Hola! Solo una ideita, actualizare pronto. :3
-¡¿QUÉ?!-Gritó el chico peli-naranja tras recibir a un adolescente cuanto este vino a tocar a su puerta clamando que debía hablar con él.
-¡¿PERO QUE DEMONIOS TE PASA?!-Le grito Kaito al chico pelinegro con ojos miel con un toque de verde, esbelto de 15 años.
Ya han pasado 4 años desde Luchia y las princesas sirenas lograrón derrotar a Mikel y salvar a Mikaru.
Luchia y las chicas se reúnen cada vacación de verano, para volver al mundo humano, cada una con sus respectivos novios. Y este año no sería la excepción.
-Lo digo enserio-Replicaba el chico.
-No te creo nada, como es eso de que te apareces a mi casa y encima a mentirme-Le dijo Kaito un poco más tranquilo.
-¡Ya te dije que no son mentiras!-Le reclamo el chico cerrando sus palmas en un puño, vaya ¿por qué no se lo tomaba enserio?
-¿Cómo que no son mentiras? ¡Si lo que dices no tiene sentido!-Le grito y se revolvió los cabellos. Ese chico le estaba sacando de quicio.
-Si te digo la verdad ¿Por qué no puedes siquiera darme una oportunidad?-Le reclamo de nuevo. Tenía el derecho de fundamentarse.
-Porque ya te dije que mis padres murieron hace ya tiempo así que no hay manera de que tu entres en la historia…-Le dijo Kaito, definitivamente ese chico estaba mintiendo.
El chico suspiró y le pidió con la mirada que lo escuchara.
-No de tu vida humana, sino de tu origen-Le dijo el chico y Kaito se sorprendió-Cuando la reina de las aguas te separó de Gaito y de nuestros padres, tú te viste obligado vivir en el mundo humano, mientras que Gaito y mis padres se vieron forzados a hundirse junto con Panthalassa-Kaito se tensó al oír el relato, pues silenciosamente él se había prometido que se olvidaría de sus orígenes, para seguir viviendo la vida de un surfista como todos los demás-Pero mamá murió al tenerme, y cuando papá no podía estar más miserable, una criatura lo hirió de muerte, y me dejo a cargo de unas ninfas acuáticas-Le dijo con la tristeza acentuada en cada una de las palabras. Kaito aún lo digería. Ok, debía admitirlo, sus palabras si tenían sentido.
-Entonces…-Kaito lo entendió-Viniste a mí por ayuda, ¿no es así? Quieres que te ayude…-Le dijo Kaito al chico, si era su hermano no podía pasarlo por alto.
-Necesito que me ayudes a encontrar a la criatura que asesino a nuestro padre-Le dijo el chico. Kaito lo meditó por un segundo, para después asentir.
-De acuerdo. Puedes quedarte aquí conmigo-Le dijo Kaito.
-Gracias-Le sonrió el chico cogiendo su mochila. Kaito lo miro fijamente. Lo único que traía puesto era un par de pantalones de mezclilla oscura, un par de converse de bota rojos y una sudadera negra, medio abrochada, que daba vista a una playera azul marino.
-Oye, ¿estás solo?-Le dijo Kaito un poco preocupado.
-Sí…-Le dijo el chico intentando sonar alegre. Falló.
-¿Quieres quedarte hoy? Puedes ir por tus demás cosas mañana…-Le dijo Kaito dispuesto a ceder su cuarto a su hermano mientras que él ocupaba el de sus padres.
-Oh, bueno… de hecho esto es todo lo que tengo-Le dijo el chico con simpleza.
-Oh, bueno sígueme….-Le dijo Kaito. Lo acomodó en el cuarto, y se fue a recostar al de sus papas. Ya era tarde, y por más que el tiempo pasaba, Kaito nunca pudo conciliar el sueño. Al día siguiente Luchia, Hanon, Rina, Seira, Karen, Noel y Coco volvían de sus respectivos reinos a vacacionar. Tal vez ellas podrían ayudar.
