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Ninguno de los personajes de Bones no me pertenece.


La ciudad estaba aparentemente en calma, no había muchas personas en la calle, el cielo gris en su totalidad y las calles mojadas eran signo evidente de que hasta hace un momento el cielo de Washington había decidido romper a llorar a grandes cantidades, sumado al inconfundible perfume que la tierra húmeda desplegaba, los faros encendidos iluminaban el camino de los escasos transeúntes que se dirigían a sus casas forzados a recorrer el largo parque rodeado de árboles verdes, lo cual era extraño dada la estación invernal que ahora corría.

Una mujer salía de su oficina localizada en uno de los más imponentes edificios de la ciudad, una editorial de renombre que había llevado sus historias al éxito, era una mujer relajada, ajena al estrés citadino aunque de vez en cuando lidiaba con el a la perfección

- Que descanses- era una de las frases que resonaban por el pasillo conforme su andar

- Igual para ti Sara- sonrió la mujer

- ¡Diez grandes a que en una semana estará en la lista!- Gritó un joven con la corbata floja y las mangas de su camisa blanca dobladas hasta la altura del codo, sonriente desde su cubículo

- Que sean veinte, a menos de cuatro días

- Hecho

- Ve preparando tu cuenta bancaria Mike- sonrió la mujer sincera y fresca, pero a la vez altanera y soberbia mientras guiñaba un ojo divertida continuando su caminata; pocas personas quedaban en el mundo con la alegría y despreocupación que ella poseía, si bien era la muestra más clara del éxito, inteligencia y poder, también era el claro ejemplo de la sencillez y madurez. A sus 27 años tenía todo lo que una persona podría tener, un trabajo estable, una admiración recurrente por sus compañeros de trabajo, una familia y amigos cercanos, si bien el dinero nunca fue un problema para ella y menos en esa etapa de su vida, no le importaba demasiado.

- Sigmund- la joven asintió con la cabeza mientras ayudaba a un hombre de edad avanzada a colocar una caja llena de sobres en la mesa mas cercana

- Señorita buena tarde- el hombre sonrió- Se dice que este será el lanzamiento del año

- No haga caso de todo lo que se dice en los pasillos Sigmund- la mujer sonrió- ¿Hay algo para mi en esa caja?

- Los pasillos nunca mienten- decía el hombre mientras le entregaba un sobre- las apuestas indican que este mes al menos serán 50 mil copias vendidas

- Así solo sean dos copias, mientras usted esté dentro de ellas me daré por satisfecha- sonrió la mujer con una mirada dulce en sus ojos. El anciano le devolvió la sonrisa con las mejillas ligeramente sonrosadas

- Dejare las postales, que no todos hemos salido todavía

- Será mejor que corra, O ´Donell esta enfadado- decía la mujer mientras golpeaba cariñosamente con el sobre al anciano en el hombro

- Volaría si pudiera pero ya estoy algo grande para eso- la joven no pudo evitar rodar los ojos y vio como el hombre cogía la caja y se perdía entre sonidos de telefono, teclas siendo oprimidas y hombres y mujeres hablando de diferentes temas a la vez; un típico ambiente de oficina editorial.

Las puertas del ascensor se abrieron y de el varias personas ajetreadas y desesperadas bajaron no sin antes saludar o despedirse de aquella atractiva joven, dejando así el ascensor totalmente despejado y a su merced.

Al llegar a la primera planta del edificio, se encontró con Marie una mujer de edad avanzada que pasaba todos los días a dejar galletas a la cafetería del edificio de una manera bastante tradicional: En canasta. Aprovechando así para coger una o tal vez dos galletas

- Un día de estos vendré cobrando todas las galletas que haz robado

- Puedes dejar la nota con Sigmund

- Ese hombre es capaz de pagar el mismo-

- Son deliciosas Marie- sonrió la joven mientras tomaba otras dos galletas de la canasta- ya sabes para el camino

Al salir del edificio se topó con el frío clima de la ciudad, ajustó un poco más su abrigo negro y comenzó a andar a su lugar favorito de la ciudad. El enorme parque que se encontraba frente a su editorial.

A diferencia del resto de las personas que por ahí circulaban, disfrutaba de aquel frío pero hermoso ambiente, de aquella escenografía sacada de alguna película, no tenía ninguna prisa por llegar a su casa, caminaba con parsimonia, la poca gente que llegaba a toparse con aquella mujer se detenía a mirarla por escasos segundos antes de seguir con su andar, algunos más murmuraban sobre la identidad de ella, y otros se quedaban anonadados al reconocer a aquella talentosa mujer.

