BOCCA BACIATA - boca besada

Disclaimer: TODO es de J.K.Rowling, a las editoriales, o a quien sea, sino puedo asegurar que Sirius estaría vivo, la Rata traidora muerta, y Harry acabaría con Draco. Si algo en mi fic se parece al de otras personas que me lo digan porque puede ser que se me haya quedado la idea en el inconsciente, y tenga alguna similitud sin que esa sea mi intención.

Aviso: es SLASH! más concretamente Harry-Draco, así que si no te gusta no sigas leyendo, no me gustaría encontrar después reviews criticándome por esto. También va a ser AU, ya que Rowling seguro que nunca juntara a Harry con Draco, no quiero ni imaginar que pasaría si lo hiciera…

Por otra parte, hay pequeños spoilers del sexto libro, aparición de personajes, hechos que he alterado a mi conveniencia y cosas así.

Capitulo I - Boca Besada.

Bocca baciata non perde ventura,

anzi rinnova come fa la luna.

Boca besada no pierde su fortuna,

renace como lo hace la luna.

Giovanni Boccaccio

Harry se levanto aquel día pensando en que seguramente sería un día para olvidar. De enterrar en lo más profundo. No sólo le tocaba la aburrida y soporífera clase de Historia de la Magia, también le tocaba Adivinación, y para acabarlo de rematar Defensa Contra las Artes Oscuras con Snape. Pero no era por eso que estaba tan agriado, a eso ya se había acostumbrado. No, el día de hoy era San Valentín, una estupida celebración para alguien que como Harry no tenía pareja.

Se desperezo y bajo junto con Ron a la Sala Común, donde Neville estaba regalando un ramo de rosas rojas a Hermione. Sintió a Ron tensarse a su lado, él también había hecho aparecer rosas rojas para Hermione.

- Buenos días - les saludo Neville, aunque sólo miraba a Ron - ¿Para quién son esas rosas Ron?

Neville Longbottom había cambiado bastante en este último curso. De alguna forma había dejado de ser aquel niño algo rellenito y tímido, para convertirse en un joven bastante seguro de si mismo. No era guapo, aunque Harry no entendía de estas cosas, pero había adelgazado y crecido, era más alto que Harry (aunque eso no era tampoco un gran merito, ya que Harry era junto con Ernie McMillan el chico más bajo del curso). La batalla del Ministerio, y el tener ante él a la mujer que había dejado a sus padres en estado de locura había hecho estragos en su carácter. Por eso y por descubrir que había sido la varita de su padre la que había limitado su magia le habían convertido en uno de los mejores magos del curso. Y ahora iba detrás de Hermione.

- Para Hermione - dijo ron más rojo que las rosas, pero dispuesto a pelear por la atención de la chica.

Ron Weasley también había cambiado, se había tenido que espabilar para que Neville no le ganara terreno, y Hermione parecía estar más que contenta de tener a dos galanes detrás de ella. Pero Ron no solo había cambiado en ese sentido, también había madurado, Harry suponía que la batalla del ministerio le había hecho reflexionar, y no era algo que a Harry le terminara de gustar. Echaba de menos a aquel Ron que se metía en líos con él, a aquel Ron que con sus infantiles reacciones le hacían olvidar quien era y lo que se esperaba de él. Tampoco es que se hubiera vuelto tan rígido con las normas como Hermione, pero al parecer en sus reflexiones había deducido que si hubieran respectado las normas, si él como prefecto las hubiera hecho respectar nada de esto hubiera pasado.

Quizás en el fondo era el quien se negaba a madurar, a crecer, porque sabía que cuando lo hiciera, cuando diera el paso adelante y todos dejaran de verlo como el niño-que-vivió al que debían proteger, de ocultarle cosas, cuando lo vieran como un adulto tendría el peso de salvar el mundo mágico en sus hombros. Por mucho que se hubiera quejado le gustaba saberse protegido, vigilado, porque eso significaba que alguien le necesitaba, era una manera de olvidar la pesadilla que había sido su vida antes de entrar en Hogwarts.

