Prefacio
Día 255 –El Crepúsculo.
-Hey, llegas temprano, me dijo una voz demasiado familiar. Volteé a ver al pelirrojo que me había acompañado tanto tiempo.
-Más bien, tú llegas tarde, respondí con una sonrisa. Axel se rió y se sentó a mi lado. Estábamos sentados encima del reloj de la estación de tren de Twilight Town, Axel y yo venimos todos los días después de cada misión si no llegábamos muy tarde.
-Roxas, ¿crees que tengas corazón?, me pregunto Axel algo serio, muy raro en él por cierto.
-No lo sé, dije después de meditarlo un momento, pero si tuviéramos algo dentro de nosotros, lo sentiríamos, ¿no es así? Axel sonrió y me ofreció una paleta sea-salt.
-Muy cierto, dijo al fin. Ambos saboreamos nuestra paleta en silencio.
-Hoy es el día 255. Naturalmente, Axel me volteó a ver.
-¿Y eso que es?, me preguntó con curiosidad. Yo sólo sonreí antes de contestar, ¿cómo era posible que él no lo supiera?
-Han sido 255 días desde que entré a la Organización, cómo pasa el tiempo.
-¡No me digas que has estado contando los días desde que entraste!, exclamó Axel.
-Bueno, sólo desde la semana en la que me uní, era cómo un zombie.
-Aún eres un cómo un zombie, aunque tienes razón esa primera semana apenas podías formar una oración. Nos reímos, parecíamos un par de amigos con corazón.
-Roxas, preguntó Axel cuando paramos de reír, ¿sabes por qué el cielo se tiñe de rojo siempre en el crepúsculo? , negué con la cabeza y Axel comenzó su explicación como sabelotodo, la luz está compuesto por miles de colores, sin embargo, el que viaja más rápido que todos es el rojo.
-Gracias por la explicación sabelotodo, ni siquiera te pregunté. Reímos de nuevo. Estaba seguro que Axel también pensaba lo mismo, que pareciera que teníamos corazón.
-Vaya, ¿dónde demonios está?, volteé a ver a mi alrededor por si alguien llegaba. Axel no contestó.
Era mi primera vez en la Organización. No lo recuerdo muy bien aún, pero sé que Xemnas, nuestro líder, me encontró a las afueras de Twilight Town, justo en la reja de la Mansión Embrujada.
Me encontraba totalmente desorientado, no sabía qué demonios hacer, ni siquiera sabía de dónde venía o quién era. Decidí entonces ir al bosque, me parecía un lugar tranquilo, sin estar muy seguro de que significaba realmente tranquilo. Fue cuando Xemnas me dirigió la palabra.
Ver a un tipo que se te aparece a mitad de la nada debe ser realmente algo espantoso, sin embargo, por más que quise correr o gritar no pude. No era que no recordara como se hacía. Sólo que no tenía ganas. Ninguna emoción. Nada.
-Sé que buscas un propósito. Yo te lo puedo dar.
Bajé el rostro. No se me ocurría nada que decir, ni siquiera traté.
-Únetenos y encontrarás tu razón de existencia.
Fue cuando vi que escribía una palabra en el aire. Las letras eran transparentes pero se podían leer. Xemnas había escrito la palabra Sora.
Con un movimiento de la mano, la palabra comenzó a dar vueltas a mí alrededor a gran velocidad. Sólo veía sus movimientos porque no encontraba que otra cosa hacer. Ya me había perdido en el movimiento de las letras, las miraba como hipnotizado cuando Xemnas las detuvo con X.
-Este- me dijo- es tu nuevo nombre.
Miré el nuevo orden de las letras. Seguían igual de transparentes y con el mismo sofisticado estilo de letra que de la palabra anterior sólo que ahora una X estaba en medio. Decía Roxas.
En aquella primera semana encontré a lo más cercano a mí en todo este tiempo. Alguien que era similar a mí, pero no lo mismo. La encontré a ella.