La combinación del frío, el cielo nublado y la lluvia que hasta hace unos momentos había existido, le daban al parque un ambiente de nostalgia; no podía negar que amaba ese ambiente, pero sobretodo amaba caminar y perderse en sus pensamientos, recordando años pasados.

Recordándolo a él... y su manera de tocar con gran maestría las teclas de aquel inmaculado piano, un viejo amorío universitario, él hombre que ella sabía amaría por el resto de su vida, y no le dolía pensarlo, porque con el paso del tiempo había aprendido que amar no era sufrir, que amar no era desgarrarse de dolor, no, amar era ser feliz por aquella persona, aunque ella no lo fuese contigo, sin que te duela, ser feliz porque el es feliz, amar no era sumirte en depresión y tristeza, al contrario, para ella amar era una cosa muy distinta, amar era aprender a verle día a día y sonreír sinceramente, sin sentir dolor. Eso era amar.

La forma en que lo conoció fue muy singular, ella apostaría que aquel atractivo muchacho era uno más, un jugador de baloncesto o americano, que atraía a todas las chicas del colegio y que salía con las porristas. Él hubiese apostado que ella era una mas de los nerds, de esas chicas raras que se la pasaban encerrados en laboratorios haciendo Dios sabe que.

Recordaba que la primera vez que lo vio, fue también la primera vez que le hablo, una salida organizada por la Universidad había sido la culpable de que ellos se hicieran amigos y con el tiempo fueran algo mas que simples amigos pero nunca pasaron de eso... amigos, los directivos universitarios habían tenido la grandiosa idea de llevarlos a una galería con obras de renombrados y afamados pintores

- No logro entender ¿Que tiene de interesante una pintura de Constable?- se acercó el joven de ojos marrones a la muchacha que estaba absorta contemplando una de las tantas obras- A lado de Van Gogh no hay mucha comparación y que usted le observe con tanta admiración me ha dejado intrigado

- Cada uno es único en su estilo... The Hay Wain es un clásico que muy pocos pueden reconocer por su autor- la joven desvió sus ojos grises hacia el chico que le sonreía amablemente- Me sorprende de sobremanera que haya logrado identificar esta obra de arte

- Entonces permitame presumirle de mis extraordinarios dotes de apreciación

- Está en su derecho de hacerlo, pero ha escogido a la persona errónea para hacerlo-

- Debo dar por sentado entonces que su conocimiento es más amplio que el mío- el joven hizo un leve asentimiento de cabeza y le ofreció la mano a joven- Seeley Booth

- Temperance Brennan- se presentó ella tomando la mano de aquel misterioso joven

- ¿Es nueva en esta universidad?

- Desde luego que no, llevo poco más de 3 años, estoy cursando el último año- sonrió la joven mientras comenzaban a caminar sin rumbo exacto- Pero deduzco que usted si es nuevo

- Entonces deduce mal, también estoy en lo que sería mi ultimo año-

- Me sorprende no haberle visto nunca dentro de la institución

- Me sorprende más a mi no poder recordar haberme topado con sus ojos grises en los pasillos- la joven se sonrojo levemente- ¿Es que es de las que se las pasa estudiando encerrada en los laboratorios?

- ¿Que le hace suponer que pertenezco a la sección de laboratorios?- preguntó la joven claramente divertida mientras cruzaba los brazos

- Es más que obvio- el joven metió sus manos a lo bolsillos y se encogió de hombros- que pertenece al área de ciencias exactas o ciencias medicas biológicas, su mirada de inteligencia y superioridad la delata y su porte de doctora no deja mucho a la imaginación

- No podría estar más equivocado, permitame corregirlo, pertenezco al área de filosofía y letras- la muchacha sonrió ampliamente y el joven frunció el ceño en claro gesto de incredulidad

- Me es imposible creerle ¿Filosofía y letras? No me lo creo

- No tengo necesidad alguna de mentirle- sonrió la joven mientras metía las manos a los bolsillos de su abrigo negro

- Bien, entonces ¿Filosofía y letras eh? ¿Porque alguien como usted escogería semejante carrera? No es que la desprecie desde luego, debo añadir que es una carrera muy interesante sin embargo, alguien como usted simplemente está destinada a la ciencia

