lo haría, sólo caminaría un poco, esperaría a que le atacara el sueño y regresaría en seguida para prepararse a dormir.
Afuera, los pasillos jamás habían sido tan silenciosos como esa vez, de día estaban tan iluminados que lastimaban su vista, de noche eran todo lo contrario, parecía una escena de terror, con pasadizos oscuros, grises, el olor a medicina sólo incrementaba aquel latido acelerado de su corazón, comenzaba a tener nauseas y sentía que podía oír su respiración. Apenas sus ojos lograban divisar lo que había en frente, y hasta el fondo un hoyo oscuro que amenazaba con tragar todo lo que tocaba. Su imaginación hacían mover sombras inexistentes que deambulaban a su alrededor, dispuestas a susurrarle cosas que Sasuke no quería escuchar. El menor sintió escalofríos y tragó saliva, sin saber que lo motivaba se dedicó a merodear un poco mientras el sueño le llegaba y Morfeo decidiera por fin acurrucarlo en sus brazos, pero el miedo no hacía otra cosa que despertarlo más. Caminó en silencio y llegó hasta la habitación de aquel niño rubio, el único infante que había visto hasta ahora y que esperaba con ansias hablar con él, ya había memorizado el camino que de ninguna manera se le olvidaría de nuevo. Miró la puerta e instintivamente tocó suavemente.
—Tonto… —Se dijo así mismo, reprendiendo su torpeza. —No hay manera de que este despierto a estas horas. —Sasuke dio la vuelta, volviendo a ver el mismo pasillo oscuro, se propuso retirada cuando se armó de valor, pero se detuvo en seco cuando escuchó un sonido extraño de alguien caminar, los pasos certeros de una persona arrastrando los pies dentro de la habitación. Él volteó y volvió a colocar su mirar sobre la puerta, se acercó un poco, con el corazón latiendo tan rápido como el de un hámster. —¿Estará… despierto ya? —Se preguntó a sí mismo, colocando una mano sobre la manija y lentamente abrió la puerta. —¿Estás despierto? —Preguntó con voz baja, pero siendo audible.
No había obtenido respuesta, pero sus pies se habían movido tan rápido que su cuerpo ya se encontraba dentro, y ahí todo estaba tan ordenado y tranquilo como cuando lo vio ésta mañana, la diferencia era la oscuridad y las ventanas que se encontraban cerradas, junto con las cortinas cubriéndolas, pero ahí seguía el jardín de flores en jarrones por todo el lugar. Todo quieto, todo en silencio. Caminó un poco para colocarse a un lado de la cama y mirar que el niño seguía dormido. Nada, ningún cambio, era como si el rubiecito nunca se hubiera movido desde que lo vio por primera vez. Pero ¿Cómo?, estaba seguro de haber escuchado a alguien caminar ahí dentro. Miró a todos lados para buscar algo o a alguien que provocara tal ruido, pero no encontró más que un collar con una piedra azul muy brillante sobre el suelo. Sasuke no tardó en arrodillarse y tomarla entre sus manos, examinándola cuidadosamente.
—¿Quién… eres?
Escuchó una voz que por poco le hizo pegar un grito, dio un brinquito y el pequeño se levantó enseguida con las manos sobre la boca, acallando el grito que de ella quería salir, sujetando aun el collar con fuerza. El azabache miró al dueño de aquella voz, al principio imaginó que sería el rubiecito durmiente, sin embargo, sus pensamientos fueron erróneos al vislumbrar una silueta delgada y oscura que reposaba sentada en el marco de la ventana. A pesar de que su imaginación le trajo a su mente varios monstruos horrorosos, Sasuke no reprimió su nata curiosidad.
—¿Quién… quién eres? —Preguntó el Uchina con actitud valiente pero con el corazón saltándole.
Por segundos hubo solo silencio y el azabache solo dedicaba su mirar a aquella sombra que no podía llegar a distinguir bien debido a la oscuridad del lugar.
—¿Por qué..? —Preguntó la voz, una voz calmada que por sí sola ya daba escalofríos —¿Por qué preguntas lo mismo que quiero saber?
Aquella persona se levantó de su lugar y se acercó al pequeño con pasos acompasados. Por su parte el niño retrocedía por cada paso que el otro daba hasta que quedó con la espalda pegada en la pared, obligándolo a quedarse quieto. La silueta salió de las sombras y la poca luz de la luna le descubrió la cara, mostrando el rostro de un joven de ojos azules y cabello rubio con tres marcas en cada mejilla, cómo si fueran los bigotes de algún animal. Los ojos negros del niño se abrieron de sobremanera, sorprendido por el parecido que ese muchacho tenía con el pequeño que permanecía durmiendo.
—¿Qui-quién… eres tú? —Cuestionó el niño por segunda vez, sin dejar su asombro y estupor de lado.
El extraño desconocido se acercó hasta quedar tan cerca del menor, arrodillándose frente a él para quedar a su misma altura, él le miraba curioso, esos cabellos brea y alborotados, la piel tan blanquecina como el papel. Sólo bastó alzar la mano para colocarla sobre la mejilla ajena. Sasuke podía sentir una brisa helada sobre su piel que le hizo sentir escalofríos, y de alguna manera, pese a todo, el miedo se le fue.
—Eres… ese niño. —Dijo el rubio y entrecerró los ojos, acercando su rostro al ajeno.
Sasuke sintió su corazón saltar aún más, pero esta vez no era miedo, era otra cosa que lo obligaba a tener un latido acelerado. —¿Quién eres tú? —Preguntó insistente, tercera vez que lo hacía y no obtenía respuesta a pesar de que comenzaba a desearla tanto.
—Yo… soy… —Pronunció el otro, dejando un gran suspenso en las palabras. El azabache esperó, pero el rubio sin atender a ello eliminó la poca distancia que quedaba entre sus labios y los del menor. Era un besó, eso era un besó, Sasuke sabía que la unión de unos labios con otros o en algo se llamaba beso. El pequeño abrió sus ojos tanto como pudo, sintiendo una caricia fresca y algo suave sobre sus labios. El rubio se separó un instante, y las pupilas oscuras de un curioso niño miraban las azules de un chico extraño y misterioso. —Yo soy… aquel con quien querías hablar. —Y las palabras, para Sasuke, fueron algo que jamás olvidaría.
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Capítulo 01: El niño durmiente del jardín en jarrones.
- NOTAS -
Hola, yo sin nada nuevo que decir y con una historia extraña y viejita uvu, espero terminarla, claro, si gustan de ella. || Bien, aquí muestro a un pequeño Sasuke curioso e inocente, que de cierta manera es frenado por un padre estricto y obligado a ser realista. Yo creo firmemente que si éste chico hubiera crecido con el amor de sus padres sería un joven normal que no tuviera la necesidad de pedir venganza por su gente, así que al menos en el tiempo que este cómo niño tendrá la actitud de todo pequeño normal, según mi entendimiento uvu. || Comentarios, sugerencias, criticas constructivas, las atenderé con gusto. Gracias por leer, que tengan un buen día, tarde o noche. Hasta otra~