Ron podía madurar y seguir adelante con su vida, él no era capaz, había madurado a demasiada temprana edad y ahora que tenía a alguien que se preocupaba por él le gustaba estar así.

- Vayamos al Gran Comedor - dijo Hermione que había ido a dejar los dos ramos en su habitación.

- ¿Y tan hermosa mujer me acompañaría…? - le dijo Neville tendiéndole el brazo a Hermione que muy sonrojada lo acepto, no sin antes mirar a Ron de forma extraña.

- Nunca se me habría ocurrido algo tan cursi como eso - se lamento Ron cuando la pareja ya había salido de la Sala Común - pero al parecer a Hermione le gusto.

- Entonces tendrás que comenzar a comportarte de esa forma.

- Ni loco, no va conmigo - lo cual saco una sonrisa a Harry, al menos algo no había cambiado.


Llegaron al Gran Comedor que lucía una decoración un tanto escalofriante según Harry, ya que todas las velas eran o rojas o rosas, y había diferentes guirnaldas de corazones adornando por aquí y por allá. Dumbledore se había esforzado para que los alumnos se olvidaran de la guerra que se cocía fuera.

El humor de los profesores parecía que también iba acorde con la fiesta, ya que exceptuando a Snape, todos estaban algo más contentos y animados, sin duda porque la idea de Dumbledore había funcionado, ningún alumno hablaba de la guerra, solo se oían risas y alegría.

Ginny entro por la puerta con su nuevo novio de Ravenclaw, y con un beso nada tímido se fueron cada uno a su mesa.

- ¡Ginny! - le llamo la atención Ron con un tono irritado - ¿Quién demonios es "ese"?

- Stuart Gordon, 5 de Ravenclaw y mi novio de esta semana - lo que le valió más de una mirada triste de alguno de sus exnovios.

- Deberías ir en serio con alguno - le dijo Hermione enfadada.

- Aplícate el cuento Mione.

Ginny también había cambiado, y no se podía decir que para bien. Para desespero de su familia, y sobretodo de Ron que era quien la tenía que aguantar cada día, Ginny se había convertido en una bonita mariposa, que iba de flor en flor sin ninguna preocupación. En vez de hacerla madurar, a Ginny, la Batalla del Ministerio había conseguido que se diera cuanta de la fragilidad de la vida, y que quizás no haya un mañana, así que pensaba disfrutar sin que nadie se lo pudiera privar.


Nadie soportaba la clase de Historia de la Magia. Bueno, quizás era un poco exagerado, ya que Hermione Granger era la única capaz de permanecer despierta en medio de aquel murmullo adormecedor que era la voz del profesor Binns. Harry la observaba mientras ella llenaba pergaminos y pergaminos sobre la maldición de una mujer condenada a tejer y tejer y ver el exterior a través de un espejo.

Hermione tenía una cara bonita, y unos dientes perfectos (no en vano sus padres eran dentistas, y hacían que llevara cada noche unos aparatos de dientes para que los corrigieran). Tenía todo su cabello alborotado bastante corto, ya que hacia algo más de un mes, mientras hacia una poción con Ron, esta había explotado y le había chamuscado bastante el cabello.

Hermione era la que menos había cambiado de carácter, quizás porque las mujeres maduraban antes, y Hermione hacia tiempo que lo había hecho, o en opinión de Harry siempre lo había sido. Al fin y al cabo siempre había sido la que tenía más cabeza y frenaba a los dos chicos antes de cometer alguna locura.


La clase de Adivinación seguía como siempre, con ese nauseabundo olor a incienso que hacia querer salir corriendo de allí, las viejas mesas redondas entre cojines, y las horripilantes cortinas, sin olvidar a la profesora Trelawney con su aspecto de gran insecto y su irritante tono de voz.

- Teniendo en cuenta el día tan especial que es hoy, mi ojo interior ha visto que haríamos adivinación amorosa.

Aquello no le gusto en absoluto a Harry, que ya tenia algo de experiencia en ese tema, si tan solo fuera verdad lo que Ginny le había predicho… pero él no creía en la adivinación, así que no era más que una idiotez que estuviera pensando en eso.