- Las bellas letras no son sino un retrato de la vida humana en diversas actitudes y situaciones- replicó la joven observando al muchacho- espero que eso conteste su pregunta

-Así que entonces planea ser escritora- sonrió el muchacho mirando profundamente a su acompañante

- No le he dicho nada acerca de ser escritora- se sorprendió la muchacha ruborizándose y desviando la mirada de aquellos ojos marrones

- Alguien que cita a David Hume, definitivamente aspira a ser un escritor, alguien como usted

- Cualquiera puede citar a Hume

- No cualquiera señorita, solo aquellos que se debaten entre la magnificencia de la ciencia y la simpleza de las letras- Booth sonrió y frunció el gesto- y por esas razones personas como usted deciden envolverse en el mundo de la filosofía

- Me sorprende que un jugador de americano sea capaz de reconocer frases de Hume y más aún de destapar el más grande secreto de una simple estudiante de Filosofía y letras- sonrió la muchacha

- Vaya- se sorprendió el joven negando con la cabeza- No veo ningún jugador de americano por aquí

- Me dirá entonces que usted no es un deportista

- Sería inhumano decirle que no soy un deportista, todos los chicos tenemos un deportista dentro

- Entonces debo asumir que solo lo es fuera de la facultad

- Asume de manera correcta- contestó el joven guiñándole un ojo a su compañera

- Cafe Terrace- susurró la muchacha

- Gracias pero debo declinar su oferta, la cafeína me pone bastante ansioso, sin embargo le aceptaré un té- dijo el joven divertido mientras la muchacha sonreía ampliamente - Una de las más emblemáticas obras de Van Gogh

- Hermosa, sin embargo es lejos de ser mi favorita, ninguna como Night rhone, tiene la dosis exacta de extrañeza, melancolía y paz

- Así que usted es un ferviente admiradora de Van Gogh- la muchacha se limito a asentir- Resulta innovador que alguien en estos días aún sienta fascinación por el arte

- Usted ha sido el primero en hacer referencia a Van Gogh comparándolo con Constable, así que deduzco de nueva cuenta que no soy la única que tiene admiración por el vejo pintor

- Habla usted de él como si aún estuviese vivo- el muchacho se encogió de hombros- no puedo más que darle la razón a su tan acertada deducción, sin embargo me gustaría agregar que mi admiración por el buen Vincent no va más allá que mi profunda admiración por Bethoveen

- Licenciatura en música piano- se sorprendió la muchacha y observó detalladamente al joven que se encontraba a lado suyo

- ¿Cómo ha podido una simple estudiante de filosofía y letras descubrir el más grande secreto de un jugador de americano?- sonrió el joven mientras continuaba su andar

- ¿Musica piano? ¿De verdad?- replicó la mujer incrédula

- No tengo necesidad de mentirle

- Me ha dejado...

- ¿Estupefacta? No me sorprendería en lo más mínimo- el muchacho se encogió de hombros- la mayoría de las personas que lo saben, que son pocas he de decir, muestran clara contrariedad y estupefacción

El viento frío le golpeaba ligeramente el rostro, sonrió ante aquel recuerdo, la primera vez que le habló, como de alguna manera ambos en aquella conversación tan circunstancial en aquel frívolo pero cálido paseo, de alguna manera ambos habían desnudado sus almas sin siquiera ser conscientes de ello, aún después de tantos años le seguía divirtiendo su forma de dirigirse el uno al otro hablándose de usted, sin embargo a ella así la habían criado sus padres, una dama nunca le hablaba a un caballero de tu a menos que el lo permitiera desde el inicio hablándole irremediablemente sin ningún tipo de respeto, cosa que aunque sonara arcaica en los tiempos que corrían a ella siempre le pareció adecuada, elegante y por demás cautivante, hoy en día el "que onda" y el "hola" eran cosas muy comunes que a ella le parecían corrientes y vulgares. El hecho de que él le hablase de aquella forma fue una de las tantas cosas que más le gustaban de él, su nivel de cultura la había impresionado, era evidente que no era de esos chicos que se aprendían el nombre de alguna pintura o libro solo por impresionar, Seeley Booth era un caballero, su caballero y siempre lo sería.

Se sentó en una de las bancas a pesar de estar húmeda, que estaba entre dos arboles, apenas iluminada por un farol de luz tenue, el gris del cielo la hacían recordar tantas cosas, sonrió de forma apenas perceptible, la vida le había jugado un poco mal, pero no se arrepentía, salvo por el hecho de haberse alejado de el, cuando prometió nunca hacerlo, era cierto que solo era un amor universitario, uno juvenil, uno pasajero, pero también era cierto que era mucho más que eso y ellos lo sabían, tal vez por eso razón nunca dieron el paso de ser algo más que amigos, él era el hombre con quien ella pasaría el resto de su vida si él se lo hubiese pedido de eso estaba segura, no soñaba con bodas, nunca lo había hecho, ni había creído tampoco en el hombre ideal, para ella siempre fue primero su carrera, y eso era algo que él entendía, porque pensaba exactamente igual, sin embargo ella sabía que si él se lo hubiese propuesto ella habría dicho que si aceptaba ser su mujer. Recordaba también que a pesar del transcurso del tiempo nunca dejaron de hablarse de usted, salvo cuando alcanzaban un nivel de intimidad bastante grande, lo cual era bastante seguido. Nadie nunca les vio juntos por aquella Universidad, únicamente dos personas Angela Montenegro la mejor amiga de ella y Jack Hodgins el mejor amigo de él

Entró en silencio, escuchando como las notas musicales volaban al aire, como el sonido la envolvía en un estado de tranquilidad, pero más que nada cautivada con la concentración y pasión que ponía al estar ejecutando aquel piano, nunca lo había visto tocar. Transmitía poder y respeto. Sus dedos danzaban sobre las teclas y parecía que apenas las tocaba. Una a una las notas se iban uniendo y en ellas parecía que aquel pianista ponía trozos de su alma, memorias de sus recuerdos y pedazos de su corazón, descubriendo de a poco hasta en la persona mas fría complejos y ocultos sentimientos. Solo pudo observar con sus ojos grises admirada a aquel hombre sentado frente al piano, dejando su vida en cada nota impresa

- ¿Cómo me ha encontrado?- dijo el interrumpiendo el sonar de las teclas y girando sobre el asiento-

- No fue difícil, no se encontraba en su aula y según me ha dicho Hodgins tampoco estaba en su residencia- sonrió la joven- así que es fácil saber que de todos los lugares posibles en los que podría estar, este era el más lógico

Una especie de aula abandonada en uno de los pasillos menos frecuentados por los alumnos de la universidad, eran realmente pocos los estudiantes que sabían de ese pasillo y en realidad no era muy útil, era el pasillo que conectaba el área de los jóvenes deportistas con el área de los alumnos de ciencias, la puerta de entrada estaba situada justo detrás de un muro y una pared de forma que quedaba imperceptible a la vista, no era muy grande, pero era acogedor, el tamaño ideal para sentir comodidad y tranquilidad y desde luego para que ahí estuviera un piano

- A veces me cuestiono a mi mismo ¿Porque razón le mostré este lugar?- dijo él con fingida preocupación

- No ha sido culpa mía, usted ha insistido en mostrármelo, de eso hace 3 meses- sonrió Brennan

- Bueno tenía que presumirle a este pequeño- replicó el joven tocando una de las teclas del piano

- Nunca entenderé porque alguien dejaría un piano abandonado en este lugar- terció la estudiante mientras negaba con la cabeza

- Para que alguien como yo lo encuentre desde luego- sonrió el joven mientras observaba como su acompañante rodaba los ojos- ¿Orgullo y prejuicio de nueva cuenta?- indagó el muchacho dirigiendo la mirada al libro que ella sostenía

- ¿Que puedo decir? Mr Darcy me tiene cautivada- dijo la muchacha mirando fijamente a los ojos marrones de Booth

- Es la décima ocasión que lo lee en un mes- negó el joven con la cabeza mientras se giraba para quedar de frente al piano

- No sabía- replicó la muchacha encaminándose hacia donde estaba el joven, abandonando el lugar frente a la puerta en que había permanecido- que llevaba una cuenta tan exacta de la cantidad de veces que leo un libro- siguió diciendo mientras se colocaba detrás de el frente a su espalda- Parece que me observa demasiado

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- No es a propósito se lo aseguro- él comenzó a tocar el piano suavemente, algo que ella reconoció como Moonlight Sonata de Bethoveen, mientras colocaba ambas manos sobre sus hombros, y se dejaba llevar por aquellos acordes que poco a poco le fueron llegando al alma, entendiendo de alguna manera el mensaje implícito en cada nota, un mar de sentimientos fundidos en aquella melodía, una invitación expresa a algo más y a la vez una barrera implorándole por nada mas que aquello.