"- Vamos Harry - le decía Ginny - es para mi trabajo de adivinación, pruébalo.

- No Ginny, sabes que no creo en ello.

- Solo para que yo apruebe - le seguía intentando convencer - es para saber el nombre de tu futura esposa y su profesión.

- No - seguía negándose a una Ginny que se había colado en la habitación de los chicos.

- Vamos Harry, te has estado riendo de lo que me ha salido a mi, así que ahora te toca a ti - le dijo Ron.

- ¡Oh! Vamos Ron. Ya te he dicho que sale durante la noche, que a ti te haya parecido ver un libro y a Mione…

- ¡Cállate! - grito un Ron totalmente ruborizado.

- Anda, dame el huevo - y Harry partió el huevo y lo echo dentro de un vaso con agua.

- ¡A ver! - dijo Ron tirándose encima para ver - que mala suerte que se te haya partido la yema…

- Y ahora Harry tira el zapato…

- Ginny… eso es todavía más ridículo que lo anterior.

- Mi zapato ha señalado hacia los dormitorios de las chicas…

- Pero si no le pides para salir a Hermione dudo mucho que esto se cumpla.

- Harry. Tira. El. Zapato. Ahora. - y así Harry tiro el zapato con tanta energía justo en el momento en que Neville entraba que salió disparado y se fue escaleras abajo.

- Parece ser Harry que tu futura esposa esta hacia abajo - y todos se echaron a reír"

Y sin contar que en la mañana Ginny había creído ver estrellas y un caldero en la forma que había adoptado el huevo por la noche. Y a Ron tampoco las cosas le estaban saliendo muy bien con Hermione.

Ni siquiera sabía porque demonios estaba pensando en eso, quizás era que en el fondo quería tener a alguien para celebrar este día. E intento estar atento a las estupideces que soltaba Ron sobre lo que veía en el humo de la vela.


La hora de comer llego no demasiado rápido. Las risitas nerviosas de las chicas no dejaban de oírse y Ron parecía igual de distraído que Hermione. Esta última había aceptado al final ir con Ron al baile aunque Neville seguía intentando que la chica se desdijera y aceptara ir con él.

- Neville, yo se lo pedí primero, así que perdiste esta batalla.

- Pero no la guerra.

Por suerte Hermione estaba atenta a la conversación que mantenía con Ginny, Lavander y Parvati, y no los había oído porque de lo contrario esa noche ninguno hubiese ido con ella. Si había algo que Hermione odiara es que la trataran entre ellos como un objeto a ganar, y eso les había valido más de una bofetada.

- Hola Harry - dijo una voz empalagosa a su espalda.

Harry se volvió incomodo en su asiento. Allí estaba Cho Chang intentando, quizás no por última vez, ir con él al dichoso baile. Desde que este se había anunciado había estado insinuándose a Harry y al ver que este no le hacia el más mínimo caso fue directamente a pedírselo.


La clase de Defensa Contra las Artes Oscuras no presagiaba nada bueno, imposible con el profesor Snape de aquel humor. Así que nadie se sorprendió cuando vieron el hechizo que habían de practicar, era la más difícil del libro. Y tampoco salieron bien parados del reparto de asientos, Harry estaba rodeado de Slytherins, y para variar tenia al maldito Malfoy a su lado.

La clase estaba resultando un caos con Snape bajando continuamente puntos a Gryffindor, y respirando en la nuca de sus alumnos, incluso los Slytherins estaban nerviosos.

La ronda de Snape acababa de pasar y se dirigía hacia el lugar que estaba ocupado por Neville y Dean, cuando Harry oyó caerse alguna cosa a su lado al suelo. De reojo vio a Goyle agacharse a buscar una varita y se la daba a Malfoy. Y este agradecido se inclinaba hacia un lado y depositaba un beso en la boca de aquel gigante.

Harry ya no miraba disimuladamente. Era una imagen demasiado grotesca. Aquel ser enorme que era Goyle siendo besado durante unos segundos por otro con apariencia de ángel. Y después cada uno volvió a lo suyo, y Harry intento concentrarse en su hechizo.

Pero solo intento concentrarse porque no podía quitarse de su cabeza aquella imagen. Draco Malfoy no era ningún ángel aunque tuviera la apariencia, tenía la mente de un demonio, y eso se demostraba en la cantidad de líos en los que los había metido en este ultimo curso, no le perdonaba que su padre estuviera en Azkaban, ni que al final del curso pasado le hubieran convertido en una gigantesca babosa en el tren. Había hecho los últimos meses de la vida de Harry un autentico infierno.

Y a Harry le parecía absurdo lo mucho que se humillaban los demás por un beso de ese demonio, un beso no era para tanto, no entendía esa humillación, él no la iba a hacer según que cosas por ganarse un nuevo beso de Cho, sobretodo por lo pesada que era últimamente. La cuestión era que había visto incluso a una Ravenclaw arrodillarse a besarle los pies delante de todo el mundo, y a cambio solo un beso. Harry estaba seguro que todos estaban locos, el beso que se dio con Cho no le pareció gran cosa, en realidad le había dejado totalmente indiferente.

Podría ser que las chicas le encontrasen atractivo, incluso los chicos, porque por allí donde el rubio pasaba se oían comentarios acerca de eso (incluso Ginny había comentado que era el chico más guapo de Hogwarts), pero no era para llevarle los libros e ir detrás de él como un perrito, o para que gente como Parkinson le sacase la túnica si tenia calor, o le acomodase la bufanda si tenia frío.


La verdad es que la fiesta estaba resultando tal y como Harry se esperaba, un asco. Todos sabían que él odiaba bailar, pero muchas chicas se habían acercado a él para pedírselo, y él las seguía rechazando. Y ellas seguían yendo. ¡Algunas incluso habían comprado bombones con forma de corazón para él! Y el allí sentado, amargado, mientras veía a sus dos amigos bailar, comiendo alguno de los bombones que no había podido rechazar.

Así que cogiendo la caja de chocolates se dispuso a salir, aunque todavía no sabía a donde ir. Salio del Gran Comedor, y tuvo el deseo de salir afuera, a que le diera el aire y pudiera tranquilizarse después de tan nefasto día.

Sus pies le llevaron directamente al lago, como si un imán le atrajera, con la nieve en los tobillos y dificultándole el andar. Era bonito, había luna creciente, con lo cual se veía razonablemente para ser de noche. Se detuvo para colocarse un hechizo sobre su túnica para que aguantara el calor, porque estaban en febrero y estaba todo nevado, incluso el lago estaba helado. Y encima de él toda una bóveda de estrellas.

- Vaya Potter, has dejado a tus admiradoras solas.

Allí sentado encima de la nieve (debía haber hecho algún tipo de hechizo porque no de hundía) estaba Draco Malfoy. Le miraba con toda la superioridad que tenía y con una sonrisa torcida en su rostro. Con un grácil movimiento se puso de pie y se acerco hasta Harry. Este tenía la varita en su mano por si el otro le atacaba.

- ¿Bombones? - dijo fijándose en lo que Harry llevaba en la mano. - ¿Qué demonios haces con unos bombones?

- ¿Acaso no te han regalado a ti? - Harry miraba a esa cara inexpresiva, aunque dedució que no sabía de lo que hablaba - En San Valentín se regalan chocolates.

- Ya - dijo desinteresadamente y se volvió a sentar, realmente debía de llevar algún hechizo en los zapatos porque no había dejado ni una sola huella en la nieve.

- Así que al Gran Malfoy no le han regalado bombones - dijo en tono de burla - eso es que nadie le quiere - la mirada que Malfoy le lanzo le congelo la sangre - ¿Por qué no estas dentro celebrando San Valentín? Es sabido de sobras que tienes muchas amantes.

- No celebro estupidas fiestas muggles

- Claro, Draco Malfoy no quiere tener nada que ver con nada muggle, aunque sea una fiesta.

- Exactamente, bastante han contaminado ya.

- ¡Serás…! Tú y tu odio contra los muggles.