El joven estaba absorto en cada uno de sus movimientos, sintiendo el firme agarre de las manos de ella en sus hombros, sintiendo su presencia detrás de él, confesandole a través de unas simples notas lo mucho que la quería, que a pesar del corto tiempo transcurrido de aquella ocasión en que se hablaron por primera vez frente a una obra de Constable, era ella, era ella con la mujer que le gustaría pasar el resto de sus días, podría ser precipitado que un chico de 22 años pensará aquello, pero el lo sabía que desde el momento en que vio sus orbes grises una melodía distinta a todas las que el había ejecutado empezó a reproducirse dentro de él, no podía explicarlo, y sinceramente no quería hacerlo, sin embargo estaba confundido y esperaba que ella lo entendiera con cada uno de los acordes de aquella melodía, no quería que aquello fuera solo atracción, ese era su miedo, descubrir que solo fuera eso, el la quería más que una simple amiga o compañera universitaria, sintió como ella presionó ligeramente su hombro derecho. Esa era la señal no nada mas el estaba en aquella situación, pero todo iba bien como amigos.

Estaba tocándole a ella expresándole todo lo que quería, deseaba y sentía, y ella no puedo evitar cerrar los ojos entendiendo aquel mensaje. Y sin embargo ella nada podía hacer porque se encontraba igual que él, no quería que fuera solo atracción, o una confusión por la estrecha cercanía que habían desarrollado desde aquel primer encuentro, le quería no iba a negarlo, pero tampoco iba a aceptarlo, era demasiado pronto y ella debía entender que era aquello que la hacía escribir cada noche después de estar con él, que era ese sentimiento que la impulsaba a escribir, a terminar cada hoja que empezaba por escribir en la tranquilidad y el silencio de su estancia.

Así como la música hablaba por él, las letras hablaban por ella.

El silencio reinó cuando él terminó de tocar, Booth colocó sus manos sobre las de ella que aún se encontraban sobre sus hombros, y la guío hasta que ella quedó entre el piano y de frente a él, le quitó el libro que ella aún sostenía en una de sus manos y lo colocó aun lado del atril, la miraba directamente a los ojos perdiéndose en aquellos ojos color tormenta, mientras ella le devolvía la mirada y colocaba una de su mano derecha en el hombro izquierdo del agente, mientras que la izquierda la dirigía al cuello de él en el nacimiento de su cabello, el colocó sus manos en cada costado de la cintura de ella y lentamente se puso de pie, quedando completamente pegados, sosteniéndose la mirada, diciendo todo y nada, invadiendo sus espacios personales, ninguno de los dos comenzó ninguna caricia, simplemente sus manos permanecían inmóviles, el se inclinó ligeramente juntando su frente con la de ella, sin apartar la vista ni un momento permanecieron así por sabrá Dios cuanto tiempo

- Así que Mr Darcy te tiene cautivada- rompió el silencio él

- Y no tienes idea de cuanto- susurró ella sin despegarse del agarre.


Hola! Bien esta historia es algo diferente Booth NO es un agente del FBI y Brennan NO es antropologa (como ya se habrán dado cuenta), ¿Porque? Muy sencillo, siempre que leo de ellos en sus años escolares, son el típico chico de baloncesto o americano, bobo, creido y la tipica chica nerd retraída con única mejor amiga que Angela (si bien le va), que vive con una familia que la ha adoptado y por alguna extraña razón siempre resulta ser que la maltratan, total que se enamoran y el pasa de ser el chico pedante al caballero de reluciente armadura y ella se hace popular.

Mi idea básicamente es muy (como ya dije) diferente hasta cierto punto, quería ver a Booth como algo más que el chico que pasó álgebra copiando en los exámenes y saliendo de los problemas por su encanto, vaya siendo un chico de esos (tercera temporada) inculto (si para mi lo es, y bastante seguido) al que Brennan tiene que corregir siempre y Brennan como la chica de la que se burlaban y nadie le hablaba por ser una rata de laboratorio y extraña, y verlos en una situación bastante diferente a la que ya estamos acostumbradas(os), está historia simplemente llegó, no la planee como el resto de mis historias, simplemente empecé a escribir de un momento a otro.

Gracias por leer!

Pd: Este es un two shoot que mas tardar el domingo estará terminado.