- Porque habría de celebrar una fiesta muggle si las fiesta que son propias de nuestro mundo las dejamos en el olvido. Dime Potter ¿sabes que es el Imbolc? - y ante la negativa del chico continuo - es una fiesta típica de magos, que se tendría que haber celebrado a principios de este mes, ni siquiera sabes lo más básico de nuestra cultura y de nuestras tradiciones. ¿Y tu te llamas mago? Gente como tu amiguita sangresucia viene aquí con sus estupidas costumbres y lo contaminan todo.

- ¡No es verdad!

- ¿Ah no? Con sus estupidas leyes a favor de los muggles y la absolutamente estupida clase de Estudios Muggles ¡Los magos saben más acerca de los muggles que acerca de ellos mismos! Se han perdido muchas cosas por culpa de los sangressucias, y nadie hace nada por recuperarlas, y menos el viejo-loco-amante-de-los-muggles.

Harry no dijo nada. No podía decir nada. Era la primera vez que veía alguna emoción reflejada en el rostro de Malfoy. Sus ojos brillaban enfadados y su voz hacia rato que había dejado ese tono tan frío. Harry se sentó algo alejado del chico rubio sin dejar de mirarlo fascinado.

- Y ahora están ahí, celebrando una estupida fiesta en honor a vete saber quien.

- A San Valentín.

- ¿Y quien es ese¿Qué hizo?

- Creo que… - comenzó a contestar Harry pero fue cortado por el otro chico.

- Tu lo has dicho crees, no lo sabes seguro, como todas las fiestas cristianas solo es una tapadera.

- ¿Una tapadera?

- Es sabido por todos, aunque parece que tu no sabes nada, que la mayoría de las fiestas cristianas lo único que hacen es disfrazar otros cultos paganos.

- ¿Y que disfrazan aquí?

- ¿De verdad quieres saberlo Potter? - el extraño brillo en sus ojos y el tono arrastrado de su voz tendrían que haber alertado a Harry, pero estaba demasiado intrigado, con la pasión con la que Malfoy había hablado habían llegado a contagiarle haciéndole olvidar quien era realmente, y la rivalidad que había entre ellos.

- Si.

- Lo que querían esconder aquí son las fiestas Lupercales, una costumbre romana, aunque hoy en día pocas personas las recuerden, y nadie las practique. A finales del siglo V, uno de esos cristianos decidió que la fiesta no era apropiada y decidió medio inventarse una leyenda con respecto a un tal Valentín que casaba parejas durante el imperio romano. Puede que tenga algo de verdad, pero resulta sospechoso que cuando instauraron la fiesta compartiera bastantes puntos en común con las Lupercales.

- ¿Por qué no eran apropiadas? - una sonrisa lobuna apareció en la cara de Malfoy, mientras se comía uno de los bombones de Harry.

- Porque aparte del ritual de inmolar una cabra, y el de la procesión de jóvenes desnudos, había una tradición de que las mujeres se sorteaban.

- ¿Se sorteaban? - pregunto Harry, la curiosidad le había vencido teniendo en cuenta que no le había hecho demasiada gracia lo de sacrificar cabras - ¿Cómo esclavas?

- Como esclavas sexuales.

Y con un movimiento rápido se colocó encima de Harry. Este con el impulso acabo semihundido en la nieve. Con un brazo a cada lado de la cabeza de Harry, Draco lo beso. Harry se sorprendió. Nada tenía que ver con el beso que se había dado con Cho, era como besar terciopelo, sus labios eran extremadamente suaves, y en este momento comprendió porque le llamaban el Príncipe de Slytherin y porque todos se humillaban, porque todos sus súbditos se esforzaban para complacer al rubio para que a cambio él les besara, entonces comprendió a todos aquellos que había despreciado por humillarse delante de Malfoy.

- Esto es por los bombones - y levantándose de la posición tan comprometida en la que estaban le dijo - en realidad eran las mismas mujeres las que se ofrecían por todo un año y luego se volvían a sortear - y sin decir nada más se fue dejando a Harry todavía en el paraíso.